Internacional

Financiación: devolviendo el poder a los partidos en Estados Unidos

9 Abr, 2014 - - @egocrata

El Tribunal Supremo de los Estados Unidos decidió que otra provisión más de la legislación sobre financiación de campañas en Estados Unidos era inconstitucional. Hasta ahora, un donante privado podía dar una cantidad limitada de dinero a candidatos individuales ($2.600), y no podía dar más de $48.600 por cada ciclo electoral en total. También existía un límite duro sobre la cantidad de dinero que podía depositar en la cuenta de un partido, $74.600.

La semana pasada el tribunal declaró ambos límites contrarios a la ley fundamental. El argumento utilizado no es nuevo: para la mayoría conservadora en la corte, el dinero empleado en financiar campañas electorales mediante donaciones es libertad de expresión, así que limitarlo es inconstitucional. Roberts y el resto de jueces de su cuerda no consideran que este uso particular de la libertad expresión tenga necesariamente efectos socialmente negativos. La jurisprudencia señala que el legislador puede limitar este derecho en ocasiones en que su uso indiscriminado pueda causar problemas (gritar «fuego» en un teatro), pero no creen que su ejercicio mediante financiación de campañas necesariamente vaya a engendrar corrupción.

Dejando de lado el hecho que los jueces parecen haber olvidado por qué estos límites existían en primer lugar (léase Nixon, Richard), esta sentencia no tiene por qué ser un desastre. No hace demasiado el Supremo, en otro caso parecido, eliminó los límites a las contribuciones de empresas e individuos a organizaciones externas a los partidos que se dedicaban a hacer publicidad electoral. La sentencia de Citizens United abrió las puertas a la participación de 501(c)4 (el nombre viene por la sección del código fiscal que las regula), organizaciones sin ánimo de lucro y con donantes estrictamente anónimos, en campañas electorales, así como las infames SuperPACs.

Citizens United creó un problema curioso para los partidos y candidatos americanos: una proporción cada vez mayor del gasto en publicidad durante campañas electorales estaba ahora fuera de su control directo. Las SuperPACs y grupos políticos parecidos tenían una capacidad gigantesca de atraer recursos; en algunos casos sonados (Sheldon Adelson), un millonario excéntrico podía dedicarse a pagar toneladas de anuncios sin pedir permiso a nadie. Esto puede parecer divertido cuando los grupos externos están bombardeando a tu oponente, pero tiene el pequeño inconveniente que un chiflado como Adelson puede controlar la agenda de la campaña casi por completo durante semanas. Si, por ejemplo, una de las SuperPACs está dirigida por un sionista radical, un candidato puede verse forzado a evitar el tema completamente. Las primarias republicanas del 2012 estuvieron fuertemente condicionadas por el apoyo contra viento y marea de algunos colgados a Gingrich y Santorum, y la exigencia Adelsoniana de ser un halcón intransigente con Irán. Más que hacerle a un compañero de filas ideológico un favor, la intransigencia de muchos super-donantes ha forzado el GOP repetidamente hacia la derecha, dañando sus expectativas electorales.

La sentencia de la semana pasada elimina la asimetría existente entre donaciones a entidades externas ilimitadas y fuertes restricciones en las donaciones directas a los partidos. Los candidatos siguen sin poder recaudar sin límite, pero los comités de campaña republicanos y demócratas ahora pueden  multiplicarse y atraer dinero a espuertas. Esto quiere decir que ahora los aparatos de los partidos pueden empezar a pasar el cepillo sin límite, dando la oportunidad a los millonarios de turno a donar sin reparos, recuperando a su vez la gestión directa del gasto en campañas electorales.

Por mucho que el sistema siga siendo perverso (es difícil creer que si doy un millón de dólares a la campaña de mi Senador este no va a cogerme el teléfono entusiasmado cada vez que le llame para darle ideas sobre cómo votar), la sentencia del Supremo tiene la virtud de hacer transparente algo que era inevitable: las campañas electorales van atraer el dinero de ricos y poderosos igualmente, así que más vale que lo hagan directamente, en vez de escondiéndose detrás de organizaciones interpuestas ofuscando su identidad.

Lo más curioso, de todos modos, ha sido la reacción de algunos donantes. En todo Estados Unidos unos 600 donantes se toparon con el límite de contribuciones el 2012; es un grupo reducido de gente con mucho dinero, pero la cantidad de que podían ofrecer no era infinita. Una vez conocida la sentencia, la primera reacción de ambos partidos fue ir a esa misma lista y pedir a esos mismos donantes que volvieran a abrir la billetera, diciéndoles con todo el cariño del mundo que si eran tan buenos amigos del partido podían contribuir un poco más. Hasta ahora, esta gente podía escaparse con la excusa de haber dado el máximo; ahora los políticos van a estar apretándoles con ahínco a ver si dan un poquito más.

Al hablar de financiación de partidos a menudo nos fijamos en el riesgo que oscuros intereses de poderosos capitalistas compren la voluntad de los legisladores. Lo que nos debería preocupar incluso más, especialmente en lugares donde los políticos tienen acceso a reguladores y burocracia, es que los legisladores vayan por el mundo exigiendo generosas contribuciones a sus campañas electores a cambio que a sus donantes no les pase nada malo. El sistema político americano a nivel federal, no otorga suficiente poder a ningún legislador como para que esta clase de amenazas sea creíble. A nivel estatal y municipal, sin embargo, es una cosa completamente distinta; la expresión «pay to play» es muy descriptiva.

Es indudable que el sistema de financiación de los partidos en Estados Unidos está roto y necesita reformas importantes. Es probable que no las veamos a corto plazo, dada la mayoría conservadora en el Supremo y republicana en la Cámara de Representantes. Aún así, esta sentencia paradójicamente puede hacer que las cosas sean un poco mejores, reduciendo la capacidad de millonarios megalómanos para controlar la agenda. Algo es algo.


4 comentarios

  1. Felix dice:

    Estoy contigo. Siempre me ha parecido que se olvida que muchas empresas no dan para que les otorguen contratos sino para no ser excluídas en el caso de no dar.

    • Epicureo dice:

      ¿»No ser excluidas en el caso de no dar»? Si esa frase tiene sentido, no lo pillo.

    • Epicureo dice:

      Vale, ya lo pillo. Pero es lo mismo que la primera frase, sólo que en negativa. Si das, te dan contratos. Si no das, no te los dan.

      • JC dice:

        No es lo mismo, se refiere a que dar es condición necesaria, pero no suficiente, para obtener contratos (si das, PUEDE QUE OBTENGAS algún contrato; si no das, SEGURO QUE NO OBTIENES ningún contrato). En la primera frase (sic), dar es condición a la vez necesaria y suficiente para obtener contratos (si das, SEGURO QUE OBTIENES algún contrato, y, obviamente, si no das, SEGURO QUE NO OBTIENES ningún contrato).

        De buen rollo, eh?

        Saludos.

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