Internacional

Reino Unido en 1983, ¿España en 2015?

19 Sep, 2014 - - @AlvarodelaPaz

En 1979, Margaret Thatcher llegaba al 10 de Downing Street poniendo punto y final a un lustro de dominio laborista. La elección de la tory como premier fue la respuesta de la sociedad británica a la larga crisis económica y social que atravesaba el país. La expresión ‘british disease’, un cóctel que combinaba crecimiento escaso, inflación, pérdida de influencia internacional y una era de difícil reinvención tras la desintegración imperial, simbolizaba décadas de depresión para las otrora orgullosas islas. La elección de Thatcher marcó un hito histórico: la hija de un tendero, cabeza de cartel del siempre elitista Partido Conservador, sería la primera mujer de la historia al frente del ejecutivo británico. Las primeras medidas tomadas en aquella legislatura mostraron cuáles serían las líneas de acción de la nueva primera ministra.

Las medidas liberalizadoras y privatizadoras tardaron en surtir efecto. La crisis económica se hizo más profunda. Las centrales sindicales llamaban a la huelga y la movilización. Cuatro años después de su llegada, la reelección se antojaba difícil. La invasión de la junta militar que gobernaba Argentina de las islas Malvinas, en la primavera de 1982, disparó la popularidad de una líder que atravesó gran parte de su primer mandato con una valoración muy baja. Las elecciones del año siguiente revalidaron la mayoría absoluta de Margareth Thatcher, enterraron una legislatura caliente y conflictiva y proyectó a la Dama de Hierro como el primer gran icono conservador posterior a Winston Churchill. Sin embargo, la cómoda mayoría parlamentaria no se sustentó en más votantes. En cuatro años, Thatcher ganaba representatividad perdiendo electores.

Los tories aprovecharon la división casi simétrica del voto de la oposición. El Partido Laborista cayó hasta poco más del 27%, mientras que el Liberal conquistó más del 25%. El de 1983 fue el mejor resultado de la formación centrista desde los años veinte. El discurso de Michael Foot, intelectual y muy orillado a la izquierda, castigó a los laboristas. Una facción a la derecha del partido terminó por aliarse con los liberales y la coalición conquistó uno de cada cuatro sufragios. El gran beneficiado del empate entre sus dos rivales fue el Partido Conservador. El peculiar sistema electoral británico, uninominal mayoritario y dividido en 650 circunscripciones, premió entonces a los de Thatcher. El 42% de las papeletas se convirtieron en 397 escaños, un 60% de los diputados.

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Aquella quiebra coyuntural del bipartidismo en el Reino Unido favoreció al partido más votado y mejor representado en todas las circunscripciones. Para España cabe imaginar un escenario tripartito (imperfecto) similar tras la irrupción de Podemos en el mapa político español, ascenso fundamentado por su éxito en las recientes elecciones europeas del 25 de mayo y los excelentes resultados que le auguran diferentes encuestas. Las generales de 2015 pueden confirmar, por primera vez tras la restauración democrática, a tres partidos por encima del 15% de los votos y con posibilidades de afrontar la formación de gobierno. La última cita con las urnas ratificó la erosión bipartidista PP-PSOE y la apertura de un espacio para el voto contestatario.

Al nuevo partido, ubicado ideológicamente a la izquierda del PSOE, se le presenta un futuro próximo prometedor. La formación recién creada sería ya tercera fuerza política del país, por delante de Izquierda Unida y UPyD. Frente a sus rivales por la regeneración, el partido de Pablo Iglesias ha recogido el descontento ciudadano ante la crisis económica y política. El último barómetro del CIS otorga a Podemos la tercera posición, con una diferencia negativa de sólo seis puntos respecto al PSOE pero por delante de los Pedro Sánchez en intención directa de voto. La encuesta no prevé reparto de escaños pero el porcentaje de voto (15,3%) se traduciría probablemente en una cifra superior a la treintena.

Que haya más opciones para elegir percibidas como útiles implican mayor división. Los tres principales partidos de izquierda estatal acaparan casi el 45% de los votos. La suma de PSOE, Podemos e IU supera holgadamente los resultados previstos para el PP (30%). Sin embargo, el margen de los conservadores con sus rivales aumenta. La diferencia entre el partido que sostiene al gobierno con el principal de la oposición se ha disparado hasta los casi nueve puntos. La encuesta del CIS se realizó en los días posteriores a los comicios europeos, en plena euforia postelectoral de Podemos, y con Alfredo Pérez Rubalcaba aún en la secretaría general socialista, antes de la celebración de primarias y del triunfo de Sánchez, aunque otras encuestas ratifican a Podemos como alternativa frente al bipartidismo con un porcentaje de apoyo similar.

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El guion que marcó las elecciones en el Reino Unido en 1983 podría repetirse en las próximas generales en España. Son varios los puntos en común. El PP, en el poder desde 2011, afronta la reelección de Mariano Rajoy apoyado por algunos datos macroeconómicos positivos que endulzan una legislatura aciaga. El PSOE, principal alternativa, no ha sufrido escisiones pero una porción significativa de sus votantes, jóvenes y desencantados en el epílogo de José Luis Rodríguez Zapatero, exploran alternativas más a la izquierda. Una de esas propuestas, la que ha recogido el voto postzapaterista y el espíritu reivindicativo del 15M, es Podemos. El tercero en discordia tiene su principal segmento de apoyo en antiguos votantes del partido socialdemócrata.

También el sistema electoral puede jugar un papel destacado y favorecer a las siglas más votadas, principalmente al PP. El partido de centroderecha, bien implantado en todo el territorio nacional, tiene en muchas provincias pequeñas -aquellas que reparten menos de seis diputados, son poco proporcionales y cuya cifra total es más de treinta-, uno de sus graneros. Es muy difícil, muy caro, conquistar un escaño en las circunscripciones pequeñas. En las provincias que reparten pocos parlamentarios el sistema electoral se transforma: más que proporcional parece mayoritario. Los otros partidos, los que gozan de menor capacidad organizativa y de financiación, no centran sus esfuerzos en estas plazas.

Respecto al fenómeno Podemos no están aún definidas las estrategias de PP y PSOE. Los dos grandes no saben cómo enfrentarse a un invitado inesperado. Tampoco se conocen los beneficios colaterales de su aparición. En Génova se dividen entre la indiferencia generalizada de la dirección nacional y el deseo de contienda dialéctica de Esperanza Aguirre, la presidenta en Madrid. En Ferraz, la consigna es reivindicativa e histórica. Pedro Sánchez reclama el espacio de su partido en la izquierda sin descuidar el centro ideológico, la mayor bolsa de votantes en España. El nuevo líder elude radicalizar al partido y lo aleja de las posiciones escoradas del laborista Foot. “Quiero que el ciudadano encuentre en el PSOE ese partido de izquierdas que atrae el centro”, dice el secretario general.

La cuenta atrás ha comenzado. Después de las elecciones del otoño de 2015 el arco parlamentario será muy diferente al actual. Ante la presumible confrontación a tres, tan importante como el número total de votos de cada formación será la distribución de los mismos. Hasta entonces, tiempo de reflexión y estrategia para los dos partidos que más pueden perder en la cita con las urnas. Los analistas de ambos podrán confrontar su propia realidad con el antecedente británico expuesto. Si el PP divide las fuerzas de sus adversarios en fracciones similares, acariciará una victoria amplia; si el PSOE no consigue diferenciarse de Podemos ni presentarse como alternativa de gobierno continuará su travesía por el desierto lejos de la Moncloa.


8 comentarios

  1. […] Reino Unido en 1983, ¿España en 2015? […]

  2. Dani dice:

    No veo ni una mención a partidos realmente de centro (UPyD y C’s). ¿No hay ningún vislumbre de opciones para hacer realmente de partidos bisagra o jugar un papel más relevante que el realizado hasta ahora?

    • heathcliff dice:

      A esos dos partidos, como mucho, les asigno ya la capacidad de modulación del PP, o incluso de radicalización en ciertos ámbitos.

      En principio, son la primera puerta a la que llamará el PP en caso de necesidad, pero me temo que sus resultados no serán suficientes para cambiar gran cosa….

  3. heathcliff dice:

    Desde mi punto de vista, la estrategia debería ir más o menos pro aquí:

    -PP: Capitalizar el miedo a Podemos entre la gente más moderada, y aprovechar este movimiento para laminar a IU, pero sin que desaparezca. En ese sentido, estoy de acuerdo con Esperanza Aguirre, en su idea de que hay que debatir con ellos. Cuanto más hablan, más la cagan entre la gente que no les va a votar y más votos del miedo cosecha el PP.

    -PSOE: Tienen que mojarse y presentar una alternativa. A estos no les vale el discurso del bla, bla, bla, todo irá mejor, queremos amor, paz y caramelos de menta. Por duro que eso sea, tienen que presentar un programa muy claro y concreto, porque en el terreno de las adhesiones simbólicas están perdidos. Lo que siempre les funcionó ya no les va a funcionar. El Doberman es ahora de Podemos, y ya no les traerá votos.

    -IU: Tirarse por un barranco o colgarse de una viga parecen las opciones más simples y viables, pero seguramente habrá otras que no alcanzo a imaginar en este momento. 🙂

    -Podemos: Mantener el voto protesta y tratar de atraerse algunos miles de votos más fuera de la izquierda. Creo que ya van por ahí, con algún ramalazo de populismo negro (además del populismo rojo). Si logran abrir su espectro ideológico en tres o cuatro puntos porcentuales, pueden acabar superando al PSOE.

    • Pescador dice:

      Mucho voto a Podemos va a ser rupturista, sin más. Ni sabe, ni le interesa, ni se cree las promesas y el programa de Podemos, pero quiere sacudir el mundo político español. Total ni las promesas ni el programa del PsoE y PePe valen el papel donde están escritas.
      Va a haber el voto de las palomitas, el de tirar un pez desconocido en una pecera y observar que pasa. Y esperan que ese pez sea carnivoro y haga una limpia. Lo que pase después no importa, no depende de nostros.
      Un muera Sansón con todos los filisteos postmoderno

  4. Raquel Ubierna dice:

    «En 1900 y 79, Margaret y Tatcher llegaba al 10 de Downing y Street poniendo punto final…»
    A mí me molesta menos así.

  5. Alatriste dice:

    El futuro no está escrito, pero me parece a mí que algunos están corriendo demasiado… o, como diría Asterix, que están vendiendo la piel del jabalí antes de cazarlo. Para decirlo en dos palabras, resulta im-presionante ver con qué alegría se da por muerta y enterrada a Izquierda Unida y se habla alegremente de superar al PSOE refiriéndose a un partido que no se ha presentado más que a unas elecciones en las que no llegó al 8%; y encima eran las europeas.

    Es decir, que se quedó por detrás de IU, detrás de la suma de UPyD y C’s, y a tanta distancia del PSOE que si fuera una carrera de Fórmula 1 a Iglesias el coche del PSOE lo habría doblado dos o tres veces… conducido por Rubalcaba.

    Yo como mínimo tendría en cuenta la posibilidad de que Podemos en las generales próximas no alcance ni siquiera el 8% de las europeas. La gente se las va a tomar con otro ánimo y ya nadie le va a hacer ningún favor a Pablo Iglesias porque dice barbaridades graciosas, sino que van a tirarse a su yugular, y aunque eso no importará un carajo a los Sansones de los que habla Pescador – con mucha razón – con ellos no se ganan las elecciones.

    Otra cosa es que el PP y el PSOE ya no vayan a alcanzar las cotas de votos de antaño; en las europeas solían alcanzar un porcentaje de votos similar al de las generales, solo un poquito más bajo, y esta vez no ha sido así, han bajado hasta cotas cercanas al 25%… pero incluso si no subieran de ahí, que con toda probabilidad subirán, seguiría siendo imposible formar un gobierno prescindiendo de ellos, porque sumarían más del 50% de los votos y más de la mitad de los escaños.

  6. Yo estoy de acuerdo con Alatriste en que queda mucho camino todavía. Todos los partidos hablan de regeneración, pero hasta ahora las propuestas se centran en regenerar al contrincante político, proponiendo reformas que atacan a sus puntos débiles. Supongo que en algún momento algún partido hará una mínima autocrítica.

    Un cordial saludo.

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