Economía

La compleja relación entre educación y desarrollo

11 Jun, 2015 - - @egocrata

Una de las recetas más habituales al hablar sobre crecimiento y desarrollo económico es la importancia de la educación. Llevar los niños al colegio, formarlos, darles educación universitaria y crear contables, ingenieros y abogados es siempre defendido por los políticos como una de las herramientas imprescindibles para generar crecimiento económico. Una mano de obra mejor formada es una mano de obra más productiva; un país necesita tener trabajadores preparados para poder generar ingresos y prosperidad para todos.

Esto suena bien, pero resulta que en realidad los datos no parecen cuadrar del todo. Ricardo Hausmann, en un artículo estupendo, da algunas cifras interesantes:

  • En los cincuenta años entre 1960 y 2010, el tiempo medio de escolarización a nivel global ha aumentado de 2,8 a 8,3 años. Es decir, se ha triplicado.
  • En 1965 Francia tenía un educación por cápita media de 5 años, y una renta por cápita de $14.000 dólares.
  • En el 2010, un país con cinco años de escolarización, sin embargo, tiene una renta por cápita de menos de $1.000.
  • El ratio entre años de educación y renta parece ser muy distinto según países y épocas. En los sesenta, los países con 8,3 años de escolarización tenían un nivel de ingresos 5,5 veces más grande que los países con 2,8 años. En el 2010, sin embargo, el ratio de ingresos de un país con 8,3 años de educación es sólo 1,67 veces mayor que uno en 2,8.

El impacto de la educación varía enormemente entre países; China en 1960 era un país mucho peor educado que Túnez, Irán o Méjico, y sin embargo su crecimiento económico ha sido espectacular. Lo mismo sucede con Tailandia o Indonesia comparados con Filipinas, o con países relativamente bien educados en esa época como Camerún o Ghana. Mientras tanto, aunque los países que en 2010 tienen 10 años de escolarización media tienen una renta por cápita de $30.000, lugares como Albania, Armenia o Sri Lanka, que tienen ese nivel educativo, andan por debajo de los $5.000.

¿Por qué vemos estas discrepancias? La respuesta de Hausmann, basada en parte en este artículo de Lant Prichett, es que la educación no parece ser condición suficiente para el crecimiento económico, y que es incluso dudoso que sea completamente necesaria. Es más, mirando los datos agregados, la contribución de la educación a la productividad por trabajador parece ser incluso negativa, si miramos las medias entre países. Hay algo que los países que crecen mucho están haciendo que hace que la productividad y crecimiento se disparen, y va más allá de lo que se enseña en las escuelas.

Prichett da tres posibles explicaciones a estas discrepancia. Primero, es posible que las instituciones de los países educados pero con crecimiento lento sean singularmente malas, haciendo que el capital humano acumulado sea contraproducente. Quizás los ingenieros se dedican a extraer recursos naturales, o los contables y abogados sólo sirvan para proteger oligarquías establecidas. Segundo, quizás la apertura económica de las últimas décadas y la entrada de China e India al mercado mundial han hecho que el retorno de tener estudios sea menor, ya que la economía mundial es más extensiva que intensiva en muchos aspectos. Tercero, quizás las escuelas y universidades en Irán, Filipinas o Camerún son horriblemente malas, y sencillamente la escolarización de los franceses en los sesenta era mejor que la de los mejicanos hoy.

Todo esto suena lógico, pero confieso que una de las ideas que lanza Hausmann me parece aún más atractiva. En una empresa moderna sólo un 15% de las ofertas de trabajo son para personas sin experiencia. Dicho en otras palabras, un 85% de los trabajos en una empresa cualquiera requieren conocimientos y habilidades que no pueden ser aprendidas en el sistema educativo. Una parte enorme del conocimiento concreto y abstracto necesario para producir cualquier cosa en una economía moderna no está en el colegio o universidad, sino en las empresas, en el mismo tejido productivo del país.

Esto quiere decir que centrar tus inversiones exclusivamente en educación sólo te va a servir para aumentar la productividad de un 15% de tus puestos de trabajo, y lo harás a base de educar a una parte relativamente limitada de tu mano de obra potencial. Una estrategia de desarrollo a largo plazo exige primero crear las condiciones para que las empresas de un país puedan crecer y prosperar (nota: empecemos por no subvencionar a las PYMEs), y segundo destinando recursos a entrenar en la mano de obra que tienes en el mercado laboral ahora, no sólo los chavales que no llegarán al sistema hasta aquí diez años.

La primera parte parece fácil, pero no lo es demasiado. Un país en desarrollo necesita tener instituciones estables, una administración competente, regulaciones razonables, servicios públicos medio decentes, inflación previsible, un sistema bancario fiable y un estado que pueda resolver disputas y garantizar contratos si quiere que sus empresas empiecen a acumular conocimientos y capital humano. Es la pieza más difícil para cualquier estado que quiera dar el salto de ser un país de renta media/baja a algo parecido a la prosperidad, ya que requiere construir instituciones estables. España, por fortuna, tiene esta parte del andamio casi completa, aunque no nos iría mal tener una administración y tribunales más ágiles.

La segunda parte requiere políticas activas de empleo, y un mercado laboral que facilite planificar a largo plazo y cree incentivos a las empresas para invertir en capital humano. Lo primero en España lo hacemos bastante mal, y en lo segundo la escandalosa temporalidad en muchos sectores hace que invertir en capital humano sea algo casi olvidado.

La lección importante para los políticos españoles, si Hausmann está en lo cierto, debería ser muy simple: dejad de ver la producción de abogados, ingenieros, politólogos y matemáticos como la solución a los problemas del país en productividad y crecimiento económico. Es muy probable que nuestro problema no sea tanto el capital humano como las instituciones que deben poner este capital a trabajar y fracasan estrepitosamente.


13 comentarios

  1. Gonzalo Elices dice:

    Hola, Roger,

    Felicidades por publicar tantos artículos tan interesantes y bien explicados.

    Sobre el presente tema, comparto un enlace donde también se comenta éste:

    http://www.project-syndicate.org/commentary/education-economic-growth-by-ricardo-hausmann-2015-05#dKLDttg8lyoy8CX0.99

    Así como éste, que ha originado más de 205 comentarios:

    http://marginalrevolution.com/marginalrevolution/2015/06/the-education-myth.html#comments

    Saludos,

    Gon

  2. heathcliff dice:

    H<y un artículo muy interesante de Nassim Taleb en el que niega por completo que exista esta relación.

    Lo busco y te lo envío.

  3. […] costumbres, y mostrar que dentro de Politikon hay divergencia de opiniones, vamos a responder al artículo de ayer de Roger. La entrada está basada en un editorial del economista Ricardo Hausmann, y su […]

  4. Emilio dice:

    Vaya por delante mi desacuerdo con la tesis defendida en el artículo. Hablar de educación en el momento presente supone poner en cuestión muchas cosas, cuando eso no se hace, todas las hipótesis, incluso las más extrañas, tienen su posibilidad.

    Medir la educación por los años de permanencia en los centros es un completo disparate. Por ejemplo nuestros niños están escolarizados desde más temprano y en jornadas más extensas que los niños finlandeses y el resultado creo que no admite discusión.

    Rubalcaba en un determinado momento acertó cuando dijo que nuestro sistema lo que hacía de puta madre era formar funcionarios y lo que no formar emprendedores. Lamentablemente eso quedó en una frase y hemos vuelto a lo de siempre.

  5. […] • La compleja relación entre educación y desarrollo. […]

  6. […] • La compleja relación entre educación y desarrollo. […]

  7. Emilio dice:

    Escribo este nuevo comentario porque después de colgado el primero me di cuenta que necesitaba de muchas aclaraciones si quería ser entendido. En mi opinión la educación no es solo una pieza fundamental para el desarrollo económico lo es también para el desarrollo social en su conjunto, pero por supuesto no cualquier educación. El ajuste no es automático, sino que debe ser intencionado. No es posible una sociedad del mérito con un sistema educativo que lo niega, como no es posible la democracia sin demócratas. No es posible la excelencia sin alumnos excelentes. No es concebible el desarrollo de Corea del Sur sin sus estudiantes, como no lo es el de EE.UU sin sus universidades y su apoyo al emprendedor.

    Por ejemplo, sabemos que en este mismo momento nuestro sistema universitario al que accede más de un tercio de la población no genera los especialistas en informática y big data que las empresas están demandando, pero sí una proporción de licenciados en Derecho muy superior a la de nuestros vecinos y seguramente a las necesidades de esta sociedad. Tampoco está suministrando suficientemente los especialistas con capacidad para el autoempleo y el emprendimiento que una sociedad en la era de internet y la globalización precisa. Mientras las facultades de ciencias están semivacías, en otras el número de alumnos es excesivo si se piensa en la posibilidad de que con posterioridad encuentren un trabajo acorde con el título.

    En mi opinión sin embargo, cualquier proyecto de transformación de esta sociedad pasa por una profunda reformulación del que ahora tenemos y las bases ideológicas que lo sustentan. Y dichas bases, no son otras que las del igualitarismo de género, como sucede en tantos otros ámbitos de la sociedad. Cuando Inger Enkvist estudia la diferente respuesta del modelo finés y el sueco, un modelo en su día tan brillante, lo que encuentra es: “que la suya (la escuela finlandesa) está más enfocada a la socialización de los alumnos que a los fines políticos.” Y otro tanto de lo mismo se puede decir de buena parte de los demás países europeos incluido el nuestro.

    Y en esas estamos desde hace varias décadas. Los presupuestos educativos se han multiplicado varias veces, se ha promovido la “equidad”, y el resultado está aquí, un sistema con un 39% de universitarios, un 26 % con estudios secundarios y 35% de personas que en su inmensa mayoría no alcanzan el nivel de la ESO. Causa y efecto de otras grandes desigualdades de nuestra sociedad. Y sobre todo un sistema enquistado en que a pesar de que ese sea el resultado mantiene intacto el apoyo de las fuerzas políticas y sociales que lo han promovido, fuerzas que por supuesto se niegan a cualquier evaluación externa del sistema, porque eso significa no sé muy bien qué grandes males para la educación y los escolares, de tal modo que si no fuera por los informes PISA viviríamos en la conciencia de que se trataba del mejor del mundo.

    Un sistema profundamente ideologizado en el que los contenidos estrictamente pedagógicos y académicos están subvalorados con el resultado que todos conocemos en cuanto a formación científica, lectura comprensiva, dominio de idiomas y formación matemática. Un sistema que por lo demás no forma tampoco en el conocimiento de nuestro entramado institucional y mucho menos el europeo. Un sistema que no está dirigido a sacar lo mejor de cada alumno y de ahí que nuestros niveles de excelencia educativa sean de los más bajos del mundo. Y sobre todo un sistema que se mantiene al margen del debate público y las necesidades colectivas. Con esos mimbres es fácil caer en la cuenta de que su capacidad para incidir positivamente en la economía, si acaso se produce, sea más fruto de la casualidad que otra cosa.

    Y algo más, observo aquí como observaba en los debates que sobre este tema se produjeron en Nada es gratis que, por los motivos que sea, quienes escribís entradas sobre educación, conocéis mucho mejor el mundo universitario que los otros niveles y para nuestro caso el más grave problema se produce en Primaria. A los 11 años un alumno que vaya mal es un candidato casi seguro al fracaso escolar o a renquear durante mucho tiempo en la educación. De tal modo que sin el conocimiento de lo que pasa hasta esa edad se hace difícil entender lo que luego vendrá. Y es ahí donde con más claridad nuestra escuela está fallando. Y para nosotros este nivel tiene una gran importancia no solo por justicia social, también porque no tenemos la posibilidad que sí tiene por ejemplo EE.UU de atraer a los buenos estudiantes de otros países gracias el prestigio de sus universidades.

    Y para terminar, ¿qué pasa con el fracaso escolar de los varones? ¿La escuela está aprovechando y potenciando el talento masculino? No vaya a ser que a fuerza de repetirnos que el que no se aprovecha suficientemente es el femenino se nos olvide el de los chicos. ¿Por qué tan bajo nivel en matemáticas? ¿Por qué son las facultades de ciencias las que se quedan vacías? ¿La máxima preocupación del responsable de una facultad de informática puede consistir en qué cuota de alumnado femenino consigue, mientras vemos que no están generando los especialistas que las empresas demandan? Prestaría atención a algo que los que vivimos las aulas desde dentro conocemos y que ahora se ha trasladado en pintadas visibles en las paredes de las ciudades. Me refiero a esa que reza: Leer es de maricas.

    Y todavía más. Sabiendo que el lugar común de los sistemas educativos que funcionan lo constituye el profesorado ¿podemos hablar de educación sin mentar el nivel de nuestras escuelas de magisterio? Evidentemente que la escuela puede ser casi todo para un país, pero conviene recorrerla desde su origen en las facultades de formación del profesorado hasta los últimos niveles educativos, sin olvidar la enorme importancia de los primeros años, aquellos en que se consolida o no la lectura comprensiva, la curiosidad científica y el razonamiento matemático.

    • Perplejo dice:

      Muy buen análisis, Emilio. Lamentablemente, la sensatez cotiza a la baja.

      • Emilio dice:

        Creo que algunos ni lo consideran por cuestionar el dogma de género. En un futuro que ya se deja ver la sentencia atribuida a Cervantes sobre el poder de la Iglesia en su tiempo habrá que sustituirla por: con el Género hemos topado, amigo Sancho.

  8. Emilio dice:

    Corrijo un olvido. Cuando en el cuarto párrafo escribo, «y el resultado está aquí,» se me olvidó poner el hipervínculo a esta otra entrada:
    http://politikon.es/2015/03/24/politikon-grafico-la-dualidad-en-el-sistema-educativo-espanol/

  9. […] the Spanish group blog Politikon, Roger Senserrich largely agreed with Hausmann. But two other Politikonistas, Octavio Medina and Lucas Gortázar, […]

  10. […] el blog colectivo español Politikon, Roger Senserrich estaba básicamente de acuerdo con Hausmann. Pero dos otros Politikones, Octavio Medina y Lucas […]

Comments are closed.