Política

Sobre preferencias endógenas

30 Ene, 2015 - - @jorgesmiguel

Os traigo unos artículos de los últimos días para reflexionar sobre preferencias endógenas (es decir, que no son independientes de factores ambientales como la oferta política/comercial o los propios procesos de mercado o electorales, así como la historia, la educación y los valores y prejuicios imperantes, etc). Y sobre las consecuencias económicas y políticas que podemos extraer de dicha endogeneidad.

Por un lado, en Stumbling and mumbling se comenta la endogeneidad de preferencias en el mercado y el peso de la presión de grupo y la imitación a la hora de tomar decisiones incluso cuando afectan a nuestro bolsillo o nuestro bienestar. Pero el argumento va más allá: las preferencias políticas también puede estar sujetas a endogeneidad y, por tanto, no reflejar los intereses reales del sujeto. Pensemos que, en el nivel más elemental, las preferencias de los votantes no son exógenas al sistema de partidos existente, es decir, a qué partidos pueden votar o no. Y desde ahí podemos ir avanzando en complejidad. Lo que abre necesariamente un debate sobre el valor de dichas preferencias en una sociedad democrática. En un giro muy propio de Dillow, el post nos deja en puertas (aunque no lo mencione) del concepto marxiano de «falsa conciencia».

Por una senda vecina, Luis Abenza reflexionaba en esta misma casa sobre el valor de las preferencias en el mercado laboral. En particular, si las distintas preferencias de mujeres y hombres en sus carreras profesionales sirven para cerrar el debate en torno a la brecha salarial. En la medida en que entendamos que dichas preferencias no son absolutas ni independientes del entorno en que se dan, podremos hacer espacio para un debate sobre la necesidad y los límites de acciones correctoras que, en cualquier caso, siempre se dan desde una posición normativa determinada y, por lo tanto, susceptible de discusión.

Este artículo de Sebastián Lavezzolo presenta otro ángulo de la cuestión: los actores políticos como modeladores (o aspirantes a modeladores) de las preferencias del electorado. Con el ejemplo concreto de Podemos y el proyecto de sustituir el «viejo» centro político por una nueva «centralidad» que ocuparía dicha fuerza a través de la conformación de un nuevo espacio político con los marcos, significantes, discursos y referencias elaborados por ellos mismos. O, por así decirlo, si ellos no pueden o quieren moverse hacia el votante mediano tradicional, por qué no aprovechar una coyuntura favorable para intentar mover al votante mediano hacia su «centralidad». De nuevo la endogeneidad de unas preferencias políticas o ideológicas que, en este caso, podrían ser alteradas por la acción deliberada de un actor político. (Tema distinto de discusión es el límite de este proyecto; pero hay que celebrar que la ciencia política empiece a reconocer con menos desdén la capacidad, casi siempre marginal pero nunca del todo despreciable, de la comunicación y la estrategia política para operar sobre las preferencias de los votantes.)

A través también de Sebastián y Luis llego a una cita de Paper stones de Adam Przeworski que resume de forma bastante tajante este último punto, y quizás los otros: «the assumption that public opinion is exogenous to party strategies is absurd».

Si podemos aventurar alguna conclusión precaria de todo lo anterior, es claro que las preferencias no se dan en el éter, sino que suelen estar mediadas por factores ambientales o incluso por la acción deliberada de algún actor externo; y que esto vale tanto en el mercado como en la política. Un mínimo de honradez probablemente exige reconocer que las conclusiones en uno y otro caso no son demasiado disímiles y que, por tanto, entender las preferencias como absolutas lleva en ambos casos a numerosos dilemas y aporías, sea cual sea el paradigma normativo desde el que hablamos.


3 comentarios

  1. PaulJBis dice:

    Una pregunta: si estamos hablando de preferencias condicionadas por factores externos a los individuos (presión de grupo, historia, campañas de comunicación…), ¿no deberían llamarse «preferencias exógenas»?

  2. Ullman dice:

    Interesante post. Un tema que convendría diferenciar son las preferencias de las percepciones, es decir, la influencia que pueden tener los medios, los partidos políticos etc, no en los gustos de los individuos sino en la percepción de las características de los «productos» que eligen.

    También está el tema de la exogeneidad de las preferencias en el sentido de que pueden tener un origen biológico (la economía tradicionalmente las ha tratado más de esta forma). Una hipótesis sobre la que también hay evidencia desde la psicología.

    Un saludo

  3. gerion dice:

    Creo que, a estas alturas, nadie duda de que las elecciones las gana el que tenga el mejor equipo de publicistas, que sabe qué decir, qué callar, y tiene muy bien estudiado el mercado al que se dirige. No hay ningún producto que guste a todos, así que se tiene perfectamente identificado el nicho correspondiente.

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