Internacional

La exclusión y el proyecto europeo: construyendo confianza con las comunidades romaníes

28 Jul, 2016 -

Artículo originalmente publicado en inglés

Después del referéndum del “Brexit,” las denuncias por crímenes de odio han aumentado hasta cinco veces. Durante las dos últimas semanas de junio, la policía registró 3.706 crímenes de odio sólo en Inglaterra y Gales, un aumento drástico comparado con los 915 registrados el año pasado. El nivel de intolerancia que se exhibe en las calles de Somerset, Huntingdon, y Walsall ha sorprendido a muchos. Otros mantienen que este fanatismo siempre ha estado presente, pero enmascarado. Lo que sorprende más que esta abierta intolerancia es el número y la diversidad de las personas que la reciben. Algunos ciudadanos de la UE como los polacos, lituanos y checos son los objetivos; también lo son los paquistaníes e indios, así como los refugiados y otros ciudadanos británicos de color. No se equivoque, el asombro y el horror son reacciones apropiadas, pero la reacción debería de ser más fuerte todavía. Sin embargo, la actual consternación de muchos revela algo distinto, precisamente por ser novedosa. Cuando a los contribuyentes británicos les dijeron que el Brexit era la única posibilidad de acabar con los gangsters romaníes rumanos (llamados “gitanos” a menudo), que estafan millones de libras en beneficios sociales, apenas se escuchó esta consternación.

Para muchos romaníes, el maltrato social es, desafortunadamente, una realidad vital. Históricamente los romaníes han sido esclavizados, sometidos a una integración forzosa y víctimas de genocidios. Hoy en día, muchos romaníes siguen marginalizados y se enfrentan a una discriminación sistemática en empleo, educación y acceso a sanidad, alojamiento, y servicios sociales. Cuando las campañas políticas europeas utilizan chivos expiatorios, los romaníes siempre son la primera opción.

Se les ha considerado responsables del crimen en Hungría, Italia y Turquía, y se les ha descrito como una carga social en Eslovaquia y Rumania. En el contexto del Brexit, se les advirtió a los contribuyentes que su dinero se gastaba en construir mansiones en Rumania y una plaza en Eslovaquia. Un espectador cínico diría que esta práctica de chivo expiatorio se utiliza porque funciona, porque enfurece a aquellos predispuestos a estar de acuerdo con ello, y es tratado como simple ruido por el resto. Muy pocos parecen molestos en nombre de la comunidad romaní.

La campaña del Brexit mencionó limitar la inmigración romaní, pero esta no es una idea nueva; Sarkozy expulsó en masa a los romaníes de Francia en 2010, y Hollande hizo lo mismo en 2012. En 2011, los agentes británicos de inmigración del aeropuerto de Praga prohibieron a un romaní checo embarcar en un avión con destino al Reino Unido. Hay comunidades enteras de romaníes que han sido arrasadas en Italia, mientras que los líderes locales en Rumania, República Checa y Eslovaquia han construido muros para separar a las comunidades romaníes del resto de la población.

Evidentemente, la expulsión de los romaníes es inaceptable desde una perspectiva de derechos humanos. Es una acción peligrosa que sugiere que el racismo es correcto, preferido y viable. También indica que devolver a los romaníes a los lugares de donde han huido de la discriminación no es problemático. Pero el objetivo de una sociedad pluralista no es expulsar a las minorías, es lograr una inclusión sostenible– un objetivo burlado al prohibir la entrada a los romaníes que desean una vida mejor, y al expulsar de manera masiva o segregar a aquellos que han conseguido cruzar la frontera.

En su lugar, las naciones, regiones y localidades deberían de promover la construcción de comunidades inclusivas, y esto también incluye un comportamiento individual al mismo nivel. El abordar el fanatismo individual no acabará, obviamente, con el racismo sistémico y la discriminación étnica; hay otros pasos que también son necesarios. Sin enfrentarse al comportamiento individual, las desigualdades persistirán. Por ejemplo, un agente racista que se niega a ayudar a un romaní a solicitar documentos oficiales contribuye a perpetuar la discriminación sistemática. Una enfermera que maltrata a una mujer romaní de parto hace lo mismo; de igual manera que un alcalde que ofrece pagar a un residente de la ciudad por pulverizar con estiércol a una comunidad romaní. En la eliminación de la discriminación sistemática, los sujetos individuales importan.

¿Cómo hacemos para que el resto de la población incluya a los romaníes? En un estudio reciente, exploro una posibilidad para reducir la conducta discriminatoria de los no romaníes: el fomento del contacto y el diálogo intergrupal, liderado por ONGs. Para ello, examiné la discriminación contra los romaníes en dos pueblos similares en Eslovenia. En uno (Murska, Eslovenia), una fuerte ONG romaní local promovió la inclusión a través de interacciones positivas, normalmente en el contexto de eventos culturales. En el otro pueblo (Novo mesto), la ONG se centró en proveer ayuda socioeconómica a los romaníes residentes. Comparé la conducta de los no romaníes en estos dos pueblos.

Para medir la discriminación contra los romaníes, pregunté a una muestra aleatoria de no romaníes de cada pueblo que participaran en un juego de confianza con otra pareja, romaní o no. El juego de confianza se juega con una cantidad pequeña de dinero (6 euros), no obstante una suma significativa para los participantes. El utilizar el juego para medir la discriminación tiene, por lo menos, dos ventajas. Primero, mide la discriminación en un contexto del juego sin plantear preguntas directas, ya que muchos no romaníes no admitirían abiertamente su racismo. Segundo, el juego de confianza aprovecha el estereotipo de que los romaníes son tramposos y ladrones. Sacar el máximo del juego requiere fiarse de la pareja con los 6 euros. Quería ver si–según el estereotipo– los no romaníes tenían más probabilidades de fiarse de sus parejas no romaníes, comparado con sus contrapartes romaníes. Pueden leer mas de las reglas del juego aquí.

Encontré que en el pueblo donde las acciones de la ONG se enfocaron en proveer ayuda socioeconómica a los romaníes, los no romaníes se fiaron notablemente menos de los romaníes que el resto de la población. En el pueblo donde la ONG fomentó interacciones interculturales, los no romaníes trataron a los dos grupos igualmente. Por lo tanto, el contacto positivo entre las dos comunidades está relacionado con niveles inferiores de discriminación por parte de los no romaníes.

¿Cuáles son las implicaciones de este resultado? Primero, para lograr la inclusión sostenible, necesitamos más dialogo y contacto intergrupal positivo. Los intentos para limitar el contacto, bien por segregaciones o expulsiones de los romaníes, no nos ayudarán a llegar a esa inclusión. Segundo, las iniciativas nacionales e internacionales (ver EU Framework for National Roma Integration Strategies) contra la discriminación sistemático son cruciales, pero no bastan– los dos pueblos en mi estudio están gobernados por leyes eslovenas y de la UE que prohíben la discriminación, pero las personas toman decisiones individuales, y estas decisiones afectan al día a día de romaníes y no romaníes por igual. Las propuestas relacionadas con Brexit, como la deportación son totalmente incompatibles con la meta de la inclusión sostenible, pero también lo es la discriminación diaria contra los grupos marginalizados. Deberíamos tomar la consternación producida por lenguaje del odio, y utilizarla para impulsar un cambio real y sostenible en el nivel del individuo y del estado por igual.

Traducción de Mike Presiado.


12 comentarios

  1. Gerion dice:

    Comparto plenamente la apreciación de los gobiernos democráticamente elegidos en Europa, en lo referente al tema del artículo. Mi experiencia personal así me lo dicta.

  2. Argos dice:

    «Primero, para lograr la inclusión sostenible, necesitamos más dialogo y contacto intergrupal positivo.»

    Pues en la época de la construcción, había diálogo y contacto intergrupal que no veas.

    En cierta obra, a un administrativo, tipo serio, tímido, pero muy buena gente, había que acompañarle cuando salía porque se quedó ligeramente acojonado cuando unos miembros de una comunidad romaní, tan diversos y multiétnicos ellos, le cercaron y le explicaron en detalle lo que le iban a hacer a sus parter íntimas si la obra no pagaba.

    Creo que no se quedó con muchas ganas de contacto intergrupal después de eso. Pero ya se sabe… esta gente mayor, que en el fondo son unos racistas.

  3. Minded dice:

    Si Borja es un nombre típico de pijo…

    … y Borja es un apellido típico de gitano…

    … ¿entonces alguien llamado Borja Borja sería un pijo gitano?

    ¿Sería el summum de la integración y la confianza, la ósmosis entre el Ying y el Yang, Gipsy Posh el nuevo crooner?

    ¡Vota a Borja Borja como presidente del Club de Golf Puerta de Hierro!

  4. Rais dice:

    Sobre mis primeras experiencias hace 30 años:
    … cuando con 10 años un miembro de la comunidad romaní me pidió que le diera mis cromos de futbol y le mandé a paseo su respuesta fue «esqueres un rasista». Hay más de este tipo, pero no quiero aburrir.

    … cuando con 16 mi hermano y yo, hablando del tema del racismo con mis padres (dueños de un pequeño negocio), les apuntamos que tenía clientas romanís, el diálogo fue tal que:
    – No, ¡que va!
    – Sí, mujer, la tal, la cual, su hermana, esta, otra… (todas clientas de toda la vida y de raza gitana, claro).
    – A sí, pero esas no cuentan.

    Resumiendo: el primer paso para la integración es querer integrarse (tb. cuando yo vivía en Londres), pero eh, yo soy sólo un desconfiado con mucha mala fe.

  5. Sgt. Kabukiman dice:

    Y los tres tenores, que no pierden una oportunidad de decir la suya…
    https://www.youtube.com/watch?v=EVmo3RKzKy4

  6. Carlos Jerez dice:

    Una idea que lleva años en mi cabeza para reducir la discriminacióny el poder de los prejuicios, es la actuación del estado como una compañía de seguros, algo que tanto le gusta a Roger. Por ejemplo, cuando vas a alquilar tu casa, la mayoría de los caseros desconfiaran más de un gitano o un inmigrante que de una familia acomodada, lo cual reduce el mercado para estas minorías y sube el precio a pagar. La idea es que el estado garantice la renta (o una parte) en caso de impago, o el pago de desperfectos. De esa manera el casero no necesita tener tanto en cuenta sus prejuicios y las minorías ganan acceso a mayores mercados.

    Me parece una solución más barata que dar ayudas al alquiler, que lo que hacen es aumentar el precio de éstos y más efectiva, especialmente para los grupos que sufren más estos prejuicios. La cuestión sería como aplicar esta misma idea a otras áreas, como el trabajo, que probablemente sea la más fundamental. Si yo tengo mi pequeño negocio y contrato a alguien tiene que ser alguien en quien pueda confiar, y ahí los prejuicios vuelven a hacer acto de aparición. El estado debe ayudar para que ante la opción de contratar un miembro de una minoría, respalde al empleador contra los riesgos que le indican sus prejuicios.

    Al final tenemos que pensar en los prejuicios como pésimos incentivos para las minorías. Por ejemplo, si eres gitano y te quieres ganar la vida honradamente lo vas a tener más difícil que un payo, pero si en cambio quieres atracar a una persona los prejuicios juegan en tu ventaja. Por eso es tan importante una actuación estatal para cambiar esta dinámica y por encima de transferencias monetarias debería centrarse en facilitar actitudes positivas.

    • Argos dice:

      Lo que describes es una subvención con cargo a impuestos. Es decir: los payos han de pagar una cierta cantidad de impuestos que irán destinados a subvencionar el alquiler a personas gitanas.

      Ahora pongamos por caso, imaginemos, los impuestos de un vasco-español van dirigidos en ayudar al alquiler de alguien gitano, en vez de ayudar a, por ejemplo, vasco-franceses con los que tiene mucho más en común.

      Es decir: tienes que trabajar para apoyar a personas con las que tienes poco en común en vez de a personas que comparten tus mismos valores, y la forma en que se decide a quien subvencionas o no subvencionas es la coincidencia de unos papeles llamados «pasaportes».

      Lo mismo con un habitante de Maine, que puede estar mucho más cerca de los canadienses del Quebec que de la comunidad negra en Baltimore o Ferguson, y sin embargo sus impuestos van dirigidos a estos, a causa de la coincidencia de ese papel llamado «pasaporte». Lo mismo puede decirse de un alemán en Hamburgo cuyos impuestos se orientan hacia inmigrantes musulmanes que han obtenido el pasaporte alemán antes que, por ejemplo, a daneses, a los cuales estaría mucho más próximo.

      No parece algo muy sostenible a medio y largo plazo.

  7. M. Oquendo dice:

    El primer requisito para la integración es muy sencillo: Desear integrarse. Ayuda si se respeta la cultura en la que hay que integrarse.

    El segundo requisito es que no haya intereses ni estrategias conducentes a la no integración.

    Ninguno de estos dos requisitos está, de verdad, presente en las comunidades de las que habla la articulista. Al contrario.

    Actúan muchos incentivos y muchos agentes para la invasión sin integración.

    Con un sinnúmero de conflictos verbales del tipo. «Yo habré venido en patera, pero vosotros vais a salir nadando». De primera mano.

    Tampoco se da en la comunidad musulmana donde es bien sabido que una vez se van abriendo mezquitas moderadas pronto pasan a manos de imanes salafistas que impulsan la no integración (¿para qué la necesitan? De verdad, ¿para qué?). Todo lo contrario: incentivan de palabra y económicamente la autoexclusión diferenciada.

    Algo de trabajo sobre el terreno –field work, le llaman– vendría estupendamente al mundo académico buen rollista para saber de qué va la cosa y dejar de plantear hipótesis de cuento de hadas.

    Un lugar excelente para este trabajo de campo es, por ejemplo, el Mercadona de Galapagar (Madrid) a la hora de salida de los colegios ya madrassas.

    O preguntar a cualquier Iman Europeo cuándo harán una Fatwa contra el Daesh y sus asesinatos (allí y aquí) parecida a la que con tanto vigor hicieron contra Salman Rushdie y otros. Ni de coña lo veremos. Entre otras cosas porque elegimos ser ciegos.

    Sobre la comunidad gitana me remito al texto con el que respondí a la versión inglesa de este artículo. Aquí:

    http://politikon.es/2016/07/20/discrimination-contact-and-trust-among-roma-and-non-roma/

    Saludos

  8. Aloe dice:

    Van ganando los comentaristas racistas por 5 a 2.
    Estoy sorprendida. Supongo que se deberá a que hay pocos comentarios y con más se llegarà a una proporción más habitual en España, digamos 20 a 3.

    (Respuesta a la objeción inveterada que está pensando ahora:

    – Sí, España es un país racista de narices. Descarada, indisimulada y orgullosamente racista a grito pelao)

  9. Gerion dice:

    De vez en cuando, sería bueno que los demagogos/as le dierais un repaso a los conceptos que manejáis. Resulta difícil creer que se habla con alguien culto que aplica adjetivos así tan alegremente.

    • Aloe dice:

      Cuánta razón. Convendría por ejemplo repasar el auténtico significado y concepto de «demagogo»

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