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Suecia, ¿un paraíso para la igualdad?

9 Mar, 2016 - - @ariamsita

Junto con el resto de países nórdicos, Suecia se plantea a menudo como ejemplo y modelo a seguir en términos de igualdad de género. Recientemente, el Global Gender Gap Report de 2015 situaba al país nórdico como el cuarto país del mundo con mejor puntuación en materia de igualdad, por detrás tan solo de sus vecinos Islandia, Noruega y Finlandia. En la misma línea, el Índice de Igualdad de Género de la Unión Europea sitúa a Suecia como el país más igualitario de la UE. ¿En qué se basa esta excelencia de los países nórdicos en lo que se refiere a la igualdad de las mujeres? ¿Cómo se ha llegado hasta allí? ¿Es Suecia realmente un paraíso para la igualdad? Tratemos de responder.

Los derechos de la mujer en Suecia: una perspectiva histórica

La historia de los derechos de las mujeres es larga en Suecia, donde estas contaban con mayoría de edad legal y responsabilidad judicial desde el siglo XVII, asistían de forma obligatoria a la escuela desde 1842 y estaban en control de sus propios ingresos, incluso dentro del matrimonio desde 1874. Las primeras décadas del siglo XX estuvieron marcadas por la movilización de movimientos feministas, canalizados sobre todo a través de organizaciones femeninas dentro de partidos políticos, algo que será clave al proporcionar una herramienta política a la hora de hacer oír las reivindicaciones de las mujeres. Además de la instauración del sufragio universal femenino en las elecciones de 1921, asistimos a un amplio aumento de los derechos formales durante estas décadas, bajo medidas como la instauración de 4 semanas de baja por maternidad en 1900, de la ley de igualdad de derechos dentro del matrimonio en 1905, de la garantía a las mujeres del derecho a ejercer todas las profesiones en la sociedad –con excepción de algunos cargos militares y religiosos- en 1923, o la legalización de los anticonceptivos y del aborto bajo ciertas circunstancias  en 1938.

Si bien el desarrollo de los derechos formales de igualdad fue especialmente amplio en la Suecia de la primera mitad del siglo XX, estos no se vieron automáticamente traducidos en el papel de la mujer en la esfera pública. La crisis económica que afectó a gran parte de países europeos en el período de entreguerras determinó la apuesta del partido Socialdemócrata por la promoción activa desde el gobierno de la familia nuclear, un modelo en el que el marido era el encargado de generar ingresos para la familia, mientras que la mujer  lo era de mantener la casa y cuidar de los niños. En una época en la que los puestos de trabajo eran escasos, promocionar un modelo de familia con una sola fuente de ingresos era un modo de enfrentarse a la crisis económica. En este sentido, será crucial la victoria alcanzada en 1939 por el Comité de Mujeres Laboristas, al lograr una ley estableciendo la prohibición del despido a mujeres por tener hijos, echando abajo una iniciativa que pretendía limitar el derecho de las mujeres casadas a trabajar.

Para hallar un nuevo período de avances en igualdad de género, debemos situarnos en la década de los 70, en que el modelo familiar tradicional comienza a tambalearse al descender la natalidad, aumentar el número de divorcios o incrementarse el número de niños nacidos fuera el matrimonio, entre otros factores. En este contexto, los movimientos feministas existentes dentro del partido Socialdemócrata comienzan a reclamar la extensión de la igualdad de la esfera del hogar al mercado laboral. Para ello, era imprescindible un papel activo del estado en la crianza de los niños, a través tanto de beneficios sociales como de guarderías y medidas que facilitasen la conciliación. En 1971, se introduce la ley que permite la imposición separada dentro del matrimonio, que rompe con los incentivos que hacían que las mujeres se quedasen en el hogar por el alto nivel de impuestos al sumar los ingresos de ambos cónyuges. A esta medida se sumarán posteriormente una nueva ley de divorcio en 1973, el aborto libre en 1974, o la ley de igualdad de género en 1979. Además, Suecia se convierte en 1974 en el primer país en introducir las bajas de paternidad.

Participación en la vida laboral y política

A día de hoy, Suecia se sitúa como el segundo país del mundo con mayor participación por parte de las mujeres en su mercado laboral, solo por detrás de Islandia. La participación femenina es de un 79’3%, solo 4 puntos por debajo del 83’6% de hombres (la media en la OECD es de 15 puntos de diferencia). Sin embargo, el mercado sueco se encuentra enormemente segregado: las mujeres se concentran en puestos relacionados con la educación y la sanidad, siendo empleadas sobre todo en el sector público, donde el porcentaje de mujeres alcanzaría alrededor de un 85%, según un informe del Parlamento Europeo.

ParticipacionSuecia

A pesar de la recomendación por parte del gobierno a todas las empresas de perseguir activamente la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres, la presencia de mujeres en puestos directivos y ejecutivos sigue siendo marginal. Según Statictics Sweden, en 2013 sólo uno de cada diez puestos de CEO entre las 1050 empresas suecas más importantes estaban ocupados por una mujer, cifra que solo asciende a tres de cada diez en el caso de puestos ejecutivos. La situación parece ser mejor en el sector público, donde en 2015 encontrábamos a 82 mujeres y 90 hombres encabezando las principales agencias gubernamentales. Sin embargo, no es posible analizar estos datos sin tener en cuenta la proporción de mujeres y hombres en el sector público. En un contexto en que las mujeres están sobrerrepresentadas, el hecho de que ocupen menos del 50% de puestos de dirección de agencias hace pensar que tal vez los datos no sean tan positivos.

Centrándonos en la esfera política, nos encontramos con que Suecia es el país europeo con mayor representación femenina en su parlamento, con un 43,6% de mujeres parlamentarias tras las elecciones de 2014 (la cifra ha bajado desde 2010, cuando las mujeres ocupaban un 45% de los escaños). El gobierno sueco se ha declarado a sí mismo como ‘un gobierno feminista’, en el que las mujeres ocupan 12 de las 24 carteras ministeriales, incluyendo áreas tradicionalmente reservadas a hombres como economía o asuntos exteriores. La igualdad en las instituciones del país no responde a cuotas, que no existen en Suecia, sino a la acción voluntaria de los partidos políticos, entre los que el consenso es amplio a la hora de abogar por medidas que lleven hacia una igualdad cada vez mayor.

Conciliación laboral y el papel del Estado

En el modelo de bajas por maternidad y paternidad sueco, los progenitores cuentan con 90 días intransferibles de baja cada uno, además de otros 480 días transferibles. El Estado ofrece también la posibilidad de tomar hasta 60 días por año para cuidar de un niño en caso de enfermedad hasta que el niño tenga 12 años. Además, el servicio de cuidado de niños menores de la edad escolar está garantizado a nivel municipal. Desde la  introducción de la baja por paternidad en 1974, cada vez es mayor el número de padres que toman parte de estos días. Sin embargo, datos de 2013 nos dicen que las mujeres siguen cogiendo hasta el 75% de los días transferibles, una cifra tres veces mayor que el  25% que cogen los hombres. Más allá de los roles de género, este predominio de las madres en el cuidado de los niños podría estar también relacionado con el elevado número de mujeres empleadas en el sector público, en que las condiciones laborables relacionadas con la conciliación tienden a ser mejores.

permisos transferibles

El papel activo del Estado en la crianza de los niños, una de las principales reivindicaciones de los movimientos feministas de los años 30 y, posteriormente, de los años 70, es visible en los esfuerzos que está realizando el actual gobierno para promover una división más igualitaria de las bajas por maternidad y paternidad, así como por reforzar el rol del sector público a la hora de proveer cuidados para niños y ancianos y evitar que las mujeres renuncien a trabajar para hacerse cargo de las personas dependientes en el hogar. El número de mujeres que trabaja a tiempo parcial en Suecia es todavía mucho más elevado que el de hombres (un 30% frente a un 11% en 2013). De entre ellas, hasta un 19’7% decía hacerlo para poder dedicarse al cuidado de los niños, más del doble del 7’3% de hombres en esta situación.

Suecia y las claves del éxito

Volvamos a las preguntas que nos hacíamos al principio: ¿Qué tiene Suecia de especial? ¿Qué podemos aprender de este modelo? La primera respuesta tiene raíces históricas: la canalización de los movimientos feministas en forma de organizaciones pertenecientes a los partidos políticos parece haber sido una de las grandes claves del pronto desarrollo de los derechos de la mujer en Suecia. Es esta configuración la que permitirá la influencia directa en política de las reivindicaciones femeninas, logrando que, incluso en el período entre 1920 y 1970 en que se promociona desde el gobierno la familia tradicional, las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres en lo que se refiere a asuntos financieros, legales, o decisiones relacionadas con el  matrimonio y el divorcio. Esta inclusión de las mujeres en política permitirá además dos de las mayores victorias para el feminismo sueco: la ley de 1939 que asegura el derecho a trabajar de las mujeres casadas, y la transición hacia un modelo que asegure la igualdad no solo en el hogar, sino también en el mercado laboral en los años 70. La segunda respuesta la encontramos en el papel del Estado: en el modelo sueco es el Estado, y no las familias, quien es considerado responsable del cuidado de niños y personas dependientes. Así, la promoción de las medidas de conciliación laboral  que permitan compaginar el trabajo de los padres con la crianza de los niños se considera una responsabilidad pública. Estos dos factores son, entre otros, los que han situado a Suecia a la cabecera de Europa en términos de igualdad de género. Aún queda camino por recorrer: Suecia presenta un mercado laboral extremadamente fragmentado, en el que las mujeres se encuentran infrarrepresentadas en el sector privado, sobre todo en el ámbito de los puestos directivos y , pese a los esfuerzos del Estado, el reparto de tareas de crianza de los niños en el hogar dista aún de ser igualitario. La situación global es, en cualquier caso, positiva: a día de hoy, la elevada participación de las mujeres en la vida política y laboral, junto con el sólido papel del Estado a la hora de promover medidas de igualdad son sin duda la muestra de que Suecia  es uno de los mejores países del mundo para ser mujer.


17 comentarios

  1. Joaquín Guimbao dice:

    El número de muertes de mujeres a manos de sus parejas o ex-parejas varones es mucho más alto en los países nórdicos que en España o Italia.
    No deja de ser chocante y plantea importantes interrogantes

  2. casty dice:

    ¿Alguien me puede explicar por qué a la OECD le sale un gender gap tan diferente para España?

    http://www.oecd.org/gender/data/genderwagegap.htm

    • Patxi dice:

      Sin demasiada idea, pero por si sirve: es la mediana (no la media) de trabajadores a tiempo completo. Una parte de la explicacion es que no entran trabajadores a tiempo parcial (dis tercios al menos mujeres) que ademas son de sectores peor pagados.
      Pero a mi tambien me ha sorprendido encontrarnos al lado de Dinamarca. Gracias por el dato.

      • casty dice:

        Mean y average diría que es lo mismo (mediana es «median»).

        La segunda parte de tu explicación tiene mucho más sentido. Solo cuentan los trabajadores a tiempo completo.

        Eso querría decir que si miramos los trabajos a tiempo parcial, España saldría mucho peor parada de lo que sale en el índice de la UE.

        Lo lógico sería pensar que habiendo tan pocas diferencias salariales en los trabajos a tiempo completo, las mujeres estarían más incentivadas a cogerlos que en otros países pero, por alguna razón, eso no es así.

    • Epicureo dice:

      Aparentemente en los países donde la incorporación de la mujer al mercado de trabajo es más completa y más antigua, la brecha de género tiende a ser mayor. Sospecho que es por la mayor presencia en trabajos tradicionalmente femeninos, y también porque es al final de la carrera profesional cuando más se nota la brecha. Malas noticias para los que piensan que la igualdad es solo cuestión de tiempo.

  3. Minded dice:

    Sin embargo, en la machista y desigual España, las mujeres conservan su apellido durante el matrimonio, y sus hijos también lo heredan, desde hace unos 200 años.

    Y en la igualitaria Suecia?

    • Batistuta dice:

      Bueno, eso me parece algo más anecdótico que otra cosa. De igual manera que en Islandia todos añaden ‘-sson’ o ‘-dottir’ al apellido de su padre, pero no por ello son menos igualitarios. Al fin y al cabo todos aquí preferirían tener igualdad económica antes que un apellido bonito.

    • Pau dice:

      En la igualitaria Suecia, y con los casos que conozco personalmente, pueden elegir si conservar el de soltera, adoptar el del marido, que sea el marido el que adopte el de la mujer, o que ambos adopten los dos. También es común que de jóvenes se cambien el apellido paterno al materno. En cualquier caso, como la mayoría de parejas con hijos que conozco no están casadas, ni siquiera se han tenido que plantear este problema.

  4. Enrique Benítez dice:

    Buen artículo. Muchas gracias.

  5. mitsyssa dice:

    Cuando leo estas cosas del «módelo nórdico», o Suecia en particular, siempre me pregunto lo mismo: ¿cómo lo pagan?

    Quicir, por ley puedes tratar de imponer cualquier cosa, buena o mala, el papel lo aguanta todo. Pero por ejemplo si das los 60 días de permiso (entiendo que retribuido) al año, más vacaciones, eso le cuesta un dinero a las empresas. ¿Es sostenible más de dos generaciones este modelo?

    ¿Es el impulso político el primer motor de estos cambios, o la capacidad económica previa es la condición sine qua non para que puedan implementarse?

    Finalmente, ¿hay algún tipo de base cultural y/o religiosa para que los paises nórdicos adoptasen más tempranamente sus políticas de igualdad? Ya en la época vikinga no era raro que las mujeres tuviesen que tomar responsabilidades «masculinas» por los largos periodos que pasaban los hombres fuera de casa guerreando, saqueando o comerciando.

  6. Israel dice:

    https://www.youtube.com/watch?v=2sblNk2aPzE

    Epicureo

    Aquí tienes la respuesta y es lo contrario de tu conclusión.

  7. Moisés dice:

    Asumo, sobre la base de mi propia experiencia en Alemania, que lo paga el estado, no las empresas, mayormente. Con impuestos. Con una carga fiscal bien fuerte y no juguete de cambios de partido en el gobierno. Y con bastante consenso social de que eso es bueno para todos.

  8. Fredrika Bremer dice:

    Recuerdo los días en que Politikon era realmente exigente a la hora de aceptar colaboraciones. Cuál es mi sorpresa cuando entro y me encuentro un montón de datos plasmados y una reflexión final al vuelo, sin atisbo ninguno de presentar evidencia empírica que lleguen a concluir esas «claves del éxito».

    Claro que, cuando la que escribe es la compañera de, pues de poco importa esa exigencia aunque lleve seis meses contados como estudiante de máster. Supongo que lo siguiente será escucharla en la SER 😉

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