Política

Los dos futuros del parlamentarismo español

17 Ago, 2016 - - @jorgegalindo

Este artículo recupera la antigua tradición de las «notas al aire» de Politikon: cuando abríamos una pestaña del navegador a medianoche y empezábamos a escribir para explorar ideas que llevaban tiempo flotando por ahí sin tener demasiado claro dónde íbamos a acabar. Espero que el lector –y mis co-editores — sea tan comprensivo como siempre lo ha sido con la falta de rigor y claridad, y que al menos algún que otro punto del periplo haga que el desorden valga la pena.

En las últimas semanas hemos sido varios los que hemos publicado notas especulando sobre el futuro que aguarda a la dinámica política en España, particularmente a la relación entre partidos. El hilo que une a todos ellos es una pregunta: ¿qué va a suceder con el poder leglislativo a partir de ahora? ¿Se convertirá en un nuevo centro activo y determinante? ¿O veremos cómo el bloqueo se reproduce sin fin a la vista? Hoy mismo saía esta tribuna en la que argumentaba que la fragmentación constituye una oportunidad:

En definitiva, la posibilidad de hacer fructífera la minoría existe. Puede alcanzarse si los partidos están dispuestos a explorar la ruta de la flexibilidad, los acuerdos puntuales y la acción parlamentaria constructiva.

Me señala Pau Marí-Klose que el artículo encierra una contradicción:

Invita a los partidos a explorar la ruta de la flexibilidad, al tiempo que reconoce que los votantes o están siendo flexibles. Reconoce que el escenario español es especialmente adverso, pero insiste «que el camino es transitable». Pues quizás no, oye. El artículo se impone a sí mismo el optimismo, cuando ofrece motivos sobrados para el pesimismo.

Reconozco esta contradicción. De hecho, firmé una columna el viernes pasado cuya tesis central era precisamente que vivíamos un bloqueo facilitado más allá de las cúpulas de los partidos:

Así pues, el supuesto mandato unánime de pacto no está demasiado claro. Más aún: los mismos comentaristas que claman por él suelen ser también los primeros en poner el grito en el cielo cada vez que un partido se acerca, siquiera tímidamente, a conversar con otro que no sea su vecino inmediato. Con ello, facilitan que el debate político tome una dinámica de perro del hortelano, en el cual ni se come ni se deja comer. Probablemente, salir de este círculo vicioso requiere audacia política. Pero no solo: votantes y voces autorizadas deben mirarse al espejo y cumplir su parte, entender que las diferencias ya han cristalizado, y no van a desaparecer.

La verdad sea dicha: no tenemos datos (de encuesta) lo suficientemente finos como para afirmar categóricamente que las preferencias de los ciudadanos están. Los resultados electorales no son claros: no hay prima para quien se sentó a negociar, ni para quien no se sentó. Solamente hay prima para el statu quo. Pero tampoco parece fácil subrayar lo contrario, y al final mi optimismo descansa precisamente sobre la esperanza de que los votantes acabarán por preferir la flexibilidad si eso significa que las políticas empiecen a caminar. El de otros tiene a ratos más el aspecto de una demanda (que comparto plenamente): la de construir un parlamentarismo fuerte para superar la debilidad institucional de nuestro legislativo. También se subraya (lo hace Pablo Simón) que los vetos mutuos se están superando poco a poco en el nivel autonómico. Pero la conclusión final es similar a la mía:

es fundamental que los partidos políticos españoles también entren en una nueva lógica en la que la oposición no solo debe no negarse, sino sobre todo implicarse y entenderse. Los retos de esta legislatura, con la sombra de nuevos ajustes y reformas pendientes acechando, invitan a no desaprovechar la oportunidad.

El problema es que, aunque no haya evidencia clara y directa, sí hay razones para el escepticismo de Marí-Klose.

Asumamos que (1) los partidos se comportan estrictamente de acuerdo con las preferencias de sus votantes (no es tan sencillo, pero nos servirá por hoy); (2) la repetición electoral ha demostrado que la volatilidad es considerablemente menor de lo esperado, reduciendo por tanto la incertidumbre que enfrentan los partidos. Asumamos también que se da el escenario más probable ahora mismo, que también es el más complejo: un gobierno del PP en minoría gracias a la abstención del PSOE. Los otros escenarios ofrecen una respuesta trivial a la cuestión de fondo: en unas hipotéticas hi terceras elecciones, el bloqueo se vería confirmado; en un acuerdo alternativo (PSOE-C’s-Podemos; PSOE-Podemos-nacionalistas) estaría más o menos clara la voluntad de trabajo parlamentario conjunto. Lo interesante es observar qué sucede si se resuelve la investidura sin pactos de legislatura, con los actores pivotales disponibles para virar a uno u otro lado. O para quedarse donde están.

La principal razón para ser escépticos con un escenario de colaboración es la siguiente: aunque la diferencia de preferencias específicas entre los votantes no parece muy alta (salvo en la cuestión territorial, lo cual aumenta el escepticismo),

Recuperaré aquí un par de gráficos que elaboré a finales de mayo, que definen las posiciones de los votantes en tres aspectos sustantivos para la definición de políticas:

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Como digo, en ninguna de las tres dimensiones (impuestos vs servicios; libertad vs seguridad; inmigración) parece que los tríos (PP-PSOE-C’s; PSOE-C’s-Pod&co) sean imposibles. Pero la imagen es bastante distinta cuando se dibuja con los dos ejes que mejor capturan la competición partidista: uno, el de izquierda-derecha, resume bajo la etiqueta de ideología todos los posicionamientos anteriores y muchos otros. Otro, el territorial, ha condicionado la política española desde hace décadas.

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Aquí las diferencias se vuelven más evidentes. En el eje territorial, el espacio entre C’s y En Comú Podem es casi tan grande como el existente con respecto al PSOE. En el ideológico, la distancia PP-PSOE es similar.

Además de la cuestión nacional, comparando este gráfico con los dos anteriores, parece claro que la ideología se define por dimensiones no resumidas en puntos tan obvios como los del primer gráfico. Además, en los dos primeros se aprecia cómo la correlación entre temas no necesariamente relacionados entre sí es considerable. Parece lógico suponer que esta correlación se traslada a otros componentes, como apunta aquí Víctor Lapuente. Y, por supuesto, correlaciona con el eje territorial. En definitiva, nos queda un espacio de ubicación cercano a la unidimensionalidad, con un vacío considerable entre al menos uno de los actores pivotales (PSOE-C’s) y los extremos necesarios (PP-Pod), y donde además se intuye que una parte importante del desacuerdo proviene de aspectos que no son obvios prima facie. Es decir, que no se despachan simplemente con, por ejemplo, una negociación presupuestaria.

El problema se hace aún más evidente cuando se constata que las diferencias no son sólo entre las posiciones reales de los votantes de cada partido, sino entre las posiciones percibidas. El siguiente gráfico muestra el hueco que hay entre el lugar (medio) en la escala izda-dcha que ocupan los ciudadanos según su recuerdo de voto, el punto (medio) en el que colocan al partido al que votaron, y el punto (medio) en que ubican a las formaciones que están inmediatamente a la izquierda y a la derecha de sus respectivos partidos.

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Esta era la conclusión que sacaba del gráfico cuando lo publiqué:

Los datos nos dejan con una sensación paradójica. Por un lado, el equilibrio no parece nada estable, sobre todo para un PSOE que se ve atrapado entre dos fuerzas sin tener una salida clara, resistiendo en un espacio ideológico reducido. Pero al mismo tiempo los votantes expresan diferencias muy significativas entre dónde creen que se encuentran ellos, su partido y los rivales. Es posible que éste sea un efecto de la actual dinámica del debate, y que se vaya reajustando a medida que el voto se coordine alrededor de algunas candidaturas para dejar otras de lado. Al fin y al cabo, sabemos que la posición ideológica en la escala 1-10 es considerablemente sensible a factores coyunturales o de identificación partidista, y hasta cierto punto los individuos reajustan su posición y la del resto de partidos a medida que su criterio cambia. Pero también podría suceder que las posturas se solidifiquen durante la campaña que nos viene, y que nos hallemos ante un cierto equilibrio, al menos a corto y medio plazo. La escasa flexibilidad a la hora de llegar a acuerdos en la negociación (tanto por los líderes como por sus votantes) se explica en parte por esta suerte de estabilidad inestable, de enrocamiento ideológico combinado con la posibilidad de ganar en un futuro no muy lejano.

De momento, el estancamiento es dominante más allá del inicio de conversaciones entre PP y C’s. ¿Dónde están, pues, las razones para el optimismo?

Mi idea es la siguiente: si la asunción de reducción de la volatilidad es cierta, conocida y aceptada por todos los actores en liza, también debe serlo la inutilidad de repetir elecciones. En ese caso, en el largo plazo la elección que están realizando los votantes a la hora de «permitir» o no que su partido cruce el Rubicón ideológico es la siguiente: ¿prefiero el statu quo (modificado solamente por una probabilidad cada vez menor de cambio hacia mi coalición preferida, que no incluye mestizaje ideológico) a los cambios a los que podría llegar un acuerdo parlamentario mestizo? Para el votante del PP, la elección no parece muy difícil: sí, se prefiere el statu quo mientras no haya un elemento externo que lo modifique y necesite de la acción de un gobierno en plenas facultades. Con un nivel de crecimiento aceptable, Bruselas en modo relativamente permisivo con el déficit y el reto nacionalista catalán embridado, ¿qué prisa tiene el votante del PP? Ninguna. Por eso Rajoy tampoco la tiene.

La del votante de C’s es una prisa sólo relativa, pues se encuentra comparativamente más cerca del statu quo ideológico y territorial que los demás. Tiene comezón regeneracionista, de eso no hay duda, y me parece que la lista de condiciones para negociar con el PP expresan justamente esa comezón (insisto: estoy ignorando conscientemente los incentivos estratégicos que van más allá de las preferencias de los votantes actuales de cada partido, y asumiendo que las preferencias son estables y que las previsibles pérdidas de C’s en una repetición electoral no significarán que cambie su capacidad de veto, que ahora mismo es escasa).

¿Y el PSOE? ¿Y Podemos y sus socios? Aquí la cosa es distinta. Al menos sobre el papel, las preferencias de los votantes de izquierdas están muy lejos del statu quo. Es más: están más lejos de su percepción del statu quo (dónde ubican al PP) que el punto más extremo de la coalición legislativa alternativa (dónde ubican a C’s). Esto no es cierto solamente a un lado del espectro: para los votantes del PSOE, de hecho, pactar reformas con el PP si la vía izquierda está cerrada debería resultar más o menos razonable comparado con mantener las cosas tal y como están.

Dentro de este modelo, la colaboración es el resultado en el largo plazo, una vez todos los actores reconozcan las posiciones de los demás como inamovibles. Lo único que sostiene el bloqueo es: (a) la percepción de que una coalición alternativa será posible pronto — es decir, la atribución de una probabilidad más alta a la existencia de volatilidad electoral y que cualquier pacto podría fastidiar dicha perspectiva; (b) hay determinantes del rechazo hacia otros partidos, o mejor, hacia el resultado de entablar relaciones con otros partidos, no capturados por los datos aquí vertidos. Y los beneficios marginales de una hipotética modificación del statu quo en el eje ideológico se verían desborados por los costes provenientes de esos otros factores, llámesele «colaborar con la corrupción» o «hacerle el juego a la casta». Como tiendo a creer que los votantes, en el largo plazo, prefieren observar políticas más cercanas a sus preferencias y son plenamente conscientes de la ubicación del statu quo con respecto a las mismas, también pienso que el bloqueo tiene fecha de caducidad. Por supuesto, sería mucho más sencillo superar el bloqueo si la competición fuese realmente multidimensional, esto es, si hubiese menos correlación entre ejes y más puntos de coincidencia entre los actores fuera de la columna vertebral ideológica. Pero esta no es (no me parece) una condición imprescindible.

Ahora bien, es verdad que todo esto exige una aproximación no maximalista al juego político. Algo que, quizás, no estamos en condiciones de garantizar hoy por hoy. En otras palabras: aceptando la heterogeneidad entre las filas de los partidos (hasta el momento hablábamos de posiciones medias), basta con que haya un sector lo suficientemente nutrido entre los votantes de cada plataforma que se planteen el juego en términos de todo o nada, en lugar de seguir una lógica gradual, como para que el supuesto se venga abajo: en lugar de comparar cualquier acuerdo legislativo alternativo con el statu quo, se estaría comparando con un ideal, algo que entronca directamente con la hipótesis anteriormente descrita de «determinantes del rechazo hacia otros partidos» que superan a los beneficios en políticas inmediatas. Si relajamos la asunción de mera expresión de las preferencias y además hay cuadros medios o incluso dirigentes que comparten esta postura, el giro progresivo se torna aún más difícil.

En definitiva, quiero pensar que el pragmatismo es más fuerte, pero reconozco que tal vez sólo es eso: que quiero pensarlo.


45 comentarios

  1. EB dice:

    Agradezco a Jorge Galindo que comparta sus ideas de medianoche sobre cómo podrían ser las relaciones entre un gobierno «nuevo» y la oposición. Más allá de si hay o no un gobierno «nuevo» sin una tercera elección, sus ideas se plantean dentro de una visión de la política y el gobierno que no toma en cuenta las deficiencias graves de su institucionalidad. Estas deficiencias son comunes a todas las democracias constitucionales y una forma de exponerlas es observando la experiencia de varios países. Esas deficiencias implican que acceder y perpetuarse en el poder del Estado-nación sea un incentivo enorme para que cualquier ambicioso intente lograrlo, sin importar poco o nada su integridad y su capacidad para cumplir cualquier promesa que le haya servido para lograrlo. Para lograrlo el candidato debe ser capaz de formar y liderar una coalición, preferiblemente antes de la elección (en la mayoría de las democracias constitucionales esta es la situación más común), pero sabiendo que si accede al poder le será difícil mantener unida esa coalición (en particular, si se quieren hacer reformas importantes o se deben tomar decisiones sobre emergencias). Cuando la coalición se forma luego de la elección y con el propósito específico de formar gobierno, las dificultades para mantener unida la coalición son mayores, lo que en principio facilita la tarea de la oposición pero sólo para bloquear las iniciativas del gobierno no para proponer algo (la poca integridad de los políticos, sin embargo, facilita que se los compre por un precio bajo y la oposición entonces puede ser poco eficaz en bloquear al gobierno). Contrariamente a lo que piensan muchos expertos en derecho constitucional, la institucionalidad de la política y el gobierno pone pocas limitaciones a lo que los políticos, en particular los titulares del poder, pueden hacer y no debe sorprender que encuentren formas de evitarlas.

  2. M. Oquendo dice:

    Otra idea que añadir.

    Estoy terminando de leer algunos capítulos de dos libros sobre el amplísimo tema del reflejo de las preferencias del «demos» en las políticas públicas.
    1. The Unheavenly Chorus: Schlozman, Verba & Brady
    2. Affluence and Influence: Martin Gilens. Ambos de Princeton UP
    Estos autores trabajan desde hace mucho analizando los diferentes intereses de grupos sociales y el éxito relativo de cada uno de ellos en conseguir su reflejo en políticas públicas a todos los niveles políticos.

    Al leer la forma en la que este mismo asunto es presentada al publico en España (los parámetros analíticos del trabajo de D. Jorge Galindo son un buen reflejo de lo que circula) no puede uno menos de llegar a la conclusión de que no es que el populismo haya llegado sino que es parte intrínseca de nuestro sistema de definición de políticas públicas.

    Si luego resulta que la presentación de dichos temas al publico por los partidos sigue la misma técnica (significante vacío) lo que tenemos es pura manipulación maniquea ya desde la academia.

    Me explico, porque realmente es revelador que sigamos analizando los temas del modo «Menos Impuestos Vs. Mejores Servicios Públicos» o siguiendo el igualmente burdo «pre posicionamiento» «Izquierda/Derecha» (otra manipulación analítica) Vs «Estructura Territorial» (Autonomías?). Ambas trampas saduceas «Beg the Answer» y más en un sistema estrictamente Socialdemócrata Identitario como establece la CE 78.

    La propia terminología del «Observador» estaría diseñada para condicionar cualquier experimento y cualquier análisis de tal forma que también en ciencias sociales rige el principio cuántico de la indeterminación y la «self fulfilling prophecy».

    Este enfoque se parece muy poco en el detalle, la asepsia y la distancia analítica a lo que rige, académicamente, en otros lugares y concretamente en los textos citados.

    ¿Qué más da? ¿Cuál es el problema con ello?

    Pues que el debate que se traslada al público ya llega «populizado» desde la propia academia que, válgame Dios, analiza la realidad desde ópticas sectarias y en absoluto lógicas ni empíricas.

    Es decir, hemos sustituido Teologías por Teleologías.

    Saludos y gracias al autor.

    • EB dice:

      Hola Manu,

      El análisis de las preferencias del electorado que hace Jorge Galindo adolece de graves deficiencias por ignorar lo que hemos aprendido en Economía sobre preferencias y demandas y lo que todavía nos falta aprender. Espero tener tiempo luego para escribir más sobre este punto.

      Mientras tanto, no puedo dejar de destacar que los politólogos ignoran el análisis económico. Y que no debe sorprender que cuando hacen referencia a ese análisis se equivocan, como se puede apreciar en la mala caricatura del análisis económico teórico y empírico sobre inmigración que presenta RS en su reciente post (para quienes se interesen recomiendo leer este post http://econlog.econlib.org/archives/2016/08/the_immigration_2.html referido al survey de Kerr y Kerr en que se basa RS).

      • EB dice:

        Hola Manu,

        Respecto a preferencias y demandas ya había escrito largos comentarios a este post de Jorge

        http://politikon.es/2016/05/20/politikon-grafico-el-nuevo-espacio-de-competicion-politica/

        donde presentó los gráficos que incluye en el post que ahora comentamos. Revisé mis comentarios al post de mayo pasado y creo que reflejan mucho de lo que tengo que decir sobre las preferencias incluidas en los gráficos, aunque no sobre preferencias y demandas en general, tema que escapa al espacio de un comentario pero que ojalá los politólogos se decidan a estudiar detenidamente.

  3. Lester dice:

    Sin tantas evaluaciones de proximidades ideológicas, la encuesta interesante sería:

    «¿Entre que gobierne el PP o terceras elecciones, qué prefiere?»

    O, si quieres, con una introducción condicional:

    «Si las únicas opciones fueran que gobernara el PP o terceras elecciones, qué elegiría?»

    Aunque, francamente, creo que hoy son las únicas opciones realistas.

    Y sospecho que los resultados de unas terceras elecciones serían aproximadamente los mismos, algunos escaños arriba o abajo. Osea que podríamos repetir la pregunta con «¿[…] cuartas elecciones?». Y así hasta el día del Juicio Final por la tarde.

    • Alatriste dice:

      Yo diría que te equivocas… las segundas, a pesar de que los resultados a primera vista cambiaran poco, en realidad han cambido el escenario considerablemente y han sido fértiles en enseñanzas:

      – el fracaso de la coalición Podemos + IU. No es tan simple sumar separatistas, comunistas, socialistas, regeneracionistas y ‘cabreadistas’. El sorpasso se vendía como cosa hecha pero no ocurrió.
      – la bajada pequeña pero significativa de Ciudadanos. El electorado de derechas, aún el moderado, no castigó demasiado a Cs pero desde luego no premió el pacto con el PSOE a pesar de la escasez de alternativas.
      – el misterio de los votos ‘fantasma’ en la elección del presidente del Congreso. Los nacionalistas, adalides del maximalismo a ultranza, en realidad o están disponibles para Rajoy, o desconfían hasta tal punto de Podemos que prefieren que el Congreso y la Mesa los controle el PP.
      – Y que Rajoy no cambiará jamás él, ni quiere cambiar nada en nada. Cualquiera diría que su objetivo real es convencer a Rivera e Iglesias para que apoyen a Sánchez.

      En otras palabras, ha quedado claro que ni Pablo Iglesias va a presidir el gobierno de España, ni es viable la coalición «de izquierdas» (que incluyendo a convergentes y PNV de nacionalismo tendría mucho pero de izquierdas más bien poco), ni es previsible que el PP y el PSOE pierdan un voto más de los ya perdidos, ni Rajoy está dispuesto ni siquiera a los cambios que quiere Rivera a pesar de que no son precisamente un Octubre Rojo. A este paso vamos a revivir el momento de hace unos 110 años en que toda la oposición se unió bajo un programa breve y claro: ¡Maura no!.

  4. Lester dice:

    Los resultados del 26J son aproximadamente que los de las anteriores, con una salvedad, el acuerdo PSOE-C’s-Podemos ya no da la mayoría.

    Otras elecciones darán más o menos el mismo resultado. No creo que Podemos-IU suba o baje sustancialmente. No creo el PSOE suba o baje sustancialmente, y no creo que el PP suba o baje sustancialmente.

    La clave está en el independentismo.

    ¿Cuales son las posibilidades de que el PSOE ceda con el referendum y hacer posible un gobierno de izquierdas?

    ¿Cuales son las posibilidades de que los independentistas renuncien al referendum, aunque sea de momento, para facilitar un gobierno de izquierdas?

    ¿Cuales son las posibilidades de que el PSOE ceda con el PP y le deje formar gobierno?

    De las tres opciones, la tercera es la que veo más probable. El 80%-90% del electorado del PSOE considera el referendum inaceptable (del PP y C’s el 100%). Creo que facilitar un gobierno del PP, en aras de la gobernabilidad es más aceptable.

    De hecho, no me sorprendería que unas terceras elecciones Sánchez no fuera el candidato y el sucesor fuera más pro-gobernabilidad.

    A Podemos no lo veo en ninguna parte.

    El mapa político es: Derecha moderada – Izquierda moderada – Izquierda radical – separatismos.

    La izquierda moderada y la derecha moderada superan con creces al resto, y la izquierda moderada está más cerca de la derecha moderada que de los demás.

    • Alatriste dice:

      En realidad un acuerdo PSOE-Podemos-Cs sigue dando una mayoría perfectamente factible. 85 escaños del PSOE, 72 de las diferentes formaciones de Podemos y 32 de Ciudadanos suman 189. Lo que ya no ocurre es que la suma del PSOE y Ciudadanos supere por si sola al PP… en otras palabras, ya no bastaría la abstención de Podemos (que de todos modos se negó a dar).

      • Lester dice:

        Sí, tienes razón, es lo que quería decir.

        No obstante, parece que podemos tampoco puede renunciar al referendum. Por tanto cualquier pacto con el PSOE es casi imposible.

        No sólo ideológicamente es progresista estar a favor del referendum, sino por sus acuerdos no puede decir a sus socios «De momento no voy a exigirle al PSOE que se comprometa a un referendum. En esta legislatura no habrá referendum».

        Además, para qué engañarnos, Pablo Iglesias no pactará nada que signifique renunciar a aplicar las partes más polémicas de su programa, que ha sido las que le han llevado a donde está.

    • Alatriste dice:

      Más en general, coincido en que la clave está en los independentistas… y más después de la sorpresa de ayer ¿Qué pasó para que Rajoy, que por la mañana hasta había negado con toda la cara dura del mundo que en la reunión de la cúpula del PP se hubiera hablado de la oferta de Rivera, la aceptara por la tarde incluyendo fijar fecha para la investidura? Pues solo hay tres posibilidades, creo

      1. Rajoy cambió repentinamente de idea porque sí. Poco probable…

      2. Rajoy cambió de planes porque «alguien» le ha garantizado votos suficientes para pasar la investidura, y no solo eso sino que Rivera ha aceptado la colaboración de ese «alguien», que es igual de intrigante. Y recordemos que en las votaciones de investidura, mociones de censura y mociones de confianza el voto es público por llamamiento; no son posibles los votos fantasma.

      3. Alguien ha forzado a Rajoy a aceptar y presentarse a la investidura pese a no tener votos para pasarla (y aquí pienso que solo hay dos posibilidades, o el rey, o Bruselas; no se me ocurre nadie más con la capacidad de presión suficiente). También poco probable, aunque no tanto como la primera opción.

      En cualquier caso las cosas se ponen interesantes…

      • EB dice:

        Es una combinación de las tres. Rajoy sabe que no puede confiar en las garantías de Rivera u otros sobre lo que harán pero debe creer que los intereses de Rivera y quizás algunos otros están en dejarlo formar gobierno. Rajoy sabe que ni el Rey ni la UE le pueden imponer algo pero debe creer que sí le pueden ayudar a que Rivera y algunos otros lo dejen formar gobierno. Y tercero –relacionado con su punto 1– Rajoy sabe que no puede estirar la cuerda demasiado y debe creer que el momento de la sorpresa llegó y anuncia fecha de investidura. Si fracasa en formar gobierno, apuesto a que le irá mejor en la tercera elección y al PP muchísimo mejor si Rajoy luego da la sorpresa de no ser el candidato. Sí, Rajoy es una desgracia para sus enemigos, más por su habilidad para manipularlos (en buena medida consecuencia de ser el titular del poder) que por oposición a sus políticas (que no serán claramente distintas porque el problema principal de cualquier gobierno «nuevo» es mantener el estatus quo).

      • Lester dice:

        Mintió. Por supuesto que se habló la oferta de Rivera. Simplemente echó balones fuera para no responder a preguntas mientras se toma la decisión de qué y cómo aceptarlo y cuando presentar la investidura.

        ¿Qué le ha hecho decidirse? Eso es más complicado.

        Desde una llamada del Rey diciendo «Espabila», hasta que Rivera haya dicho que «Si no te presentas a la investidura lo hago yo y empieza a correr el reloj». Pasando por un cálculo para que las elecciones caigan el 25 de diciembre.

        La verdad es que creo que es más simple que todo eso: No creo que de momento haya habido cambios en las posturas de PSOE C’s, PNV o Podemos. Simplemente, una vez empiece a correr el reloj para las elecciones la presión sobre el PSOE aumentará, sólo estaban estudiando como hacer las declaraciones.

        • Alatriste dice:

          Uhmmmmm… desde ayer le estoy dando vueltas a esto que sigue:

          PP (137) + Cs (32) = 169

          PSOE (85) + Podemos (71) + ERC (9) + Bildu (2) = 168

          Es decir, salvo error u omisión Rajoy puede alcanzar una mayoría justísima pero que tiene la ventaja de no necesitar ni un solo voto afirmativo ni del PNV ni de Convergencia; basta con que se abstengan (siempre que el solitario diputado de Coalición Canaria no estuviese por dar la nota, que sería de película de los Hermanos Marx).

          • EB dice:

            Se equivoca. La pregunta es cuánto le cuesta a Rajoy un voto decisivo. Los Hermanos Marx se reirían de lo poco que le cuesta.

          • Lluís dice:

            https://twitter.com/franceschoms/status/766304637192462336

            Esto debería ser respuesta (negativa) a este cálculo. Y la votación a presidente del gobierno es nominal y pública; no hay posibilidad de «votos fantasma» como en la mesa.

            • Alatriste dice:

              Eso ya lo decíamos casi con las mismas palabras un poco más arriba («recordemos que en las votaciones de investidura, mociones de censura y mociones de confianza el voto es público por llamamiento; no son posibles los votos fantasma»).

              Pero me permitirá que le diga que mientras Homs no explique exactamente de qué extraña manera consiguió Ana Pastor 179 votos me tome su twitter con una saludable dosis de escepticismo… reforzado por dos ideas

              1. Difícilmente va a pasar nada en Cataluña de aquí a Navidades que pueda hacer ganar votos a la antigua Convergencia, y sí todo lo contrario. El espectáculo de la moción de confianza y los presupuestos va ser penoso.

              2. Si celebramos elecciones en Navidad (aparte de que es un tanto descabellado confiar en que la gente le eche la culpa de eso a otro que no sea Rajoy, que es quien las convoca y quien ha perdido alegremente 10 días desde que Rivera presentó su oferta pero no ha perdido 13 para que votáramos el 28) el PP se arriesga a presentarse a ellas después de que Galicia y el País Vasco pasen a ser gobernadas por la izquierda; puede ocurrir lo contrario, sí, pero ¿Es Rajoy hombre para correr un riesgo así? ¿Por decisión propia no forzada?

              • Lester dice:

                >es un tanto descabellado confiar en que la gente le
                >eche la culpa de eso a otro que no sea Rajoy

                ¿En que planeta vives?

                Casi ocho millones de votantes del PP no le echarán la culpa a Rajoy
                Tres millones y pico de votantes de C’s no le echarán la culpa a Rajoy
                Y, aparentemente, unos cuantos miles de votantes de PSOE tampoco.

  5. EB dice:

    Jorge,

    Recién leo en El País su nueva columna

    http://elpais.com/elpais/2016/08/18/opinion/1471520420_544013.html

    y con todo respeto le digo que me causó risa. Usted reconoce que Rajoy hace bien su trabajo, es decir, es un buen líder del PP, cualquiera sea la opinión que uno tenga del PP. Además, usted intuye que una mayoría quizás absoluta del electorado no quiere cambios radicales. Pero, sin duda contrariado por lo anterior, concluye con una advertencia a los posibles socios de Rajoy de que poco o nada pueden esperar de él (algo que Rivera y sus cómplices seguro saben). Sí, España tiene suerte, pocos quieren cambios radicales y no los habrá, sea que haya o no haya gobierno «nuevo». La única duda es qué está dispuesto a hacer Rivera para no suicidarse en el intento.

  6. EB dice:

    Si uno compara lo que está ocurriendo en España y en EEUU para la formación de un nuevo gobierno, sin duda destaca el hecho de que en España poco se habla de las cualidades personales de los candidatos mientras que en EEUU se habla mucho, demasiado, sobre estas cualidades. ¿Por qué la diferencia? Si uno lee a RS en este blog (o los artículos y columnas de la mayoría de los medios españoles) uno pensaría que es porque en EEUU se daría un fenómeno nuevo, esto es, la aparición del loco Trump que se las ha ingeniado para ganar la candidatura de uno de los dos partidos viejos. Pero esa es una de las tantas mentiras que repiten RS y los medios españoles. En la política de EEUU, las cualidades personales de los candidatos siempre han sido objeto de mucha discusión, y desde por lo menos la elección de 1964, la estrategia del Partido Demócrata ha estado centrada en caracterizar al candidato republicano como loco –sea por representar ideas o intereses extremos, o cuando lo anterior no es suficiente ideas e intereses extraños. Este año el miedo a Trump hace que se lo caracterice por representar ideas e intereses extremos y extraños. En EEUU, la aparición de Trump ha sido sin duda una sorpresa porque en los dos partidos viejos los candidatos siempre tenían un pasado asociado a uno de los partidos, pero este año por razones que todavía se discuten Trump logró lo que ningún candidato independiente había logrado en mucho tiempo y para peor el Partido Demócrata se comprometió con una candidata podrida, forzando una mayor apuesta por la estrategia de caracterizar al candidato republicano como loco.

    En el sistema español, gracias a la crisis y a la podredumbre de los dos partidos no tan viejos como los partidos de EEUU, se formaron dos partidos nuevos. Pero la novedad no siempre es solución y claramente los dos partidos han probado no estar listos para competir (con sus líderes actuales jamás lo estarán y ya ambos están peleando por evitar su «entierro» como antes le pasó a Rosa Díez). En España, no extraña que la «izquierda» recurra a los ataques personales contra Rajoy pero no lo puede caracterizar como loco –mucho menos como loco a nivel Trump– porque no sería creíble, y entonces se acentúa la corrupción de su Partido (ignorando la podredumbre del PSOE). Lo gracioso es que en España la competencia por el poder es aburrida porque se quiere hacer creer que los políticos son personas honorables y por lo tanto sus cualidades personales no deben discutirse –sí, hay miedo a que el electorado descubra que los políticos viejos y nuevos son poco honorables. Pero si no es sobre esas cualidades, la atención debiera centrarse en sus programas de gobierno lo que requiere definir propuestas claras, algo que ningún político hace porque es cometer suicidio, y entonces la atención se centra en ideas abstractas como la ideología, algo que sólo interesa a los ideólogos (académicos o no).

    • Epicureo dice:

      Yo creo que el primero que fomenta la imagen «Trump está loco» es el propio Trump; es la única explicación (salvo que esté loco de verdad) para las cosas que tuitea desde su Android. Como su campaña maneja mucho menos dinero que la de Clinton, necesita ser noticia por el motivo que sea, o se olvidan de él. Lo preocupante es que esa imagen seduzca a tanta gente.

      En Estados Unidos se centran en las cualidades (reales o supuestas) de los candidatos porque es lo único que hay. Los partidos, en sí, son poco relevantes y de ideología difusa (otra cosa son los movimientos dentro de los partidos). Pero no es poca la gente que tiene ideología, o por lo menos costumbres, como demuestra la gran constancia del voto de muchos estados.

      En Europa se vota a partidos, y la gente suele tener una ideología arraigada, que es una fuerte barrera a la transferencia de voto entre partidos (solo se da entre afines, con tendencia a eliminar al más débil). La valía o decencia del candidato se tiene en cuenta, pero en general es secundaria. Aunque no creo que porque se los presume honorables, sino porque se presume que no lo son. Por supuesto, los programas electorales nadie los mira en ningún sitio.

      • EB dice:

        Se equivoca. Primero respecto de Trump, le sugiero que lea sobre las campañas desde el año 1964, incluyendo los ataques contra Sarah Palin en 2008 (a McCain lo ignoraron para centrarse en Palin porque era la primer mujer del PR que podía amenazar a una candidata demócrata y luego de la Convención apareció como el punto débil de McCain sin atacarlo personalmente porque siempre había estado dispuesto a colaborar con los demócratas en el Senado) y a Mitt Romney en 2012. El Partido Demócrata ha estado usando esa misma estrategia de ataque personal en elecciones a nivel de estado y en la designación de jueces de la Corte Suprema, siendo el caso de Clarence Thomas el más recordado pero no el único. Sí, Trump eligió la estrategia de «patear el tablero» para llamar la atención en las primarias pero eso no lo convierte en loco, mucho menos en comparación con los políticos demócratas. Y para que no le quepa duda sobre el tipo de ataque a Trump de que estamos hablando lea esta información de ayer

        http://thehill.com/blogs/ballot-box/presidential-races/street-art-donald-trump-naked-statue-indecline-nyc-parks

        promovida por un grupo desconocido, de esos que Soros gusta financiar.

        Segundo, en cuanto a ideología, usted habla de la gente pero se equivoca profundamente porque apostaría a que en Francia más del 60% y en España más del 90% de la gente adulta no tiene idea de qué se trata el cuento de la ideología. Usted extrapola lo que el pequeño grupo de ideólogos predica a la población adulta pero la simple lectura de los comentarios en este blog deberían hacerle ver que ni siquiera entre quienes prestamos atención a lo que ese grupo intenta usted encontrará gente fácil de etiquetar. Lamentablemente muchos politólogos se prestan a ese juego porque de lo contrario tendrían que centrarse o en la personalidad de los políticos y si hay algo que uno aprende en ciencias sociales es la imposibilidad de construir teorías a partir de lo poco que hoy los psicólogos saben sobre personalidad (hay muchos análisis pero poco que sirva para ser usado en las ciencias sociales), o en modelos matemáticos y estadísticos avanzados (como en economía) pero difíciles de aplicar a experiencias específicas (vea por ejemplo Laver y Sergenti, Party Competition/An Agent-Based Model, Princeton UPress, 2012)

        • EB dice:

          Le agrego un punto que no hice en mi comentario inicial sobre el centro de atención en las campañas electorales. Como consecuencia del fracaso de centrar la atención en la ideología de los competidores, algunos politólogos y además muchos economistas y expertos en políticas públicas han tratado de que el centro de atención sea precisamente las políticas públicas y en particular las políticas basadas en evidencia científica. Esta es la hipocresía más grotesca que he observado a lo largo de mi carrera profesional: los políticos sólo se interesan en las políticas públicas una vez que han accedido al poder y están listos para «gozarlo», pero aún en esas situaciones les interesa un bledo la evidencia científica. En este blog, en unas pocas oportunidades RS ha celebrado que ese sea el centro de atención pero RS ha dado ejemplos en que precisamente la evidencia «científica» no se corresponde con lo que él afirma. La lista de charlatanes que proponen políticas basadas en evidencia científica es larga pero o no saben de qué están hablando o manipulan los resultados de la investigación científica para sus propósitos. Recién leo este post que ejemplifica el problema:

          http://cafehayek.com/2016/08/open-letter-to-jason-furman.html

    • Lester dice:

      En EEUU se habla mucho más de las cualidades personales de candidato porque es un gobierno presidencialista y en España parlamentario

      • EB dice:

        No y la mejor prueba es UK donde de acuerdo a los textos académicos ha habido un sistema parlamentario por siglos y sin embargo la política gira en torno a las cualidades personales de los líderes de los partidos. El sistema parlamentario británico facilita que el PM sea removido más fácilmente que en EEUU, y en algunas circunstancias, como ha pasado en los dos últimos meses, que una persona «poco conocida» sea elegida PM pero habrá que ver cuánto dura (en todo caso tendría mucho cuidado en afirmar que es «poco conocida» porque lo que importa es la opinión del electorado y no la de quienes estamos lejos, en mi caso muy lejos). El sistema español no es «tan» parlamentario y por eso es más difícil remover al presidente.

        No preste mucha atención a lo que dicen los textos académicos que sólo describen las normas que regulan la política y el gobierno ignorando cómo realmente funciona (o mejor dicho no funciona) la institucionalidad de la política y el gobierno. En todo caso, explicar las conductas de los políticos y los gobernantes requiere mucho más que entender su institucionalidad.

        • Lester dice:

          Eso responde a otra causa: En UK cada circunscripción elige a un sólo representante. Eso quiere decir que responden más personalmente ante sus votantes.

          • EB dice:

            Supongo que por «eso» se refiere al grado de dificultad en remover un PM o presidente durante su mandato, y entonces no entiendo por qué la elección de un solo representante por distrito sería importante.

            Mucho se ha escrito sobre representación política pero poco análisis empírico serio. En todo caso, cualquiera sea la naturaleza y la composición del órgano colectivo que elija un PM o un Presidente, los miembros de ese órgano han sido elegidos por voto popular para a su vez elegir un PM o un Presidente entre unos pocos identificados previamente y cuyas cualidades personales condicionaron parcial o totalmente la elección de los miembros del órgano, lo que lleva a preguntarse qué diferencias prácticas hace en comparación con sistemas en que el PM o Presidente es elegido directamente por voto popular. Mi impresión es que esas diferencias por lo general no son decisivas, aunque en circunstancias excepcionales sí pueden serlo (como siempre el problema es determinar estas circunstancias).

            • Lester dice:

              El diputado de un distrito está mucho menos atado a su partido político que en España. No es raro que, p.ej. que un diputado de un distrito pesquero vote cualquier ley que restrinja la pesca independientemente de lo que vote su partido.

              Al ser el único representante, es responsable directamente ante sus votantes de lo que vota. La persona es importante, si sus votaciones no se ajustan a los intereses de sus votantes, puede no salir reelegido. Y si es un buen diputado, puede salir reelegido aunque se salga del partido. En UK, la gente conoce mucho más a su diputado, le envía cartas etc. Es mucho más importante la personalidad del diputado.

              Esto, por supuesto, se extrapola a la elección de Primer Ministro. Por cierto, ha habido algún caso en la historia en que el candidato Primer Ministro no salió elegido en el distrito donde se presentaba.

              Lo veo mucho más representativo que el sistema Español, que es una «partitocracia». El diputado debe responder ante el que le pone en la lista, en UK ante sus votantes. Por otro lado, a veces es complicado, ya que se convierte en un reino de taifas de pequeños intereses cada uno tirando para su lado.

              • EB dice:

                Sí, el diputado de un distrito debe tomar en cuenta los intereses de su electorado. A nivel nacional, sin embargo, el medio eficaz para hacerlo es negociar un beneficio para el distrito cuando el partido le pide que vote algo de interés nacional porque muy raramente se vota algo que sea sólo de interés para el distrito. No siempre se puede negociar algún beneficio para el distrito y entonces la relación entre el representante y el partido es importante para aprovechar las oportunidades. Si el representante no es «leal» al partido –es decir, vota con el partido la gran mayoría de las cuestiones de interés nacional– difícilmente vaya a conseguir algún beneficio para el distrito.

                • Lester dice:

                  Claro que es útil ser leal al partido. Pero mucho menos que en España.

                  Por otro lado, desde el punto de vista del votante, tiene mucha más importancia «quién es» el diputado.

                  • EB dice:

                    «Mucho menos». No lo creo. La lealtad es «fácil» de percibir cuando no hay que tomar decisiones «difíciles», pero se pone a prueba en momentos en que el costo personal de ser leal es alto (por ejemplo, cuando quieren sobornar a un representante con un buen beneficio a cambio de su voto). O dicho de otra manera, la lealtad depende del precio que haya pagarle para que deje de serlo. En política, ese precio raramente es muy alto, pero no tengo evidencia fiable para probarlo y menos para probar de que haya variaciones significativas entre España y otros países.

                    La identidad del diputado siempre importa porque los electores prefieren personas fiables y en particular leales (la lealtad es confianza sobre lo que hará el diputado en las pocas cuestiones esenciales para los electores).

  7. M. Oquendo dice:

    Algunos comentarios se han preguntado qué sucedería en unas nuevas elecciones y entre ellos hay quien piensa que no habría cambios sustanciales. Algunas encuestas parecen estar de acuerdo.

    Hay un factor que no es fácilmente detectable por las encuestas y del cual poco se habla. Realmente la prensa no pepera (la gran mayoría) ni lo cita y menos los pocos medios que apoyan al PP

    Son el millón seiscientos mil electores del PP que se están quedando en casa porque Rajoy les ha faltado a un par de promesas electorales que para ellos es una especie de contrato moral. Algunos han vuelto en junio.

    Es la rendición del PP a la Ley del Aborto de Zapatero, la invasión de las políticas de género a, en mi opinión, gravísimos niveles y la decisión de llamar «matrimonio» a contratos civiles de gente del mismo sexo. Creo que Italia lo ha hecho bien, nosotros hemos errado de aquella manera tan zapaterina y tan de sus chicas.

    Por qué lo hizo Rajoy no lo sé. Sospecho que porque tiene instrucciones de buscar una coalición a la alemana.

    Pero esta decisión le ha costado que interventores electorales del PP de toda la vida se estén quedando en casa.

    No parecen recuperables pero si por azar lo fuesen Rajoy volvería a tener la mayoría absoluta cerca de la mano.

    Saludos

    • Epicureo dice:

      Tengo ciertas dudas sobre ese dato y me interesaría saber la fuente. Me sorprende que casi la mitad de las pérdidas del PP en 2015 fueran por ese motivo. ¿De verdad que el matrimonio gay y una ley del aborto normal en Europa han causado tanto malestar como la corrupción y la crisis económica juntas? Permítame dudarlo.

      Un motivo de duda es que al cabo de unos pocos años las reformas de Zapatero están más que asimiladas. Se ha visto que ni hay muchos más abortos ni hay tantas bodas homosexuales como para escandalizar a nadie. Seguramente el PP ha pensado, con razón, que los votos centristas que iba a perder con una contrarreforma superarían con mucho el de los pocos católicos a los que podría molestar que no lo hiciera. Y le ha funcionado.

      La prueba de ello es que los partidos a la derecha del PP, como Vox, apenas tienen el 0,3 % de los votos. Si fuera verdad que hay un millón y medio de gente que no vota al PP porque no es lo bastante de derechas, tendrá que explicarme como es que más del 99,5 % se limitan a quedarse en casa y ni consideran el voto protesta.

      • M. Oquendo dice:

        Entiendo la reticencia pero es un dato deducible analizando el último parlamento contra las elecciones de diciembre pasado y los trasvases generalmente aceptados a C’s y Podemos, etc.
        Ajustando por porcentajes de participación salen entre 1.4 y 1.6 millones de «desaparecidos» en un agujero negro del que nadie habla.

        Conozco una cuantas personas en esa tipología y la razón no es tanto por las leyes concretas –o su significado moral como reflejo una sociedad en caída libre– como por el hecho de que al hacerlo sin necesidad aparente Rajoy ha perdido legitimidad moral para estas personas. Para ellas ha faltado sin razón a su palabra. Lo de Vox para esta gente no es viable porque conocen al chico que lo lleva y no le tienen el menor aprecio. Y mucho menos tras lo que hicieron con Aleix Vidal Quadras. España es muy pequeña, casi una corrala, y todo se sabe.

        Es interesante ver el caso de Italia, bien reciente, donde una coalición socialdemócrata ha hecho lo que Rajoy llevaba en programa con el reconocimiento de las parejas homosexuales o de cualquier otro tipo –cosa que Zapatero «olvidó» para centrarse en la homosexualidad creando una gran injusticia con otro tipo de parejas civiles.

        Esta cuestión no sale en prensa pero sí entre algunos profesionales de la demoscopia.
        Es un tema que reabriría un debate público que no interesa en un momento en el cual el sentido común pide una coalición PSOE/PP a poco que se sepa lo que está en juego y lo que está sucediendo fuera.

        En lo que no estoy de acuerdo con su comentario es que ambas medidas estén aceptadas socialmente. Creo que no, que es al contrario.

        Están creando un caldo de cultivo de desprecio hacia la propia sociedad que será factor esencial en el futuro próximo y en el derrumbe que lentamente se palpa. Algo así como «en este club ya no interesa estar, me salgo».

        Hay que recordar que 28 países Europeos suspenden con un 3.5 sobre 10 al sistema Político y con un 4.6 al sistema Legal (Eurostat).

        Es decir lo que el ruido Mediático ha Sacralizado en realidad es suspendido por la población.
        Estas cosas son los movimientos lentos que terminan en seísmos.

        Saludos

    • Mr. X dice:

      «Invasión de las políticas de género». Bonito eufemismo para autodefinirse como homófobo. Afortunadamente, la homofobia, en este país, no da votos: hemos tenido muestra de ello, y el PP ya lo ha comprobado en sus propias carnes, y ha tomado buena nota de ello: que en esta legislatura se haya colocado en un lugar prominente y visible a uno de sus líderes, notoriamente gay, y que el propio Rajoy asistiera a su boda así lo indica.

      Por fortuna, de una manera amplísimamente mayoritaria, el hecho de que alguien prefiera acostarse con unos/as y no con otros/as es algo que corresponde a la vida privada, y desde luego no es motivo para restringir sus derechos civiles; esas ideas, que en justicia cabe calificar como retrógradas y primitivas, están destinadas a ser desterradas del debate público de nuestra sociedad.

      • EB dice:

        Su idea de determinar qué se debe discutir en público me causa risa porque refleja su profunda convicción de que usted es quien debe decidir los límites de la libertad de expresión. Hágame reír y cuénteme qué otras cosas quiere desterrar del debate público. Anímese y dígalo así nos reímos. Y por favor cuénteme cuál es su sociedad, esa que usted identifica como «nuestra». ¿Cuál es su reducto donde los «buenos» determinan qué debe discutirse en público?

  8. EB dice:

    Cualquiera sea el centro de atención del electorado en la política en general y en las campañas electorales en particular, el acceso a información relevante y fiable sobre ese centro es crítica al ejercicio del derecho a votar. Hoy tanto en EEUU como en España, el acceso a esa información es casi nulo porque la producción de esa información está en manos de siervos de los políticos –incluyendo siervos en grandes medios de información y en blogs u otros medios de alcance muy limitado (este blog es un buen ejemplo, siendo el caso de RS ejemplo grotesco de servilismo). Los resultados electorales «sorpresivos» no sorprenden. En gran medida la pérdida de confianza en la institucionalidad de la política y el gobierno como también en los políticos y los gobernantes se debe a la información falsa provista por los medios. Curiosamente los politólogos prestan muy poca atención a este problema y prefieren entretenerse analizando encuestas de dudosa relevancia por el tipo de preguntas incluidas y el diseño de la muestra.

    • EB dice:

      Por cierto, la omisión deliberada de información relevante es una práctica común de todos los medios. Un buen ejemplo es este

      http://observer.com/2016/08/class-action-lawsuit-against-debbie-wasserman-schultz-moves-forward/

      ¿Cuántos medios debe uno revisar para encontrar el 50% de la información relevante? Nunca lo sabremos porque no podemos determinar el 100%, pero sí sabemos que debemos revisar unos cuantos para saber algo y cuestionar la fiabilidad de lo informado.

    • EB dice:

      Lo que ha estado sucediendo en EEUU estos últimos días ya genera obituarios del periodismo

      http://nypost.com/2016/08/21/american-journalism-is-collapsing-before-our-eyes/

      pero no debe sorprender. La podredumbre de la política y el gobierno en las democracias constitucionales hace tiempo que contagió al periodismo. La formación profesional de los periodistas hace tiempo que les impide ganarse la vida decentemente (sospecho que no más del 10% de los profesionales se puede ganar la vida ejerciendo libre y honestamente, y quizás no más del 5%). En política la extorsión es un medio importante y el periodismo –especialmente luego que consiguió el estatus de cuarto poder– es un medio fácil para extorsionar. Aunque en algún momento se pensó que Internet sería un medio para recuperar libertad y decencia en el periodismo, no ha ocurrido y hoy se duda mucho que pueda ocurrir. Más bien lo contrario porque Internet dio tribuna a muchos otros sin licencia profesional para ejercer como periodistas incompetentes y corruptos, de manera que hoy nos encontramos con ejércitos de periodistas con y sin licencia compitiendo por las migajas de la política.

      • AngelHQ dice:

        Lo que dices suena terrible y deprimente, pero ha sido un placer leer los comentarios de este artículo.

        • EB dice:

          Sí, AngelHQ, suena terrible, pero piense en lo poco que se necesita para ser feliz –sí, se que esto suena mal a muchos que diariamente hacen un gran esfuerzo para sobrevivir pero pienso que hoy es cierto para más del 75% de la población mundial (el mayor porcentaje en la historia de la humanidad).

          Para explicarle qué quiero decir con lo anterior quizás lo mejor es que lea estas dos referencias publicadas hoy

          http://elpais.com/elpais/2016/08/17/opinion/1471440152_752375.html

          http://www.elconfidencial.com/mercados/2016-08-22/espana-ejemplo-economia-elecciones-portugal-italia-berenberg_1249142/

          En la primera, un aspirante patético a político quiere hacer creer a sus lectores que se necesita un «milagro» para la felicidad (por supuesto vende humo porque ni siquiera en Suecia «el buen gobierno» es como él lo pinta). En la segunda, el periodista informa que por lo menos un gestor de inversiones piensa que en España la situación económica ha estado mejorando a pesar de todo lo que se ha estado diciendo sobre su situación política (se bien que esa idea se puede cuestionar pero no está muy equivocada). Sí, no tengo duda que sería mucho mejor que no hubiera corrupción (es decir, abuso del poder, en particular por parte de políticos y gobernantes) y que todos tuvieran muchas oportunidades en sus vidas, pero eso sería un «milagro» y bien sabemos que los políticos no hacen milagros. Bienvenidos los esfuerzos para controlar la corrupción y ampliar las oportunidades para todos pero jamás al precio de dar poder a personas falsas porque se el daño que son capaces de hacer.

  9. […] lo que sabemos, y la verdad es que es bastante poco. Afortunadamente, no es nada: sabemos de la diferencia de preferencias ideológicas entre los votantes, y sabemos también que la opinión dividida en torno a la dicotomía entre Rajoy y terceras […]

  10. Emilio dice:

    A propósito de las «políticas de género» y los excesos señalados en algún comentario, resulta descorazonadora la imprudencia, por decir algo, de Pedro Sánchez declarándose «incómodo» con la presencia de De Gea como portero de la selección española, olvidando aquello que tanto costó conseguir y asentar en las sociedades civilizadas llamado presunción de inocencia, y bajo una muy grave acusación que ahora se está demostrando completamente falsa.

    • EB dice:

      Sánchez representa lo peor que uno puede esperar de los políticos, es decir, sacar provecho de cualquier situación sin pensar bien las consecuencias de lo que dice. Pero el problema no es Sánchez, el problema es quiénes usan a gente como Sánchez para no tener que dar la cara en situaciones difíciles, en este caso la agonía del PSOE.

      Hoy el PSOE cree haber encontrado un respiro con el fracaso de Iglesias y UP. Por eso apuesta a una tercera elección con la esperanza de que este fracaso facilite mejorar el resultado del 26J. Pero el PSOE igual se muere porque es una banda de políticos falsos –mentirosos e hipócritas– que ya no puede contar con el apoyo de la gente joven y su programa de gobierno se reduce a redistribuir lo que el gobierno puede robar a la gente para dárselo a los funcionarios parásitos que sostienen al Partido –es decir, el modelo andaluz. Y a pesar de todas las «propuestas» para que haya una gran coalición de «izquierda» –incluyendo al PSOE y todos los partidos a su «izquierda»– no la habrá porque sus varios componentes pelearán a muerte el reparto de poder y riqueza entre ellos. Los politólogos de El País causan risa porque presumen de que hay un interés común entre esos componentes pero olvidan que los «líderes» de cada componente tienen intereses personales opuestos que siempre terminarán prevaleciendo sobre el supuesto interés común (en todo caso, este interés común nada tiene que ver con el bienestar general de España).

  11. Emilio dice:

    Desconozco el motivo por el que no se pueden hacer comentarios en la última entrada de Jorge Galindo pero no me resisto a mostrar mi desacuerdo con la misma comenzando por el título: No sabemos lo que quieren los españoles.
    No puede ser que reneguemos de las mayorías absolutas, para en el momento en que no se producen proclamar que no entendemos lo que quieren los españoles, porque justamente el primer mensaje que se quiere enviar es el de conceder un mayor protagonismo a los partidos y el Parlamento.
    Los españoles se han pronunciado y quienes no están sabiendo leer y orientar los resultados hacia una posición de Gobierno son los partidos políticos incapaces de una perspectiva más amplia que sus intereses inmediatos.
    Si algo claro está dejando esta etapa es que para algunos aquello de los intereses generales se les hace muy grande y que en este país hay muchos dentro de la política y el periodismo que ven los problemas del país como problemas de los otros.

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