Economía

Partidos, crecimiento y desigualdad (I)

11 Feb, 2015 - - @manuj_hidalgo

El efecto de las diferentes políticas económicas aplicadas por distintos gobiernos sobre el crecimiento económico ha sido profundamente estudiado en las últimas décadas. Gran parte de estos análisis han tratado de entender cómo influyen las preferencias de los partidos políticos en la economía, y cómo los determinantes económicos influyen a su vez en los resultados electorales.

Los partidos, dados a contentar a una parte del electorado, definen políticas y estrategias concretas que afectan a la toma de decisiones de los agentes económicos. De este modo, influyen en las condiciones económicas ya sea directamente o indirectamente, en particular en aquellas condiciones que afectan al crecimiento económico. Según Boix (1998), “los partidos políticos diseñan diferentes estrategias que afectan a las condiciones de la oferta (…). Así, los gobiernos de izquierdas buscan tanto el crecimiento económico como la mejora del bienestar de los trabajadores incrementando a su vez la productividad del capital y del trabajo a través, sobre todo, del sector público. Los partidos conservadores esperan, ante todo, que dada la mejora en la competencia de los mercados, los agentes privados realicen sus acciones en función de los incentivos que el propio mercado provee, lo que en definitiva maximizará el crecimiento a medio plazo.” Insiste Boix en que “los gobiernos intentan ante todo modificar las dotaciones de capital (físico y humano) para maximizar las probabilidades de obtener un crecimiento sostenido e importante en el futuro. Por ello, los partidos desarrollan diferentes formas de gestionar u ordenar los factores productivos al tiempo que buscan maximizar la tasa de crecimiento así como cumplir con los intereses de sus respectivos electorados” (Boix, pp 24). Estas diferentes preferencias de los partidos en función de su color político y del electorado, se concretan en diferentes estrategias políticas con efectos tanto sobre la demanda como sobre la oferta agregadas (Boix, 1998, pag 5):

Así, respecto a la demanda, esta dicotomía entre partidos se concreta en una mayor preferencia hacia un keynesianismo más o menos moderado (lucha contra desempleo) en los partidos de izquierda, y hacia una mayor intensidad en la lucha contra la inflación en los partidos conservadores (Hibbs 1977, 1986). Dicho de otro modo, el trade-off existente en el corto plazo entre inflación y desempleo, y que no es sino otra cosa que la famosa curva de Philips, determina la posición económica de los partidos en función de su color ideológico y a pesar de que las expectativas de inflación erosione este trade-off a largo plazo, en el corto plazo determina férreamente la elección de una posición. A nivel político esta dicotomía en el corto plazo es el resultado de la aplicación de unas preferencias sobre un problema de elección (trade-off) que terminan afectando a largo plazo entre otras dos posibles elecciones: crecimiento y desigualdad. La inflación es un lastre para el crecimiento a largo plazo mientras que el desempleo afecta directamente a la desigualdad de la renta. La lucha contra la desigualdad sólo es factible cuando se mantienen tasas de crecimiento positivas a largo plazo. Debido a que a corto plazo la reducción masiva de la desigualdad sólo puede darse mediante fuertes transferencias de rentas, es factible que estas políticas reduzcan el ahorro y la inversión, erosionando por lo tanto la tasa de crecimiento económico largo plazo (Przeworski y Wallerstein, 1988). Dado que los partidos socialdemócratas europeos de la posguerra asumieron el Keynesianismo como estrategia para la estabilidad económica y social, no son escasas las experiencias en las que contrastar lo argumentado anteriormente.

Respecto a la oferta, la decisión de los partidos políticos recaen en la de intervenir en la economía mediante el uso de recursos públicos para elevar el ahorro doméstico y la inversión así como la productividad del trabajo y del capital. La diferencia entre partidos socialdemócratas y conservadores recae en el modo de aprovisionar los inputs. Mientras que los primeros movilizan recursos públicos para suplir la oferta, los segundos acuden más a políticas de incentivos para mejorar la provisión privada de los mismos. En ambos casos el resultado buscado son tanto la mejora del la productividad como de la competitividad de la economía.

Esta doble dicotomía entre partidos de izquierda y derecha fue expuesta por Hibbs (1977), en cuyo trabajo intentaba responder a dos importantes cuestiones. La primera de ellas, si el comportamiento dinámico de la producción, del desempleo y la inflación son sistemáticamente afectados por la realización de elecciones o por los cambios en el color político del gobierno. Segundo, si los nuevos, de entonces, modelos económicos basados en las expectativas racionales pueden explicar dicha evidencia. La respuesta de Hibbs ante ambas preguntas es afirmativa utilizando para ello evidencia derivada de 18 democracias de la OCDE entre los cincuenta y ochenta. Es decir, mientras los partidos conservadores tenían un efectos más o menos significativos en el crecimiento económico a largo plazo, los socialdemócratas incidían de forma más positiva sobre la desigualdad.

Sin embargo, la relación entre crecimiento económico y partidos políticos está lejos de concretarse en una sola dirección. Las condiciones económicas, desempleo, desigualdad salarial, inflación, pueden demandar de los partidos ciertos compromisos que determinen una elección y no otra en unas elecciones. Cada partido propondrá soluciones a los problemas anteriores, lo que determinará la mayor o menor probabilidad de elección en función a su vez de las preferencias electorales de los votantes. Es decir, si en los trabajos anteriores se estudiaba cómo los partidos políticos afectaban a las grandes magnitudes macroeconómicas en función de su ideología, otros trabajos han intentado conectar dichas condiciones macroeconómicas no sólo sobre la probabilidad de elección de un partido sino además en su programa político.

Por esta doble relación entre economía y partidos políticos, Alesina, Londregan y Rosenthal (1993), dividen la literatura sobre crecimiento y fluctuaciones económicas y partidos políticos en tres campos diferenciados:

En primer lugar, estarían aquellos trabajos para los cuáles la variable a estudiar (endógena) es el resultado electoral, mientras que son las variables económicas son las que ayudan a explicarla (variables predeterminadas). En esta literatura destacan trabajos como los de Chappell y Suzuki (1993, 1996); Erikson, Wright y McIver (1989) entre muchos otros, y que resaltan ciertas regularidades para los EE.UU. Por ejemplo, entre otros resultados, destacan que durante las elecciones presidenciales estadounidenses, el partido del hasta ese momento presidente, obtiene más votos cuanto mayor es el crecimiento económico. Por contra, tanto la inflación como el desempleo parecen tener poca importancia sobre los resultados electorales. Sin embargo, las elecciones al Congreso parecen recibir menos influencia de las condiciones económicas. Esta literatura ha dado paso a una serie de modelos que han recibido el nombre de “Opportunistic Cycles”. Así, si un presidente quiere ser reelegido en un segundo mandato debe hacer caso omiso a la inflación y exhortar por crear las condiciones para un mayor crecimiento económico. La reciente victoria del partido republicano en EE.UU. a pesar de la clara mejoría en el ciclo económico de los EE.UU. vendría a refrendar las previsiones de este modelo.

Una segunda parte de esta literatura explica que la situación económica puede en parte explicarse como efecto o consecuencia de las políticas aplicadas por los partidos en el poder, por lo que el análisis se dificultaría al ser estas condiciones tanto causa como consecuencia en la relación partidos en el gobierno y condiciones económicas. El primer trabajo importante en este área corresponde al de Hibbs (1977, 1986). Su trabajo fue desarrollado y ampliado por Alesina (1988); Alesina and Roubini (1992);Sachs y Alesina(1988); Chappell and Keech (1988) y Beck (1982). En concreto, Alesina y Roubini (1992) estudian si el comportamiento cíclico del producto nacional bruto, el desempleo y la inflación de 18 países de la OCDE durante los sesenta, setenta y ochenta fue sistemáticamente afectado por las elecciones o por cambios en el color de los partidos en el gobierno. Entre muchos otros resultados, Alesina y Roubini encuentran evidencia de diferencias temporales en crecimiento y desempleo así como diferencias a largo plazo en inflación entre los diferentes partidos. Sin embargo estos autores no encuentran evidencia que tanto el ciclo productivo como el empleo se vean afectados por las diferencias en las políticas aplicadas por los diferentes gobiernos. Este tipo de evidencia es lo que ha dado lugar a un conjunto de trabajos englobados en los denominados modelos de “Partisan Cycles”.

En último lugar, un tercer grupo de trabajos considera la posibilidad de que los políticos puedan manipular la economía con el objetivo claro de mantenerse en el poder. Varios trabajos, entre otros Alesina, Cohen, y Roubini (1992); Haynes and Stone (1989); Nordhaus (1975), Nordhaus, Alesina, y Schultze (1989); Tufte (1980); van en esta dirección.

Resulta claro que la existencia de una relación entre partidos y crecimiento económico no puede ser simplificada en una sola dirección. La evidencia empírica, como se ha expuesto, entiende que existe un canal doble que pone en contacto ambas variables. Este hecho dificulta enormemente la estimación de cualquier relación entre el color político de los gobiernos y su efecto sobre la economía.

En la siguiente entrada de la serie hablaremos sobre partidos, desigualdad y preferencias de voto.

 

Bibliografía

Alesina, Londregan y Rosenthal (1993): “A Model of the Political Economy of the United States”, American Political Science Review, vol 87, nº 1, pp 12-33.

“Partisan models” (Hibbs, 1977)

Alesina, A. (1988). Macroeconomics and politics. In NBER Macroeconomics Annual 1988, Volume 3 (pp. 13-62). MIT Press.

Alesina and Roubini (1992): “Political Cycles in OECD Economies”, Review of Economic Studies, vol 59. No 4, pp 663-688:

Boix, C. (1998). Political parties, growth and equality: Conservative and social democratic economic strategies in the world economy. Cambridge University Press.

Hibbs, D. A. (1977). Political parties and macroeconomic policy. American political science review, 71(04), 1467-1487.

Hibbs, D. A. (1986). Political parties and macroeconomic policies and outcomes in the United States. The American Economic Review, 66-70.

Przeworski, A., & Wallerstein, M. (1988). Structural dependence of the state on capital. American Political Science Review, 82(01), 11-29.

Przeworski, A., & Limongi, F. (1993). Political regimes and economic growth. The journal of economic perspectives, 51-69.

Chappell, H. W., & Suzuki, M. (1993). Aggregate vote functions for the US Presidency, Senate, and House. The Journal of Politics, 55(01), 207-217.

Erikson, R. S., Wright Jr, G. C., & McIver, J. P. (1989). Political parties, public opinion, and state policy in the United States. The American Political Science Review, 729-750.

Sachs, J., & Alesina, A. (1988). Political Parties and the Business Cycle in the United States, 1948-1984.

Chappell, H. W., & Keech, W. R. (1988). The unemployment rate consequences of partisan monetary policies. Southern Economic Journal, 107-122.

Beck, N. (1982). Parties, administrations, and American macroeconomic outcomes. The American Political Science Review, 83-93.

Alesina, A., Cohen, G. D., & Roubini, N. (1992). MACROECONOMIC POLICY AND ELECTIONS IN OECD DEMOCRACIES*. Economics & Politics, 4(1), 1-30.

Haynes, S. E., & Stone, J. A. (1989). An integrated test for electoral cycles in the US economy. The Review of Economics and Statistics, 426-434.

Nordhaus, W. D. (1975). The political business cycle. The Review of Economic Studies, 169-190.

Nordhaus, W. D., Alesina, A., & Schultze, C. L. (1989). Alternative approaches to the political business cycle. Brookings papers on economic activity, 1-68.

Tufte, E. R. (1980). Political control of the economy. Princeton University Press.

 


6 comentarios

  1. Una gran exposición sobre un tema crucial. Creo que los últimos años han contribuido a complicar aún más el debate en dos direcciones:

    1) La efectividad de las políticas de estabilización ha quedado cada día más en entredicho. El caso japonés y la última crisis europea son dos buenos ejemplos de ello, se ha intentado de todo, pero sin éxito. Creo que las políticas regladas y pasivas tendrán cada vez más aceptación.

    2) La fe en buscar sistemas de incentivos para que los mercados puedan resolver todos los problemas se ha encontrado con muchos de los fallos que se critican en la actuación en la intervención directa del Estado como, por ejemplo, el control de los organismo reguladores o de los organismos de defensa de la competencia. Descartar de raíz la intervención directa del Estado en la economía nos priva de herramientas para resolver los fallos de mercado. Creo que se tiende a buscar soluciones caso por caso, adecuándose a las circunstancias de cada mercado.

    En ese contexto creo que caminamos hacia un mundo donde las grandes respuestas de izquierdas o de derechas tienen que buscar objetivos más asequibles, hacia un mundo más pragmático.

  2. goebbles dice:

    Cuando he llegado a la parte que habla de la curva de philips he dejado de leer.

    Alguna vez habéis oído esa frase que dice que una mentira mil veces repetida se convierte en verdad? Pues es falsa, una mentira seguirá siendo mentira por muchas veces que se repita.

    • Manuel Hidalgo dice:

      La Curva de Phillips refleja un evento ocurrido en determinados años para determinada circunstancias de una economía en particular. Refleja el hecho de que existe una correlación negativa (no necesariamente teórica), entre inflación y desempleo.
      Si uno mira la relación entre estas dos variables para un período largo de tiempo, observa que tal relación no existe. Ergo, podemos considerar que no existe la Curva de Phillips tal y como algunos economistas propusieron. Esto es cierto y no cierto a la vez. ¿Cómo es posible? Pues porque depende de cómo mires esta relación.
      La CPh en realidad no mide la relación entre inflación y desempleo. Mide la relación entre producción (y su GAP con el potencial) e inflación (variación de la misma, no nivel). Básicamente, la CPh nos indica que si una economía está funcionando por encima de su «potencial» ésta genera inflación. ¿Por qué? Sencillamente porque existen presiones al alza en los salarios, en parte por un menor desempleo y en parte por unas mayores expectativas de inflación. Estas presiones se traducen posteriormente en una mayor inflación observada.
      En el corto plazo, si una economía acelera el crecimiento de su producción, ésta crea desequilibrios, entre muchos otros, mayor inflación (aceleración en el cambio de los precios). Es una relación causa-efecto que va en esa dirección, y no a la contraria. Más rápido crece una economía, más se calienta. Pero ocurre, normalmente, que si a corto plazo produces más, contratas más. Aquí es cuando aparece la relación inversa entre CP y desempleo. Como ves no se dice a más inflación menos desempleo, es al contrario.
      Sin embargo, a largo plazo esta relación causal no existe. ¿Por qué? Porque el alza en la inflación erosiona la creación de empleo, llegando incluso a compensar el alza inicial del empleo como consecuencia de una actividad mayor. Esto es así por las expectativas de inflación.
      Supongamos una negociación salarial. Si los trabajadores piensan que van a subir los precios, pedirán mantener su salario real con subidas nominales similares. Esto erosiona las expectativas de beneficios de los empresarios, que no siempre y no todos podrán ajustar sus precios ante estas subidas de salarios nominales. Por lo tanto es posible que a mayor inflación menor empleo.
      Si ves, el efecto 1 se compensa con el efecto 2, y la correlación a largo plazo entre inflación y desempleo se cancela, y no existe.
      De este modo, cuando uno analiza los pares de empleo e inflación en el corto plazo, en muchas ocasiones puede encontrar esta relación inversa. Es más, muchas estimaciones para infinidad de países y utilizando Vectores Autorregresivos, así como otras técnicas, han encontrado que cuando baja el desempleo, la inflación sube. Sin embargo, si uno dibuja varios años seguidos, o pocos, pero con muchas expectativas cambiantes, puede no encontrar esta relación.
      ¿Existe pues una CPh naïve como muchos se empeñan en dibujarla tanto para defenderla como para criticarla? No. Hoy en macroeconomía esa famosa CPh no es tenida en cuenta, sólo si miras el corto plazo y en circunstancias muy muy particulares. Entonces ¿existe relación entre inflación y desempleo? Sí, pero como he dicho intervienen muchas más otras variables. La CPh sólo «existe» como la conocemos, y perdón por repetirme, si en dicha relación entre desempleo e inflación mantenemos el resto de variables no observadas constantes. Y esto, en muchas ocasiones, no es tan fácil.

  3. Felipe dice:

    Un tema interesante y muy relevante.

    Entiendo que la mayor parte de los datos son de los años 60,70 y 80. Desde entonces ha habido una mayor globalización de la economía mundial y en Europa una integración monetaria. No sé si hay motivos para esperar que las conclusiones sean estables y no hayan cambiado mucho.

    Siendo cínico diría que lo que buscan los gobiernos es maximizar el voto de las siguientes elecciones. Si eso implica presentar buenos resultados económicos para las siguientes elecciones, tanto mejor para el corto plazo, y tanto peor para el medio y largo plazo.

    La inconsistencia temporal de las políticas económicas tiene resultados conocidos e indeseables. A los políticos que quieren ser reelegidos les interesa fomentar una expansión fiscal que cree crecimiento y empleo para cuando lleguen las elecciones y que deje las consecuencias indeseables de la inflación y falta de crecimiento a largo plazo para futuros gobiernos. Por ese motivo se independizó la gestión monetaria de los bancos centrales, de la política de los gobiernos. Teóricamente cuando más independiente sea el banco central, menos influencia tienen los gobiernos en la tasa de inflación. ¿Se puede ver esta influencia moderadora de la independencia del banco central en los estudios mencionados?

    Ya tengo ganas de leer la segunda parte.

    • Manuel Hidalgo dice:

      Estimado Felipe,
      ciertamente ha habido mucha literatura desde entonces. Gran parte de ella se centra en los mismos temas, no cambiando las conclusiones y otras muchas han avanzado en la dirección de cuestiones más concretas, como por ejemplo las instituciones, o por ejemplo la desigualdad.
      De hecho, sobre esta última cuestión se está avanzando mucho. Te recomiendo el último paper de Acemoglu y Johnson sobre desigualdad e instituciones para actualizar esta información.
      Tengo el reto de ampliar lo que aquí se publica para actualizar bibliografía. No obstante me parecía interesante ya que gran parte del debate sobre políticas económicas nació en aquella época.
      Un saludo

  4. […] La primera parte del artículo se encuentra aquí. […]

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