De la universalización a la calidad: los nuevos retos del siglo XXI

El siglo XX fue en el mundo desarrollado el periodo de universalización en el acceso a la educación. Durante la primera mitad del siglo, y mientras Estados Unidos lideraba a nivel mundial las cifras de matriculación y alfabetización, la vieja Europa se caracterizaba por un modelo selectivo, construido en el siglo XIX y que servía a las burocracias nacidas de los nuevos estados-nación. La segunda mitad de siglo supuso lo inverso. Los países europeos comenzaron una carrera hacia la cobertura universal y desarrollaron modelos de escuela comprensiva. Incluso empezaron a preguntarse qué había más allá del acceso y la cobertura. A día de hoy, el estudio de las políticas educativas en el siglo XXI plantea desde nuestro punto de vista cuatro elementos fundamentales.

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En primer lugar, la literatura reciente apunta a que no hay relación entre los años de escolarización y el aumento de la renta per cápita. La relación estaría presente, más bien, entre el nivel de calidad del sistema educativo –medido a través de los resultados académicos de los estudiantes– y el crecimiento económico. La mejora de la calidad tiene siempre críticos que plantean un dilema donde no queda otra opción que elegir entre primar la excelencia y el mérito o garantizar la equidad. Se trata de una visión miope que niega la capacidad de un sistema educativo para proveer servicios de calidad a todos los niños y ser capaz de atender de forma flexible a todas las necesidades. Aunque complicado y de difícil implementación, la evidencia internacional (por ejemplo, en Finlandia, Canadá, o Corea del Sur) pone de manifiesto que calidad y equidad no tienen por qué estar reñidas, simplemente suele costar más esfuerzo, tiempo y recursos conseguirlo. Los países caracterizados por una alta calidad y excelencia en sus sistemas educativos son precisamente aquellos fuertemente cohesionados y que atienden la desigualdad educativa de forma más eficaz. O lo que es lo mismo: no hay calidad sin equidad.

Segundo, las características y necesidades del alumnado han cambiado, y eso se debería reflejar en nuestras políticas docentes. El modelo educativo de la primera mitad del siglo XX se inventó (sobre todo en secundaria) para un sector reducido de la población: los de niveles socioeconómicos elevados o las élites. La homogeneidad del alumnado significaba que el sistema operaba sin necesidad de un cuerpo docente amplio y profesionalizado. Esto (por fortuna) ya no es así. La universalización de la educación implica una mayor diversidad del alumnado, tanto en términos socioeconómicos, como de intereses, necesidades, y (cada vez más) idiomas. La evidencia apunta a la necesidad de una mayor profesionalización del cuerpo docente, un sistema de formación altamente desarrollado y unos mecanismos de selección más efectivos que atraigan a los graduados más capaces y motivados.

Tercero, una de las características del modelo educativo occidental en el siglo XX es su visión industrial de la educación como un proceso de adquisición de conocimientos que más tarde tendrían una aplicación práctica en la vida adulta. Sin embargo, la investigación reciente en psicología, educación, economía del comportamiento y neurociencia muestra que no solo la inteligencia medida por el cociente intelectual es el determinante principal (junto con el origen socioeconómico) del aprendizaje, sino que existe una multiplicidad de habilidades en los individuos que explican la evolución posterior en la vida adulta (Heckman y Kautz hacen un estupendo resumen aquí)[1]. Por tanto, resulta fundamental redefinir los objetivos de un sistema educativo más amplio en cuanto a formación de competencias. El objetivo sería una transición a nuevo un modelo basado en el desarrollo de competencias básicas y socioemocionales que fomenten más que nunca habilidades como la creatividad, la expresión artística, la capacidad de comunicación, el trabajo en equipo y la integración en la sociedad.

Finalmente está el tradicional enfrentamiento entre el enfoque economicista de la educación y el humanista en la concepción de las políticas educativas en un estado moderno. En concreto, la visión economicista de la educación entiende la educación como un instrumento productivo de la sociedad en el que las oportunidades de los niños se materializan si su inserción laboral es exitosa. Por otro lado, la visión humanista o sociológica entienden la educación más bien como un espacio de aprendizaje, realización personal, convivencia en una sociedad democrática, adquisición de capacidades críticas y formas variadas de expresión. Es algo que exploraremos, aunque en nuestra opinión no debemos renunciar ni a lo uno ni a lo otro. No hay sistema educativo exitoso que no sea capaz de promover la inserción laboral efectiva y el progreso económico y social, ni que a su vez no sea capaz de promover el desarrollo personal, la capacidad crítica y la integración de los niños en sociedades democráticas y plurales. En un contexto de globalización y una sociedad del conocimiento, entendemos que la apuesta por modelos comprensivos que promueven el aprendizaje por competencias multiplica las posibilidades laborales de los jóvenes y a la vez permite su integración y movilidad social. De nuevo, los ejemplos de los países que apuestan por la educación y tienen en cuenta estas dos visiones son precisamente aquellas democracias más avanzadas e igualitarias, y que a la vez se han adaptado a las necesidades laborales del siglo XXI con sistemas educativos exitosos.

Coda: los retos de la implementación y la rigidez del sistema

En casi todos los sistemas educativos (incluido el nuestro), las políticas educativas presentan dos asignaturas pendientes que requieren ser explicadas y sobre las cuales no se ha incidido lo suficiente. Primero, la falta de implementación de las políticas. Una ley educativa no es una ley que regula derechos sociales (matrimonio homosexual, aborto), sino una  política pública muy sofisticada (quizás, junto a la salud, la más sofisticada de todas) que requiere consensos amplios, diseños rigurosos y sobre todo planes de implementación con mecanismos de coordinación eficaces entre administración y los centros escolares.  En nuestro país, existe la creencia de que la educación se puede modificar a golpe de ley a través de un activismo legislativo mal entendido, que interpreta que desde el despacho de un Ministerio (o de una Consejería) se puede dirigir a los cientos de miles de profesores, maestros, padres y finalmente niños para que estos acaten y ejecuten.

Ese fenómeno encierra una carga añadida: la rigidez de los sistemas educativos es una barrera muy importante que impide muchas veces su correcto funcionamiento. El exceso de regulación, normas y reglamentos impiden muchas veces que las decisiones de los policy-makers sean claras y fáciles de interpretar en los centros escolares y confunden a un profesorado que puede acabar desorientado y finalmente desmotivado. En ese sentido, creemos en definitiva que siendo estos el motor fundamental del cambio educativo, debemos trasladar más confianza, apoyo y autonomía a los centros escolares y por supuesto a los verdaderos protagonistas del cambio, los docentes.

Una prioridad que no está (aún) en la agenda

En Politikon lanzamos desde hoy un ciclo que pretende ilustrar y describir en profundidad varios temas relacionados con la educación. El objetivo principal es fomentar un debate basado en la evidencia que ponga a la educación en el centro de la agenda. Lo haremos con la colaboración de académicos, profesionales, y otros expertos en la materia.

Consideramos que es el momento adecuado para hacerlo por tres motivos. Primero, la educación es el motor de cualquier sociedad democrática avanzada. Segundo, la política educativa ha sido tradicionalmente una de las grandes olvidadas de la política española. Y tercero y muy importante, porque el nuevo escenario multipartidista puede permitir que emerjan elementos de un nuevo consenso para los próximos años. Se abre en definitiva una ventana de oportunidad para la educación. No la desaprovechemos.  

[1] Ver King y Rogers (2014) para una explicación más detallada.


16 comentarios

  1. Argos dice:

    Pregunta: ¿cuantos años como profesor tiene a sus espaldas quien ha escrito todo esto?.

    A ver si esto va a ser como esos que no han pisado un campo en su vida pero, con su carajillo mañanero y el Marca abierto, te explican como ganar un campeonato.

  2. Nemo dice:

    No estoy para nada de acuerdo con el enfoque general de esta entrada, cargada de afirmaciones arbitrarias. Llevo más de 15 años en el mundo de la educación (universitaria) y he sufrido las consecuencias de esos planteamientos cuyo único problema radica al parecer en que «no se implementan» con la suficiente convicción o con los suficientes recursos. El cuento de siempre.

    No es verdad que los políticos se limiten a generar regulación. Son muy activos en lo que les interesa, y ejercen un control férreo a través de la inspección y los directores de centros en la educación secundaria, pero orientada a sus propios objetivos. La falta de motivación no tiene su origen en lo que el texto señala, sino en esta educación basada en el absurdo de «desarrollar competencias básicas y socioemocionales que fomenten habilidades como la creatividad, la expresión artística, la capacidad de comunicación, el trabajo en equipo y la integración en la sociedad». Un profesor de historia del arte no está para eso, sino para enseñar arte. Un profesor de matemáticas está para enseñar matemáticas. Etc. Y debe ser valorado por la calidad de su trabajo, que es ese. No son «educadores», «socializadores» ni «comisarios políticos», sino profesores de determinadas materias (matemáticas, lengua, química).

    La visión humanista o sociológica «entiende la educación más bien como un espacio de aprendizaje, realización personal, convivencia en una sociedad democrática, adquisición de capacidades críticas y formas variadas de expresión». El estudiante va al instituto o a la universidad a aprender, no «a realizarse», ni el profesor está para realizar al alumno o para estimularle a que se exprese de «formas variadas». Qué «capacidad crítica» puede tener un estudiante joven absolutamente ignorante, o qué crítica puede hacer en clase de trigonometría. Qué «formas de expresión» caben en clase de química.

    El aprendizaje cuesta esfuerzo y se hace fundamentalmente solo. ¿Qué es eso del «trabajo» en equipo? Puede valer para alguna actividad, pero no para la mayoría de ellas. No todos tenemos talento artístico, ni vocación artística, ni la mayoría de las materias tienen nada que ver con el arte, aunque es fundamental aprenderla, conocerla (en vez de perder el tiempo con «pretecnología», «educación física» y mil chorradas más). Etc.

    «De nuevo, los ejemplos de los países que apuestan por la educación y tienen en cuenta estas dos visiones son precisamente aquellas democracias más avanzadas e igualitarias». ¿Cuáles? ¿Corea del Sur? ¿Finlandia? ¿Cómo se miden las variables de esa afirmación? ¿Cómo se demuestra la relación causal? Esos no son modelos de sociedad trasplantables a otros países, ni son «modelos» deseables (Asia, Norte de Europa).

    Esto es la cháchara de pedagogos que han arruinado totalmente el sistema educativo, frustrando a alumnos y profesores y dañando ya sin remedio a varias generaciones. Y siguen. Dicen que van a analizar el tema, pero ya tienen las conclusiones.

    • Epicureo dice:

      Yo le comprendo. Bastante tienen ustedes con enseñar, y ahora les echan encima la misión de socializar. La respuesta está en el artículo: los mejores resultados los obtienen países «fuertemente cohesionados». Pero esa cohesión no se enseña en las escuelas, es fruto de las circunstancias históricas, políticas y económicas, y se transmite con el ejemplo. Requiere, entre otras cosas, unabaja o moderada desigualdad económica y, generalmente, homogeneidad étnica (aunque no siempre). También requiere una cultura del esfuerzo y la solidaridad fuertemente inculcada durante generaciones. Pero vivimos en una sociedad en la que la injusticia, la frivolidad y el egoísmo se asocian con el éxito, y con razón. Arréglenlo y ya verán cómo se arregla la educación también.

  3. heathcliff dice:

    Las sociedades fuertemente cohesionadas no son ni multiculturales ni cosmopolitas.

    Y sí, creo que el artículo da a entender que ya tienen las conclusiones y ya iremos viendo de dónde las sacaron.

    Y adelanto otra: que necesitamos más dinero y más plazas de funcionario para los nuestros.

    Pago pincho de tortilla si me equivoco. A todos.

  4. El sistema educativo es una organización cada vez más cara y complicada en la que progresivamente se gasta más para obtener el mismo rendimiento; y gran parte del gasto empleado en educación se dedica al mantenimiento de la organización misma, no se invierte directamente en la labor educativa. En torno a la educación, se ha montado una empresa gigantesca. Además de profesores, hay un ejército de orientadores, pedagogos, asesores, inspectores, psicólogos, editores o informáticos que viven de ella. Decenas o cientos de miles de personas, máquinas y edificios dedicados a impartir conocimientos y valores de todo tipo.

    Como muchas otras instituciones, el sistema educativo tiende a olvidar los fines para los que ha sido diseñado y se convierte en un fin en sí mismo. En vez de ofrecer el servicio que debiera, sirve a sus propios intereses. Se convierte en una industria que fabrica y vende un servicio, cuya demanda no depende exclusivamente de que este servicio sea necesario sino también de que se haya hecho creer que se necesita y se hayan dispuesto las cosas de tal manera que no haya otras formas de obtenerlo distintas de la oficial.

    Pero las dos funciones para las que originalmente estaba destinada la escuela se podrían cubrir de otras maneras, posiblemente mejores, más baratas, más flexibles y con menos carga ideológica.

    http://www.otraspoliticas.com/educacion/desmontar-la-escuela

  5. EB dice:

    Los lectores que quieran saber algo sobre los discursos anuales de los presidentes de EEUU pueden leer estas referencias sobre los discursos más memorables (si uno busca en Google, bajo “most memorable state of the union addresses” se puede acceder a otras referencias)

    https://www.washingtonpost.com/news/the-fix/wp/2013/02/11/the-10-most-memorable-state-of-the-union-addresses-video/

    http://www.realclearpolitics.com/lists/top_10_state_of_the_union_addresses/

    https://newrepublic.com/article/116314/best-state-union-addresses-history

    Leyendo esas referencias y otras está clarísimo que el discurso de anoche no estará en ninguna lista de los 100 más memorables.

    Más importante, y para no quedarse con la celebración emotiva y partidista de Roger, recomiendo leer este análisis editorial del WSJ

    http://www.wsj.com/articles/the-obama-legacy-project-1452643869

    Agradeceré a Roger que haga una crítica de esa editorial.

  6. En 1995, en el Hotel Fairmont de la ciudad de San Francisco, se celebró el primer Foro del Estado del Mundo, al que asistieron líderes políticos, económicos y científicos de primer orden; entre ellos George H.W.Bush, Mijail Gorbachov, Margaret Thatcher o Bill Gates. Su objetivo era estimar la situación del mundo, presente y futura, y sugerir posibles líneas de actuación.
    Una de las conclusiones de este encuentro fue el reconocimiento de una evidencia: en el próximo siglo (es decir, en este) bastaría con el 20% de la población para mantener la actividad económica mundial. En consecuencia, el 80% restante no sería necesario para estos fines; lo que planteaba un serio problema social y político: ¿cómo podría la élite mundial mantener la gobernabilidad de la humanidad sobrante? ¿Cómo habrá que educar a aquellos que no van a acceder al trabajo, o lo van a hacer de una forma precaria y esporádica?
    http://www.otraspoliticas.com/educacion/entetanimiento

  7. Comenio dice:

    Qué nivel Maribel! Tanto del artículo como de los comentaristas.

  8. A lo largo del día, he enviado dos comentarios a este artículo y veo que no se han publicado. Querría saber si han sido censurados por algún motivo o si han sido desviados a la papelera de spam.
    Gracias por vuestra atención

    • Octavio Medina dice:

      Hola! Perdona, creo que efectivamente se habían ido a spam. El proceso de aprobación es manual, así que a veces tardamos un poco.

      • EB dice:

        Octavio,

        Gracias por aclarar que el proceso de aprobación es manual. Mi comentario a su post no fue un error, fue un intento de probar si el proceso era manual o automático. Mi comentario está referido al último post de Roger que no lo aprobó, algo que tomo como evidencia de un problema grave en España, esto es, el lavado de cerebros que se practica en todo el sistema escolar y especialmente en las universidades. Mientras la educación escolar y universitaria siga monopolizada por el Estado en sus distintos niveles (sí, se que hay escuelas y universidades privadas pero muy reguladas), el lavado de cerebros será difícil de erradicar (no olvidemos que en España los medios de comunicación sirven a los partidos y los gobiernos y son otro instrumento para el lavado de cerebros). Por supuesto, no es excusa que en muchos otros países se intente, en distintos grados, algo similar.

  9. Aloe dice:

    Hay una ley inmutable en el Universo, según la cual cualquier artículo sobre educación publicado en el ámbito español, provoca inmediatamente una fila de comentarios procedentes de los sargentos chusqueros de la enseñanza pública, diciendo siempre las mismas cansineces.

    Un corolario de esa ley es que si el artículo aporta datos y habla de estadísticas y números, los comentarios deplorarán el materialismo de hoy día, la pérdida de las Humanidades y la presunta obsesión por la productividad.
    Mientras que en cambio si se habla de entidades cualitativas como integración, o de valores de alguna clase, los comentarios clamarán que lo importante es derivar ecuaciones correctamente, hacer mucho análisis sintáctico, y sufrir mucho en el camino, y que hay que dejarse de monsergas.
    Hay otras pintorescas características que nunca varían, que se resumen en exponer acaloradamente la opinión de que, si la enseñanza no es lo que debiera, es porque nunca se ha dejado en las manos de los licenciados que la ejercen, los cuales no tienen nada que ver con ella. Los demás pensamos que sí, pero es porque somos muy ignorantes.

    España es un lugar maravilloso.

    • Lucas Gortazar dice:

      Totalmente de acuerdo, Aloe.

      Mariano Fernandez Enguita se ha referido a esto alguna vez.
      http://ined21.com/p7133/

      ¿Cual crees que sería la forma de romper ese guión de guiñoles?

      • Aloe dice:

        Cambiar la mentalidad colectiva de una organización no es fácil, más cuando en realidad está muy extendida en los responsables políticos y en la sociedad en general (esa mentalidad según la cual hay que sufrir en una oposición para adquirir un derecho y no meramente ser reclutado para ejercer una tarea). Pero yo creo que las claves serían dos:
        – Cambiar la filosofía del reclutamiento de profesores, primero exigiendo bastante más, sobre todo a los de Primaria, y segundo centrando los requisitos en hacer el trabajo y estar dispuesto a aprender a hacerlo bien. Un poco en ese sentido iría la reclamación de un «Mir» de profesores, aunque algo que toca los intereses de tanta gente, y tanta gente con voz pública, siempre está en el filo de convertirse en un paripé (como el viejo CAP y el actual máster que es su heredero)
        – Poner todo el hincapié en los resultados, entendiendo por tales la rebaja o minimización del fracaso escolar y la promoción de los resultados mejores en el promedio y en el tramo superior. Tomarse eso en serio implica establecer incentivos, lo cual siempre corre el peligro de hacerse mal y además cuesta dinero. Y es terriblemente impopular en el sector. Una razón justificada de su impopularidad es precisamente el hacerlos mal, es decir, valorando rendimientos absolutos en lugar de estableciendo objetivos de mejora según el punto de partida, que sería el modo de hacerlos bien.
        El mensaje que captan los miembros de cualquier organización no son las palabras grandilocuentes, son los actos como tales. Ni siquiera es necesario que los incentivos sean monertariamente muy cuantiosos, sino simplemente que transmitan un mensaje claro sobre qué es lo importante: que los alumnos tengan éxito. Esta obviedad de ninguna manera es generalmente aceptada por el profesorado, por extraño que parezca.

        Otra cosa necesaria, que no es responsabilidad directa de los profesores pero que es casi inamovible por los intereses creados de cada especialidad, es el espantoso currículo de Secundaria. Cualquier reforma razonable agruparía materias y dejaría el número de asignaturas con las que lidia un alumno anualmente en cinco o seis y no once o doce. Y además procuraría que fuesen mucho más prácticas y experimentales y no solo completamente memorísticas como ahora.
        En fin, no quiero extenderme más, pero otro defecto de nuestro sistema es igualar lo «bueno» con lo «obligatorio», y ser cuartelero y coactivo en un grado enteramente innecesario. Los requisitos para titular ESO y no quedarse en la cuneta de la vida deberían ser las materias que considerásemos imprescindibles, aunque los alumnos pudieran añadir otras optativamente. La locura de dejar tirado a un alumno porque ha suspendido Francés de Tercero y dos de Cuarto (no fundamentales) sería considerada estúpida e irrazonable en otro país que no venerase las oposiciones a Notarías como este.

        Disculpas si me he extendido mucho y me ha podido la pasión…

        • Aloe dice:

          Y si no he cerrado la etiqueta de negrita bien en «resultados». Condenado android y condenado html. 🙁

  10. Iker dice:

    Por animar a la gente, me quedo con el título del artículo, «Ciclo de Educación», y el objetivo «fomentar debate». Para ser el primero va bien, habrá que ver el último. Saludos.

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