Internacional

Elecciones americanas: el triunfo del partidismo

7 Nov, 2016 - - @egocrata

Si hay un dato en el que deberíamos fijarnos al final de esta interminable, ruidosa, desagradable y tensa campaña presidencial americana es este:

La tabla proviene de esta encuesta de YouGov, fijándose en el recuerdo de voto de las presidenciales del 2012. Un 88% de los votantes de Obama hace cuatro años va a votar por Hillary Clinton este año. Un porcentaje idéntico de los votantes de Romney va a apoyar al candidato de su partido el martes. Si hay una fuerza que domina la política americana este año es el partidismo.

Durante toda la campaña hemos visto un número casi infinito de análisis sobre «el votante de Trump». La mayoría de artículos son parecidos a esta parodía de The Awl: un periodista de CNN, NBC, el New Yorker o algún otro medio basado en Washington, Los Angeles o Nueva York coge el coche y se va a pasar una semana en una zona rural de Ohio, Iowa o West Virginia para estudiar al hombre blanco en su habitat natural. El periodista descubre una fábrica vacía, mina cerrada o alguna otra reliquia postindustrial, y recoge testimonios sobre como la gente está cabreada contra el mundo y que quieren que el establishment se largue, o algo parecido. Lo que ha descubierto, una vez más, es que los votantes blancos en zonas rurales son republicanos, por mucho que lleven votando de forma parecida desde hace tres décadas.

Los datos muestran, ciertamente, un cierto cambio en las preferencias de voto en algunos grupos específicos. Por ejemplo, «sólo» un 84% de votantes sin educación universitaria que votaron a Obama el 2012 repetirán con Clinton. En el otro lado de la escala, un 84% de votantes con estudios superiores que se inclinaron por Romney apoyarán a Trump. Un 18% de votantes republicanos latinos el 2012 abandonarán el partido. Los porcentajes de retención de voto sólo caen por debajo del 80% en ex-votantes afroamericanos de Romney (increíblemente, Trump está empeorando su resultado con ese grupo).

Esto tiene unas cuantas implicaciones interesantes. Primero, no podemos decir que estas elecciones sean un cambio tectónico o un realineamiento de proporciones cósmicas, al menos por ahora. La coalición que llevo a Obama a la presidencia (milenials, minorías étnicas, votantes educados en las regiones con más vitalidad económica del país) es esencialmente la misma que (probablemente) dé a Clinton la Casa Blanca. La diferencia, en todo caso, será de grado: los demócratas seguramente saquen un porcentaje aún mayor del voto no-blanco, se impongan por primera vez entre universitarios (Obama cerró el margen, pero no los ganó) y pierdan terreno en las clases medias blancas sin educación superior.

Sí, clases medias – el votante tipo de Trump, en todos los sondeos, tiene ingresos familiares por encima de la renta mediana del país. Los votantes blancos pobres de veras votan poco, pero votan demócrata. Lo que distingue a los estados del norte es que el nivel educativo medio es más alto, por un lado (y de un tiempo a esta parte, esto te hace más demócrata) y que los ricos son menos conservadores. La imagen de un votante blanco pobre alienado votando Trump para joder es un mito periodístico, no una realidad empírica; los conservadores en Ohio, Virginia o Indiana son carpinteros, fontaneros o gente que tiene un pequeño negocio, no dependientes del Wal Mart.

Segundo, hay una vieja tradición en ciencia política que va camino de confirmarse. La idea básica es que las campañas electorales realmente no importan demasiado. El electorado se informa escuchando las noticias que quiere oir y le confirman lo que ya cree. La publicidad es ignorada por todos. Los mensajes de los candidatos son interpretados como ideas brillantes por propios e ideas venidas del maligno por ajenos. Los dos candidatos gritan con una intensidad comparable, y al final se anulan mutuamente. Lo que gana elecciones es la demografía, el estado general del país (paro, inflación, etcétera) y pura inercia. Si miramos la demografía, el electorado americano es cada vez más diverso y está mejor educado. Los datos económicos, sin ser estelares, son positivos. En un año normal, con dos candidatos normales, uno se esperaría una victoria ajustada para el equipo azul. Es probable que esto sea lo que acabe sucediendo.

Tercero, esto no quiere decir que la victoria de Clinton sea inevitable. Esto se debe a un problema típico del sistema político americano que tiende a perjudicar a los demócratas, la geografía del voto. Esencialmente la mayoría de minorías étnicas, jóvenes y votantes con educación superior del país viven en zonas concentradas geográficamente: lease la costa oeste, el noreste, algunas áreas del Midwest (Chicago y Minnesota) y Virginia. En la última década la espectacular incompetencia del GOP con el voto latino han abierto lugares como Nuevo México y Nevada a los demócratas, pero en el resto del país, fuera de las ciudades, hay pocos miembros de la coalición Clinton/Obama. Debido a la aritmética del colegio electoral, esto hace que la mayoría de Clinton sea menos sólida que la de Obama: en sitios como Michigan, New Hampshire, Ohio o Pennsylvania los números le son menos favorables que en el 2012. Este es el principal motivo por el que Nate Silver insiste que Clinton hoy es menos favorita que Obama hace cuatro años, y cierta razón tiene. Es posible que Hillary gane en votos pero pierda el colegio electoral. Improbable, ciertamente, pero no descabellado.

Hillary Clinton, no obstante, sigue siendo la favorita. Siempre ha ido por delante en los sondeos; Trump nunca ha conseguido adelantarla. Los márgenes han fluctuado toda la campaña, y es cierto que su ventaja en los estados clave es menor de la que tenía Obama hace cuatro años, pero parece tener suficientes votos en el colegio electoral «fuera de peligro» (3-4 puntos o más de ventaja en los sondeos) para llegar a 260-265 votos en el colegio electoral, y un nutrido grupo de estados a tiro para superar los 270. Sólo un desastre sistemático en los sondeos (posible, pero improbable) haría que esto cambiara.

Este error en los sondeos obviamente puede favorecer a Trump (digamos debido a voto oculto, o participación menor de lo esperado de afroamericanos y latinos), dándole la victoria. También puede, no lo olvidemos, favorecer a Clinton. Una posibilidad es que, en contra de lo que decía antes, la calidad de la campaña electoral de los candidatos sí que importe. Si los demócratas son mucho mejores en en una cosa tan básica como movilizar el voto y consiguen llevar a las urnas muchos votantes que habitualmente no participan, Hillary puede tener un margen mayor. Hay señales que esto puede estar sucediendo con los latinos, pero no lo veremos hasta el martes. Otra posibilidad es que se repita lo que vimos el 2012, cuando los sondeos subestimaron el apoyo a Obama en tres puntos (estaba en +1 en las encuestas, y ganó con +4). Esto se debió en gran parte a que los votantes demócratas parecen ser más tímidos en los sondeos. El martes saldremos de dudas.

Dejando de lado por un momento los datos y predicciones, hay algo que merece ser comentado acerca de la campaña republicana. Si es cierto que el apoyo a Trump es en gran medida un apoyo partidista, esto debería ser un recordatorio del papel de las élites en preservar un régimen democrático. El partido republicano ha escogido, tras un extraordinario ejercicio de irresponsabilidad retórica antes de las primarias y una incompetencia supremas durante estas, a un tipo que no está cualificado en absoluto para ejercer la presidencia. Trump es el proverbial mono con dos pistolas en el sistema político americano, pero la identificación partidista y la polarización es tal que un 88% de votantes del partido le apoyarán igual. Trump está ahí porque durante años el GOP ha permitido que la retórica del partido se enloqueciera. Las bases del partido se lo han tragado, y han votado por un cretino como candidato. La realidad es que en democracia, incluso una democracia avanzada como Estados Unidos, la mayoría del electorado de las generales es lo suficiente partidista como para no prestar atención a quién ha nominado su partido para cambiar el voto.

Curiosamente, mirando a Clinton, podemos ver como hacer exactamente lo contrario produce un apoyo electoral parecido. Los demócratas han escogido como candidato a alguien que es la imagen opuesta de Trump: una política de carrera, aburrida, seria y profesional. Clinton, aunque es mucho más de izquierdas de lo que se dice habitualmente (y está a la izquierda de Obama), es la pura imagen de la tranquilidad y el sosiego. Es la moderación retórica hecha persona, en una candidata que tiene además décadas de odios acumulados y escándalos (ficticios – nunca le han encontrado nada) en su haber. El precio que los demócratas han pagado por nominar a Leslie Knope es esencialmente cero; el partidismo ha compensado el aburrimiento. O, en otras palabras, no hace falta comportarse como un cavernícola desaforado para movilizar a las bases; el partidismo también responder a la moderación.

Por supuesto, ni republicanos ni demócratas tienen a un Podemos o un Ciudadanos compitiendo con ellos, pero ese es otro tema.

En fin, sabremos más de todo esto el martes. Mañana, si hay tiempo escribiré sobre las elecciones realmente importantes: todo lo que no tiene que ver con la presidencia. A nivel federal, cámara de representantes y senado. A nivel estatal, las decenas de batallas a las que nadie presta atención pero acaban por tener un efecto mucho más marcado sobre la vida de los ciudadanos que cualquier elección presidencial.

Por supuesto, eso incluye Connecticut, y cómo las elecciones pueden hacer que mi trabajo sea mucho más cargante el año que viene. Hablamos.


11 comentarios

  1. Estilpon dice:

    Interesante la tesis. Hasta ahora casi todo lo que había leído era sobre el realineamiento de los grupos demográficos. Lástima que muchos se van a centrar en tus -acertados- comentarios sobre Trump.

    Por cierto, o «somos» o «son» en «Si los demócratas somo mucho mejores».

  2. jasev dice:

    Esa encuesta de Yougov tiene un problema: no tiene en cuenta la abstención. ¿Cuántos votantes demócratas/republicanos de 2012 se quedarán en casa antes que votar por Clinton/Trump? ¿Cuántos irán a votarlos después de quedarse en casa en 2012? Porque es lógico que exista una correlación en el voto de aquellos que votan en ambas elecciones, pero si la mitad de los que votaron en 2012 a un partido se queda en casa, todo se va a la porra.

  3. oscar dice:

    Uff creo que me estoy perdiendo algo en el tema de Clinton.
    Una persona con una fortuna personal( marital) de mas de 150 millones de dolares, de los cuales el 30% son ganancias en los últimos 8años, con Hillary como secretaria de estado, algunos conseguidos a través de arabia saudí Qatar etc; De izquierdas?…
    Una persona que ha transferido información reservada, de alto secreto, a sus cuentas de correo públicas con el riesgo que eso tiene…
    Una persona que como secretaria de estado a aumentado los conflictos en el norte de áfrica, medio oriente, y europa del este;
    No Sé que Trump es un «cretino» es una evidencia, pero definir a Clinton como:»una política de carrera, aburrida, seria y profesional. Clinton, aunque es mucho más de izquierdas de lo que se dice habitualmente (y está a la izquierda de Obama), es la pura imagen de la tranquilidad y el sosiego. Es la moderación retórica hecha persona, en una candidata que tiene además décadas de odios acumulados y escándalos (ficticios – nunca le han encontrado nada) en su haber»…

    • PaulJBis dice:

      Creo que Roger se refiere a la política doméstica, que es al fin y al cabo lo que más les interesa a los americanos. En política exterior… sí, Hillary ha sido mucho más partidaria de bombardear extranjeros que Obama.

      Y ya que estamos, aprovecho para añadir otra cosa: se puede estar en contra de Trump y a favor de Clinton sin tragarse todo el argumentario demócrata. Una cosa es defender que Hillary sea mejor elección como presidenta… pero, ¿ponerse a hablar de la Fundación Clinton como una fuerza maravillosa y benefactora que salva millones de vidas, como ha hecho Roger en Twitter? ¿Una fundación que pide dinero a los ricos del mundo en nombre de un ex-presidente y una Secretaria de Estado de los USA? ¿Las palabras «conflicto de interés» no significan nada? Si Bush hubiera montado una fundación en 1999 para recaudar dinero entre los ricos del mundo, ¿qué estarían diciendo los progres del mundo mundial sobre ella? ¿Hay alguna duda del jugo que le habría sacado Michael Moore en sus documentales a esa hipotética fundación?

      Hace apenas un par de días se publicó que el gobierno de Qatar había donado un millón de $ a la Fundación Clinton… mientras Hillary era secretaria de Estado. Esta es la clase de relación que, en unas elecciones normales, habría causado un escándalo mayúsculo. En cambio, ni uno solo de los opinadores y líderes de opinión liberales en EE.UU. ha hablado siquiera del tema. No me extraña: si se le han echado a Nate Silver al cuello sólo por sugerir que la victoria no está clara…

      Por favor, señores. Que todos estamos de acuerdo en que Trump es un peligro público, pero no nos hagan tragar con ruedas de molino, hombre.

      • Roger Senserrich dice:

        Normalmente cuando tienes una fundación pides dinero al que lo tiene, y al que está dispuesto a dártelo. Si dar retrovirales a media África es un conflicto de interés, pues mira, no sé qué narices uno tiene que hacer para ayudar a pobres.

        • PaulJBis dice:

          ¿A ti no te parece un conflicto de interés que el gobierno de Qatar done un millón a la fundación Clinton… mientras Hillary era secretaria de Estado? ¿De verdad?

          No sé si os dais cuenta, pero los repetidores del argumentario demócrata estáis usando el mismo razonamiento que el Tribunal Supremo de los USA en Citizens United [1], ese fallo que taaaaaan mal les pareció a los progres americanos. El Tribunal Supremo vino a decir que las donaciones millonarias de dinero en campañas públicas no tenían por qué provocar corrupción, a menos que se pudiera demostrar un «quid pro quo» claro… Y el argumento demócrata para defender a la Fundación ha sido el mismo: millonarios y banqueros han donado dinero a los Clinton, pero no ha quedado demostrado que Hillary haya hecho nada concreto por ellos a cambio, así que ¡todo bien!

          En otras palabras: los repetidores del argumentario demócrata estáis usando el mismo razonamiento que autoriza a los ricos americanos a gastar millones sin fin en campañas políticas. Y luego te extrañarás de que la gente se ría cuando dices que Hillary es de izquierdas…

          Por cierto, si queremos hablar de la lucha contra el SIDA en Africa, podríamos hablar de los esfuerzos de Bush durante su mandato, que han sido mucho mayores que los del propio Obama, y han sido reconocidos hasta por gente como Bob Geldorf. Pero claro, intenta explicar eso al progre medio en la calle y verás la reacción: qué risa Bush, qué tonto era, que no había salido de Texas en su vida… (Mira, al final vas a tener razón: todo se reduce al final a partidismo puro y duro).

          [1] Esto no es mío; es algo que señaló Glenn Greenwald hace semanas en Twitter.

          • Roger Senserrich dice:

            La diferencia es que un donativo a una campaña pone al político en posición de favorecer a un donante. Un donativo a una fundación pone dinero a curar el ébola, pero Clinton no depende de ese dinero para llegar a secretaria de estado, ni se enriquece con él.

            • PaulJBis dice:

              Vamos, que según tú, si Bárcenas hubiera pedido a los grandes empresarios de este país que hubieran donado a Cáritas a cambio de adjudicaciones en vez de al PP, todo hubiera estado bien.

    • Roger Senserrich dice:

      Por partes:

      a. Confundir el dinero ganado durante 16 años de dar discursos, estar en consejos de administración y demás (legalmente) y el trabajo y las donaciones a una fundación que se dedica a erradicar la malaria es absurdo.

      b. El escándalo de los e-mails no es tal: http://www.vox.com/policy-and-politics/2016/11/4/13500018/clinton-email-scandal-bullshit

      c. Culpar a Clinton por que Putin invada Ucrania tiene mérito. La única intervención adicional patrocinada por ella fue Libia. Salió mal, pero mucho menos mal que la no-intervención en Siria.

      • oscar dice:

        Yo no culpo a Clinton de eso. Pero obvias que antes de esa invasión hubo unas elecciones democráticas en ucrania y un posterior golpe de estado auspiciado por USA y Europa.

      • Atlas dice:

        «La única intervención adicional patrocinada por ella fue Libia. Salió mal, pero mucho menos mal que la no-intervención en Siria.»

        Jajajajajajajajaja

        Ah, espera, que está dicho completamente en serio.

        JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Comments are closed.