Política

El adiós de Ana Botella

9 Sep, 2014 - - @kanciller

Ana Botella acaba de anunciar que no será candidata a la alcaldía de Madrid en 2015. No tengo elementos de juicio sobre su gestión al frente del consistorio para poder evaluarla aunque reconozco que nunca fui partidario de Madrid 2020. Ahí sí que me declaro culpable. Si me permitís dejo a los medios el repasar su biografía política y su gestión de Madrid pero me gustaría sacar una pequeña nota sobre algunos elementos de la discusión que creo que desenfocan el debate.

Me gustaría empezar por lo básico: Ana Botella sí que pasó por las urnas aunque no fuera como cabeza de lista. De hecho, era parte de la lista del Partido Popular en las elecciones de 2011, si no me equivoco como número dos de Alberto Ruiz Gallardón. Dado que nuestro sistema es parlamentario y votamos a listas de partidos, los cuales a su vez escogen al alcalde, creo que es algo poco discutible. Ahora bien, desde aquí podemos ramificar el debate en varias direcciones.

Primero, podemos cuestionar directamente este sistema y pensar que queremos una elección directa del alcalde. Es posible que haya quien considere que esta figura es lo suficientemente importante como para merecer un mandato directo, pero esto supone un cambio institucional que no afecta lo que he dicho en el párrafo anterior. Segundo, podemos quejarnos de tener un sistema de listas cerradas que no me permite discriminar entre concejales, con lo que no puedo hacer una selección entre candidatos. Por lo tanto, si a los votantes del PP no les gustaba Botella y sí otros integrantes, no han tenido opción de cambiar su posición en la lista. Tercero, podemos cuestionar el sistema interno por el cual algunos partidos realizan el relevo de sus cargos. La cúpula del PP madrileño es la que ha pilotado el reemplazo de Gallardón y, por nuestro sistema electoral e institucional, está muy centralizado y casi “presidencializado” en el vértice. Habrá quien crea que debe hacerse algún tipo de proceso interno competitivo, quizá unas primarias, para designar al sucesor del saliente para darle la legitimidad de la que adolece.

Por último, podemos cuestionarnos si es lícito que alguien abandone su cargo sin agotar su mandato tal como se comprometió ante los ciudadanos. Aquí creo que hay una distinción pertinente que hacer. Hay casos en los cuales un cargo decide marcharse de su puesto porque es cooptado y/o se presenta en otras elecciones. Personalmente me parece de poca elegancia política pero difícil de evitar. Ojalá mis eurodiputados, parlamentarios o presidentes se centraran únicamente en aquello para lo que han sido mandatados y en desarrollar sus programas en los puestos que tienen. Sin embargo, no se me ocurre como evitar que esta dinámica se produzca más allá de poner un mandato fijo, lo cual es hasta improcedente cuando lo que tenemos es gente que pide lo contario, poder reemplazarlos con más frecuencia.

Pero además,  creo que un mandato fijo nos privaría de un recurso muy valioso que tenemos en las democracias electorales; la rendición de cuentas “dinámica”. Dicho de otra manera, la posibilidad de que los políticos se aparten del poder cuando anticipan que van a perder. Los ciudadanos ni siquiera deben pasar por las urnas para logar su objetivo. Por supuesto, el mecanismo tiene dos caras. En una versión más benévola el político entiende lo delicado de su situación y se hace un lado por el bien de su partido. Sin embargo, también hay una versión más torticera. Como nos contaba Maravall en “La Confrontación Política”, casi la mitad de los Presidentes de Gobiernos o Primeros Ministros de democracias parlamentarias han caído mediante el proceso tradicional de apuñalamiento por parte de tus compañeros de partido o socios de coalición.

En resumen, las elecciones son un medio más pero ni mucho menos el único para quitar de en medio a un cargo público. No estoy diciendo necesariamente que Ana Botella haya sido depuesta por el Partido Popular (o sí), pero lo que digo es que la renuncia voluntaria (o no) de un político cuando piensa que puede perder es un mecanismo más de rendición de cuentas. Por lo demás, yo no seguiría insistiendo en quién ha pasado o no por las urnas – porque Alberto Fabra, José Antonio Griñan o Ana Botella lo han hecho – sino en las cuestiones más de fondo. En si queremos tener más y mejores mecanismos para acceder y rendir cuentas en el ejercicio del cargo.


10 comentarios

  1. leon dice:

    1º en Andalucia se fue de presidente el Sr Escuredo y sin ninguna votacion le sucedio R. Borbolla, dimitio y le sucedio Chaves sin elecciones, dimitio Chaves y sin elecciones le sucedio Griñan que tambien dimitio y de nuevo se repite y le sucede S diez, alcaldia de Barcelona se va Serra y le sucede Maragall sin elecciones, y habra muuchos mas. porque esta historia? es del PP solo?

    • lafrome dice:

      Manuel Chaves sucedió a Rodríguez de la Borbolla en 1990; dejó de ser Ministro de Trabajo para presentarse como cabeza de lista (por Cádiz) y candidato a Presidente de la Junta de Andalucía en las elecciones de ese año. Fue Presidente hasta su dimisión en 2009. La de Chaves es la única sucesión en este puesto que se ha producido coincidiendo con el final de una legislatura.

  2. manuti dice:

    ¿Y la presidente andaluza qué? Eso sí le parece bien al PSOE.

    • Pintamonas dice:

      El verbo «adolecer» debería estar prohibido; casi nadie lo usa bien. Significa ‘tener un defecto’, no ‘carecer’.

  3. ateo666666 dice:

    ¡Adiós Ana Botella! alcaldesa de Madrid por la gracia de haber compartido cama y mantel con el señor del bigote de infausto recuerdo, porque carece de cualquier otro mérito conocido, aparte de su desmedida afición a rogar al santoral católico para que vírgenes y santos le hagan ese trabajo que en su completa inoperancia e ineptitud es incapaz siquiera de imaginar. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2012/05/absurdas-y-alucinadas-declaraciones-de.html

  4. Alberto dice:

    Una precisión, aunque es cierto que Ana Botella sí pasó por las urnas, las elecciones municipales tienen la particularidad de que los concejales sólo pueden escoger alcalde de entre los cabezas de lista (o si este fallara siguiendo el orden de la propia lista: como Ana Botella era la segunda, cuando dimitió Gallardón los concejales del PP sólo podían escoger entre ella o el cabeza de alguna de las listas de la oposición). Es decir, lo que pasa implícitamente en otras elecciones, está explícito en las municipales, donde sí que hay un candidato «legal» a alcalde.

  5. Indulgente dice:

    O el nº 2 puede renunciar a ser alcalde y pasaría al nº3 de la lista, y así hasta el puesto que se quiera en la lista dentro de los ya concejales.

  6. ninguen dice:

    Aficionados, el crack lo tenemos en Santiago de Compostela, el 3º alcalde de la legislatura, último de la lista, y la mitad (+1) de sus concejales nunca fueron en lista, nombrados a dedo por el partido… problem?

  7. Jose dice:

    Yo no me escandalicé porque Botella fuera alcaldesa sin haber sido votada, conozco las reglas del juego y hasta aquí, todo bien.

    Lo que me ya no me parece bien del todo, y que nadie comenta, es que si el PP la hubiera presentado como alcaldable, quizá no hubiera ganado. Fue una jugada ‘sucia’ (habitual y esperable en la política española), un engaño, poner a Gallardón de cabeza de lista sabiendo que el PP iba a arrasar en las generales y que Gallardón sería ministro. Vamos, que el PP aprovechó el tirón ‘centrista’ de Gallardón (quién lo diría ahora) para ganar unas elecciones sabiendo que la alcaldesa sería Botella en cuanto ganaran las elecciones.

    Me parece bien recordar a la gente cómo funciona este juego, pero también habría que exigir un poco de decencia a los políticos para con sus votantes.

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