Brexit & Unión Europea

Brexit: ¿Una cuestión de sentido común o un nuevo clivaje?

25 Feb, 2016 - - @bpberta

Al hablar del referéndum sobre la pertenencia del Reino Unido a la UE, son muchos los que, a pesar de que las encuestas dan resultados ajustados, defienden que no hay motivo para la alarma. Según esta perspectiva, los beneficios de la pertenencia son claros y el sentido común se acabará imponiendo una vez empiece la campaña, dando la vuelta a la opinión pública y asegurando la permanencia en la UE.

Vaya por delante que, en general, estoy de acuerdo en la conclusión de sus postulados. Si no hay ningún gran choque exógeno que condicione mucho la campaña (crisis de refugiados y derivados en mi mente), es probable que los partidarios de que el Reino Unido se quede en la UE ganen el referéndum. La tendencia hacia el statu quo típica de los referéndums, junto con la incertidumbre que provoca la salida de la unión y las reticencias que aún generan algunos de los líderes partidarios de la salida, probablemente acabé garantizando la movilización de los grupos más partidarios de la permanencia.  Si nada extraño pasa, el sí a Europa debería acabar de consolidar la ventaja que ya le dan las encuestas de aquí al 23 de junio.

Sin embargo, hay que vigilar con lecturas demasiado complacientes del escenario. Es probable que los votos favorables superen el nada despreciable 40% y es difícil justificar que ningún país pueda tener tanta gente sin sentido común.

El debate sobre la Unión Europea no es un debate de sentido común, por más datos que podamos generar sobre el impacto positivo de la UE, su mercado común y su libre circulación sobre las circunstancias de vida a nivel agregado. El debate sobre la Unión Europea se estructura, mayoritariamente, por un nuevo clivaje que está dividiendo los electorados europeos. Un clivaje que divide aquellos que creen que la globalización y la integración económica con otros países les beneficia de aquellos que sienten que les perjudica y se quieren desmarcar del proceso.  Como explican Kriesi y sus colegas en este libro y artículo, este debate lleva años reestructurando el espacio político europeo, dividiendo las bases electorales de los partidos tradicionales.

Este clivaje se muestra claramente en los datos demoscópicos: más allá de la edad (entre los mayores de 55 años el leave acostumbra situarse por encima del remain, mientras que entre los menores de 34 los partidarios de salir casi nunca superan el 30%), hay dos factores que explican las preferencias de los británicos hacía la UE más que ningún otro: la educación y la clase social. Un 78% de los graduados universitarios quiere permanecer en la Unión por sólo un 35% de los que no tienen ningún título.  De forma similar, entre las clases más altas-AB- el apoyo a la permanencia esta generalmente más de 15 puntos porcentuales por encima del de la salida, en cambio,entre las clases más bajas –DE- las dos posiciones acostumbran a estar casi empatadas, en algunos casos incluso gana la opción de la salida.

Como explican Ford y Goodwin, en su libro sobre el UKIP. El  perfil de sus votantes, y de los euroescépticos en general, ha cambiado los últimos años. La gran subida del UKIP se explica a través de hombres de edad avanzada, blancos, con pocos estudios y de regiones relativamente deprimidas. Pertenecen a sectores de población que difícilmente tienen recursos para aprovecharse de la apertura de fronteras que supone la UE y otros procesos de integración. En cambio, ven cómo esta libertad de circulación está afectando a su país, ya sea porque los sectores en los que trabajaban se marchan a otros espacios (hay que recordar que las diferencias territoriales han aumentado en las últimas décadas en el Reino Unido) o por la llegada de inmigrantes de otros países de la Unión Europea. Un fenómeno que no sólo perciben como una amenaza para sus puestos de trabajo, también les hace sentir incómodos culturalmente.

Además, estas opiniones negativas no se explican necesariamente por un problema de falta de la información sobre el impacto económico del fenómeno. De hecho, como demuestran estudios hechos sobre el tema, estos sectores tienden a desconfiar de los datos sobre los impactos de la inmigración. Su experiencia no es tan positiva como la que presentan éstos y por tanto sospechan de sus contenidos. Al fin y al cabo, a la hora de votar, el nivel agregado no siempre es el que cuenta. La experiencia personal condiciona la lectura que se hace de los datos. Sobre todo si alguien consigue estructurar el debate y transmitir que los beneficios de la inmigración o de la Unión Europea van a otros y no llegan a sus estratos de población.

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Fuente: British Future (How not to talk about immigration)

En el Reino Unido, existe aún cierto euroescepticismo más tradicional, relacionado con una visión del país que no encaja con el proyecto europeo. Entre estos sectores, el proyecto europeo no es visto con especiales buenos ojos por lo que supone a nivel cultural y de identidad, pero sí perciben sus beneficios económicos. Unos beneficios económicos que, según el informe de What UK Thinks, les va a acabar llevando a votar a favor de la pertenencia a pesar de su euroescepticismo. Este es el grupo al que apelan los que defienden que el sentido común se va a imponer, porque su movimiento hacía el lado del remain sería suficiente para asegurar la victoria en principio. Sin embargo, existe cada vez más otro grupo de euroescépticos que no sólo no cree en la Unión Europea como proyecto, tampoco percibe beneficios económicos de ella. Son los que van a votar para la salida, independientemente de cuántos datos se les presten sobre el impacto del Brexit. Hoy día, no son mayoría, pero, como van a demostrar los resultados electorales, empiezan a ser un porcentaje significativo de la población.

En resumen, es probable que el Reino Unido vote de forma favorable a permanecer en la Unión Europea el próximo día 23 de junio. Pero los partidarios del proyecto europeo no deberían vivirlo como un éxito a celebrar. Existe un nuevo clivaje que está dividiendo Europa de forma cada vez más evidente. La extrema-derecha euroescéptica (y en menor medida la extrema izquierda) están consiguiendo movilizar a sectores cada vez más grandes del electorado en muchos países. Es posible que hoy día, los que se sienten ganadores del proyecto aún sean mayoría sobre los que se sienten perdedores. Pero, si la UE no se empieza a tomar en serio el conflicto y a pensar en formas de convencer a sus ciudadanos de que el proyecto funciona más allá de las estadísticas, los datos y los grandes principios, el debate difícilmente va a desaparecer. Sin generar respuestas un poco más satisfactorias a las necesidades de la gente, sin un debate profundo sobre las ventajas y desventajas de las decisiones tomadas, el discurso europeísta cada vez tendrá más problemas para ganar adeptos frente a sus oponentes.


10 comentarios

  1. Pedro dice:

    Ese nuevo clivaje no se da solo en Europa, el perfil de hombre blanco mayor pobre y sin estudios encaja bastante en los votantes antiestablishment del Partido Republicano en USA. Son los que se sienten perdedores con los grandes cambios económicos y culturales de la sociedad, y les cuesta más adaptarse a ellos y aprovechar sus oportunidades. Sin ánimo ofensivo, son inadaptados sociales. Y aunque difícilmente serán mayoría, lo cierto es que el aumento de la desigualdad hace que cada vez sean más.
    En España no se da igual este proceso, porque el sistema protege más a este sector y a quien machaca es a los jóvenes de clase baja y media.

  2. pepe2091 dice:

    Claro que no se benefician. La clase obrera británica (y europea en otros países) y mayor se ve directamente afectada por la llegada de inmigrantes más jóvenes, y es demasiado mayor para reciclarse (entre el declive cognitivo que tienen por su edad y la escasez de cultura de reforma educativa en la población, lo llevan claro). Lo de que pagan las pensiones los migrantes se ha demostrado ser a menudo la base de la inflación de una burbuja en el sur (y en el norte permiten bajar salarios y crear contratos menos seguros). Esto es lo normal. Los inmigrantes se benefician porque en su país de origen siempre el salario era peor, aunque tiran a la baja el salario autóctono. Cuando esta clase mayor vivió una juventud más próspera (o que por lo menos veía que ganaban más, y esa percepción les resulta más positiva), y ven que ahora ganan menos, obviamente que votarán en contra. Claro que están inadaptados (y sí, has sonado ofensivo). Cuando tengas 50 y te echen del trabajo para contratar a uno de fuera más joven porque le sale más barato a la empresa y es más eficiente en parte por su juventud, a lo mejor no te reciclas tan fácil. Los jóvenes británicos tienen menos oportunidades relativas que sus padres si no consiguieron tener una educación. Es lógico que también desconfíen de los extranjeros. Felicito a la escritora del post por hablar de este tema de la forma más objetiva posible, y sin tratar a estos grupos de forma despectiva, como suele ocurrir con algunos compañeros de este blog (Senserrich es un gran ejemplo del tono despectivo y poco académico que usa, siendo más bien un panfleto que un análisis político). El peligro es absorber los dogmas de la derecha y mezclarlos con las ideas más reaccionarias de la derecha. Así te transformas en el PSOE-PP y en la centro-derecha-centro-izquieda alemana.

  3. Hander dice:

    Evidentemente la UE ha traído muchos beneficios económicos, pero también ha abierto ciertas puertas peligrosas.

    La Unión Europea ha permitido el dumping fiscal de baja intensidad, centrado en Irlanda y los Países Bajos, y cosas más terribles como los acuerdos fiscales de Luxemburgo. Sin duda, ceter paribus, esto ha reducido la base fiscal del resto de países, en un momento en que por n razones el déficit público ha obligado a recortes en el estado del bienestar.

    Como se decía en otro artículo pienso en este mismo blog, los euroescepticos así como los seguidores de Trump, no son neoliberales antiredistribución. Ellos pretenden defender el status quo, es decir, el estado del bienestar que han visto desarrollarse desde la 2a guerra mundial.

    Reducción de los ingresos fiscales, junto a una mayor población demandante (además, de otros países, razas y religiones, no «de los suyos»). 2 y 2 son cuatro.

    Sabemos empíricamente que la mejor herramienta para obtener la adhesión de los seres humanos es el ejemplo virtuoso (leer «storytelling in organizations»). La UE era un modelo que casi se vendía solo hasta hace 15 años, ya no es así. La UE tiene que ser modélica de nuevo, solo así se pasarán por alto las tribulaciones, vaivenes y dificultades.

  4. M. Oquendo dice:

    Desde una de las perspectivas estratégicas de esta situación creo que el análisis de coste beneficio (siempre subjetivo) no es muy importante. Otros factores lo son más.

    Factores como –por recordar a Braudel, el historiador francés– el estatus colonial de la UE con respecto a USA, por un lado y, por otro, el posicionamiento estratégico de UK como Cipayo mayor del Imperio.

    El Chief «Sepuoy» (cipayo en Bengalí) no puede ejercer de modo diferencial su papel si se diluye en una Entidad con fuertes pulsiones Sovietizantes como es la actual UE.

    UK tiene necesariamente que mantener una clara distancia con la UE continental y, al tiempo, preservar alguna capacidad de «incordiar».

    El Reino Unido no sería fiel a sus raíces si renunciase a sus rasgos de carácter esenciales y, a mi modo de ver, creo que su postura es muy racional y coherente.

    Saludos

  5. M. Oquendo dice:

    Por cierto, se me ha olvidado decir que me parece que la autora yerra gravemente al calificar de «extrema derecha o izquierda» a los discrepantes de esta UE. La mayoría de la población mínimamente informada………….discrepa.

    Ese tipo de actitud de buen rollismo complaciente con una institución colonial, sin un Demos mínimamente viable, sin ideas serias acerca de su propia identidad, inmersa en un delirio dionisíaco y decadente propio de fin de ciclo y tras el espectáculo de ver a tres de sus ministros en la Kaleborroka de Maidan –hace ahora dos años– en complicidad con otro golpe de estado es tan patético e inmoral que resulta imposible no ponerse a llorar de vergüenza.

    ¿Qué se puede construir desde la ausencia absoluta de nervio moral y de memoria?
    Nada. Nada que valga la pena.

    • Berta Barbet dice:

      Yo no he calificado a los discrepantes de la UE de nada. Lo que la frase dice es que son los partidos de extrema izquierda y de extrema derecha los que están movilizando estas discrepancias. Me corregirás si me equivoco, pero no conozco ningún partido en Europa que discrepe de la UE desde una posición que no sea de extrema izquierda o extrema derecha. Lo más parecido a una excepción que conozco es el UKIP y si te lees el libro de Goodwin y Ford verás que es muy difícil no calificarlos de extrema derecha al final.

      Puedo estar de acuerdo en que hay población crítica con el proyecto que lo es desde posiciones moderadas, pero esta población esta teniendo que escoger qué priorizar porque de momento nadie les está ofreciendo un proyecto que proponga salir de la UE sin cambiar el modelo económico o social actual.

  6. carlos dice:

    Es que el agregado no sirve para nada.

    Si la inmigración le ha venido bien a los empresarios para tener mano de obra barata, bien por ellos. En los barrios obreros para lo que ha servido es para degradar la calidad de vida con gente que viene sin tener claros los valores occidentales.

    A uno venido de la guerra en Siria le vas a explicar tú lo que es la Ley de Propiedad Horizontal o que las muchachas pueden ir con falda. O a un gitano rumano que no se pueden dedicar a vivir en la calle intimidando y molestando al vecindario. En el barrio de Salamanca la inmigración se ve de p*** madre eso sí, claro, lo del «agregado» por ahí ya les gusta más.

    Donald Trump, Le Pen, el UKIP y demás partidos de ese pelaje suben porque la gente que sufre las consecuencias negativas de la inmigración no sólo NO es tonta, sino que es muy lista y ve que los partidos tradicionales viven en otro mundo. Luego hay «sorpresas» entre los politólogos, que muchas veces tampoco se enteran de lo que se cuece.

    Que den gracias los partidos españoles de que el % de inmigración sea más bajo que en otros países europeos, y que mucha sea hispanoamericana y cercana culturalmente. Si no ya se hubieran dado varias hostias en las elecciones. Y Podemos que no agite mucho el «refugees welcome», que como vengan de verdad, se dará otra hostia.

  7. […] debat sobre la integració europea és, de una forma o una altre, un debat entre guanyadors i perdedors de la globalització, i per tant és divideix tant als partits de l’esquerra com de la dreta europea. Als primers […]

  8. Mr. Welfo dice:

    Los beneficios de la pertenencia ni son claros ni son tales. Para las clases trabajadoras no los hay, y para las clases medias tampoco, aunque esto es una cuestión territorial: Escocia sí se beneficia de forma neta de la UE, lo que es Londres y su hinterland (es decir, los dos tercios de Inglaterra), claramente no.

    La cuenta está mal hecha. Económicamente no va a cambiar nada entre el RU y la UE con un Brexit. Ni siquiera es cierto eso tan cacareado de que el RU va a perder capacidad de decisión en cuanto a sus relaciones comerciales: es un socio demasiado importante como para ignorarlo y además, como claramente seguirá perteneciendo al EEE (vía EFTA o vía bilateral como Suíza), seguirá pagando gran parte del sostenimiento burocrático de la UE, como un fielato a cambio de tener el mercado abierto. Por otro lado, recuperará la soberanía nacional de la forma más plena que puede hacer un estado occidental ahora mismo. Pero esto no es tan simple como parece.

    La relación entre Suíza y la UE es el paradigma que hay que vigilar: Suíza se beneficia de la UE todo lo que puede y tiene suficientemente margen de maniobra como para ir por libre en lo que le conviene, lo que se traduce en un estándar de vida muy superior al de sus vecinos geográficos. Como tiene una economía mucho más diversificada (y financiera) que Noruega, puede hacer muchas más virguerías que un estado mucho más petrolero que Rusia (infinitamente más). La cuestión es que Suíza, políticamente hablando en el tablero político internacional, es totalmente I-RRE-LE-VAN-TE, es decir, no pinta una puta mierda, para su peso económico que es muy considerable (en cifras relativas, mucho más importante que España, por ejemplo). Pero esto también debe ser puesto en su contexto: la UE no es que pinte mucho más y amenaza con pintar aún menos, sobre todo respecto a su tamaño económico.

    Por tanto, lo que perderá el RU con un Brexit será peso geopolítico y de forma brutal (y posiblemente la escisión de Escocia, cosa que también puede beneficiar a las islas de forma global, y seguramente lo hará). Se convertirá en una Suíza bis, esto es algo que el votante medio entiende perfectamente, que está ya encima de la mesa en el debate, y que es un arma de doble filo para el pijo Cameron y su banda.

    En resumen: es más que posible que el Brexit traiga el ocaso definitivo torie en Inglaterra o cómo se configure el Reino Unido. Esto también se empieza a intuir en el electorado británico. Los tories tienen el poder que tienen también por su «especial relación» como mamporreros de EEUU, una Inglaterra suizificada fuera de la UE, con toda seguridad fuera de la OTAN (tan pronto se hagan cuentas a los pocos años del Brexit), provocará el colapso completo del partido Tory, y no voy a hacer previsiones si a manos del UKIP o cualquier otra cosa que venga por el camino sin existir todavía.

    Si fuera mi pasta, yo apostaría por un resultado contundente a favor del Brexit. Y esto pasará una enorme factura a la UE, que tiene todas las papeletas en ver más salidas (Escandinavia en bloque, comenzando por Finlandia), convirtiendo todo el tinglado en un protectorado franco-alemán de todo el sur europeo con miembros a la carta con privilegios soberanos. No es descartable incluso que desaparezcan estados enteros en una federación sur-europea totalmente mangoneada por el BCE, la economía es la que lleva la batuta y la política va a remolque, y un país de pandereta como este, sin ejército, sin moneda y sin soberanía legislativa, con una clase política españolista totalmente vomitiva, no se le ve por ninguna parte la menor herramienta de hacer frente a todo esto.

    P.S. No esperen por Rusia. Quieren llegar a pactos con Alemania, no con esa comunidad de vecinos subnormales que aún se llama la UE. Miren la ampliación del Nord Stream.

  9. M. Oquendo dice:

    Estimada Berta.

    ¿Cómo hemos de interpretar sus lectores el siguiente párrafo de su post?
    » La extrema-derecha euroescéptica (y en menor medida la extrema izquierda) están consiguiendo movilizar a sectores cada vez más grandes del electorado en muchos países.»

    ¿Qué criterios usa para calificar al discrepante de «extremo»?
    Me temo que el repartir carné de extremismos a cuenta del presupuesto es uno de los riesgos deportivos del momento.

    Analicemos los asuntos con ecuanimidad.
    Por ejemplo:
    ¿ Hay cinco ventajas contrastables para UK de seguir los Dictados de la Comisión o para España de seguir en el Euro?
    ¿ Podemos explicar por qué UK, Dinamarca, Suecia, Hungría y de momento Polonia han hecho mal en renunciar a su soberanía monetaria y nosotros, mucho más «capaces», hemos hecho bien sometiéndonos al Euro y al BCE?

    Mucha gente somos y nos sentimos Europeos, pero no de esta UE capaz de no enterarse de que Holanda y Francia votaron un estruendoso no a la Constitución europea (2005) para que su voto fuese totalmente ignorado o de actuar impávida en contra del 89% de la ciudadnía (encuesta de Figaro sobre inmigración) o de enviar ministros a azuzar un golpe de Estado (Kiev) o a ocultar a los culpables de un derribo de un avión civil por «imperativos» geopolíticos.

    Esta Europa tiene un estatus Colonial y no ofrece Horizonte mínimamente atractivo para cualquiera que se moleste en analizarlo.
    Habrá que hacer otra cosa.

    Un saludo cordial

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