Internacional

La Unión Europea: un imán sin liderazgo

7 Mar, 2014 - - @egocrata

Si algo debería quedar claro tras la crisis de Ucrania es que la Unión Europea es, sin hacer nada, un agente desestabilizador colosal en su área de influencia. Desde la caída de la Unión Soviética, la UE ha ido ampliándose hacia el este. Este proceso ha sido visto como algo natural, una vuelta a Europa de todos esos países en el lado equivocado del muro de Berlín, más los restos de la enésima guerra balcánica. Occidente, bajo este punto de vista, no era Francia, Alemania, Reino Unido y el resto de amiguetes asociados (Benelux, Austria, Italia los días que tiene gobierno, Portugal y España cuando dejaron de ser dictaduras impresentables), sino el continente, desde los acantilados de Finisterre hasta los bancos del Dnieper o el Don. Napoleón estaría orgulloso.

Si miramos la ampliación con un poco de perspectiva histórica, de hecho, el mismo Napoleón miraría los logros de la UE con cierta envidia. Durante los últimos 20-25 años tenemos una cuasi-confederación de estados que ha conseguido pasar de contener 366 millones de personas en 1,8 millones de kilómetros cuadrados a un coloso de más de 500 millones de personas en 4.5 millones de kilómetros cuadrados. La Unión tiene ahora mismo estados conteniendo 84 millones de habitantes en la lista de espera con otro millón de kilómetros cuadrados de territorio.

Toda esta expansión ha sido realizada sin pegar un solo tiro. De forma aún más increíble, el proceso de entrada en la UE no es en absoluto sencillo, pero los 17 estados que han entrado desde 1989 han estado dispuestos a cambiar sus instituciones, leyes y regulaciones económicas de arriba a abajo, incluso sufrir crisis económicas descomunales, para entrar en el club. La UE, además, tiene en este proceso un papel esencialmente pasivo: los dirigentes europeos no intentan convencer activamente a terceros para entrar, infligen presiones económicas, ofrecen ayudas monetarias ni utilizan la más mínima señal de amenazas militares. La Unión Europea es un imán, un motor inmóvil que atrae aquellos que caen en su radio de atracción de forma casi inevitable.

La facilidad, casi naturalidad, con la que la UE ha ido extendiendo sus fronteras sin embargo es un tanto engañosa. La crisis de Ucrania tiene su origen en un conflicto interno dentro del país generado en no poca medida por la UE: una parte de la población mira al oeste, hacia Bruselas, la otra hacia el este, hacia Moscú. Hasta ahora las sucesivas ampliaciones no se habían topado con un estado situado entre dos imanes; en el viaje hacia el este la UE se ha topado de nuevo con Rusia. El resultado ha sido el habitual en Europa oriental: el país que está ejerciendo de frontera acaba pagando los platos rotos.

Lo curioso en este caso es que en Ucrania realmente no hemos visto un conflicto real, ya que la Unión Europea nunca ha aparecido. Rusia ha intervenido en Crimea, el país está bajo riesgo de invasión, y ante ello la UE no puede hacer más que una sola cosa: estar ahí, tentadora, pero sin poder tomar ninguna acción coordinada o proactiva. El imperio más vorazmente expansionista de la historia de occidente no sabe hacer otra cosa que actuar como un imán, pero no puede ni sabe intervenir en ningún sitio. Rusia ha visto como la UE sin hacer nada absorbía gran parte de su vieja red de estados satélite; ahora puede agredir a uno de ellos sin que la UE pueda hacer nada tampoco. Realmente es una situación surrealista: la UE es infinitamente más poderosa que Rusia, pero es incapaz de hacer nada con ello.

Esto puede ser una anécdota pasajera en el caso de Ucrania, ya que la UE no tiene demasiado puntos de roce con Rusia fuera de este país. No estoy seguro que no sea un problema respecto otras regiones, especialmente en el norte de África. El enorme campo gravitatorio de la UE es los suficiente potente como para crear divisiones (¿secularistas e islamistas, quizás?) que su tendencia a la inacción no hace más que agravar. Si Turquía entra algún día en la UE (no creo que suceda, aunque me gustaría), el efecto sería aún mayor.

La única forma de arreglar este problema, por supuesto, es mover la Unión Europea lentamente hacia algo parecido a una Federación; un superestado con política exterior y cierta capacidad de maniobra real: mal que nos pese, no lo veremos nunca. Estamos condenados a ser poderosos pero sin poder controlar qué clase de cambios producimos a nuestro alrededor. Europa, realmente, es una superpotencia extraña.


8 comentarios

  1. Alatriste dice:

    En mi opinión buena parte del atractivo magnético de la Unión – aparte de la evidente de que dentro de la Unión la gente tiene más libertades y más riqueza que fuera – reside precisamente en esos pilares «pasivos»: su liderazgo colectivo, disperso (por no llamarlo ausencia de liderazgo), su carencia de afanes expansionistas (todo lo contrario, en realidad, como pueden atestiguar turcos, marroquíes, ucranianos, serbios y hasta islandeses, reina una cierta reluctancia a expandir más la Unión) y hasta sus carencias en temas militares y de política exterior.

    Como todos los experimentos mentales el que voy a proponer es arriesgado, pero vamos a imaginarnos que fuera de otra forma ¿Sería su «campo gravitatorio» (por emplear la afortunada frase de Roger) tan enormemente fuerte, sería tan atractiva para sus vecinos, si tuviera una presidencia poderosa al estilo francés, unas fuerzas armadas propias con desfiles, divisiones blindadas, portaaviones, marines, cazas supersónicos y hasta armas atómicas, y «last but not least» una versión europea de la doctrina del destino manifiesto?

    Es una paradoja, desde luego, pero Europa atrae a tantos de sus vecinos precisamente por las razones que hacen inviable que intervenga en Ucrania con otra cosa que palabras y préstamos blandos; Rusia repele a tantos de los suyos precisamente por las razones que hacen tan factible que intervenga en Ucrania con tanques y paracaidistas.

    • Marc dice:

      Aunque tiene cierta parte de logica, creo mas bien que los estados piden entrar por dos motivos:
      -Fondos estructurales
      -Afuera de la UE hace mucho frio. Y la alternativa a la UE es quizas Rusia o nada. Y aunque la UE tenga a DeGaulle como presidente, seguiria siendo, creo, mejor que Putin.

  2. Carlos Riaño dice:

    …Y que esta vez a Europa se le olvido lo de incluir los «fondos estructurales» de manera clara, contante y sonante….Estos Alemanes y su afán de ahorrar.

  3. juan dice:

    Lo de Ucrania era soltar un poco de dinero para a cambio conseguir que desindustrializasen algo donde los «de siempre» (http://www.ukrinform.ua/esp/news/16700) no quieren tener competencia, vamos, la típica golosina para engañar a los niños por parte de un malvado a la puerta de un colegio, lo que nos hicieron a nosotros.
    Vamos, pensar en que Van Rompuy y Barroso puedan vacilar a Putín por orden de su jefa es ciencia ficción.

  4. Carlos Alonso dice:

    El irresistible campo gravitatorio o magnético tiene algunos agujeros: Islandia, Noruega o Suiza no están interesadas en entrar en la UE.

    La metáfora del imán sí que tiene su reflejo en Polonia, cuya atracción por la UE es proporcional a la repulsión por Rusia, como un imán con extremos positivos y negativos. Bueno, en realidad son más antirrusos que proeuropeos, alineándose en política exterior antes con EEUU que con sus socios europeos. Hay que recordad que Polonia es la frontera directa con Rusia más occidental de la UE, mediante el «trofeo de guerra» de Kaliningrado. Fíjate en su activo papel buscando reacción europea ante lo de Crimea.

    La pena es que la capacidad de atracción de la UE no fuera aprovechada para exigir la solución de diversos conflictos internos antes de ser incorporados (los países y los conflictos) a la UE: minoría rusa en Letonia a los que se les niega no sólo la nacionalidad sino la ciudadanía, división chipriota, etc. En vez de eso se hizo una ampliación expréss de 10 países en 2 años bajo la premisa de ganar territorio a toda pastilla.

    • Alatriste dice:

      Ah, pero es que eso no está tan claro… por ejemplo, los tres países que citas, Islandia, Noruega y Suiza, más Liechtenstein, forman parte del área de libre circulación de Schengen (aunque tal vez Suiza tenga que abandonarlo en breve) mientras que Gran Bretaña no lo es.

      Otro ejemplo, la «Unión Europea Occidental» que era una organización supuestamente hermana de la OTAN, una especie de pilar europeo de la organización, incluía a Noruega y a Islandia, y también a Turquía, pero por otro lado no incluía a la neutral Suiza… aunque sí a Irlanda, Austria y otros países que no pertenecían a la OTAN.

      A veces las fronteras del Sacro Imperio Romano de la Nación Europea no están nada claras.

      Y respecto al tema de la rápida ampliación al Este, en principio podría estar de acuerdo contigo, pero en la práctica tengo que decir que si uno compara como les ha ido a los países del antiguo bloque oriental que entraron en la UE en esa ampliación con la situación de los que no entraron, empezando por Bielorrusia, Moldavia y Ucrania, pues no hay color. La ampliación ha sido un enorme éxito que ha estabilizado sus democracias y sus economías.

      Ah, tengo que señalar que lo de la «ampliación express» suena un tanto gracioso teniendo en cuenta que entraron en la Unión entre 15 y 18 años después de la caída del Muro (2004 para la mayoría, 2007 para Rumanía y Bulgaria). Eso lo llamaría lentísimo cualquiera menos Croacia (22 años desde su independencia hasta que entró en la Unión en 2013) y los países ex-yugoslavos, Albania, etc, que aún no han entrado ni tienen fecha para ello…

  5. En 1990 la influencia Rusa llegaba al Elba, en 2014 la influencia Europea llega al Dnepr. Los Europeos no nos damos cuenta de que estamos ganando.

Comments are closed.