Brexit

Los condicionantes externos del voto en el referéndum del Brexit

2 Jun, 2016 - y - @polmorillas, @bpberta,

Cuando depositen su voto en las urnas el próximo 23 de junio, la mayoría de los británicos lo hará con la vista puesta en cuestiones internas. Aún así, los niveles de apoyo al proyecto europeo acostumbran a estar muy ligados a factores externos que traspasan las lógicas nacionales y que podrían ser determinantes a la hora de decantar el voto hacia un lado u otro. En este artículo los repasamos.

1. Una nueva crisis de los refugiados. A pesar de que a día de hoy la primera edición de la crisis de los refugiados parece estar bajo control, después de la firma del acuerdo entre Turquía y la UE la situación no puede darse por solucionada ni cerrada. Simultáneamente a la reducción de las llegadas, nuevas vías de entrada de refugiados se están abriendo (en particular la del centro del Mediterráneo vía Italia). Este hecho es relevante porque la crisis de refugiados es un tema muchos ligan a una de las principales preocupaciones de los británicos,  la inmigración. A pesar que inmigrantes y refugiados no son lo mismo, la tendencia del público británico a equiparar uno y otro fenómeno es alta. En septiembre hasta un 22% de los encuestados decía que si la crisis de los refugiados empeoraba, su voto podría decantarse por el «leave». La oposición a los planes de reasentamiento y a la aceptación de refugiados es clara en la mayoría de las encuestas.

La política de reasentamiento de refugiados provenientes de Siria y su no participación en Schengen, hace que la crisis de los refugiados haya hecho menor mella en la política británica. Además, el Reino Unido se beneficia del control de sus fronteras en Dover (primer punto de entrada a la isla) y Calais (última frontera externa de la zona Schengen en Francia). Aún así, una nueva edición de la crisis de los refugiados poco antes del 23 de junio podría poner la inmigración en el centro de los debates y decantar la balanza hacia aquellos que han hecho de este tema su bandera para el Brexit.

2. Una relación menos especial con Estados Unidos. Barack Obama se pronunció claramente en contra del Brexit en su reciente visita a Londres. Explícitamente anunció que el Reino Unido es hoy potencia mundial gracias a su pertenencia a la UE, mientras que implícitamente dio a entender que la relación especial que une a Londres con Washington lo es en buena medida porque facilita el puente de Estados Unidos con Europa. Es cierto que la mayoría de británicos consideraron que las declaraciones de Obama eran hipócritas, interesadas e inapropiadas. Sin embargo, hasta un 23% consideraba que la relación con Estados Unidos se vería debilitada con el Brexit, por sólo un 7% que creía que iba a fortalecerse. Ello refuerza la percepción de que el Brexit puede traducirse en una posición del Reino Unido en el mundo más débil y ayudar al mensaje “Bremainer” de que la salida de la UE supondría el aislamiento. Por otro lado, los partidarios de la salida también han recibido apoyos desde Estados Unidos. Los «brexiters» ven reflejado su discurso de refuerzo del nacionalismo en Donald Trump, aunque su popularidad y discurso no son mayoritarios.

3. ¿Integración o desintegración europea a la vista? Los mismos argumentos de intromisión serán utilizados por los partidarios del Brexit respecto a los posicionamientos de líderes europeos como Angela Merkel, François Hollande o Jean-Claude Juncker. El presidente de la Comisión es incluso un elemento movilizador del voto Brexit. Del mismo modo, si se percibe que la integración europea avanzará sea cual sea el resultado del referéndum, es probable que los argumentos pro-soberanía en el Reino Unido ocupen un lugar central en la campaña. Buena parte de las negociaciones en el Consejo Europeo de febrero se centraron en conseguir que el Reino Unido quede exento de la aplicación de la cláusula de «una Unión cada vez más estrecha». Sin embargo, las encuestas muestran cierta desconfianza hacia la posición de la Comisión Europea y su voluntad de aplicar el trato acordado. La percepción de intromisión de Bruselas puede provocar el aumento de la movilización en el campo del Brexit y las reticencias de buena parte del electorado «bremainer». Por otro lado, lo que hagan los líderes mundiales partidarios del Brexit también puede jugar en contra de la centralidad que ha intentado transmitir últimamente la campaña del Brexit. El apoyo de Putin, Marine Le Pen u Orbán al Brexit como antesala de la desintegración europea no es necesariamente la mejor baza de los que defienden un Reino Unido bandera del liberalismo y las sociedades abiertas.

4. ¿Más integración en la zona euro? De entre los ámbitos de la integración que más asustan a los británicos está la profundización de la zona euro y los efectos de su regulación en el mercado financiero británico. Durante las negociaciones de febrero en el Consejo, Francia se convirtió en un hueso duro de roer para Cameron. París defendía que el trato especial al Reino Unido no puede impedir a la zona euro continuar su proceso de integración y Cameron le contestaba que sus regulaciones no deben discriminar a los países que no forman parte de ella. Todo ello se vio resumido en las negociaciones entre euro-ins y euro-outs, que se tradujeron en las reticencias de los socios de la zona euro (y sus ciudadanos) a las demandas de Cameron para que los países que no forman parte del euro participen en futuros rescates. Si en paralelo a la campaña del referéndum Brexit aumentan las demandas de más integración de la zona euro, éstas podrían encontrarse con una opinión británica reticente, lo que podría provocar cierto movimiento hacia el Brexit  si sus defensores consiguen que cale el mensaje de que más integración en la UE equivale a mayores exigencias para el Reino Unido.  Los avances hacia más integración son poco probables a día de hoy, pero cualquier movimiento que genere esta sensación puede acabar afectando las percepciones de cuál de las dos opciones implica mayores riesgos para el status quo.

5. Las «wild cards» de toda elección. Todo referéndum es un ejercicio de alto riesgo. La posibilidad de que cualquier factor externo altere la balanza hacia un lado u otro es elevado, más aún si intervienen factores inesperados (o wild cards) que poco tienen que ver con lo que pregunta que consta en la papeleta. Los Papeles de Panamá amenazaron con desestabilizar la campaña de Cameron, pero la gestión del escándalo permitió enterrar la polémica (a menos que salgan a la luz nuevos y mayores acusaciones). Una crisis de gobierno, un escándalo público con el epicentro en personajes clave de ambas campañas, una mala gestión de políticas públicas centrales o incluso un atentado terrorista que ponga el tema de la seguridad sobre la mesa pueden cambiar de manera radical el sentido del voto en unas elecciones (y no digamos en un referéndum). Por el momento, la calma reina en el horizonte del 23 de junio, pero lo poderoso de las cartas salvajes radica en su imprevisibilidad y, sí, su salvaje influencia.

 

Este artículo forma parte del especial Brexit realizado en colaboración con CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs)


6 comentarios

  1. Mr. Turdy dice:

    Dudo que la UE se desintegre, en el sentido de dejar de existir. Es decir, volver a un modelo de países independientes y soberanos con alianzas entre ellos de todo tipo. Esto no va a ser así.

    La principal ventaja de la UE y lo que la mantiene viva, y la mantendrá, es su peso geopolítico. Es como una UTE mal hecha o una especie de cooperativa con socios muy privilegiados, corrupción galopante etc.etc., no vamos a prodigarnos en esto. Todos los países que forman parte de la UE lo que pintan en el mundo es por ser de la UE, cosas como Hungría, Grecia, o incluso España, se verían de repente en el papel de Zimbabwe, Nauru o Jamaica, con todo respeto. Vamos, que si ya pintan poco todavía menos. No creo que haga falta explicitar esto.

    Ahora bien, el modelo no sólo no funciona sino que ni siquiera es sostenible tal y como está. Por tanto todo lo que vemos son reposicionamientos de cara a no se sabe bien qué. Los países que han podido han jugado en mayor o menor medida a un «estoy pero no estoy», que no es exactamente ver los toros desde la barrera, mayormente Noruega o Suíza y en menor grado Suecia, Dinamarca o el propio RU.

    La actitud alemana y la pésima arquitectura del euro (o quizá hasta la idea misma, aunque venía cantada por la evolución del capitalismo) han empujado a la UE a un modelo que es casi un calco de la construcción de los estados modernos pre-burgueses, entre el 1500 y 1800, de los que la península por cierto fue pionera: todo eran privilegios, desigualdades, qué hay de lo mío, etc. Lo que era «España» (que lo era prácticamente de nombre) vendrá a ser lo que será la UE.

    Tendremos por tanto países muy fuera pero dentro, otros casi que fuera pero dentro, luego los que mangonean que básicamente serán Francia y Alemania a la espera de ver si Italia decide colapsar, desintegrarse o qué, y el resto serán feudos directos de la corona UEra. Por tanto todo el mundo tendrá que reposicionarse, unos tendrán el papel de Navarra y otros el los territorios de la órdenes de caballería de la Corona de Castilla. O directamente una colonia, sin tapujos.

    Se puede comentar que el factor fundamental es el humano, si países como el RU se pueden permitir el lujo de negociar su papel es básicamente porque son un país rico donde la ciudadanía puede estar informada, vamos, donde se puede plantear batalla. Sabemos bien que otros países no son así.

    Y por supuesto este modelo de estable no tendrá nada. Será para otro patadón hacia delante hasta la próxima.

  2. EB dice:

    En línea con mi comentario al post de Ariane Aumaitre (ver http://politikon.es/2016/06/01/cinco-posibles-escenarios-de-las-relaciones-comerciales-con-la-ue-en-caso-de-brexit/ ), hoy reconocemos que, como nunca antes, la soberanía de todos y cada uno de los estados-nación está limitada por restricciones externas acordadas entre gobiernos (además, claro está, de que las economías nacionales están, en distintos grados, integradas en la economía global). El referéndum británico es un simple intento de recuperar soberanía, lo que implica eliminar algunas de esas restricciones, en particular las que dicen relación con la participación de GB en UE. Como digo en el comentario al post de AA, a mi juicio no es posible argumentar que aumentar o disminuir soberanía tiene efectos económicos claros. Pero aunque no haya argumentación teórica o empírica para sostener la existencia de alguna relación, la campaña del referéndum estará marcada por la manipulación de esa relación para sostener que sí existe una relación inversa (menor soberanía pero mayor bienestar económico) que justifica quedarse en la UE, o para sostener lo opuesto (mayor soberanía para mayor bienestar) y salirse de la UE.

    Yendo ahora más allá de los efectos económicos de una mayor o menor soberanía, el post de Pol y Berta puede verse como un complemento al post de AA porque se centra —sin decirlo expresamente— en algunas de las restricciones externas que definirían el grado de soberanía que GB tendría después del referéndum. Si GB permanece en la UE, el análisis de Pol y Berta apunta a que habría cambios menores en el problema de los refugiados (#1) y a la posibilidad de cambios mayores en la UE por factores no relacionados con GB (#3 y #4), pero sin dejar claro si estos últimos implicarían una mayor o menor soberanía para GB. Si GB se sale de UE, el análisis de Pol y Berta apunta a dificultades para negociar acuerdos con EEUU (#2) pero se limitan a lo declarado por Obama que es totalmente irrelevante porque ya se está yendo. Desde mi perspectiva, el análisis de Pol y Berta es incompleto en ambos casos, pero especialmente en el caso de que GB se salga de la UE. La salida implicaría recuperar soberanía para negociar acuerdos con los gobiernos de EEUU y otros países, acuerdos que implicarían una pérdida de la mayor soberanía lograda con la salida, pero que desde el punto de vista británico reflejarían mejor las preferencias de los británicos que cualquier acuerdo similar negociado por la UE en favor de sus miembros.

  3. Mr. Turdy dice:

    En Occidente se ha acostumbrado al personal a mezclar todo y la diarrea ahora alcanza proporciones Noeicas.

    Cuando uno habla de soberanía, obviamente no estamos hablando de mayor o menor independencia política, eso te lo da tu poderío global (geopolítico), económico, de presitigio social, diplomático y naturalmente militar, de lo que estamos hablando es de JURISDICCION. De la capacidad de tener tu marco legal autónomo, que no es poca cosa. No es lo mismo tragarse glifosato porque te venga emanado de una institución fantasmal que ni siquiera supranacional, que lo puedas prohibir de tu cadena alimentaria. Qué duda cabe que esto además de tenerse teóricamente se deben tener las herramientas para implementarlo, es muy posible que p.ej. Malí pues no las tenga al mismo nivel que Hungría, pero cuando hablamos de soberanía hablamos exactamente de esto.

    Ser una provincia del imperio, con administradores coloniales, no es tener soberanía. Ser un estado cliente, sí es tener soberanía. Es posible que el RU lo que quiera es ser un estado cliente y no una mera colonia. Hay diferencia y mucha. No sólo en venderle al consumidor un estándar de vida que no deja de ser cultura pura y dura excepto en lo que respecta a la salud (la cobertura sanitaria, digamos), sino en la autonomía que tienes como colectividad humana para pintar algo o ser un puto cero a la izquierda.

    Si después usted quiere usar esa soberanía para vivir cerrado en sí mismo o para interaccionar con más libertad con el mundo, eso es harina de otro costal.

    Respecto a los fantasmas propios del RU, en general, a los defensores del Brexit no les gusta la UE, no les gusta el cariz que ha ido y sigue tomando, no les gusta pertenecer a algo que es profundamente antidemocrático (pero que ellos como el que más ayudaron a construir, o al menos sus elites dirigentes, las mismas que ahora se quieren ir), y simplemente calibran que la pérdida de impacto geopolítico de Inglaterra es un precio muy barato para recuperar las riendas de tu destino.

    Yo no me reiría del RU en general ni mucho menos de los ingleses en particular. Aquí a cada uno lo avala su historia.

  4. dario dice:

    Sólo se acuerdan de los votantes cuando los ‘cuerdos’ temen que el castillo de naipes que es la Eurobean Union se desmorone sobre sus ‘cuernos’
    Somos fragmentos de la sociedad, hormigas del hormiguero, internos de un manicomio… somos putativos, hijos de nodrizas mercenarias o hijos de puta con un DNI electrónico… somos ‘individuus’. Cuando llegan las elecciones pasamos a ser algo a tener en cuenta aunque de forma efímera: votantes en potencia.
    El Brexit amenaza…
    Con el permiso de Bobby Fischer y sin el permiso también, en la confusión total, sea quimera, sea caos, sea incertidumbre, sea contradicción al orden simple, sea lo que fuere, pero eso que provoca arcadas clorhídricas al esófago engullidor del simple-pensador… en todos y cada uno de esos vomitivos está la racionalidad absoluta (me he ‘pasao’ con el absolutismo) y eso es lo que saca de quicio, hace sonar las alarmas y al final estigmatiza de forma implacable y sin derecho a la defensa, la ordenada fiscalía cristiano-occidental, la imbecilidad de la cruz europea, el depósito fecal de la verdad germana, la veraz escoria del universo caucásico. Es esa sacadura de quicio que los portavoces de la soberanía popular vocean encapsulados en sus mass media al grito de:¡ anarquía, antisistema, radicales, terroristas!, cuando algo deja de ser ordenado a gusto y antojo de los ‘legislidiadores’.
    «¿Qué justificación tiene la sociedad para castigar a los individuos?» se preguntaba Cesare Bonecasa… no hemos dejado de hacernos esa misma pregunta desde entonces, y desesperamos encontrar respuesta.
    El individuo es caos y la sociedad es orden simplista. Y cuando se acercan unas elecciones los escalones más elevados de la pirámide nos simplifican para hacernos predecibles por obra y gracejo de las encuestas, de las previsiones, de los sondeos y de los resultados. La partitocracia castiga a los individuos travistiéndolos en futuros electores. Su justificación, la pervivencia del hormiguero.
    Las papeletas son fragmentos de papel, los votantes hacen cola como hormigas ante la urna inerte, el manicomio es el período electoral y el DNI precede al ciudadano.
    El Brexit a los media entretiene…

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