Economía & GID

Emparejamiento, educación y desigualdad

14 Abr, 2016 - - @politikon_es

Una pregunta antigua que han intentado responder las ciencias sociales es ¿por qué nos educamos? ¿por qué decidimos ir a la escuela? La respuesta no es necesariamente obvia dado que participar en el sistema educativo es costoso, tiene un coste de oportunidad ya que supone pasar tiempo que se podría dedicar a otras cosas y porque tiene una serie de costes monetarios asociados, especialmente en fases en los que la educación no es gratuita.

Visiones encontradas del sistema educativo

Se han dado muchas explicaciones a la razón para educarse. Tal vez la más ortodoxa sea que pasar años en el sistema educativo aumenta el salario que se puede ganar en el mercado laboral -por las razones que sea. Esta visión se ha incorporado en la literatura empírica en lo que ha venido a llamarse las “regresiones de Mincer” que consisten en explicar el salario como una función de los años de experiencia en el mercado laboral y del nivel educativo.

Sin embargo, como casi todos los modelos en ciencias sociales, esta hipótesis tiene “anomalías”. La motivación de tener un salario más alto en el mercado laboral únicamente no parecía ser suficiente para justificar la decisión de educarse por el alto coste de hacerlo (o la rentabilidad demasiado baja). Esto ha llevado a muchos autores a buscar explicaciones alternativas.

Una forma de arreglar la explicación es bastante simple: las personas disfrutamos educándonos, especialmente cuando se trata de ir a la universidad, la experiencia de ser universitario es una que tiene valor intrínseco. Para muchos casos esto parece verosimil pero,… ¿es suficiente?

Para muchos sociólogos, como el francés Pierre Bourdieu inspirados desde el otro extremo del continuo metodológico, una función del sistema educativo es asegurar la reproducción social. Éstos ponen el énfasis sobre en qué medida la desigualdad no está solo guiada por las fuerzas del mercado, sino también por la cooptación, el “networking”, o las relaciones de confianza mutua que se forjan,… En todos ellos, el componente meritocrático que pudiera existir en las desigualdad producida por la valía personal o la ambición queda oscurecido. La crítica de Bourdieu y Passeron al sistema educativo destaca así el modo en que estratifica a los estudiantes, inculcando elementos de cohesión de grupo -una misma cultura, un mismo conjunto de intereses- a aquellos de la misma clase social; como teje redes de contactos que sirven después para ayudar a navegar por el tejido social intercambiando favores.

Las universitarias americanas de los cincuenta

La economista Claudia Goldin escribió a principios de los años 90 un artículo con el título de “El significado de la universidad para las mujeres americanas” que intentaba justamente ver las motivaciones qué habían llevado a las mujeres americanas a entrar en la educación superior. El principal hallazgo del artículo es que éstas eran distintas para cada una de las tres generaciones que analizaba.

En concretro, en la generación de los cincuenta, Claudia Goldin encontró algo sorprendente. Los años de la posguerra son en Estados Unidos los de la democratización de la educación superior. Hay una entrada masiva, tanto de hombres como de mujeres en la universidad. Sin embargo, mientras que el comportamiento de los hombres de esta generación tenía sentido económico -educarse se traducía en mejores salarios- el análisis del comportamiento de las mujeres de esta generación era difícil de entender según ese mismo esquema. La inmensa mayoría de las mujeres elegían carreras con poco rendimiento económico (como “artes liberales”/humanidades) y la mayoría de ellas, o no terminaban trabajando, o abandonaban el mercado de trabajo relativamente rápido una vez que se casaban.

Este comportamiento era difícil de racionalizar. ¿por qué habían entrado las mujeres masivamente en la educación superior, con el coste asociado que suponía, si después les aportaba réditos económicos muy pobres? Goldin sugirió una respuesta a través del mercado matrimonial. Haciendo algunos cálculos un tanto “back of the envelope”, descubrió que si uno tomaba en cuenta la probabilidad de una mujer con educación superior de casarse con un hombre de su mismo nivel educativo, y como eso afectaba a su consumo (conjunto, en caso de casarse) a lo largo del resto de su vida, entonces la decisión volvía a tener sentido. Según el análisis de la economista americana, la universidad para las mujeres de la generación de la posguerra era, o bien el sitio dónde conocían a su futuro marido, o bien una forma de acceder a entornos laborales dónde podrían conocer a su futuro marido. Esta interpretación -educarse para encontrar un buen marido- puede parecer un tanto sexista, pero el lector debe recordar que estamos hablando de los años 50.

Bourdieu, o los economistas

La historia contada por Goldin parece entretejer elementos de la hipótesis económica tradicional con la de Bourdieu basada en la reproducción. Las tradiciones de las que vienen los sociológos marxo-estructuralistas como Bourdieu por un lado, y la mayoría de economistas por otro, están poco menos que en las antípodas metodológicamente hablando. En puridad, existe bastante investigación en economía como en sociología “analítica”“ sobre las consecuencias del emparejamiento que merece la pena que analicemos otro día. Sin embargo, hoy analizaremos un artículo que muestra como un activo, un ”rasgo» cuyo valor puede ser pequeño o nulo puede, a través del mercado matrimonial, tener valor que es particularmente novedoso en su género.

Mailath y Postlewaite (2006) escribieron un modelo que capturaba los procesos à la Bourdieu explicando como estos podían resultar de la acción autointeresada de los individuos. Para empezar, supongamos que existe una sociedad ficticia en la que tenemos un rasgo que no tiene ningún valor intrínseco, por ejemplo, tener los ojos azules (pero podría ser la hidalguía o la estatura). Además, tenemos un segundo rasgo que vamos a llamar productividad (que puede ser alta o baja) que sí tiene valor intrínseco. A los individuos solo les importa su consumo (también les importa el bienestar derivado del consumo de sus hijos, más luego) y lo único que produce consumo es la productividad -por eso decimos que tiene valor intrínseco. Lo que el modelo va a mostrar es que en una situación de equilibrio, tener los ojos azules puede ser algo que tenga valor social (valor porque los otros lo valoran), pero no valor intrínseco (porque no produce consumo).

¿Como? El canal es de nuevo el mercado matrimonial. La secuencia del modelo es la siguiente:

• Los individuos se distinguen (únicamente) por su productividad y por si tienen o no los ojos azules.

• Deciden con quién se casan (y sus oportunidades en el mercado matrimonial dependen de si son de productividad alta o baja).

• Reciben una cantidad X de renta con una probabilidad más alta si son de productividad

• Consumen conjuntamente su renta y tienen hijos.

• Los hijos/hijas heredan tener los ojos azules con probabilidad del 50% si solo uno de sus padres tiene los ojos azules; no lo heredan en absoluto si ninguno de los dos tiene los ojos azules; la heredan con probabilidad 1 si ambos tienen los ojos azules.

• Los hijos reciben de forma totalmente aleatoria un nivel de productividad y de volvemos al primer punto.

Así hay un sistema de generaciones solapadas dónde a los individuos le interesa maximizar algo que depende de su consumo y del de sus hijos. Pues bien, en este esquema Mailath y Postelwaite demuestran que existen situaciones (que no son las únicas posibles) en las que los individuos de productividad alta que no tienen el rasgo de los ojos azules están dispuestos a casarse con individuos de productividad baja que sí lo tienen. ¿Por qué? La clave está en que tener los ojos azules se transmite a los hijos. Como a los padres le importa el bienestar de sus hijos, si anticipan que teniendo los ojos azules va a tener la oportunidad de casarse con una persona de productividad alta, entonces les merece la pena casarse con alguien que tenga alguna probabilidad de transmitirles el rasgo ante la posibilidad de que su hijo en “la lotería natural” no sean de productividad alta. Lo que es más importante y más interesante es que tener los ojos azules es valioso pero es una profecía autocumplida. Es un “activo” que, como el dinero, es una burbuja: solo tiene valor de intercambio, solo tiene valor porque otros lo demandan pero no produce nada por sí mismo.

Ésta es la versión más simple del modelo y se parece mucho más a las sociedades pasadas en las que los burgueses buscaban ennoblecerse casándose con hidalgos venidos a menos. Pero en una versión algo más enriquecida del modelo, Mailath y Postlewaite incorporan la posibilidad de que se pueda “comprar” el rasgo en el mercado para sus hijos y de que le rasgo mejore la productividad. Esta situación es mucho más parecida al caso de la educación. En esta situación, lo que muestran es que el valor social aumenta el valor de intrínseco de la educación por encima de su valor intrínseco.

Instituciones no mercantes y desigualdad

A menudo se piensa que los mecanismos de precios, los llamados “mercados”, son los principales generadores de desigualdades sociales. Por ejemplo, el economista Húngaro, Karl Polanyi discutía en su libro La Gran Transformación como la sociedad basada en la lógica mercante dónde el valor de todo dependía de las exigencias de la producción capitalista amenazaban los cimientos de las instituciones tradicionales que sostenían las sociedad creando desigualdades que se dispararían.

La literatura académica que hemos repasado en este artículo es interesante porque permite ver que al menos tan importantes como los mecanismos de mercado, son otras instituciones. Las decisiones que se toman en el “mercado matrimonial”, que no es un mercado al uso (en el sentido de que no tiene precios) tienen el potencial de generar enormes desigualdades.


18 comentarios

  1. Javier dice:

    Si eres un profesional con buenos ingresos y te casas con una mujer que también los tenga estás exacerbando las desigualdades. Si no, es que eres un machista. No puedes ganar.

  2. EB dice:

    Todos los recién nacidos tienen un largo camino por delante para llegar a adultos. Si tienen suerte, sus padres serán de gran ayuda y una forma de ayuda es obteniendo ayuda de otros, sea gratis o asumiendo su costo. Educación en sentido amplio es el proceso de desarrollo personal hasta graduarse de adulto y en sentido restringido es la contribución de personas especializadas a ese proceso. Ser adulto es ser autónomo, y su esencia es ser capaz de tomar decisiones eficaces para sobrevivir y prosperar. Por supuesto, coexistimos con otros y esa autonomía la debemos jugar y juzgar en el contexto social en que nos toca vivir, reconociendo que todos y cada uno de los demás son diferentes y que por suerte jamás seremos iguales.

    Para no repetirme, leer mis comentarios al post de María Ramos
    http://politikon.es/2016/04/12/la-universidad-fabrica-de-sobrecualificados-2/

  3. alfanje dice:

    Pareciera que no es casualidad que tanto los aristocráticos como los universitarios se llamen títulos.

  4. Jorge dice:

    Ya se que es solo un ejemplo, pero la genetica de los ojos azules no funciona asi.

    Interesante paper que lo menciona y explica por que los hombres podrian preferir los ojos azules: https://www.sciencedaily.com/releases/2006/10/061023193617.htm

  5. Luis dice:

    Sé que puede parecer secundario, pero no estaría mal que se cuidase más la redacción en estos artículos: cuando no es el queísmo de Senserrich son los «cómo» sin tilde o la tilde en «donde» justo cuando no debería llevar.

    • Minded dice:

      Por no hablar de los anglicismos chorras y metidos a sartenazos, como “back of the envelope”.

      Penelope, backea el envelope!

  6. Minded dice:

    La corrección política sigue batiendo records delirantes. Que ames o no a tu cónyuge potencial es irrelevante para las «ciencias sociales». Lo importante es que cumplas con los cupos establecidos (por ellos) en cuanto al origen étnico, social o económico de tu futura pareja, no vayas a potenciar las desigualdades y discriminaciones en la sociedad.

    • Epicureo dice:

      Creo que el artículo no es normativo, es descriptivo. Habla de lo que hacemos, no lo que deberíamos hacer.

  7. Epicureo dice:

    A lo mejor lo que hay que hacer es olvidarse ya de esa idea tan repetida de la «igualdad de oportunidades», que basta con dar a todos igual acceso a la educación y el mercado laboral para que la desigualdad social disminuya hasta el nivel «justo» y óptimo. La realidad es que los grupos sociales más (o incluso moderadamente) privilegiados SIEMPRE van a encontrar alguna manera de que la mayoría de las oportunidades se queden «en la familia», por así decirlo. Solo una sociedad totalitaria estilo espartano podría tener algo parecido a la igualdad de oportunidades, y ni así.

  8. heathcliff dice:

    Cuando se habla de igualdad padecemos todos una especie de esquizofrenia: por una parte a todos nos parece muy deseable y pro otra, en marketing es perfectamente conocido que el poder de algunas marcas viene del deseo de diferenciación y de la consideración de estas marcas como símbolo de estatus.

    Cuando un producto se convierte en símbolo de estatus es porque el que lo consume quiere diferenciarse, ser más que su vecino, sentirse más que su vecino, y quedar social o personalmente por encima de él. O sea: tener más oportunidades que él, ya hablemos de sexo, dinero, empleo o reconocimiento.

    Así que tenemos pro una lado a los sociólogos hablando de igualdad de oportunidades y por otro a los publicistas destruyéndola a toda costa.

    De momento está claro quién gana, y no estaría de más plantearnos de una buena vez, seriamente, si no estaremos haciendo simple y llanamente el cretino.

  9. EB dice:

    En mi primer comentario me quedé en la duda del autor sobre la educación, algo que debería centrarse más en el cómo lograr su propósito que en definir ese propósito.

    Saltando al último párrafo de este post que solo repasa unos documentos de investigación –no me quedó claro que las investigaciones tengan algo que ver con el primer párrafo del post (quizás porque es un párrafo oscuro que no sirve de introducción)– a la conclusión de que hay OTRAS instituciones además de los mercados, me parece que el autor juega con las palabras porque para los economistas los mercados no son instituciones sino un tipo de interacciones sociales condicionadas por las instituciones entendidas como reglas que regulan interacciones voluntarias. Hablar de un mercado matrimonial no tiene mayor sentido porque no todas las interacciones voluntarias generan mercados (recomiendo estudiar la microeconomía del texto de Sam Bowles http://press.princeton.edu/titles/7610.html ).

    En todo caso, me queda claro que el único interés del autor era destacar el potencial de los mercados para generar desigualdades, algo que se reserva como línea final de su repaso pero que en función de su repaso sería, en el mejor de los casos, una consecuencia no deseada de las interacciones voluntarias. No quiero especular sobre los motivos del autor para escribir esa línea final pero mi impresión es que o no entiende de qué está hablando o peor, sabe bien de que está hablando, pero quiere insinuar de que habría alguna alternativa mejor para arreglar emparejamientos sexuales y la crianza de los recién nacidos (si es lo segundo, desde ya lo desafío a presentar su alternativa).

  10. Emilio dice:

    La infancia de la población andaluza (Los niños andaluces).

    La Junta de Andalucía dice que los profesores que de ella dependen ya no pueden decir en sus clases “los niños”, denominación que deben sustituir por “la niñez” o “la infancia”, y que nada de “los andaluces” ya que lo que se debe decir según dicha autoridad es “la población andaluza” de ahí el título de este comentario. Estamos por eso en un buen momento para preguntarnos si dichas autoridades habrán establecido bien las prioridades del sistema educativo que tienen en sus manos.

    A mayores, me sorprende la escasa reacción a algo que se impone directamente desde el poder político, sin mediación y sin remilgo de ninguna clase, algo que no solo carece del apoyo de cualquier autoridad científica o académica, y que supone no solo dejar en la cuneta cualquier atisbo de libertad de cátedra, también el derecho de expresión en un medio que debería ser el lugar donde con más esmero se cultivase: el medio escolar y académico.

  11. P AK dice:

    Gracias Luis por el articulo. Me ha encantado. Intenta modelizar de manera muy interesante observaciones que uno ha podido hacer viendo como se establecen parejas en ocasiones.

    Me planteo las siguientes preguntas respecto al modelo Mailath y Postlewaite (2006):

    .1. ?Cuanta productividad valen los ojos azules? En la realidad, un individuo puede decidir invertir en incrementar su producitividad (a base de elecciones de carrera, invertir en educacion, etc…) o en incrementar su atractivo (gimnasio, cirugia, etc…). Cierto que hay una base heredada, pero tambien se puede invertir sobre ella y obtener retorno.

    Seria interesante si ello explicase elecciones diferentes en cuanto a genero de decisiones de inversion personal (tipo de carrera vs invertir en gimansio), o tambien en funcion de la distribucion de nacimiento de productividad y atractivo.

    .2. Seria facil mejorar el modelo de
    «Los hijos reciben de forma totalmente aleatoria un nivel de productividad y de volvemos al primer punto.»
    a
    «Los hijos reciben de forma totalmente un nivel de productividad que siga «reversion to the mean» y volvemos al primer punto.»

    Es decir, se podria modelizar como la altura humana o la inteligencia de manera simlpificada: la productividad de los hijos vendria por una media de la productividad de los padres, y luego un factor de correccion a la media.

    Me pregunto si eso alteraria marcadamente el valor de los ojos azules.

    .3. Finalmente, que ha cambiado en los ultimas decadas para que haya mucho mas «assortative mating», y como eso podria ser capturado con el modelo modificado. Me pregunto si con los cambios del mercado laboral (tecnologia, globalizacion, otros…), el payoff de productividad ahora es mucho mas exagerado (eg, evolucion de retribucion de CEOs en las ultimas decadas), y basicamente «por muy azules que tengas los ojos, eso AHORA ya no compensa que tu productividad sea bajisima».

    Fascinante el tema, y otra vez gracias por compartirlo.

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