Política

Federalismo realmente existente (II): gasto público

20 Jul, 2015 - - @egocrata

Los nacionalistas catalanes a menudo critican las propuestas federalistas debido a su carácter homogeneizador. Si todos los estados dentro de un país tienen las mismas competencias, dicen, eso se traducirá en una serie de instituciones uniformes que no respetan las diferencias entre regiones y sus preferencias políticas.

Estos días andaba mirando datos presupuestarios en Estados Unidos, comparando la carga fiscal de Connecticut con otros lugares del país (para los curiosos, este es el motivo). Estados Unidos es una federación completamente simétrica: la escueta constitución no da ningún trato o nivel competencial especial a ningún territorio. Eso no impide, sin embargo, que cada estado tome decisiones completamente distintas sobre sus niveles de gasto público, haciendo que veamos gráficos como este:

PIB gasto USA

Los datos están sacados de la oficina del censo, y cubren gasto estatal y municipal, ya que muchos servicios públicos (educación, bomberos, policía) son prestados a nivel local bajo regulación estatal. Los datos del PIB vienen del BEA; he excluido Alaska por los ingresos derivados del petróleo.

Las diferencias entre los estados que más recaudan (Vermont) y los que menos (Texas) en porcentaje del PIB son enormes, casi 2 a 1. Los votantes de Vermont (el estado más izquierdoso del país bajo muchas métricas) han decidido dar sanidad a más gente, gastar más dinero en colegios y básicamente hacer del estado un lugar con más servicios públicos. Texas es Texas; si eres pobre y estás enfermo, buena suerte.

Las cifras, sin embargo, pueden dar una idea un poco extraña sobre qué estados son más progresistas, ya que las diferencias de renta entre Connecticut y Mississipi son realmente enormes (2 a 1, según como se midan). Otros estados, Como Delaware, tienen PIBs absolutamente enormes ya que son la sede de muchísimas compañías (Delaware, el lugar más barato para abrir una empresa) o albergan medio gobierno federal (Virginia). Para ver las diferencias entre estados hay otra métrica, midiendo el nivel fiscal como porcentaje de la renta personal media:

PIB gasto estados

Dakota del Norte y Wyoming, como Alaska, son estados extractores de recursos naturales (petróleo, gas), así que el gráfico de nuevo tiene sus inconvenientes, pero la escala de preferencias políticas es bastante obvia, así como las diferencias. Oregon, Vermont o Minnesota son progresistas propensos al gasto; New Hampshire es el cuñado de derechas de Nueva Inglaterra. De nuevo, algunos estados pobres tienen una presión fiscal considerable, ya que el nivel de renta de sus ciudadanos es más limitado (esto a menudo lo compensan teniendo sistemas fiscales horrendamente regresivos, por cierto); podríamos controlar por riqueza, pero basta para darse una idea.

Lo importante, en todo caso, no son tanto los detalles particulares de Estados Unidos, sino cómo un sistema federal simétrico puede albergar comunidades políticas con preferencias completamente distintas sin requerir excepciones o regímenes especiales. La clave es permitir que cada unidad tenga libertad para escoger su nivel de ingresos y gasto (que deben ser el mismo, ya que están obligadas a tener déficit cero) y tenga las herramientas para recaudar cómo y cuánto quieren para pagar por esos servicios. El gobierno federal se ocupa de aquellos programas que deben ser nacionales por necesidades técnicas (seguro de depósitos bancarios, parte de las prestaciones de desempleo durante recesiones, pensiones) o porque así lo decide el Congreso (Medicare, ACA). En materias en que el gobierno central quiere establecer un mínimo de servicios estatales, Washington debe pagar ese tramo de los servicios (Medicaid, por ejemplo).

Las diferencias entre estados acaban siendo considerables (y las balanzas fiscales para los estados ricos, por cierto, mucho peores que para Cataluña o Madrid), pero nadie parece exclamarse demasiado. El federalismo, cuando funciona, genera esta clase de disparidades, porque eso es lo que quieren los votantes. Los políticos del centro no deberían preocuparse por el hecho que los habitantes de una región quizás quieren más impuestos y servicios, y los de la periferia no deberían tener miedo que el tener la misma capacidad de decisión que el resto represente la muerte de las diferencias.

En los gráficos de arriba, por cierto, se ve que Connecticut está lejos de ser un infierno impositivo socialista. Es un estado riquísimo, así que puede pagar muchos servicios con impuestos relativamente bajos. Lo hace, por cierto, de forma espectacularmente regresiva, gravando a las familias de rentas bajas y al trabajo muy por encima que a los ricos y las empresas. Pero eso es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.

 


11 comentarios

  1. Alnair dice:

    El secreto del éxito en EEUU es la corresponsabilidad fiscal.

    Si se te ocurre defender que cada comunidad solo gestione lo que puede pagar con sus impuestos, los clamores de insolidaridad y discriminación atronarian el país entero.

    Con el sistema actual, andaluces y extremeños (por ejemplo) participan en la decisión de cuantos impuestos se aplican a madrileños y catalanes, pero los últimos no pueden participar en la gestión de buena parte de los impuestos que llevan a cabo los primeros.

    • Alatriste dice:

      Eso que dices en mi opinión no tiene nada que ver con el sistema americano… de hecho, eso que dices se parece tan poco a lo que sostiene el artículo que uno tiene que preguntarse sinceramente si lo has leído.

      El sistema de los Estados Unidos no se basa en que «cada comunidad solo gestione lo que puede pagar con sus impuestos» ¡Es justo lo contrario! Todos los estados tienen exactamente las mismas competencias: luego si Vermont decide gastar en sus competencias de educación el triple que Texas (por poner un ejemplo) eso es estrictamente asunto suyo. Pero al contrario que aquí 1) los estados controlan sus propios impuestos y pueden recaudar tanto o tan poco como sus votantes aprueben, y 2) los estados están obligados a tener déficit cero (aunque me pregunto si ese principio se cumple al 100% en la práctica… al menos los ayuntamientos sí que pueden endeudarse y declararse en bancarrota, como Detroit)

      Y con el sistema americano, exactamente como en el nuestro, los nativos de Alabama y Mississippi «participan en la decisión de cuantos impuestos se aplican a» New York, California y Connecticutt (la última vez que miré escogían representantes para el Congreso) mientras que estos últimos no tienen nada que decir sobre como gastan esos estados el dinero federal. Y hay estados que reciben fondos federales muy considerables, tanto directamente como mediante subvenciones a programas estatales…

  2. Minded dice:

    «Si todos los estados dentro de un país tienen las mismas competencias, dicen, eso se traducirá en una serie de instituciones uniformes que no respetan las diferencias entre regiones y sus preferencias políticas»

    Si sólo unos pocos tienen el título de marqués, pero todos tienen los derechos de un marqués, ¿cómo distinguir al verdadero marqués, con pedigrí y derechos históricos, de quien no lo es?

    De eso trata la eterna monserga de los fachas catalanistas: no de adquirir más derechos, sino de evitar que otros tengan los que ellos tienen. Que aún hay clases, oiga, y usted no sabe con quién está hablando, advenedizo.

    La vuelta al Antiguo Régimen, en suma.

  3. Un gallec dice:

    Es probable que con más federalismo y gobiernos centrales capaces de ver más allá del Ayuntamiento de Madrid las cosas mejorarían pero, Roger, no nos hagamos trampas al solitario. Los problemas territoriales de España no vienen de grandes disparidades sobre lo que la gente de las distintas CCAA piensa sobre qué debe hacer el Estado. Hay diferencias significativas en el apoyo a las pensiones o la sanidad pública entre las distincas CCAA? Son mayores o menores que las de otros estados federales? La verdad, me sorprendería.

    Hay un gran margen para descentralizar que probablemente mejoraría la eficiencia (e.g. un mismo salario mínimo para Navarra y Extremadura puede no tener sentido) pero esto va de identidad, no de eficiencia.

  4. Carlos Alonso dice:

    ¿Y no hay fuga de empresas y gente rica de Dakota del Norte a Dakota del Sur (primero y último del segundo ranking)? ¿O la diferencia se explica sólo por los recursos naturales?

  5. Luis Rey dice:

    Habría que introducir el concepto de federalismo cooperativo. Desde un punto de vista puramente económico Estados Unidos es un federalismo asimétrico porque los Estados no contribuyen de igual manera al gasto federal. Eso no tiene nada que ver con lo que se conoce como federalismo asimétrico, es federalismo cooperativo. El federalismo asimétrico no tiene que ver con la economía sino con la cultura. Se basa en el convencimiento de que las leyes deben tratar de forma diferente realidades culturales e históricas diferentes. Generalmente se expresa en un estatus constitucional diferente. Llama la atención que lo que nunca se permitiría para individuos (diferencias constitucionales) se permita para comunidades e incluso se vea normal. Opino que el federalismo asimétrico así entendido no es más que una evolución de lo que Soroa llama federalismo remedial (el federalismo para mantener unido a lo que quiere separase frente al federalismo original que une lo diferente que quiere permanecer unido). Es un sistema tan inestable como el confederalismo. Históricamente no funciona, la mejor manera de unir lo diferente cuando se quiere separar es que el petróleo esté donde no hay nacionalismo. Por ejemplo en Alberta.

    • Hejo dice:

      Como sucede en Suiza, este gran ejemplo de inestabilidad.

      • Luis Rey dice:

        Suiza es un ejemplo de libro de federalismo simétrico. De hecho, es el ejemplo en muchos libros. España valdría como federalismo asimétrico.

      • Wahrsagen dice:

        Suiza mantiene el título de confederación por razón histórica de su origen, pero no lo es legalmente ya que los cantones de ninguna manera se pueden asimilar a estados independientes en ninguna faceta de su funcionamiento. Esto se corroboró con la Guerra de la Otra Unión -o Sonderbundkrieg- y la Constitución Federal -y federalista- que siguío en 1848.
        Para quien no sepa la Sonderbundkrieg ocurrío cuando cantones católicos y agrarios quisieron separarse y acogerse a la protección de los Habsburgo para formar una unión diferente hartos de la prepotencia de los cantones burgueses y portestantes. Hubo guerra que fue ganada por estos últimos.

        Aprovecho para decirle, Sr. Hejo, que está Usted muy mal informado sobre política suiza. En el artículo de Politikon, http://politikon.es/2013/11/19/secesionistas-en-colorado/ afirma Usted afirma en su comentario del 20 noviembre, 2013 a las 03:08, que «Por ejemplo, la creación de un nuevo cantón de habla francesa, el Jura, escindido de un cantón alemán, en Suiza. Sólo votaron los ciudadanos del área que se quería escindir». Eso es radicalmente falso como puede comprobar en https://www.admin.ch/ch/f/pore/va/19780924/index.html. Dentro de un proceso complicado, finalmente hubo un referendum en toda Suiza que fue aprobado con un 82.3% de síes y el sí de 19 6/2 cantones.

  6. Hander dice:

    «Las diferencias entre estados acaban siendo considerables (y las balanzas fiscales para los estados ricos, por cierto, mucho peores que para Cataluña o Madrid), pero nadie parece exclamarse demasiado.»

    Esto no es lo que concluía el último articulo de Germà Bel en la discusión con Angel De la Fuente. Las balanzas fiscales no salían mucho peor en estados americanos que en España y de hecho el caso de las Baleares, y en menor medida, Madrid, Cataluña y Valencia sí eran excepcionales.

    http://economia.elpais.com/economia/2012/10/12/actualidad/1350056817_573050.html

  7. Pescador dice:

    Siempre pasa lo mismo, mucho hablar de los gastos, pero también convendría estudiar de donde vienen los ingresos, ese insoluble problema por el cual un territorio no puede tardar actividades ejercidas en su territorio por empresas con sede en otros…

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