Economía

El dueño de los robots (o le capitalisme sans travail)

23 Abr, 2014 - - @octavio_medina

Confieso que compré Le capital cuando salió el otoño pasado en francés porque, además de leerlo, quería presumir de early adopter. Para mi desesperación, cuando salió en inglés, además de estar mejor encuadernado, tenía más de 300 páginas menos (aproximadamente las que ha ganado en reseñas, muchas excelentes). Porque ya ha adquirido el estatus –merecido, diría– de libro de culto, me tienta hablar de las anécdotas y notas a pie de página, tanto por su interés como por la munición para hacerse el interesante. ¿Sabía usted que el poder adquisitivo medido en zanahorias se ha multiplicado por seis desde principios del siglo XX, mientras que el poder adquisitivo en términos de cortes de pelo ha disminuido ligeramente? Yo tampoco. Pero en vez de eso voy a tocar un tema que el libro apenas menciona: la naturaleza de las sociedades donde el capital es el rey .

La conclusión principal del libro, como han repetido todos hasta la saciedad, es que las economías capitalistas tienden, muy lejos de la visión optimista de la curva de Kuznets (que predice un nivel alto de desigualdad inicial al aumentar la renta, seguida de una bajada a medida que el país se hace más rico), a una mayor concentración de las rentas, y, por lo tanto, del capital. Por cierto, esta nomenclatura, como apunta Jamie Galbraith (su reseña, aunque incisiva, peca de “¡esto ya lo escribí yo antes!”), incluye tanto bienes inmobiliarios, como maquinaria o acciones y bonos, con lo que una palabra más apropiada sería riqueza, o patrimonio, que es la que utilizaré de ahora en adelante.

Los únicos factores que han detenido o ralentizado de manera significativa esta espiral patrimonial han sido eventos catastróficos como la Primera o Segunda Guerra Mundial o el crash del 29, que o destruyeron capital físico (comparen la belleza relativa de Rotterdam y Brujas), o hundieron los precios de los activos en relación al PIB. El resultado es, pues, que si los retornos del capital son más altos que el crecimiento de la economía, lo cual según Piketty ha ocurrido durante la mayor parte de la historia, salvo por un pequeño paréntesis en el siglo XX, el ratio de patrimonio a PIB aumentará.

La situación que preferiría Piketty, como cuenta en una entrevista, es la de un capitalisme sans capitale, donde los patrimonios acumulados y las grandes fortunas jueguen un papel menos importante. Quizá el mejor ejemplo sea la economía estadounidense a lo largo del siglo XIX y gran parte del XX: un país donde la población pasa de 3 a 300 millones es una sociedad donde, por necesidad, la riqueza heredada queda diluida ante los ingresos adquiridos. Lo curioso es que la hoja de ruta propuesta – que consiste en un impuesto global sobre el patrimonio – parece más bien un parche. Como diría Margaret Thatcher (desconozco si de forma apócrifa o no): “being a radical is like being a lady, if you have to tell people you are, you aren’t”. Para todas las críticas que le regala a los departamentos de economía estadounidenses por su ortodoxia, la solución propuesta tiene un aire de moderación que no corresponde a un libro que presume de linaje subversivo.

El problema es que Piketty parece tratar de igual manera dos observaciones completamente distintas. Primero, que el patrimonio tiende a concentrarse. Segundo, que el ratio de patrimonio sobre PIB tiende a aumentar también. Para Piketty son igual de preocupantes. Estoy de acuerdo en los peligros de la concentración, pero el segundo está muy abierto a debate.

Me explico. La gran ironía es que el peligroso mundo patrimonialista de Piketty, donde el capital todo lo domina y los ingresos de los trabajadores son cuasi inexistentes, es casi idéntico al de la literatura de utopías o mundos ideales. Las arcadias donde cada ciudadano es libre de hacer con su tiempo lo que sus intereses y pasiones determinen son posibles – en teoría – porque el capital se ocupa de los trabajos que a nadie le apetece hacer. Sin ir más lejos, la acumulación continua de capital era una de las premisas de la semana laboral de 15 horas que Keynes veía posible en un futuro no demasiado lejano. Un mundo donde las máquinas llevan a cabo el 100% de la producción y los humanos nos dedicamos a escribir poesía, pintar y tocar el ukelele para la autorrealización es, seguro que para gran terror de los hipster del mundo, uno donde los retornos del capital constituyen la totalidad de los ingresos de la sociedad (asumiendo que nadie venda versos).

La paradoja es, pues, que a menudo estas utopías y distopías se parecen bastante más entre sí que al mundo real. Lo único que las diferencia son la economía política y la distribución de recursos, y es ahí donde Piketty no entra –no le culpo, suficiente ha escrito. Aunque este mundo del patrimonio parezca lejano, y en todo caso controlable con un impuesto sobre el patrimonio, hay varias tendencias recientes que le dan cierta credibilidad. El progreso tecnológico y la automatización de tareas siguen su paso. El capital está sustituyendo al trabajo, si bien sobre todo en tareas repetitivas, como indica la literatura de cambio tecnológico –que Piketty rechaza con demasiada facilidad. La pregunta, pues, que Le capital au XXe siècle se deja en el tintero, y que a mí me parece clave, es cómo se gestionaría un mundo o sociedad dominado por el capital, de forma que se parezca más a lo que visionaba Keynes que a una distopía. O, en otras palabras ¿quién es el dueño de los robots?


20 comentarios

  1. Javier dice:

    En esa línea es muy interesante lo que dice sobre ese tema el último libro de Tyler Cowen:

    http://en.wikipedia.org/wiki/Average_is_Over

    • carlos dice:

      Pero Tyler Cowen viene a decir, si no lo entendí yo mal, que el aumento de la desigualdad y la concentración de la riqueza es inevitable y que poco se puede hacer. Deja como nota al margen sin importancia o efecto cualquier cambio político que pueda suceder …

      Lo cual en mi opinión es absurdo. Tan pronto como sea cierto que la desigualdad empieza a crecer hacia niveles insostenibles (si no es lo que está sucediendo ahora) los países democráticos comenzarán a aplicar medidas como la renta universal y aumentar los impuestos sobre las rentas altas.

      Es decir, el «cómo se gestionaría un mundo o sociedad dominado por el capital» a mí me parece que está claro que va a ser a base de redistribuir fuertemente.

      Si en un futuro vamos a que el 90% de la población no va a tener trabajo … si el 10% restante tiene alguna intención de conservar parte de su patrimonio y su posición relativa van a tener que ser ellos quien financien una vida digna para el resto.

      Si no supongo que sería cuestión de tiempo antes de que vuelvan a aparecer las guillotinas y movimientos de clase masivos. Más aún que en otros momentos de la historia porque va a haber un 90% de la gente que no tiene otra cosa que hacer que luchar por que se repartan los ingresos de otros.

      Vaya, que Tyler Cowen se equivoca si cree que la desigualdad puede volver a niveles de hace 100 años sin consecuencas políticas tremendas.

      • Epicureo dice:

        Hay un problema que impide que se apliquen esas medidas: cada vez hay menos democracia en lo que se refiere a políticas económicas. Los mercados y las instituciones supranacionales tecnocráticas machacan sin piedad a cualquier gobierno que pretenda redistribuir, aunque sea tímidamente. Mira lo que ha pasado en Francia.

        Así que ocurrirán las dos cosas: la desigualdad volverá a niveles de hace 100 años (o más) y habrá consecuencias tremendas, pero desgraciadamente no de forma democrática ni pacífica.

      • Javier dice:

        Los países que tal hagan se arriesgan a que sus industrias languidezcan, sus adinerados huyan y se bolivaricen. Los impuestos pigouvianos sirven para erradicar conductas, también cuando se trata de enriquecerse y crear empleo.

        • Epicureo dice:

          Eso lo desmiente el hecho de que la época de mayor crecimiento económico, mayor innovación y pleno empleo ha sido precisamente la época en que los impuestos sobre el capital y la renta eran más altos.

          Los impuestos sobre la renta y el patrimonio no desincentivan ni el trabajo ni la inversión, al contrario. Incentivan las inversiones productivas respecto a las «manos muertas» o rentas fijas. Si acaso, desincentivan los megasueldos autootorgados. Es lo que ha ocurrido históricamente.

          Evidentemente, en un mundo torpemente globalizado puede ocurrir que los capitales y los beneficios huyan a paraísos fiscales, sin renunciar a los consumidores y trabajadores formados y sanos de los países con impuestos altos. Pero esto no es demasiado sostenible.

  2. Kahuna dice:

    @Octavio Medina,

    a principios del siglo xx, el 80% de la población se dedicaba a tareas relacionadas directa o indirectamente con la agricultura. Hoy en día apenas llega al 2%, gracias entre otras cosas, a los incrementos de productividad y tecnología. En aquella época ya se debatía a qué se iban a dedicar las familias con el incremento de la automatización del campo.

    A mediados de siglo xx, las manufacturas tomaron el relevo de la mano de obra del campo. Era altamente intensa en capital humano. A partir de los 50, las sociedades comenzaron a beneficiarse de los incrementos de productividad y adopción de tecnología de las cadenas de montaje Henry Ford. Para los años 80, la productividad y robotización de las cadenas de montaje de manufacturas eran ya una realidad, reduciendo drásticamente sus necesidades en cantidad capital humano, necesitando solamente capital humano altamente especializado, y evolucionando hacia el sector servicios.

    A finales de siglo, quien tomó el relevo claramente fue el sector servicios. Ahora, en pleno siglo xxi, nos encontramos en plena revolución y transición de las nuevas tecnologías y sociedad del conocimiento.

    La historia claramente nos indica que a medida que las sociedades avanzan, y aumenta la productividad, acumulación de capital y adopción de tecnología, no solo disminuyen los precios y aumenta la oferta de productos y servicios, sino que los ciudadanos se liberan de realizar una serie de trabajos, para realizar otros. A principios de siglo xx, si no existían más científicos investigando vacunas o nuevas tecnologías (o más médicos y arquitectos o miles de otras tareas), era porque el capital en mayúsculas, era mínimo, por lo que la gente no podía prescindir de trabajar en el campo (o se moría de hambre). Solo fue cuando se liberó al hombre de tener que depender del campo, cuando éste pudo dedicarse a producir otros productos y servicios. Hoy en día ocurre lo mismo, y seguirá ocurriendo lo mismo en el futuro. Solo cuando se libera el hombre de trabajar en tareas muy intensas en cantidad de capital humano, se puede dedicar a otras que requieren menos trabajo físico y más trabajo intelectual.

    Una de las incongruencias de las conclusiones de Piketty, es que el capital, en sentido amplio, tiende a concentrarse, heredarse y perpetuarse en el tiempo, creando familias rentistas como en el siglo xix. Bajo mi punto de vista, esta afirmación es contraria a la realidad. Si uno hace un mínimo estudio de los individuos más ricos del planeta de acuerdo a la revista Forbes de 1984 (si utilizo este índice es porque Piketty lo hace en su libro), verá que casi todos perdieron su capital en la lista de Forbes de 2013. Casi todos perdieron en torno al 80 o 90% de su capital inicial. Una de las conclusiones erróneas de Piketty es que considera que los millonarios de Forbes son los mismos a lo largo del tiempo, y eso no es así. Muchos de los millonarios actuales de Forbes nacieron en garajes de Sillicon Valley con 0 capital, como los fundadores de HP, Facebook, Google, Amazon, Oracle, Apple y un largo etcétera. Se olvida que una de las dinámicas del capitalismo es que el riesgo incide sobre el capital: no siempre las decisiones del pasado que te hicieron acumular capital, serán las correctas en el futuro, por lo que existirá un elevado riesgo a perder patrimonio. Y esta dinámica sería aun más grande si en los ciclos económicos se dejara caer a los bancos, y con ellos, arrastrar a los capitalistas que no supieron invertir su capital.

    conclusión: que las máquinas vayan a desplazar el factor trabajo en unas tareas, no significa que el hombre no vaya a dedicarse a _otras_ tareas que en el presente y medio futuro, no pueden ser realizadas por las máquinas.

    saludos

    • Epicureo dice:

      Me gustaría mucho tener más detalles de ese «mínimo estudio». ¿Casi todos perdieron más del 80 % de su capital? Invertir siempre implica un riesgo, pero no a nivel de casino. Y esa afirmación es incompatible con el hecho que la riqueza (ajustada a la inflación) de los Forbes 400 se ha multiplicado por 5 en ese plazo. ¿Son los nuevos capitalistas mucho más listos ahora?

  3. Alatriste dice:

    Bueno, para empezar hay que decir que si viviéramos en las condiciones materiales de tiempos de Keynes probablemente nos sobraría con una jornada laboral de 15 horas, que podamos comprar 6 zanahorias – es decir, alimentos, que eran el grueso del gasto de una familia obrera – con el tiempo de trabajo que solo compraba una es un argumento elocuente al respecto.

    En cambio, hemos decidido trabajar más horas a cambio de dos coches por familia, un dormitorio para cada hijo, vacaciones en el Caribe, televisores, frigoríficos, ordenadores, teléfonos móviles, lavavajillas, etc, etc, etc, pero eso es otra cuestión (y quien es el «nosotros» en «hemos decidido» también es una buena pregunta).

    • Elrohir dice:

      También «hemos decidido» aumentar la esperanza de vida con todos esos frigoríficos, lavavajillas, etc… de modo que una persona moderna dispone de un pool de «futuras horas de vida» mucho más grande para comprar con él cosas. Algunas, como las zanahorias, se necesitarán también en mayor medida; pero otras, como los dormitorios, son más accesibles porque su coste se diluye en más tiempo.

  4. un bostoniano dice:

    Una dudilla sobre el libro, que no he leído casi reseñas…, ¿se trata en esencia de un comentario de la serie histórica de riqueza? Quiero decir, más allá de achacar a dos o tres episodios traumáticos la ruptura temporal de la tendencia concentradora del capitalismo, ¿formula explícitamente una teoría al respecto?

    • Epicureo dice:

      Estoy leyendo el libro y nada más empezar declara explícitamente algo que me parece maravilloso: Piketty evita modestamente formular una teoría que lo explique todo. Tratándose de un economista, y además francés, es lo nunca visto.

      • un bostoniano dice:

        Ciertamente, me parece bastante agradable esa modestia. No obstante, seguimos necesitando explicaciones incluso aunque él no esté capacitado para darlas. De hecho, por las tres o cuatro reseñas que he leído, me atrevería a decir que el libro maneja sin hacerla explícita una teoría bastante universal y atemporal del capitalismo.

        • Epicureo dice:

          ¿Necesitamos explicaciones aunque sean falsas? Eso explicaría por qué la ciencia económica es lo que es.

          • un bostoniano dice:

            No, evidentemente necesitamos explicaciones verdaderas. Desde luego, Piketty hace muy bien callándose si sólo podía dar una explicación falsa.

            • Epicureo dice:

              Lo malo es que hay otros que no se callan, dan explicaciones falsas y os las creeis. Como la curva de Kuznets, que Piketty demuestra que errónea.

              Lo que dice Piketty es que las teorías económicas generales son siempre erróneas porque la evolución de la economía depende de muchos factores que no son económicos: políticos, culturales, antropológicos… Y no hay duda de que es así.

              • un bostoniano dice:

                Bueno, pues que considere (él o quien sepa) factores políticos, culturales, antropológicos… en sus teorías. Comprenderás que la complejidad no justifica la renuncia al discernimiento.

  5. […] Octavio Medina, early adopter siempre, en Politikon, busca un enfoque original: “El dueño de los robots (o le capitalisme sans travail)“. Señala que “Piketty parece tratar de igual manera dos observaciones completamente […]

  6. _eneas dice:

    El mundo patrimonialista pikettiano no tiene que ver con el de la literatura de utopías o mundos ideales.
    El patrimonio según Piketty no es el capital productivo (robots, maquinas, infraestructuras). Las relación Patrimonio/PIB o stock/flujo no es la participación del capital en el proceso productivo.
    Dado un PIB determinado, el aumento del capital sobre el trabajo implicaría una reducción de su precio (la tasa de retorno) y esto es lo que Piketty dice que no ha pasado ni pasará.
    PIketty explica que el incremento de la tasa de retorno, a igual relación capital/trabajo, es debida a la reducción de la tasa de crecimiento.
    La Tasa de crecimiento per cápita, si la relación volumen de capital vs volumen de trabajo es constante, tiene como determinante la productividad y esta a su vez: el capital humano, la desigualdad, la desregulación/globalización, la demografía, shocks energéticos, de deuda, etc. Piketty maximiza el efecto de la desigualdad como causante de la caída de la productividad y por ende de la tasa de crecimiento. Todo ello sin tocar la relación capital/trabajo y la literatura de utopías.
    Muy recomendable paper sobre la caída de la productividad. http://faculty-web.at.northwestern.edu/economics/gordon/Is%20US%20Economic%20Growth%20Over.pdf

  7. Demangeon dice:

    Buena reseña. Importante el matiz de que el capital al que se refiere Piketty incluye los bienes inmobiliarios que al parecer cada vez suponen una mayor proporción de la riqueza total:

    http://ftalphaville.ft.com/files/2014/02/Piketty-France1.gif

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