Internacional

Unos cuántos candidatos más

11 May, 2015 - - @egocrata

Ha bastado una semana de ausencia para que las primarias republicanas se llenen de candidatos nuevos. Es un poco complicado llevar la cuenta; tras ocho años de Obama, el GOP está sediento de Casa Blanca.

Como es costumbre en estos casos, no todos los candidatos son iguales; dos de los tres recién llegados son lo que se puede calificar como «turistas presidenciales», gente que está en las primarias para vender libros, hacerse famosos o ganarse una reputación de líderes de alguna facción de la derecha antes de retirarse tras no comerse un rosco en Iowa y New Hampshire. Este es el caso, me temo, tanto de Carly Fiorina como de Ben Carson.

La de Fiorina es una de esas candidaturas que sólo se explican por la existencia de medios de comunicación conservadores. En currículum político sólo hay una fracasada campaña senatorial en California (que dio grandes anuncios en las primarias, todo sea dicho); fuera de él hay una más bien poco gloriosa estancia como CEO en Hewlett-Packard, con decenas de miles de despidos, caída de más de un 50% del precio de las acciones y fracasos variados. Fiorina, sin embargo, es una rara avis en el mundillo de los CEO de empresas tecnológicas, siendo como es conservadora y mujer. Esto ha hecho que siempre ande sonando para ser candidata a algo, no importa qué, por el hecho de tener estas credenciales (algo parecido sucede con Meg Whitman).

La realidad, sin embargo, es bastante más prosaica – su candidatura no llegará a ninguna parte. Como mucho, y sólo si hace un trabajo excepcional en los debates, Fiorina puede acabar como candidata a la vicepresidencia, pero me extrañaría bastante. Será útil para el partido durante todo el ciclo electoral ya que podrá atacar a Hillary sin tener miedo de ser acusada de machismo, pero poco más.

Ben Carson es un caso un poco más extraño. Carson es un neurocirujano afro-americano, uno de los mejores del país en su especialidad. Su fama venía en gran parte por sus libros, incluyendo una autobiografía adaptada como película para TV (horrible, por cierto), hasta que en el 2013 dio un discurso en en National Prayer Breakfast («desayuno nacional de plegaria») ante el presidente contra la corrección política.

Aunque lo que dijo no es que fuera demasiado emocionante, los medios conservadores lo ensalzaron como una especie de heroica proclama libertadora frente a un Obama que nunca escucha críticas, entre otras glorificaciones injustificadas, y el tipo pasó a ser una estrella mediática recurrente en Fox y talk radio. Tras un par de años en el mundillo recibiendo halagos, el bueno de Carson o bien se lo ha creído y quiere salvar el país, o bien ha decidido que es hora de seguir el camino de otros salvapatrias como Gingrich, Cain, Santorum o Paul y meterse en las primarias para hacerse más famoso, vender libros y seguir con el cuento de gran hombre del movimiento conservador. No puede ganar, pero seguramente sacará unas perras de todo el asunto, y será útil como persona que puede atacar a Obama en campaña sin ser acusada de racismo.

El tercero en la discordia es un candidato que seguramente me debería tomar un poco más en serio: Mike Huckabee. Si el nombre os suena familiar es porque no es su primer rodeo; fue el principal oponente de John McCain en las (relativamente aburridas) primarias del 2008. Huckabee sacó buenos resultados en los estados del sur con muy poco dinero, pero nunca tuvo demasiadas opciones.

La realidad es que aunque será difícil que gane las primarias o llegue igual de lejos que el 2008, Huckabee es un candidato francamente bueno. Fue gobernador de Arkansas y ha sido pastor evangélico durante muchos años, así que se mueve excepcionalmente bien en el sur y entre votantes de la derecha religiosa. Es un orador estupendo, afable, simpático y con sentido del humor. Aunque socialmente es muy conservador (es evangélico, al fin y al cabo), es populista en lo económico, hablando con una fluidez muy poco republicana sobre pobreza, oportunidades y clase social.  Esto le coloca en una posición curiosa dentro de la lista de candidatos del GOP: está en el ala derecha en aborto, homosexualidad o libertad religiosa, pero es el moderado en temas económicos.

La verdad, no creo que vaya a bastarle. El voto religioso va a estar muy disputado este ciclo (Cruz, Walker, Santorum, Perry, Jindal…) y el sector populista del partido no es que tenga demasiados votantes. Lo que podéis estar seguros es que con Huckabee tendremos una campaña mejor. Los debates serán más entretenidos, y ahora tendrán al menos un político con el que no te importaría tomarte una cerveza.

Aparte de estos nuevos republicanos, hace unos días el partido demócrata finalmente tiene un segundo candidato en liza: Bernie Sanders, senador socialista independiente por el estado de Vermont. Sí, socialista; Vermont es un estado peculiar incluso para Nueva Inglaterra.

Aunque la etiqueta de socialista puede parecer extraordinaria, lo cierto es que políticamente Sanders no es tan extraño como parece. Sus ideas políticas son una mezcla de ideas democráticas clásicas con unas cuantas cosas que el partido quiere pero no se atreve a decir en voz alta. Sanders quiere una reforma de sanidad más ambiciosa (Medicare para todo el mundo, en esencia), regular donaciones en campañas electorales, un impuesto sobre emisiones, subir las pensiones, más gasto en infraestructuras, menos en defensa y un aumento del salario mínimo. Su izquierdismo no llega ni siquiera a pedir legalizar la marihuana (y mira que en Vermont se fuma) o querer una reforma migratoria demasiado ambiciosa. El único capítulo donde tiene opiniones un poco extravagantes en sobre transgénicos, pero en general es un tipo bastante sensato.

Esto no quiere decir que Sanders tenga opciones de ganar. Aunque habla de los mismos problemas que el resto del partido (y las soluciones planteadas por Hillary son a menudo versiones descafeinadas de las propuestas de Sanders), los medios nunca se lo tomarán demasiado en serio.

Sanders no es tonto, y sabe que excluyendo algún milagro nunca ganará las primarias. Su candidatura, por mucho que lo niegue, busca presionar a Clinton desde la izquierda para al menos forzarla a ser algo más ambiciosa en estos temas. Sanders será un Ron Paul de izquierdas, el tipo que se pasa la campaña diciendo lo que realmente piensa sin cortarse, una presencia enorme en internet y fans entregados, pero poco más.

Lo mejor de Sanders, por cierto, es su increíble acentazo de Brooklyn. El buen hombre es hijo de una familia judía de Nueva York que tras participar en el movimiento por los derechos civiles en los sesenta se largó a Israel a vivir en un kibutz una temporada, mudándose a Vermont en 1971.

A pesar de todo esto, Sanders no mola tanto como el otro senador de Vermont, Patrick Leahy, un frikazo de los cómics con cameos en cuatro pelis de Batman.

Ya os dije que Vermont es un sitio extraño.


3 comentarios

  1. Luis Blanco dice:

    Como está tan cerca de Canadá, en Vermont se han dado cuenta de que es posible tener medicamentos baratos sin que haya muertos por las calles…

    Roger, supongo que dirás que es pronto pero: ¿ves algún rival viable para Hillary en las primarias demócratas?… a mi no se me ocurre ninguno.

  2. Roger Senserrich dice:

    Ahora mismo, nadie remotamente viable. Hay candidatos decentes (Tim Kaine, Martin O´Malley) pero ninguno con opciones de ganar.

    Por supuesto, hay gente que podría hacer que las primarias fueran competitivas (no muchos, pero algunos hay: Al Gore, Bloomberg…) pero nadie que quiera presentarse.

  3. José Manuel dice:

    Ostia, que ya vamos haciendo maletas para visitar Vermont.

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