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Bajo los adoquines, los anticonceptivos (II)

7 Jul, 2015 - - @politikon_es

Hoy vemos la sexualidad como el dominio de la esfera íntima y privada. El consentimiento mutuo es suficiente para que una relación sexual sea socialmente aceptable. Sin embargo esto no ha sido siempre así. Incluso a día de hoy, solo lo es en algunos países del mundo desarrollado. Las instituciones sociales han regulado tradicionalmente la actividad sexual de forma muy distinta a como lo hacen hoy. Las normas legales (sancionadas por el Estado u otros órganos como la Iglesia) y sociales (los estándares de comportamiento percibidos como aceptables) y las mentalidades percibían hasta bien entrado el siglo XX el sexo como algo tabú y, sobre todo, reservado al ámbito del matrimonio. Hoy este tipo de mentalidades son cada vez menos comunes.

Aunque en principio la estigmatización del sexo prematrimonial afectaba tanto a los comportamientos masculinos como femeninos, el lector sospecha acertadamente que ésta ha tenido siempre una dimensión de género. Sin minusvalorar el problema de la homosexualidad, han sido las mujeres las que, históricamente, han sufrido con más fuerza por la práctica del sexo prematrimonial y la castidad ha sido considerada históricamente una virtud femenina. Aunque el feminismo no ha tenido una aproximación unánime respecto a la «revolución sexual», el avance que supone para el estatus de la mujer el cambio de percepción social del sexo prematrimonial, (especialmente en la medida en que supone una ganancia de autonomía personal), es difícil de cuestionar.

Látex, pastillas y sexo recreativo

El cambio del que hablábamos puede verse en el gráfico siguiente (sacado de aquí)

rise of premarital sex.gif

El gráfico muestra el cambio registrado tanto en la práctica (verde), como en la actitud (azul) hacia el sexo prematrimonial que se registra a partir de los años 60. Se puede ver el cambio de percepción social a raíz de la revolución sexual de los 60 usando la herramienta de google «ngram» . Vemos como aumenta el uso de la palabra «sexo prematrimonial» en su base de datos de libros:

Una explicación razonable de estos datos debería dar cuenta de dos rasgos:

  • Por qué las normas sexuales ponían el acento con más fuerza sobre el comportamiento de las mujeres y
  • Por qué el cambio se registra a partir de los años sesenta.

Veremos aquí que la censura del sexo prematrimonial estaba directamente relacionada con el riesgo de embarazo extramatrimonial debido a las consecuencias personales (hacerse cargo de un hijo en solitario, dificultad para encontrar marido) y sociales (debido a que una consecuencia se manifestaba en hijos abandonados de los que debía hacerse cargo la sociedad) aparejadas. El cambio en las normas sociales y legales y en las actitudes hacia el sexo prematrimonial tuvo como fuerza motriz la innovación tecnológica que supuso el desarrollo y democratización de los anticonceptivos. (y la caída del riesgo de embarazo derivado de la práctica del sexo)

El gráfico siguiente muestra cierta evidencia indicativa de como ambas evoluciones van ligadas.

Vemos en efecto como como el uso de la palabra «anticonceptivo», «condón» y «sexo prematrimonial» aumentan conjuntamente a partir de los sesenta -precisamente cuando se legalizó el uso de la píldora. La pregunta interesante es: ¿Existe una relación plausible de causalidad entre ambos factores? A continuación reseñamos una investigación que encuentra que esto es de hecho así.

La tecnología, semilla de la revolución (sexual)

Jesús Fernández Villaverde, Jeremy Greenwood y Nezih Guner han explorado en distintos trabajos (Greenwood Guner 2010 y Fernández-Villaverde, Greenwood, Guner 2014) este mecanismo causal.

Greenwood Guner 2010 construyen un modelo en el que el cambio social en la cultura sexual está guiado por el cambio tecnológico. La sociedad está dividida en grupos y cada uno de éstos está caracterizado por distintas actitudes respecto a la promiscuidad. Los individuos deciden dentro de qué grupo quieren circular -en cuál quieren socializarse. Los factores que guían esta decisión en el modelo son el riesgo de embarazo no deseado (que depende del estado de las tecnologías anticonceptivas) y el tamaño relativo de cada grupo. La idea es simple: la decisión de socializarse viene dada por la posibilidad de (a) encontrar una pareja que sea (b) lo más parecida a ellos en sus actitudes respecto al sexo. Por tanto, prefieren estar en un grupo que (a) Sea lo más grande posible (para encontrar pareja) y (b) se acerque lo más posible a sus preferencias (para que la pareja que encuentren no sea muy distinta a ellos). En función de esto los indviduos se seleccionan en dos grupos dónde la norma (social) respecto al sexo es distinta: lo llamaremos «promiscuos» y «abstinentes».

El modelo busca entender el cambio social , esto es, la evolución de actitud respecto al sexo en la sociedad. Los autores lo definen como la variación en el tamaño de cada uno de los grupos (abstinentes y promiscuos). La revolución sexual de los sesenta se puede entender como la transición de una sociedad en la que la mayoría de los individuos pertenecían al grupo «abstinente«, a una en el que pertenecen al «promiscuo«. Para capturar el impacto de las tecnologías anticonceptivas, los autores introducen una caída en el riesgo de embarazo asociada al sexo prematrimonial.

Algo que capta la atención es la dinámica revolucionaria: cómo en, relativamente poco tiempo, el cambio (cuantitativo) en el tamaño de los grupos, se traduce en un cambio cualitativo respecto a la visión mayoritaria de la sociedad. El modelo consigue generar esta dinámica mediante un efecto autocatalíctico. Dado que cuanta más gente haya en un grupo más probable es encontrar pareja de algún tipo, cuando una persona decide cambiar de grupo, también cambia el beneficio asociado a pertenecer a cada uno de los grupos (al cambiar su tamaño). Por tanto, el efecto de un cambio producido por un factor externo se amplifica: la ventaja de ser abstinente cae, una fracción de los individuos en el grupo abstinentes deciden volverse promiscuos pero, con ello, reducen el beneficio asociado a seguir siendo «abstinentes» de forma que para una nueva fracción de este grupo deje de compensar seguir perteneciendo a él, y así sucesivamente. Este tipo de dinámicas pueden crear transiciones relativamente rápidas dónde pequeños cambios cuantitativos que se perciban como cambios cualitativos. El artículo evalúa cuantitativamente el modelo y encuentra que en efecto el mecanismo permite dar cuenta empíricamente de la evolución del sexo prematrimonial y de otros hechos asociados.

El segundo artículo, Fernández-Villaverde, Greenwood, Guner 2014, plantea una idea similar. Aquí el factor clave también va a ser el riesgo de embarazo que depende de la disponbilidad de anticonceptivos. A la hora de decidir si tener sexo prematrimonial o no, las mujeres comparan el coste asociado al riesgo de un embarazo no deseado. ¿Cuáles son estos costes asociados? En el modelo, un embarazo fuera del matrimonio tiene tres tipos de costes afecta tanto a la (a) la productividad en el mercado de trabajo (debido a la interrupción de carrera), como a la (b) probabilidad de encontrar pareja y, además inflige un (c) coste asociado a la «vergüenza»de tener un hijo «ilegítimo».

Este factor de «vergüenza» es el ingrediente más original del modelo. Podemos pensar en él como el reflejo de las normas y concepciones sociales que rigen el comportamiento sexual y entender el cambio social como su evolución. Los autores lo modelan de forma que dependa de dos factores: (a) como los padres socialicen (eduquen) a sus hijos (b) del comportamiento de los demás miembros de su generación.

Otra originalidad del análisis de Fernández-Villaverde, Greenwood, Guner 2014 es que integran el papel de otras instituciones sociales, como el Estado o la Iglesia. Al soportar una parte del coste social de los hijos ilegítimos (dado que se encargan de suministrar servicios sociales y tienen interés en mantener el orden social), estas instituciones han intentado históricamente influir en el comportamiento social para proscribir el sexo prematrimonial, por ejemplo, incitando a los padres a educar a sus hijas de una cierta forma o llevarlas a la iglesia. El interés del modelo es de nuevo cómo explica la dinámica a raíz de la introducción de los anticonceptivos. El punto clave es que una caída del riesgo de embarazo cambia la estrategia de socialización de los padres. Uno de los autores lo explicaba con una imagen en esta entrevista:

si te preocupa mucho menos que tu hija se quede embarazada con 14 años porque puede tener acceso a anticonceptivos, no le tienes que lavar el cerebro con cuentos de los Hermanos Grimm en los que tocar objetos puntiagudos o relacionarse con gente desconocida es una mala idea.

Cuando cae la «vergüenza» que sufren las hijas por un embarazo no deseado, empieza una transición similar a la del modelo anterior de un equilibrio «abstinente», en el que la vergüenza asociada al sexo prematrimonial es alta, a uno «promiscuo» en el que es baja. Los autores comparan las estimaciones del modelo con los datos y encuentran que es capaz de replicar los principales hechos de los que hablábamos.

Cambio cultural y tecnología

En ocasiones, los cambios en las mentalidades se asocian a la evolución de las ideas, a las batallas de los intelectuales, a las mutaciones culturales o a una idea abstracta de progreso. Los trabajos que hemos repasado en este artículo apuntan a que un cambio eminentemente cultural como fue la revolución sexual de los sesenta, (así como todos los cambios en el estatus de la mujer y el matrimonio que lleva asociados), sólo fue posible gracias al desarrollo y popularización de tecnologías anticonceptivas. Esta idea, la de que la evolución social está profundamente afectada por las fuerzas tecnológicas es, en realidad, una idea antigua dado que:

Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus relaciones sociales. El molino nos da la sociedad de los señores feudales; la máquina de vapor, la sociedad de los capitalistas industriales.

Los hombres, al establecer las relaciones sociales con arreglo al desarrollo de su producción material, crean también los principios, las ideas y las categorías conforme a sus relaciones sociales.

Por tanto, estas ideas, estas categorías, son tampoco eternas como las relaciones a las que sirven de expresión. Son productos históricos y transitorios.


33 comentarios

  1. Alatriste dice:

    A este paso me van a conceder la Gran Cruz al Mérito Idiomático de la «Grammar Gestapo», pero donde dice «son tampoco eternas como las relaciones a las que sirven de expresión» debería decir «tan poco».

    Y luego… no sé. Es palpable la fuerte influencia de la ciencia y la técnica en la sociedad y en los cambios sociales, pero encuentro el determinismo marxista excesivamente simple. Aparte de que la conclusión evidente sería que el activismo político es inútil y que el verdadero progresista debería abandonar la política porque lo eficaz es quemarse las cejas estudiando ingeniería o microbiología, está el hecho de que no carecemos de ejemplos de involución tecnológica deliberada – con toda probabilidad impulsada al menos en parte por el deseo de evitar los cambios sociales – como el abandono de la tecnología naval en China durante el siglo XV y el de las armas de fuego en Japón durante el siglo XVII.

  2. Handmadefilms dice:

    Luis, un artículo muy interesante, enhorabuena.
    Pero en la parte en la que hablas de la vergüenza asociada al embarazo no deseado («Cuando cae la “vergüenza” que sufren las hijas por un embarazo no deseado…») me parece más lógico que caiga la posibilidad de quedarse enbarazada en vez de la vergüenza del embarazo no deseado (que lo veo más dependiente del tipo de sistema de bienestar de cada lugar).
    O igual lo he entendido mal…

    • Luis Abenza dice:

      Hola;

      La idea de la vergüenza es el estigma (no tanto social como también «personal») que tiene quedarse embarazada. En el modelo, los padres controlan a través de la educación, la «socialización» la importancia del estigma. Al caer el riesgo de quedarse embarazada, los padres, a los que les importa que sus hijos no tengan hijos ilegítimos por los otros efectos que tienen, los padres tienen menos incentivos para hacer que este estigma sea tan grande.

  3. Jacinto dice:

    Cabría mencionar también, aunque sea de refilón, el papel de la penicilina como catalizador de la revolución sexual, aunque ésta afectara por igual en hombres y mujeres. Fueron los hombres los que lideraron esa revolución, aunque lógicamente tenía que arrastrar a la mujer consigo.

    http://esmateria.com/2012/11/20/la-revolucion-sexual-que-provoco-el-doctor-fleming/

  4. Javier dice:

    Puestos a investigar causas y consecuencias, es interesante observar que los cambios sociales pueden tener consecuencias no deseadas.

    Se ha culpado a la revolución sexual de una serie de fenómenos relativamente nuevos que impiden la movilidad social y acrecientan las desigualdades económicas. Sobre todo a base de empobrecer a los más desfavorecidos. Como la prevalencia entre los estratos sociales más bajos de los hogares de un solo adulto (normalmente la madre), los divorcios o cohabitaciones en serie, los embarazos adolescentes, los padres ausentes…

    Todo fenómenos que no se daban en generaciones pasadas, por más que los niveles de pobreza objetivos fueran mayores. Parece que tantos tabúes y estigmas tenían su función.

    • Alatriste dice:

      ¿Seguro que no se daban? Yo diría que sí, y que si de verdad no se hubieran dado no existirían ni los tabúes ni los estigmas. Aunque temo que la discusión puede volverse bizantina debido a la carencia de estadísticas, la evidencia anecdótica y literaria del siglo XIX es muy abundante en hogares uniparentales (aunque la causa muchas veces fuera la muerte de uno de los cónyuges, no pocas veces la madre en un parto), embarazos adolescentes, abandono de recién nacidos y niños pequeños, delincuentes juveniles (cof, Oliver Twist, cof), padres ausentes, etc.

      Y por otra parte no parece que existan causas científicas o técnicas para periodos «libertinos» como el siglo XVIII o los locos años 20, ni para el cambio a modos de vida o ‘zeitgeist’ más… recatados, como la mayoría del burgués siglo XIX, o los años 30 y 40. Uno diría que aquí hay que volverse a otras causas, como las tensiones sociales, guerras, crisis y revoluciones.

  5. Emilio dice:

    Van para casi 50 años del mayo del 68 y el tiempo corre que es una barbaridad, máxime en una cuestión como la relacionada con las costumbres sexuales y la reproducción. Por eso, es fácil cometer el error de pensar que se está escribiendo sobre lo último, cuando en realidad se hace sobre lo penúltimo y entre una y otra cosa el mundo ha mudado radicalmente.

    Lo cierto es que, en el momento presente, en todas las sociedades avanzadas, las mujeres gozan del monopolio de los derechos sobre la reproducción y la sexualidad, y sería sobre esa realidad sobre la que realmente convendría que reflexionásemos.

    • Sgt. Kabukiman dice:

      …las mujeres gozan del monopolio de los derechos sobre la reproducción y la sexualidad…

      Pues no se contenga buen hombre.
      En particular sobre la realidad del goce del monopolio de los derechos sobre la reproducción…

      • Emilio dice:

        Si hay algo que no entiendas, no tengas problema en preguntar: te contestaré como ya hice en otro hilo a propósito de la educación en Finlandia y algunas dudas que tenías sobre la misma.

        • Sgt. Kabukiman dice:

          Creo que me confunde con otro, pero no se lo tengo en cuenta, los enemigos de la cruzada somos todos iguales.

          La lucha contra el matriarcado feminazi, sus asalariados y corifeos, es dura y mezquina, no apta para pusilanimes, la cabeza no da mas de si y a veces se mezclan nombres, fechas y conceptos.

          A lo que voy es que ardo en deseos de escuchar lo que tiene que decir acerca de gozar monopolizando los derechos sobre la reproducción…

          No se demore.

          Un cordial saludo

          • Emilio dice:

            Te contestaría de forma precisa si supiese qué parte de la frase: monopolio de los derechos sobre la reproducción no entiendes.

            Te daré algunas pistas: «nosotras parimos, nosotras decidimos» no es solo un eslogan es una realidad sociológica.
            «Serás padre si yo quiero, cuando yo quiera», tampoco es un eslogan responde bastante bien a la realidad presente de nuestras sociedades.
            Podría añadir incluso te haré padre aunque tú no lo quieras como sucede en algunos casos de paternidad robada, pero esta cuestión la trata más extensamente la entrada que acompaña otro de mis comentarios.
            Espero haber satisfecho tu curiosidad y tu interés.

            • Maese Alcofribas dice:

              En serio, Emilio, no sé si has sufrido alguna injusticia a causa del feminismo pero tu cruzada tiene el norte totalmente perdido. “Nosotras parimos, nosotras decidimos” se lo dicen las feministas a los antiabortistas, NO A SUS PAREJAS. Supongo que en las sociedades avanzadas son una abrumadora mayoría las parejas que tienen hijos de mutuo acuerdo, por lo que el «serás padre si yo quiero, cuando yo quiera» es tan cierto como el «serás madre si yo quiero, cuando yo quiera». Salvo en los casos de paternidad robada, sí, pero estos supongo que son una minoría muy minoritaria. En el pasado, y actualmente en muchas sociedades, ellas sí que eran madres aunque no quisieran (si es que tiene sentido el concepto «querer» en personas educadas para ser máquinas reproductoras y poco más). Pero a ti te alarman más las paternidades robadas de hoy en día que el papel de esclava, en todos los sentidos, de la mujer en el pasado. Qué coño, es que ni siquiera reconoces esa situación de esclavitud.

              • Sgt. Kabukiman dice:

                Iba a agradecerle sus esfuerzos pero maese Alcofribas lo ha hecho mucho mejor.
                Lo que demuestra que incluso entre los abducidos por el feminazismo, etc, etc, hay clases y clases.
                Espero ansioso la próxima homilia.
                Un cordial saludo.

              • Emilio dice:

                Te aclaro algunas dudas:
                Mis posiciones en relación con el feminismo no tienen que ver con cuestiones personales, sencillamente la perspectiva de género me parece injusta y egoísta.
                No estoy en ninguna cruzada. Sostengo posiciones en relación con este tema como en relación a muchos otros y soy de los que considera que el debate social es lo más sano que le puede pasar a una sociedad.
                Dicho la anterior te aclaro que algo de lo que dices constituye un delito. Tiene razón en eso Vellana. Hay que leer con cuidado y pensar lo que se escribe.
                “serás madre si yo quiero, cuando yo quiera” hace referencia a un delito.
                No, no en todo hay simetría. Si tu compañera no está por la labor tu deseo de tener un hijo se queda en eso deseo. Pero es que desde el momento de la concepción tu no puedes renunciar a la paternidad, ella sí.
                Por supuesto que en la mayoría de las parejas esas decisiones se toman de común acuerdo, pero eso no iguala las posiciones de hombres y mujeres.
                Entre «serás padre si yo quiero, cuando yo quiera» un derecho y lo que tú escribes «serás madre si yo quiero, cuando yo quiera» un delito, la diferencia no puede ser mayor.

                • Maese Alcofribas dice:

                  Yo creo que eres tu el que tiene que entender con mucho más cuidado. Cuando digo «el serás padre si yo quiero, cuando yo quiera” es tan cierto como el “serás madre si yo quiero, cuando yo quiera” lo que quiero decir es que ambas afirmaciones son falsas en lo que respecta a la realidad psicológica de una relación de pareja no discriminatoria, porque en una relación así los hijos SÓLO SE PUEDEN TENER DE MUTUO ACUERDO. Es obvio que si yo no quiero tener hijos mi pareja no podrá tenerlos conmigo (siempre dejando aparte el engaño, que un tío se tenga que hacer cargo de un niño que concibió engañado es inaceptable en mi opinón) y viceversa. ¿De qué estamos hablando entonces, de la situación legal? de nuevo te delata tu ceguera (por eso la llamo cruzada, más allá de que el debate civilizado también lo defenderé hasta el fin), el derecho de ellas no es “serás padre si yo quiero, cuando yo quiera”, esa es tu visión victimista, sino «yo seré madre cuando quiera (y encuentre a un hombre que esté de acuerdo) y no seré madre si no quiero». Y es exactamente el mismo derecho que tenemos nosotros, cambiando madre por padre y hombre por mujer. Obligar a un hombre a ser padre también debe ser un delito, en eso estoy de acuerdo por si no lo tienes claro.

                  • Maese Alcofribas dice:

                    sintetizado y bien expresado para evitar errores lógicos:

                    DERECHOS: d1) «no seré madre si no quiero», d2) «no seré padre si no quiero»
                    NO-DERECHOS: nd1) «si yo quiero, serás padre», nd2) «si yo quiero, serás madre»

                    Simetría total. Tu hombre de paja consiste en hacer pasar nd1) por d1)

                  • Emilio dice:

                    No lo quieres entender y eso que hablas de ceguera de los demás. «serás madre si yo quiero, cuando yo quiera» solo cabe dentro del ámbito de lo delictivo. Piensalo otra vez y te darás cuenta.
                    «Serás padre si yo quiero, cuando yo quiera», no solo es un eslogan feminista, se corresponde también con una realidad protegida jurídicamente.
                    En relación con esa obsesión que tienes con no sé que cruzada, me da la impresión de que también en eso tienes el concepto cambiado. Aquí la única cruzada existente es la de lo políticamente correcto y gentes como tú incapaces de entender que haya personas que no comulguemos con esa rueda de molino.

                    • Maese Alcofribas dice:

                      por última vez

                      “serás madre si yo quiero, cuando yo quiera” solo cabe dentro del ámbito de lo delictivo

                      en absoluto si es entendido en sentido descriptivo, como situación de facto, es decir, como «salvo que me engañes o tengas superpoderes, no podrás tener un hijo mío si yo no quiero». Y al revés es exactamente igual. Si se entiende en sentido coercitivo, como «si yo quiero, serás madre» claro que es inaceptable (no un delito, el delito es la ejecución de ese pensamiento), pero al revés igual.

                      «“Serás padre si yo quiero, cuando yo quiera”, no solo es un eslogan feminista, se corresponde también con una realidad protegida jurídicamente.»

                      pues hablemos de leyes concretas y no de cruzadas. Y no mezcles reproducción, que es de lo que hablo, con custodia. En esto último, aunque no tengo ni idea de datos, me tiro a la piscina con mi habitual desparpajo y digo que sí hay discriminación hacia el hombre (curiosamente, originada por un prejuicio machista producto a su vez del machismo reinante en el tiempo y el espacio)

                    • Emilio dice:

                      En una cosa estoy de acuerdo contigo, en que sea por última vez.

                      Todavía no lo has pensado suficiente y sigues sin ver que tu frase solo es factible en un contexto delictivo.

                      Me he ceñido exclusivamente al tema de la reproducción, el de custodia no lo he mencionado.

                      Aunque efectivamente sería un buen tema a tratar y por supuesto no esté de acuerdo contigo en las causas que están impidiendo que gocemos de un derecho tan importante en nuestro país.

                    • Aloe dice:

                      Le están dando muchas vueltas sin entrar al cogollo del asunto. El asunto, al final, es si se puede obligar a un hombre a tener sexo reproductivo con una mujer, y si esa coerción es tan factible que está al alcance de cualquier mujer y además en efecto las mujeres pretenden ejercerla como un derecho.
                      Claro está que no. No, a lo primero, a lo segundo y a lo tercero.
                      Emilio no lo diría así, porque dicho así es absurdo. Pero lo que defiende significa eso.
                      Él juega con el subtexto tradicionalmente admitido de que los hombres tienen derecho al sexo sin consecuencias, y que imponerles las consecuencias de sus actos es una opresión intolerable. Porque claro, podrían abstenerse de sexo, o vasectomizarse, pero eso no se contempla.
                      Le ayuda en su jueguecito el hecho de que hay efectivamente una asimetría, en cuanto al embarazo y parto, y consecuentemente en cuanto a la asunción de carga, responsabilidad… y por tanto plazo para la decisión.
                      Esta asimetría es un hecho biológico (hoy por hoy) inesquivable, igual que el hecho biológico inesquivable de que los hombres tienen mucha más fuerza física (y, de paso una capacidad incontestablemente mayor para imponer sexo no deseado)
                      Todos los paladines de la diferencia biológica entre sexos se las arreglan para escamotear las dos únicas que son incontestables y cuyas consecuencias se nos imponen con la fuerza de las mareas. Este curioso y novedoso hecho (no pasaba hasta hace pocas décadas) es otra consecuencia de los anticonceptivos y de la capacidad de las mujeres para ganar dinero. Y por otro lado, del descenso en el prestigio que antes tuvo la violencia.
                      O tempora, o mores.

          • Vellana dice:

            Sí, sí se confunden. No es lo mismo gozar monopolizando que gozar del monopolio.
            Con un pequeño esfuerzo por comprender lo que lee, puede que llegue a sargento primero en pocos años. 🙂
            Un saludo.

            • Emilio dice:

              Esos ascensos tengo entendido que solo se producen por riguroso turno de antigüedad. Si fuera por méritos bastaría con leer algunas de sus frases y la desenvoltura con que se enfrenta a sus propios fantasmas para darse cuenta de que el ascenso tendría que haberse producido ya.

              • Luis Abenza dice:

                Bueno, vale ya, ¿eh?

                • Emilio dice:

                  Serías más justo si al mismo tiempo le recordases a alguna gente que aquí no hay ninguna cruzada, y estas expresiones: «La lucha contra el matriarcado feminazi, sus asalariados y corifeos, es dura y mezquina, no apta para pusilanimes,…» son de su exclusiva cosecha.

  6. rafa dice:

    Es muy interesante, pero en este modelo no veo explicado, por ejemplo, el cambio de actitud hacia la homosexualidad en los países desarrollados.

  7. Epicureo dice:

    Si en vez de tanto modelo abstracto miráramos, por una vez, lo que ocurrió realmente, se ve que también el cambio tecnológico está guiado por el cambio ideológico. La tecnología no es algo que aparece del aire, tiene que haber una demanda social para que se desarrolle.

    Mucho antes de la invención de la píldora ya existía (con mucha resistencia) el movimiento en pro de la planificación familiar, liderado por Margaret Sanger. Y fue a instancias suyas que, décadas después de que se descubriera como sintetizar progesterona, se empezó a investigar la píldora anticonceptiva en los años 50. Y no fue nada fácil legalizar su venta a todas las mujeres. Una vez conseguido esto, es cuando lógicamente se produce el cambio de comportamiento general.

    • Luis Abenza dice:

      Hola,

      Fíjate en que lo que planteas no es incompatible con lo que digo en el post. Creo que en ningún lugar se da a entender que los cambios en las tecnologías anticonceptivas ocurren de forma totalmente aleatoria como si cayeran del cielo. Tampoco, pienso, se da a entender que la promiscuidad sea algo que solo comienza en los años 60.

      Lo que dicen los modelos que cuento, (y su formalización permite ver empíricamente si la hipótesis se sostiene), es precisamente lo que dices en la última línea: que el cambio social, la generalización de la actitud permisiva respecto al sexo prematrimonial solo ocurre a raíz de la popularización de los métodos anticonceptivos.

      • Epicureo dice:

        Ya sé que no es incompatible, por eso utilizo la palabra «también». Pero como en el post se dice muy rotundamente que «el cambio social en la cultura sexual está guiado por el cambio tecnológico» y nada más, creo que sí se da a entender que el cambio tecnológico es previo e independiente del cambio social. Por eso he creído necesario añadir que sin un cambio moral previo (al menos en los que deciden qué se investiga y qué se permite comercializar) el cambio tecnológico es cuanto menos improbable.

    • Aloe dice:

      Un gran comentario. Pensaba exactamente eso mientras leía el post, cuyo modelo me parece muy simplista (como simplista hasta lo absurdo es decir que la Iglesia y el Estado convertían en casi criminales a las madres solteras porque les podían costar algún dinero, santo cielo)

  8. Emilio dice:

    Disculpad la broma, pero no deja de ser llamativo en un perspectivista de género como Luis una cita como la del final de la entrada, apelando al determinismo marxista en un asunto como el de las costumbres sexuales, que seguramente al propio Marx le hubiere hecho algo de gracia, y, sin embargo, ver a Epicureo reclamarse algo más de Platón al recordar el papel primero de las ideas. Ciertamente vivimos tiempos de cierta confusión.

    • Luis Abenza dice:

      Hola

      La verdad, gracias por la apreciación, en mi trabajo siempre he intentado apreciar ideas en función de sí me parecen verosímiles o no, lo cual, en mi opinión, supone cierto eclecticismo y evitar lealtades a escuelas académicas o corrientes ideológicas y me alegra que se note 🙂

  9. Andrés dice:

    Entiendo que es más fácil analizar los fenómenos sociológicos allá dónde previamente han sido más estudiados, que suele ser casi siempre en EEUU. Pero en todo caso habría que reconocerlo así. No en todas las culturas, ni siquiera en todas las de nuestro entorno la madre soltera ha sido un personaje estigmatizado. En el medio rural ruso, por ejemplo, se tendía a valorar el esfuerzo que representaba criar a una criatura sin ayuda, y en muchos casos era apreciada y ayudada por sus vecinos.
    Ello no impide que los anticonceptivos no hayan sido también un gran avance para las rusas. Han convertido un riesgo en una opción. En cierta medida es lo que representan también para nuestras mujeres en edad fértil, ninguna de las cuales ha conocido la reprobación social del embarazo fuera del matrimonio.
    Por el contrario, los avances de la farmacopea no parecen haber tenido un gran efecto en otras áreas del mundo, donde siguen predominando las sociedades abstinentes ( Asia oriental y del Sur, el mundo árabe) aunque no escasean las promiscuas (bastantes sociedades africanas, el Caribe …).¿Alguien sabe que impacto tiene la píldora en Nigeria o cómo se lo montaban las parejas chinas para lo del hijo único?

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