Educación

Mejorando la enseñanza en el aula: ¿Qué hemos aprendido? (II)

21 Jun, 2016 -

Las escuelas estadounidenses están inundadas por proyectos y propuestas para mejorar el rendimiento de los estudiantes. En mi entrada de la semana pasada, introducía el tema de lo que las evaluaciones de estos programas nos pueden decir en cuanto a la mejora de la enseñanza y el aprendizaje. En particular, expliqué las lecciones aprendidas de las políticas que no parecen haber funcionado hasta la fecha en EE.UU. En la entrada de hoy, me voy a centrar en las políticas que sí han funcionado. En concreto, de la revisión de la investigación reciente, se pueden identificar cuatro tipos de programas que parecen muy prometedores.

Formación en el aula. Tres estudios rigurosos recientes apuntan a la formación en el aula (o coaching educativo) como un método eficaz para mejorar la instrucción y los resultados de los estudiantes (1,2,3). Esto consiste en que expertos en materias concretas o en pedagogía – por lo general personas contratadas por el distrito educativo – observan la instrucción de los maestros en tiempo real y les proporcionan feedback personalizado basado en sus áreas de mejora. Este ciclo de observación y feedback puede repetirse más de una docena de veces en el transcurso del año escolar. Los tres programas más exitosos comparten dos características fundamentales. Por un lado, seleccionan, forman y evalúan a los formadores de maestros de forma rigurosa. Por otro, los esfuerzos de los formadores se dirigen hacia la observación y el apoyo en el aula, en lugar de hacia tareas administrativas y otras formas de apoyo al docente. Dicho esto, no sabemos aún si (o cómo) los programas de coaching educativo más típicos de Estados Unidos, en la que los formadores de docentes son a menudo asignados a otras tareas además de observación en el aula, afectan a la instrucción y los resultados de los estudiantes.

Desarrollo profesional enfocado al currículo. Un segundo tipo de programa que parece mejorar los resultados del estudiante se centra en ayudar a los maestros a aprender, en detalle, cómo aplicar nuevos materiales curriculares. Las introducciones más frecuentes a los nuevos materiales curriculares duran una mañana o un día, y se centran principalmente en la logística (por ejemplo, cómo se organizan los temas, o cómo se estructura el ritmo de lecciones a lo largo de un tema). Pero cuando las intervenciones incluyen tanto nuevos materiales como programas de desarrollo profesional para utilizarlos, los resultados de los estudiantes mejoran (1,2,3). Esto consiste en que los maestros analicen los materiales curriculares como si fueran estudiantes, que resuelvan los problemas ellos mismos, que discutan los conceptos científicos o matemáticos que los problemas intentan ilustrar, y que piensen en cómo responderían los estudiantes a las tareas. Esto le permite al docente adquirir un conocimiento bastante detallado de las lecciones a desarrollar, y le ayuda a elaborar una plantilla o ejemplo que le sirve para implementar el plan de estudios de manera más general.

Estudio detallado de las clases. Un tercer tipo de programa que parece funcionar proporciona a los maestros un tiempo dedicado exclusivamente a analizar, diseñar, probar e implementar conjuntamente las planificaciones. “Lesson Study” es el ejemplo más destacado de un programa de este tipo. En una versión del programa, los maestros reciben un kit que incluye ejercicios de fracciones para que el maestro los resuelva, evidencia relevante sobre cómo aprenden las fracciones los estudiantes y ejemplos de materiales de estudio de alta calidad. Los maestros estudian los materiales y luego uno de ellos da una «clase de investigación» a sus estudiantes y el resto de profesores. Después, se lleva a cabo una discusión de la clase y a veces se repite la lección (1,2). En STeLLa, un programa enfocado a ciencias, un formador de maestros guía a los equipos de cada curso en un análisis de la instrucción a través de vídeos que ayudan a ilustrar estrategias específicas de enseñanza para cada tema. Los maestros luego planifican clases y practican utilizando las estrategias aprendidas en el aula.

Aprender sobre el aprendizaje del estudiante. Por último, la evidencia sugiere que los programas que se centran en hacer visible el propio pensamiento del estudiante –que incluye elementos como la manera en la que resuelven problemas, las partes del currículo con una difícil comprensión y cómo los profesores pueden ajustar la instrucción de manera que los estudiantes utilicen estrategias de resolución de problemas- mejoran la instrucción y los resultados. Uno de los programas de desarrollo profesional más longevos de EEUU es “Cognitively Guided Instruction”, que adopta este enfoque y ha mostrado buenos resultados en varios ensayos aleatorios (1,2,3). En otro programa, el “Math Formative Assessment System” (sistema de evaluación formativa de matemáticas), los maestros trabajan de forma individual con los estudiantes mientras resuelven problemas especialmente difíciles, lo cual les permite entender la forma de razonar y pensar de los estudiantes.

Si seguimos comparando las intervenciones que fallan y las que no, es posible que aparezcan más factores clave para el éxito de esta clase de programas. Queda mucho por investigar. Sin embargo, basándonos en nuestra lectura de los estudios más recientes, una de las hipótesis posible es que los programas exitosos ofrecen más oportunidades (y apoyo) para diseñar y llevar a cabo clases reales dentro del aula. Este tema – la importancia de que exista una conexión clara con la práctica docente- también es frecuente en la investigación sobre formación inicial de docentes.

Por último, dado que es mucho lo que no conocemos, no hay garantía de que los programas exitosos que acabamos de discutir vayan a funcionar en otros contextos, con diferentes formas de implementación y con diferentes configuraciones de recursos y maestros. De hecho, la mayor parte del desarrollo profesional en los EE.UU. es de naturaleza local. Eso significa que está planificado y llevado a cabo por los profesionales del distrito. Para conocer el impacto de estos programas en un futuro, la mejora del diseño del marco de las evaluaciones de dichas iniciativas es un paso fundamental para poder seguir aprendiendo sobre cómo podemos mejorar la enseñanza en el aula.


2 comentarios

  1. Curioso dice:

    ¿Es posible precisar de qué hablamos cuando nos referimos a que se nota una mejora? ¿Es realmente significativa y, sobre todo, sostenida en el tiempo? Es decir, que no les ocurra lo que también vemos una y otra vez: de lo que se estudia, el 50% o más se olvida al cabo de unos dos años, lo que hace plantearse para qué lo hacemos.

    Gracias y felicidades por estos artículos, siempre necesarios.

  2. Gerion dice:

    En la línea de estos artículos, muy bueno.
    Me sorprende un poco que lo desarrollado en la explicación se presente como resultado de estudios; está claro que lo es, pero esas técnicas forman parte de la formación básica de un docente, al menos en mi círculo profesional. Se conocen, pero no se exigen.

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