Economía

Portándose bien en un mundo federal

2 May, 2014 - - @egocrata

Los estados dentro de Estados Unidos tienen una capacidad casi ilimitada para gastar y recaudar dinero. La constitución no impone casi ningún límite sobre qué clase de tributos o tasas está al alcance de un gobierno estatal, más allá de la prohibición de crear aranceles o tasas sobre el libre comercio entre estados. Del mismo modo, si un gobierno estatal quiere gastar su dinero construyendo pirámides puntiagudas, es completamente libre de hacerlo, sin que el Congreso en Washington le vaya a decir gran cosa.

Es un estado federal, y federalismo quiere decir eso: cada unidad de gobierno puede hacer lo que le plazca, siempre que recaude ella solita el dinero para sus caprichos y no moleste a sus vecinos. Si el gobierno central quiere que los estados gasten dinero algo (digamos ofrecer sanidad a los pobres o construir una autopista) sólo puede hacerlo ofreciéndose a pagar parte de la factura.

Para que esta libertad de acción pueda funcionar de forma efectiva, los estados y el gobierno federal operan bajo dos normas adicionales. Primero, Washington nunca va a rescatar a ningún estado. El gobierno central puede hacerse cargo de desastres naturales o crisis bancarias, pero sólo actuará utilizando los programas e instrumentos que salen de su presupuesto. Si Michigan, Connecticut, California o Arkansas se quedan sin dinero para pagar sus caprichos, los Feds no van a mover un dedo para sostener el erario estatal. Segundo, y casi igual de importante, los estados deben tener presupuestos equilibrados. Dado que el gobierno central no va a rescatarles, los estados deben tener sus cuentas completamente saneadas cada año, nunca gastando dinero que no tienen.

Esto, como probablemente habréis adivinado, no es tan sencillo como parece. Cuando hay una recesión económica, los ingresos de las administraciones bajan mientras aumenta el gasto social. Incluso el estado más tacaño con sus familias pobres puede darse cuenta que no tiene dinero para colegios, universidades o mantenimiento de carreteras en un año malo, viéndose forzado a subir impuestos (si uno es un poco de izquierdas) o recortar gastos (derechas) en medio de una recesión. Esto no sólo es impopular, sino que también es a menudo contraproducente para el crecimiento económico, ya que la política fiscal acaba por ser fuertemente procíclica.

Para evitar que esto suceda, un político estatal responsable puede crear un rainy day fund (literalmente, «fondo para días de lluvia») un fondo de emergencia para cubrir el coste de recesiones. En los años de bonanza, cuando la economía crece a buen ritmo y el estado ingresa mucho y gasta poco, el superávit se envía a una cuenta de ahorros. Cuando las cosas van mal, la recaudación cae y el gasto social aumenta, el estado puede retirar este dinero para mantener servicios sin tener que eliminar prestaciones o pedir dinero a los votantes.

Jerry Brown, el gobernador de California, está intentando convencer a sus legisladores estos días que lo mejor que puede hacer el estado es precisamente esto. Tras años de penurias fiscales, una subida de impuestos y una recuperación económica más que decente han dejado al estado con un superávit de 4.500 millones de dólares. Brown llegó (por segunda vez) al cargo en medio de la gran recesión, cuando el hundimiento de la burbuja inmobiliaria había dejado a California con déficits de 21.000 millones. Ahora, camino de las elecciones en noviembre, ha propuesto una enmienda constitucional obligando al estado a utilizar sus superávits para pagar deuda municipal (un problema recurrente en California) y crear un fondo para emergencias. Es decir, está pidiendo a los votantes que obliguen por ley a sus políticos a tener una política fiscal contracíclica equilibrando presupuestos a largo plazo, obligándoles a actuar de forma responsable.

¿Por qué esta decisión de Brown es relevante? Porque España, dentro de la Unión Europea, se mueve bajo unas reglas y restricciones presupuestarias parecidas. España puede gastar lo que quiera donde quiera, y tiene libertad para recaudar en todo lo que no sea aranceles o barreras comerciales. La UE también obliga a que los estados estructuren algunos impuestos evitando subvenciones encubiertas, pero más allá de eso, cada uno puede hacer lo que le plazca. El reverso, obviamente, es que si una recesión mete a la economía española en problemas, nadie en Bruselas va a mover un dedo para tapar el agujero; cualquier rescate será un préstamo bajo una dura condicionalidad. Bajo estas condiciones fiscales, un enmienda constitucional que obligue a equilibrar presupuestos a lo largo del ciclo tiene sentido: España puede retirar deuda cuando las cosas van bien, y endeudarse sólo cuando las cosas van mal. Un rainy day fund adaptado a la capacidad de un (todavía) estado soberano para emitir deuda, protegiendo a los servicios sociales y gasto público de los recortes cuando las cosas van mal. Esta misma lógica, obviamente, puede (y debería) extenderse a las comunidades autónomas, que operan en una situación aún más parecida a la de California.

Esto quiere decir, por cierto, que tanto la enmienda constitucional para equilibrar presupuestos como la ley de estabilidad presupuestaria aprobadas recientemente tienen sentido. Nuestro problema, en todo caso, es que implementación de ambas medidas ha sido singularmente chapucera: lejos de crear mecanismos de control decentes que obliguen a los políticos a gastar lo que tienen y a redactar presupuestos con previsiones de ingresos y gastos modestamente realistas, la ley pemite una enorme discrecionalidad a los políticos tanto para definir las previsiones de recaudación y gasto como para saltarse los límites cuando lo consideren conveniente. En vez de crear una agencia independiente de análisis y reglas claras que obliguen a los políticos a portarse bien (superávit cuando crecemos, déficit en recesiones, cualquier programa de gasto debe incluir ingresos o recortes asociados para pagarlo), el gobierno del PP ha acabado por aprobar otra reforma tan limitada como inútil, haciendo lo mínimo a ver si cuela en Bruselas. Otra oportunidad perdida para hacer las cosas bien.

Nada sorprendente, vamos.

Una nota final: una regla de equilibrio presupuestaria a lo largo del ciclo no es de derechas. La idea original es de este señor; hablé con algo más de detalle sobre él aquí. No gastar más de lo que uno tiene es la única manera de hacer que el estado de bienestar sea sostenible a largo plazo. Un gobierno en bancarrota no puede luchar contra la pobreza; nuestra primera preocupación cuando queremos hacerlo es cómo vamos a pagarlo.

La reforma constitucional de California, por cierto, será votada en referéndum en noviembre. Será un resultado digno de ver.

Para frikis: Jerry Brown es el mismo Jerry Brown que se cita en «California Über Alles» de los Dead Kennedys. Brown fue gobernador de California por primera vez entre 1975 y 1983 (ganándose el apodo de «gobernador Rayo de Luna«), justo después de Ronald Reagan. Tras tomarse un descanso (y perder varias primarias demócratas a la presidencia) fue alcalde de Oakland ocho años, fiscal general cuatro y fue elegido gobernador por tercera vez el 2011. El tipo ha sido tanto el gobernador más joven de Califonia desde la Guerra Civil como el más viejo. Esto es una carrera política y lo demás son tonterías. Y sí, es uno de mis políticos preferidos, a pesar de ser un tipo un tanto peculiar.


19 comentarios

  1. Javier dice:

    Sobre el papel, la legislación española de estabilidad presupuestaria establece el objetivo de estabilidad a lo largo del ciclo, y prevé obligar a obtener superavit en años expansivos, tanto al Estado como a las comunidades autónomas. Otra cosa es el uso político que se hace de esta legislación.

    Se ha criticado mucho el sistema de financiación autonómica español, que efectivamente se vuelve más retorcido con cada reforma, pero que en el fondo no deja de ser un modelo medianamente decente sobre el papel. Al fin y al cabo, más del 90% de los fondos se reparten de acuerdo con la población de cada territorio, modulándose el resto de acuerdo con la dispersión de población, envejecimiento, insularidad, …. factores todos ellos que encarecen la prestación de servicios básicos.

    En mi opinión, es el mal uso político del sistema el que ha provocado los principales problemas. El grueso de los fondos en el año t se reparten mediante un sistema de «entregas a cuenta» mensuales, calculadas sobre las previsiones de recaudación incluidas en los Presupuestos Generales del Estado para ese mismo año t. Las cuentas se liquidan en el año t+2, cuando los PGE del año t están liquidados con la bendición de la IGAE:

    Pues bien, en mi opinión, cuando en 2008 la situación se empieza a dar la vuelta claramente, y la recaudación comienza a caer (había comenzado a desacelerar en los principales impuestos bastante antes), era el momento de actuar sobre las entregas a cuenta. Y no se hizo. Ni en 2008 ni en 2009, donde las previsiones de recaudación fueron de cuento de hadas. Y eso fue una decisión puramente política, procrastinadora, de patada p’alante a ver si escampa el año que viene. Y no escampó.

    El gobierno central entregó a las comunidades autónomas, de forma consciente y deliberada, unos recursos que ya se sabía que no se iban a recaudar. Y éstas CCAA se lo gastaron alegremente, sabiendo que cuando llegara la liquidación dos añós después el drama sería morrocotudo. Tonto el último.

    Me sumo a la peticion de agencias independientes. La legislación está, el uso no es el adecuado, la solucion puede venir de la mano de un rediseño institucional.

  2. Arseni Gibert dice:

    Muy bien explicado. Una vez leído, casi se podria resumir con un refrán popular: «que cada palo aguante su vela».

  3. Arturo Goosnargh dice:

    Solo quiero decir que es esto lo que necesitamos y no solo un techo de deuda.

  4. dalek_fan dice:

    La enmienda de la sagrada (a veces) constitución o la ley de estabilidad presupuestaria pueden estar muy bien y ser hasta de izquierdas cuando impiden gastar en tonterías superfluas y concentran el gasto en coberturas sociales. Por poder, puede ser lo que sea.
    Actualmente solo es una forma de pagar la deuda antes que todo lo demás. Y además aprobado de forma expres por los dos grupos que sistemáticamente se oponen a tocar cualquier cosa de la constitución.
    O sea, hay que ser enormemente ingenuo para no comprender el odio que se le tiene a esta reforma

    • Alatriste dice:

      Creo, para empezar, que sobreestimas enormemente ese supuesto odio a la segunda enmienda. Pienso que ese odio es cosa de una ínfima minoría, y de una ínfima minoría que prácticamente solo existe en Internet, además. De hecho estoy por decir que entre los ciudadanos, hasta entre los votantes de la «verdadera Iquierda» y nacionalistas radicales, la idea de que el estado antes que nada debe pagar sus deudas gozaría de un apoyo ampliamente mayoritario. Es más, creo que si se les preguntara a los ciudadanos si apoyan la idea de que el estado nunca debe gastar más de lo que ingresa (idea que no comparto, por si hace falta decirlo) muy probablemente serían más radicales que la enmienda y responderían masivamente que sí.

      Vamos, por algo ninguno de esos partidos votó en contra de la enmienda (sí lo hizo en cambio Rosa Díez por UPyD, que en muchas cosas parece seguir la norma de votar en contra de cualquier cosa que apoyen todos los demás). Hubo mucho teatro y una impresionante dosis de hipocresía en el circo que se montó a la hora de votar.

      Luego, tampoco creo que sea correcto decir que el PP y el PSOE se oponen «sistemáticamente» a «tocar cualquier cosa de la constitución». Se oponen, ellos y no solo ellos, a dos cosas: en primer lugar a las reformas constitucionales que no les gustan – sorprendente, por no decir que escandoso ¿Verdad? Cualquiera diría que reúnen el voto de la gran mayoría de los ciudadanos o algo parecido – y en segundo a que se pretenda actuar como si no existiera ninguna constitución.

      Y personalmente tengo que decir que es una de las poquísimas cosas en las que estoy completamente de acuerdo con el PP. Lo que han votado los ciudadanos va a misa, y lo primero y principal que votaron fue la Constitución. Y por si fuera poco la alternativa es una sucesión interminable de «voy a hacer lo que me sale de los cojones y a ver quien la tiene más gorda», siempre al borde del precipicio.

      • Moisés dice:

        Discrepo. Yo creo que muchos (no sé si la mayoría) de los ciudadanos piensa que antes de pagar las deudas el estado debe priorizar otras cosas (tú mismo lo decías del programa/»lista de deseos» de Pablemos en un post anterior). Pero es solo mi opinión y está claro que no teniendo un estudio serio sobre el tema solo estamos especulando y probablemente tú tienes una visión mucho más cercana y objetiva que la mía del asunto 🙂
        En todo caso, ojalá esté yo equivocado, desde luego.
        Un saludo

        • Alatriste dice:

          Respecto a lo primero que dices, puede que exista alguna encuesta que haya preguntado algo parecido, pero cualquiera la encuentra así a bote pronto… y respecto a lo segundo, en la práctica si un estado se ve forzado a declararse en quiebra – porque eso es lo que significa no pagar lo que debes, la bancarrota – es imposible que su gasto social salga del desastre de rositas, incólume y oliendo a gloria. La disyuntiva que algunos nos quieren vender de «o pagar la deuda o mantener el estado del bienestar» es más falsa que Judas.

          Por poner el ejemplo de un país que conocemos relativamente bien y llamado España, el déficit público el año pasado superó el 7% del PIB, que significa una cifra cercana a los 70.000 millones de euros, y el gasto en pensiones (por poner un ejemplo, igual podríamos hablar de sanidad, educación, etc) superó bastante los 90.000 millones.

          En otras palabras: sin endeudarnos más no habríamos podido pagar las pensiones ni de broma, excepto subiendo los impuestos una auténtica barbaridad «en plena crisis». Una barbaridad tan alta como 1.500 euros por persona, desde el más anciano al último recién nacido. Y eso es lo que significaría entre otras cosas igual de atractivas negarse a pagar nuestras deudas, que nadie nos prestara ni un céntimo.

          En resumen, que si no pagas las deudas lo primero, no vas a poder pagar el resto (y sí, eso significa que pienso que en la práctica la enmienda de la que hablamos tiene una importancia nimia; en realidad creo que por eso mismo se pusieron de acuerdo con tanta facilidad PP y PSOE)

          • Moisés dice:

            Que sí, que yo estoy de acuerdo en que las deudas hay que pagarlas y que no existe tal disyuntiva fuera de los programas electorales de algún fantoche. Pero lo que explicas no es visto así por la mayoría, ese es mi argumento (que tampoco es argumento sino una opinión personal muy subjetiva). Hay mucha gente que habla de quita y renegociar la deuda y hay otra mucha gente que hasta apoya partidos?! que venden falacias de esas.

      • dalek_fan dice:

        Si, lo que han votado los ciudadanos va a misa. ¿Y qué han votado los ciudadanos? ¿se lo preguntamos a ver si lo saben?
        ¿Mantiene el PP ese dicho de «lo que España vota, va a misa» sabiendo lo que prometió para que le votaran?.

        Pero si hablamos de votos, repito. No se ha votado dicha reforma. Que obviamente era muy vendible bajo la etiqueta «sentido común, decencia y hacer las cosas como dios manda» que tanto le gusta a Rajoy cuando está moviendo los labios sin decir nada. Una reforma que obligue a cargarse gastos superfluos y limite el endeudamiento para que España sea tomada en serio, es difícil que se pueda vender mal.

        Por supuesto, si vendes la reforma como el instrumento que servirá para meter tajadas y tajadas a gastos sociales, ahí igual ya no tanto ¿eh?.
        Probablemente sea una muestra de anumerismo ciudadano, que piense que con recortar coches oficiales, asesores y administración, ya se puede reducir déficit sin tocar lo demás. Pero aún así, ya no iba a ser tan vendible a menos que le echaran azucar sin que todos los sacrificios parezcan correr solo de una parte.

        Y esto ya sin entrar en la utilida de los recortes en sanidad, de la eficiencia que pierde el modelo, de si la privatización ahorra o no, etc, etc.

        • Alatriste dice:

          Mira, me había planteado si valía la pena responder… y al final he decidido que sí.

          1. El caso es que lo que votan los ciudadanos en una democracia va a misa (cosa que por cierto he dicho yo, no el PP), y lo que votaron darle mayoría absoluta a Mariano Rajoy. Yo soy el primero que cree que Rajoy mintió descaradamente a los electores, y no quiero decir que exagerase o que prometiera unicornios rosa, sino algo mucho más grave, que les engañó deliberadamente en muchos y muy serios temas, entre ellos el de la corrupción rampante dentro de su partido… pero eso no quita que los ciudadanos, sabiendo muy bien lo que se jugaban, decidieron confiar en él. Los muy crédulos.

          Y durante el año y medio que queda como máximo hasta las elecciones generales van a tener sobrada ocasión de dejar claro si piensan que hicieron bien, porque si la casualidad ha hecho que durante 2012, 2013 y la primera mitad de 2014 casi no hubiera elecciones en ningún sitio, eso ha sido a cambio de acumularlas todas en el tiempo que queda de legislatura: europeas, municipales, autonómicas y de gran final, las generales (siempre que no se adelanten para hacerlas coincidir, que bien podría ser si el PP espera resultados nefastos en las municipales y autonómicas, especialmente si ve perdidas Madrid y Valencia). En fin, lo que es una democracia.

          Ah, y la enmienda en cuestión no obliga ni a «cargarse gastos superfluos» ni a «limitar el endeudamiento», ni a «meter tajadas y tajadas a gastos sociales». Hombre, un poco de seriedad, que con la enmienda citada en vigor desde hace tres años el gobierno Rajoy está funcionando con un déficit público de nada menos que el 7,1% del PIB… y dicho sea de paso, haciendo caso omiso con el mayor descaro de su compromiso con la UE de reducirlo al 4,2% en 2013. Si está recortando gasto social y privatizando todo lo que puede la sanidad, la educación, etc, no es porque lo diga la segunda enmienda en algún sitio (que no lo hace) sino porque eso ha estado siempre en su ideario.

      • Pescador dice:

        Aquí el problema es la definición de «pagar sus deudas», ya que hay un principio económico, enunciado por un serio estudioso, que dice algo así como «los recursos son fínitos pero las necesidades infinitas» y que , estirado a conveniencia por gentes irresponsables, lleva a situaciones como las que tenemos: convertir deudas privadas – no solo el déficit provocado por paro y demás prestaciones del «estado del vamos tirando mal que bien»- como las deudas interbancarias, los rescates, las expropiaciones varias, plataformas que no van y centrales de gas/nucleares -en deudas de todos. Algo no va bien, si de,lo que se trata es de ponerse serios…si añadimos a eso alguans cosillas más por el lado de los ingresos – ¿Cuantos millones decía Montoro que se iban a recaudar de no se que amnistia? ¿ Y los ipad? ¿Tributaran alguna vez?
        Por lo que respecta a la sagrada, santificada, pura e incorruptible, alcanforada y embalsamada Constitución de 1978, algún camino deberían dejar abierto para reformar algo, no todos los años, ni siquiera cada ciclo legislativo, pero alguna forma debería haber para, por lo menos, contar a los perroflautas de internet que se preocupan de esas cosas. Porque, a este paso, Soria – o Cuenca, o Lugo- será un paraiso/parque natural deshabitado y seguirá teniendo dos diputados, por ejemplo. O seguiremos siendo un Estado aconfesiona con los Cardenales presidiendo los funerales de Estado sí o sí. Que a mi no me da más, que no los veo, pero menuda aconfesionalidad esa con religiosos de guardia.

  5. MuGaR dice:

    Hay mucho que comentar pero dos temas controvertidos:

    La definición del déficit estructural y su estimación.

    La posibilidad de que, de acuerdo a la regla presupuestaria, el país se encuentre en una situación de superavit pero con deficit estructural y por tanto «obligado» a hacer recortes: a ver qué partido se anima y soporta el coste electoral…

    • Alatriste dice:

      En primer lugar, yo diría que es literalmente imposible tener superávit y al mismo tiempo superar el límite de déficit estructural… pero en cualquier caso, la enmienda incluye una cláusula de escape

      «Art. 135.4. Los límites de déficit estructural y de volumen de deuda pública sólo podrán superarse en caso de catástrofes naturales, recesión económica o situaciones de emergencia extraordinaria que escapen al control del Estado y perjudiquen considerablemente la situación financiera o la sostenibilidad económica o social del Estado, apreciadas por la mayoría absoluta de los miembros del Congreso de los Diputados.»

      En realidad todo lo que hace falta para endeudarse sin límite es tener mayoría en el Congreso. Vamos, lo que tiene cualquier gobierno…

  6. juan dice:

    Coincido con Roger con que el equilibrio «es de izquierdas», por mucho que algunos políticos de izquierdas justifiquen el gasto por el gasto, muchas veces más asociado a poner placas con su nombre en infrastructuras que políticas de redistribución.

    Lo que yo vi en mi casa, clase media-baja pero tirando más a baja, es que sólo debimos por la vivienda. Que cuando mis padres cambiaban la lavadora, el vendedor se quedaba asombrado de recibir el dinero en el acto, según él, eran a «los ricos» los que más dejaban a deber, el «ya pasaré a pagarte».

    Igual esto confirma que los representantes de la izquierda española vienen de «familias bien» donde ven esto normal, el «ya pasaré a pagar»…sin concretar cuando.

    Es importante que quien decida gastar en algo que le va a dar votos, asuma explicar claramente cómo va a pagarlo, lo cual puede restar votos, para que el efecto de gastar por gastar no sea «positivo de facto» en terminos electorales. En la Comunidad Valenciana sabe ahora las consecuencias de «poner a Valencia en el mapa»…el lema del PP durante estos años.

  7. Aitor Aitor dice:

    Acabas de explicar, puede que sin querer, el funcionamiento de el Concierto Económico. Y, precisamente por lo que dices -que cuando vengan dadas nadie va a rescatarte-, es por lo que el Concierto no es privilegio. En UPyD podrían tomar nota.

    • Pescador dice:

      No, no es el funcionamiento del Concierto Económico. Los Estados no pagan al Estado Central ni recaudan impuestos pagados por otros territorios des-concertados.
      Papa Central tiene sus impuestos y sus gastos y los Estados federales sus impuestos y sus gastos.

      Leete el Concierto, anda.

  8. Aitor Aitor dice:

    El fuero y el huevo.

    Los estados federales establecen los impuestos que creen convenientes y gastan lo que recaudan como consideran conveniente. Si su recaudación está por encima de lo presupuestado, perfecto. Si su recaudación acaba por debajo de lo presupuestado, tienen un problema que no va a ser resuelto por el gobierno federal.

    En el Concierto Económico, tres cuartos de los mismo. Las haciendas forales fijan la gran mayoría de los impuestos y establecen sus presupuestos. Si lo han hecho bien, cubren. Si lo hacen mal, se quedan con el culo aire y nadie viene a salvarles. Es más, el pago del cupo (ese 6’24% famoso), se paga sí o sí, y al gobierno central le da igual lo que recauden las haciendas, siempre que se lo paguen.

    En la práctica, el fundamento es el mismo. Autonomía financiera, en su más amplia concepción. Para lo bueno y para lo malo. Y es que no hay más autonomía que la económica, el resto, castillos en el aire.

  9. […] sobrevivieran y prosperaran, siempre que mantuvieran una política económica extraordinariamente disciplinada. Es posible vivir en un mundo sin banco central ni moneda propia, pero cualquier político que […]

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