Economía

De daneses y evasión fiscal

2 Jul, 2015 - - @octavio_medina

Desde que empezó la crisis, quien no es ya danés anuncia abiertamente que aspira a serlo. Aunque no se diga de forma explícita, casi siempre que nos referimos al país escandinavo estamos hablando o de normas sociales o de instituciones. Hace unos días, Jesús Fernández-Villaverde publicaba una entrada en NeG donde discutía las diferencias entre estos dos conceptos, llegando a la conclusión de que la frontera entre norma social e institución es algo difusa, (con lo que estoy de acuerdo, aunque no con la implicación para España; sin embargo, queda para otra entrada). Aprovecho para hablar de un estudio magnífico que se fija tanto en Dinamarca como en la dicotomía norma social-institución.

El título es bastante explícito: Unwilling or unable to cheat? El objeto de la investigación es la evasión de impuestos, un favorito del debate político en España. La teoría económica nos dice que a mayor probabilidad de auditoría o inspección percibida (es decir, de ser pillado), menor será la incidencia de evasión (o fraude) fiscal, dado que bajará el beneficio esperado de hacer trampas para cualquier individuo. Lo opuesto también debería ser cierto: una probabilidad percibida baja de ser pillado debería estar ligada a una incidencia mayor de la evasión. Sin embargo, la paradoja es que, en la mayoría de países desarrollados lo que observamos es tanto una incidencia baja de la evasión como una probabilidad baja de ser pillado (dado que el porcentaje de declaraciones que se auditan es reducido). Una de las explicaciones propuestas es que median otras variables como la vergüenza, el sentimiento de responsabilidad, altruismo recíproco u otras normas sociales.

Sin embargo, hay otras causas posibles. Muchos sistemas tributarios de países desarrollados tienen mecanismos que permiten que algunos de los formularios de declaración de ingresos ya estén rellenados de antemano con datos enviados por terceras partes (como empleadores o bancos), simplificando bastante el proceso. De hecho, España es relativamente pionera en ese sentido, y cada año en época de declarar en EEUU suelen publicarse artículos quejándose de las dificultades de rellenar la declaración de ingresos estadounidense, que a menudo requiere del uso de software especializado (estos a su vez hacen lobby para evitar que se copien modelos como el español).

Para evaluar qué determina la evasión en Dinamarca, Kleven, Sáez y compañía tuvieron la suerte de convencer a la agencia tributaria danesa para llevar a cabo un experimento (mostrando, por cierto, lo maravilloso que es que las agencias públicas estén interesadas en colaborar con académicos para mejorar las políticas públicas). El caso de Dinamarca es especialmente relevante porque además fue el primer país (en 1988) en implementar un sistema de declaración de ingresos con formularios rellenados de antemano con datos de terceros.

El diseño fue el siguiente: durante la temporada de declaración de impuestos de 2007 y 2008 se tomó una muestra aleatoria de 42.800 contribuyentes. La primera parte del experimento consistió en auditar una submuestra de las declaraciones de ingresos del año 2007 para estudiar las características de la evasión. A menudo es difícil llevar a cabo un buen análisis de la evasión porque las auditorías no suelen ser aleatorias, sino que dependen, por ejemplo, de algoritmos que prioricen declaraciones con mayor probabilidad de fraude. Esto provoca lo cual nos deja con un sesgo de selección muy importante. La colaboración con la agencia danesa permitió que esta auditoría sí fuese aleatoria.

La metodología de la auditoría fue bastante sencilla. Las declaraciones se compararon con otras fuentes de información como datos administrativos, documentos adicionales enviados por el declarante, o información contable de empleadores. A pesar de lo intensivo de la auditoría, conviene tomar cualquier resultado como el límite inferior, dado que cualquier inspección solo descubre una parte de la evasión. De hecho, cuando se hicieron cálculos similares para el caso estadounidense, se multiplicó el número final por más de 3 (!!) para llegar a la estimación definitiva de evasión.

Las auditorías muestran que el total de impuestos evadidos (y detectados) constituye más o menos el 2,8% del total de impuestos (bastante similar, aunque algo inferior a la de EEUU, que fue un 4%). La incidencia de la evasión parece ser, por lo tanto, bastante reducida en Dinamarca (teniendo en cuenta siempre que estamos hablando de un límite inferior). Sin embargo, lo interesante es el alto nivel de heterogeneidad. Por ejemplo, la tasa de evasión (la cantidad de dinero que “falta” de la declaración original cuando se hace la auditoría) oscila entre el 1,1% de los ingresos para ingresos personales, el 4,9% para ingresos por compra y venta de acciones, y un máximo de 14,9% para los ingresos por cuenta propia.

La explicación es sencilla. La clave no son las características del declarante, sino la automatización del sistema de información. Las tasas de evasión para ingresos sin automatizar son muchísimo más altas en todos los casos (un 17,1% para el total de ingresos, 13,6% para ingresos por acciones, y 17,7% para ingresos por cuenta propia). Los datos de trabajadores por cuenta propia están inflador porque solo el 11% depende de sistemas automatizados, comparado con un 95% de los ingresos personales. Los investigadores encuentran que, aunque hay características (como el ser autónomo, el trabajar en una empresa pequeña, el estar casado, o el ser hombre) que están asociados positivamente con la evasión, los efectos son de una magnitud mucho menor que los del tipo de sistema de información. Por ejemplo, cuando se analiza el comportamiento de los trabajadores autónomos, uno se encuentra que tienen una incidencia tan baja de evasión en sus ingresos automatizados (0,33%, comparado con el 0,23% para el total de declarantes) como el resto de la muestra.

La segunda parte del estudio consistió en analizar los efectos tanto de las auditorías como de las amenazas de auditorías sobre los ingresos declarados, para así compararlos con la importancia de otros factores. Para evaluar el efecto de las auditorías, se observó el comportamiento del grupo auditado aleatoriamente en 2007 (al que por supuesto se le informó de la auditoría) el siguiente año, mientras que para evaluar la amenaza se optó por algo más complejo. Se dividió la muestra en tres grupos distintos: al primero se le envió una carta que advertía de un 100% de probabilidad de auditoría, al segundo se le amenazó con una probabilidad del 50%, y al tercero no se le envió nada, sirviendo así de grupo de control.

¿Qué efecto tuvo la temida auditoría sobre los declarantes que la sufrieron en 2007? Los resultados sugieren que el efecto disuasorio de las auditorías existe pero es comparativamente pequeño comparado con el de la declaración automatizada (aumenta apenas un 1%). En términos de la carta disuasoria, los resultados son similares, en el sentido de que aumentan los ingresos declarados (y por lo tanto reducen la evasión). Los efectos son proporcionales de acuerdo a la probabilidad de auditoría. El grupo del 100% ajustó sus ingresos más que el del grupo del 50%, en una proporción similar a la del grupo del 50% comparado con el grupo del 0% de probabilidad. Sin embargo, la magnitud del ajuste fue menor (hasta en el caso de la amenaza de auditoría segura) que el efecto de una auditoría real.

Queda claro que, tras sufrir una auditoría o amenaza, los declarantes ajustan su probabilidad de auditoría percibida al alza y en consecuencia aumentan sus ingresos declarados (en consonancia con el modelo teórico típico).  Sin embargo, la magnitud del efecto es baja en ambos casos. La explicación es que este ajuste se concentra prácticamente en su totalidad (un 91%) en los ingresos declarados de forma manual, que son una fracción pequeña del total por la prevalencia de la automatización en Dinamarca. En otras palabras, si tenemos un sistema tributario basado en declaraciones sin automatizar, la elasticidad de los ingresos declarados será comparativamente más alta, mientras que si dependemos totalmente de información automatizada, los efectos de las auditorías serán mucho menores, porque la cantidad de fraude ya es muy reducido de por sí, y el margen de ajuste menor.

Este experimento nos dice poco de si las normas sociales son mejores o peores en Dinamarca que aquí. Lo que sí nos sugiere es que quizá en ocasiones se sobrevalore la importancia de las normas sociales, y quizá la evasión o el fraude fiscal tengan causas más banales ligadas al registro tecnológico. Si a los humanos nos dan facilidades para portarnos mal, a menudo las aprovechamos.

 

Las conclusiones del estudio sirvieron, por cierto, para que la agencia tributaria danesa preparara un plan para extender los sistemas automatizadas a otras áreas con mayor incidencia de evasión como la compra y venta de acciones. Quizá vaya a resultar que la colaboración entre academia y sector público para mejorar la provisión de bienes públicos sí que está mediada por normas sociales.


12 comentarios

  1. Jorge dice:

    El debate normas sociales vs sanción me recuerda una dicusión que tuve una vez en el metro de Praga (hace años ya…). Resulta que no había tornos en el metro y mi amigo me decía que allí no se colaba nadie por vergüenza, no como en Madrid donde «hacen falta tornos porque los españoles siempre nos colamos». Yo no lo veía tan claro, sobre todo después de que nos intentaran timar con el cambio en casi todas partes, y miré la reglamentación y resulta que la sanción por viajar sin billete era altísima. He mirado ahora, años despúes, y la sación por viajar sin billete es el equivalente al 6% del salario medio, que sospecho que es más alto que el mediano. En Madrid es el 1.3% del salario medio. Creo que eso lo explica mucho mejor que la supuesta mayor honradez de los checos.

    • Carlos dice:

      Yo sigo pensando que las normas sociales son determinantes a medida que vamos subiendo hacia el norte en el continente. Hay cientos de ejemplos, os pongo uno que viví. En la ópera de Viena hay unas entradas muy baratas y muy buenas por cierto llamadas «Standing Tickets». Para esas entradas uno tiene que llegar bastante antes al recinto, con lo que llegas a tu «sitio» una horas antes. Como no son mumeradas allí te recomiendan que lleves un pañuelo o similar para marcar en una barra cuál es tu sitio, luego te vas a tomar algo al bar tan tranquilo sabiendo que van a respetar tu marca y tu sitio. Si no lo respetas no hay multa pero TODO el mundo lo respeta, ¿por qué? porque todo el mundo lo hace y recibirías la desaprobación de los demás.
      Otro ejemplo por no ser cenizo antiespañol. Una amiga italiana se sorprendía de lo ordenada que es la gente en el metro de Madrid, dejando salir antes de entrar, que en Roma era un caos. ¿Lo hacemos porque nos multan? No, lo hacemos porque es lo que hacemos todos y si no, nos sienta mal y lo desaprobamos.
      Las normas están ahí, son difíciles de detectar y se transmiten por cauces informales pero funcionan ya lo creo que funcionan.
      Un saludo

      • Estilpon dice:

        Siguiendo el mismo ejemplo operístico, nosotros éramos 5-6 personas, por lo que nos recomendaron ocupar todo el ancho de la escalera por la que subíamos: nadie pidió paso cuando lo hicimos, se respetaba la cola formada en la adquisición de tickets. Eso sí, hasta que formamos la barrera, las carreras corriendo para ocupar los mejores sitios eran cosa curiosa…

  2. Héctor dice:

    Buen aporte, es un estudio muy interesante. Creo que podría tenerse en cuenta como un efecto más de la automatización un aporte a la probabilidad percibida de ser pillado. Me explico, que tus datos fiscales estén incluidos en un formulario automatizado implica una figura similar a la de posibilidad de auditoría de forma previa ya que existe una «fiscalización» previa de tus obligaciones.
    Saludos!

  3. Locke dice:

    ¿Habéis oido alguna vez hablar de la «uniform invoice lottery» de Taiwan? Básicamente en una lotería estatal en la que participa cualquiera que tenga una factura en la que haya pagado IVA, con lo cual estimulas positivamente que la gente las pida.

    https://en.wikipedia.org/wiki/Uniform_Invoice_lottery

    Parece mucho más efectivo para evitar el mercado sumergido que tratar de variar las normal sociales…

  4. RLP dice:

    Último párrafo: «Este experimento nos dice poco de si las normas sociales son mejores o peores en Dinamarca que aquí.» Estoy de acuerdo.

    Pero me parece poco satisfactorio el final:

    «Lo que sí nos sugiere es que quizá en ocasiones se sobrevalore la importancia de las normas sociales, y quizá la evasión o el fraude fiscal tengan causas más banales ligadas al registro tecnológico. Si a los humanos nos dan facilidades para portarnos mal, a menudo las aprovechamos.»

    ¿Dónde se ha ‘sobrevalorado’? ¿Quién lo ha hecho? ¿Cuánto es exactamente ‘sobrevalorar’? ¿Cuánto es ‘a menudo’? ¿50, 60, 90% de las decisiones que tomamos en las que podemos portarnos «mal»? Me parece que afirmaciones tan ambiguas aportan poco al interesante debate sobre las normas sociales.

  5. Alberto Lopez dice:

    Buenas tardes;

    Muy interesante el análisis que desconocía, no así el incentivo de las loterías que conozco mejor -también en Sao Paolo-. Sólo una duda el nivel de fraude lo miden a nivel de ingresos no declarados, o de renta (ingresos menos gastos) no declarados. En este informe desconoce un elemento básico en la lucha contra el fraude tanto en España como en Dinamarca: la dificultad de interpretar normas, y más las tributarias. Por ejemplo que gastos son o no deducibles. A nivel de renta del trabajo generalmente la deducibilidad es mínima y controlada como el ingreso, pero en rentas de autónomos no. De hecho en un porcentaje muy elevado en sectores profesionales la discusión no es a nivel de ingresos -estén controlados o no- sino a nivel de gastos deducibles.
    Sin unas normas fiscales más claras no puede haber menos «fraude», ya que siempre habrá una interpretación favorable a Hacienda.

  6. Francisco Martín Sesma dice:

    Mi experiencia profesional en asuntos tributarios me ha enseñado la importancia de contar con bases de datos tributarios nutridas por información de terceros, es decir, derivadas del establecimiento de sistemas masivos de obtención de información de obligatorio suministro, juntó al conocimiento generalizado de que la Administración tiene toda esa información y, además, es capaz de procesarla, llegando, como es el caso español, incluso, a facilitarla a los interesados al tiempo de presentar sus declaraciones. Esto ha hecho mucho más por evitar la evasión que, sin despreciarlas, cualesquiera normas sociales de conducta. De hecho, la elusión de mayor enjundia se produce respecto de los datos ignorados (aquellos sobre los que no existe obligación preestablecida de informar) no proporcionados u obtenidos hasta que son investigados. Esta es una constante histórica. Sin ir mucho más lejos en el tiempo, pero adentrándonos en el siglo XIX, origen de los sistemas impositivos modernos, recuérdese la implantación y generalización de los catastros, que no son más que la obtención de información y censo de la riqueza territorial. Cito este precedente porque es uno de los primeros vagidos de tratamiento organizado de información relevante con los medios de que se disponían. A medida que los sistemas de obtención y tratamiento de la información han ido desarrollándose y perfeccionándose, llegando en la actualidad a ser capaces de tratar millones, billones… de datos, los comportamientos humanos han ido modulándose. Creo que el avance tecnológico ha influido mucho más en las conductas sociales que la propia evolución de la conciencia social. Para terminar el comentario, en algunos de esos países que tradicionalmente son tenidos por mejores cumplidores, me refiero a los nórdicos, se está produciendo un regreso al antiquísimo sistema de trueque de bienes y servicios, sobre todo de estos últimos, como medio de escapar al control. Su conducta también se ha adaptado al cambio tecnológico, pero en sentido contrario.

  7. Francisco Martín Sesma dice:

    Buenas tardes señor moderador.
    No se porqué no ha publicado usted un comentario que hice sobre el tema. No pretendo juzgar ni valorar sus criterios de admisión o no de los comentarios, usted dirige su página, pero sí me gustaría, creo que tengo derecho, a saber cuáles son para no volver a perder el tiempo. Sería de agradecer conocer los límites de su sección antes de tomar la decisión de hacer alguna aportación. Reciba un cordial saludo de Francisco Martín Sesma.
    P.d.: Si se toma la molestia puede dirigir su contestación a mi correo electrónico y no publicar tampoco este comentario.

  8. Octavio Medina dice:

    Hola Francisco, el comentario no había sido publicado porque aún no habíamos revisado la cola de comentarios de hoy. Ya debería aparecer. Saludos.

  9. Francisco Martín Sesma dice:

    Muchas gracias Octavio y pido disculpas si he podido molestar. Un saludo.

  10. […] De daneses y evasión fiscal Desde que empezó la crisis, quien no es ya danés anuncia abiertamente que aspira a serlo. Aunque no se diga de forma explícita, casi siempre que nos referimos al país escandinavo estamos hablando o de normas sociales o de instituciones. Hace unos días, Jesús Fernández-Villaverde publicaba una entrada en NeG donde discutía las diferencias entre estos dos conceptos, llegando a la conclusión de que la frontera entre norma social e institución es algo difusa, (con lo que estoy de acuerdo, aunque no con la implicación para España; sin embargo, queda para otra entrada). Aprovecho para hablar de un estudio magnífico que se fija tanto en Dinamarca como en la dicotomía norma social-institución […]

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