Política

Escraches y participación ciudadana

26 Abr, 2013 - - @jorgesmiguel

Esta semana, mi compañero Jorge Galindo ha publicado un artículo sobre los famosos escraches cuyas líneas generales comparto. No obstante, creo que Jorge se deja algunos ángulos del asunto sobre los que me gustaría incidir. No se trata de volver a la enésima discusión sobre su legitimidad u oportunidad (aclaro en todo caso que a mí tampoco me gustan nada), sino de situarlos en un contexto más amplio, sugerir implicaciones desde el punto de vista de la propia movilización ciudadana y proponer puntos para el debate.

1) España presenta unos niveles de asociacionismo muy bajos en el contexto europeo. Por ejemplo, el reciente estudio internacional sobre valores de la Fundación BBVA señala que en nuestro país la pertenencia a asociaciones se sitúa en un 29,4%, por debajo de la media UE (42,5%), muy por debajo de países como Alemania (60,2%), Países Bajos (79,5%), Suecia (82,8%) o Dinamarca (91,7%), y ligeramente por encima de Italia (27,8%). Esto no es ninguna novedad; de hecho, el escaso grado de articulación ciudadana -no en vano se venía de cuarenta años de dictadura- fue probablemente uno de los motivos por los que, durante la Transición, las elites optaron por un modelo con partidos fuertes y un entramado institucional en general bastante opaco. Ahora bien, si tenemos en cuenta que en España, según el mismo estudio, también la pertenencia a partidos políticos y sindicatos se sitúa por debajo de la media UE (ligeramente la afiliación a partidos, 2,2 frente a 2,9%; más claramente la sindicación: 5,0 y 7,6%), nos encontramos con una dinámica perversa: los partidos políticos copan buena parte de la actividad política y social de la nación, pero los españoles participan poco no sólo al margen de ellos, sino también en su seno.

2) Si nos fijamos en cifras de participación desglosadas por acciones, se intuyen otros rasgos de la movilización ciudadana en España. De las acciones enumeradas en el estudio, España sólo se destaca muy claramente sobre la media UE en participación en manifestaciones y en huelgas. Es decir, acciones de carácter puntual y reactivo. Y aunque también aparece netamente por encima en «colaboración» con asociaciones cívicas y ONGs, el epígrafe no nos da apenas pistas sobre el grado de implicación que supone, ni sobre los «fines sociales» perseguidos -por ejemplo, podría tratarse en gran medida de fines asistenciales o caritativos. Además, los españoles también se muestran ligeramente sobre la media UE en recogidas de firmas y cadenas de protesta por sms o correo electrónico, que constituyen formas de participación con escaso compromiso y repercusión muy variable. A la vez, el número de ciudadanos que se ponen en contacto con políticos o instituciones es singularmente bajo (5,5% frente a la media UE de 10,3%); como también está por debajo de la media UE el de los que participan en campañas de partidos políticos o contribuyen a su financiación.

3) En síntesis, estos datos a vuelapluma dibujan un panorama familiar: una ciudadanía en general poco articulada y asociada, capaz de movilizarse puntualmente, sobre todo de manera reactiva, pero escasamente orientada al compromiso y el trabajo organizado a medio y largo plazo sobre fines bien delimitados. Este último punto merece atención. Una característica que no resulta difícil de observar en el tercer sector español es una cierta tendencia a difuminar los objetivos en discursos ideológicos generales y a menudo grandilocuentes, así como la querencia por los planteamientos morales. Este rasgo se exacerba, como es lógico, en movimientos inevitablemente vagos y heterogéneos como el 15M y sus derivaciones. Más preocupante resulta en el caso de las organizaciones: impide -quizás voluntariamente- definir objetivos concretos, dificulta la evaluación de sus resultados y les permite perpetuarse en una especie de minoría de edad en la que, a cambio de asegurarse el apoyo de los ideológicamente afines, la efectividad de sus estrategias queda en segundo plano. Además, plantear los debates en términos morales torpedea cualquier negociación tanto para el interlocutor como para la propia organización, que puede verse presa de sus discursos y marcos.

4) En el caso de los escraches y la PAH, es cierto que la inmediatez del problema quizás no permitiera plantearse siquiera otro tipo de trabajo a medio plazo. No obstante, la organización, o sus cabezas visibles, han rechazado en todo momento cualquier actitud posibilista. Una estrategia de choque como la adoptada les facilita la repercusión en el corto plazo -especialmente si los medios colaboran por sus propias dinámicas internas-, pero no garantiza impacto legislativo alguno, y arroja muchas dudas para un futuro no lejano. El ciclo de la atención mediática es corto, y la mera repetición de fórmulas sin objetivo claro no hará nada por mantener el interés de medios y público -baste comprobar la evolución de las sucesivas convocatorias para rodear, asediar, tomar, etc, el Congreso. Como se preguntaba en voz alta un diputado del PSM en un taller al que asistí hace un par de semanas, ¿cuántos creen de verdad en la efectividad de un escrache para cambiar un voto en el Congreso? Si el objetivo era mantener los desahucios en la agenda y generar apoyo a la ILP, como si era más bien una apuesta más o menos desesperada por «echar a la gente encima» del gobierno, cabe preguntarse cuáles van a ser los siguientes pasos una vez que el gobierno ha sacado adelante su propia ley, como era previsible. Ignoro qué estrategias alternativas se plantean en este momento desde la organización; pero, volviendo al punto anterior, quizás sea el momento de que abra una reflexión sobre cuáles son sus verdaderos objetivos y su posición negociadora y qué medios está dispuesta a emplear.

5) Al hilo de esto último, una reflexión general sobre los escraches como herramienta de lobby ciudadano. Una táctica que, se mire como se mire, bordea las reglas del juego político aceptado no puede convertirse en el argumento fundamental de la movilización ciudadana. No sólo porque, como señalaba arriba, su efectividad real es dudosa; sino por una elemental cuestión de proporcionalidad: una organización o movimiento que pone el listón tan alto ya de partida, además de romper cualquier posible puente, reduce al mínimo su abanico de opciones para el futuro: ni puede escalar la protesta sin incurrir en ilegalidades, ni tampoco volver fácilmente a un estadio anterior en el que intente mantener canales de comunicación institucionales con los legisladores. Por ello, creo que existe el riesgo de que la moda de los escraches y la repercusión mediática de la PAH se conviertan en un espejismo para muchos movimientos ciudadanos, que les incite a asumir estrategias insostenibles, innecesarias en la mayoría de los casos y estériles a la postre. Es comprensible que dichas estrategias gocen de popularidad entre activistas políticos totalmente ajenos a los cauces institucionales y que recusan el «sistema» por completo. En estos círculos, el activismo se experimenta a menudo como una forma de vida, una opción existencial progresivamente alejada de objetivos concretos y que tiende a girar en torno al tacticismo y un universo de referencias propias. Para una organización que intenta influir en la política real y lograr resultados, sin embargo, estas opciones tienen un valor muy limitado. La articulación en España de lobbies ciudadanos efectivos, que cuenten de verdad como interlocutores y no como meros fenómenos de temporada, pasa a buen seguro por abandonar lo que Kundera llamaba el «kitsch de la Larga Marcha» en favor de una cultura realista del asociacionismo. Es necesario que los ciudadanos se habitúen a comprometerse y participar no sólo en momentos puntuales, bajo la presión de los acontecimientos o arrastrados por causas grandiosas, sino de manera cotidiana y a partir del trabajo y la anticipación; y que las asociaciones se profesionalicen y aprendan a delimitar objetivos, escoger medios y evaluar resultados.


47 comentarios

  1. dpcereza dice:

    «Una característica que no resulta difícil de observar en el tercer sector español es una cierta tendencia a difuminar los objetivos en discursos ideológicos generales y a menudo grandilocuentes, así como la querencia por los pla[n]teamientos morales».

    Parece una buena intuición ¿Alguien conoce algún estudio comparado que la avale?

  2. Carlos dice:

    Cuando el Sareb (banco malo, público) tiene 100.000 viviendas vacías en propiedad, la dación en pago es una realidad en la mayoría de las democracias liberales occidentales y el poder ejecutivo tiene la capacidad de paralizar los desahucios, no veo por qué la de la PAH (dación en pago, paralización de desahucios, parque de alquiler social) no es una vía posibilista. Quizás no lo sea porque choca con los intereses de las élites que ahora gobiernan, pero la ILP de la PAH se plantea como un conjunto de demandas de mínimos ante una emergencia social. Acaso la estrategia ahora se trata no de arañar pequeñas concesiones legales que sirvan de maquilaje para el gobierno y parche para el problema, sino de conquistar el poder político. Y la estrategia de confrontación y visbiilización de la PAH ha llenado sus demandas de legitimidad pública, lo que no la sitúa mal para la tarea.

    • PaulJBis dice:

      ¿La dación en pago *retroactiva* existe en los demás países occidentales?

      • Uno que pasa dice:

        Hacer ciertas preguntas implica obtener un discurso sobre la maldad capitalista, o a veces directamente mentir. Buena suerte con la respuesta (si es que llega).

      • Aloe dice:

        Es evidente que si ya existe no la necesitan implantar retroactivamente.

        • ixX dice:

          es evidente que no es evidente

        • Uno que pasa dice:

          La dación en pago ya existe en España también. Ergo no necesitamos implantarla retroactivamente.

          • Aloe dice:

            La diferencia es si es una cláusula especial que se pacta expresamente o si es la regla general que impone por defecto la Ley Hipotecaria.
            En le primer caso es como si no existiera, ya que para los particulares un contrato hipotecario es un contrato de adhesión: lo tomas o lo dejas. No hay poder de negociación, ni información suficiente por regla general. Es por eso que existen leyes para proteger a los consumidores, tanto generales como en los seguros, etc.: porque los contratos de adhesión dejan a los particulares en la indefension.
            Por tanto, debería ser la condición general establecida en la Ley Hipotecaria, y no lo es.
            Muchas otras cláusulas habituales, referentes a los intereses de demora, el vencimiento total de la deuda con cualquier impago que empieza a devengar esos intereses usurarios sobre el principal, los gastos que se imputan, etc., están en el mismo caso. Aunque las portestas se han centrado en la dación en pago, muchas veces no sería necesaria si no resultase que alguien que ya pagó quizá el 30% o el 40% de su principal, ante un impago se puede ver debiendo de nuevo más del 100% sin saberlo de antemano.

            Los bancos saben de sobra que no van a cobrar casi nunca esas deudas que subsisten después del embargo. Para ellos, se trata de bastante poca cosa en términos de lo que perderían de cobrar. por lo tanto, la «retroactividad» tiene poca importancia, en términos de cobro, para ellos. Sin embargo, es una losa enorme para los particulares, y, como digo, sobre todo por las cláusulas abusivas que hinchan la deuda enormemente.
            Para los bancos se trata de otra cosa: de cómo contabilizan, de la resistencia a contabilizar sus activos por el valor real y de la perspectiva de que deudas que no han entrado en mora deban ser contabilizadas por el valor de mercado del activo que lo respalda, que ahora es menor que el principal de la deuda.
            En resumen, que la mala cabeza de prestar demasiado, a valores de burbuja y con poca solvencia, recaiga sobre todo el mundo excepto ellos.
            ¿Sería retroactividad regular la dación en pago general para las deudas que no están en mora, sino para las que se van pagando puntualmente? Teniendo en cuenta los plazos de treinta y cuarenta años, creo que no. Las leyes tienen que ver la realidad, no arreglar los entuertos para dentro de cuarenta años.

  3. ¿Quién define los términos y los plazos que separan los «objetivos» y los «discursos ideológicos generales y a menudo grandilocuentes», para que estudios de este tipo -de existir- no resultaran mera retórica?

    Lo que propone la PAH (dación en pago etc.) es bien concreto, legalmente y técnicamente factible y apoyado por la mayoría de la ciudadanía: sus acciones garantizan su presencia en los medios y el discurso político y en todo caso, son una base para una mobilización más amplia, o así lo entienden sus activistas que llevan en esto desde 2009 y ven como nuevos asociados, colectivos y partidos de oposición, se unen a su campaña -no ve la inmediatez en el ojo propio quien define su éxito o fracaso en relación a una campaña (los escraches) y a un voto (el de la ILP).

    • Theodore dice:

      «Lo que propone la PAH (dación en pago etc.) es bien concreto, legalmente y técnicamente factible y apoyado por la mayoría de la ciudadanía»

      No, esto está lejos de estar medio claro, afirmarlo con mucha vehemencia no va a hacer que deje de ser así. No al menos hasta que se empiece a hablar del impacto que tendría una medida asi sobre los balances de los bancos y por tanto sbre el crédito y la gente esté bien informada de las deudas de los hipotecados guardan una relación mucho mas estrecha (aunque mas indirecta) con los impuestos que van a tener que pagar o las pensiones que van a poder recibir y con los ahorros que tienen en el banco que con el capital de los accionstas del banco.

      La actividad de la PAH garantiza la presencia en los medios, de forma que cada vez que salgan, lo hagan como un grupo de gente crispada y violenta, no como alguien con quien se puede dialogar potencialmente. Eso les garantiza apoyo entre la gente politizada, ideologizada y con interés de parte. ¿Qué efecto tiene entre los indecisos?.

    • Javier dice:

      En seguida recabáis el apoyo de «la mayoría de la ciudadanía». Yo me pregunto, ¿qué datos aprueban esta creencia? ¿Tenéis estudios o estadísticas oficiales que os permitan hablar con cierta objetividad de lo que pensamos «la mayoría»?

      Yo lo único que veo – con mis ojos, sin datos, lo admito – es que a las manifestaciones de Madrid suele ir una media de varios miles de personas, y en España parados estamos más de seis millones. Creo que habláis de «la mayoría» con mucha ligereza.

  4. […] Escraches y participación ciudadana […]

  5. Aloe dice:

    El problema de la falta de articulación del activismo político bien podría tener que ver con la falta de cauces para ello, y con que los pocos que según la ley se permiten en la práctica están cegados.

    Otra cosa es por qué sucede eso. Las élites son las que han fijado las reglas para que eso suceda, pero en otros países también lo hacen cuanto pueden… pero no pueden tanto.

    Pienso que el dilema de qué fue primero, si el huevo o la gallina (el huevo de la falta de cauces articulados o la gallina de la tolerancia de los ciudadanos a que eso esté así organizado) podría tener su solución en un desfase temporal.

    Hace más de una generación que se fijaron las reglas del juego (aunque hayan ido empeorando un poquito en la práctica) y se fijaron con algunas ideas evidentes por parte de los que las hicieron: una, que había que dar un plus a los partidos como ejes de organización política y participación (un plus enorme) precisamente porque no había un tejido social cívico y participativo tradicional; otra, que hay que mantener las cosas bajo control, que si no la gente se desmanda, y hay que protegerla de sí misma; otra más, que a los propios parlamentarios les pasa lo mismo a la que te descuides, y el reglamento del Congreso y la ley electoral están pensados para que las cúpulas de los partidos controlen a los parlamentarios y no al revés.

    No sé si esas reglas tuvieron sentido o no entonces. Se toleraron con relativamente pocas protestas precisamente porque algunos de sus supuestos respecto a los ciudadanos quizá eran bastante ciertos en aquel momento (o sea, que poca gente se daba cuenta de la trascendencia que la enorme limitación de la participación política tenía a largo plazo y no echaban de menos lo que no conocían) y porque mucha gente tenía miedo al activismo radical.

    Ahora estamos en esas consecuencias a largo plazo, y la mayoría de los ciudadanos se siente impotente y mal representada (eso es interpretación mia, desde luego, pero creo que se deduce directamente de las encuestas del CIS). Antes no había tradición asociativa y participativa, ahora quizá empieza a echarse en falta.

    O para resumir: con pocas excepciones, los españoles hemos sido subditos y no ciudadanos, y súbditos «feos, católicos, sentimentales»… y analfabetos o casi hasta hace poco. La ciudadanía no se improvisa. Quizá es ahora cuando empieza a haber una proporción creciente de ciudadanos.

  6. Capital social dice:

    Habla el autor del post del bajo nivel de «compromiso cívico» o «participación en redes» de la sociedad española. Se sitúa en casi todos los aspectos por debajo de la media europea (si sólo se consideran los 10 países del estudio de la fundación BBVA, si se amplia la muestra estamos en la parte inferior con los países del este de Europa).
    Esto se debe, en parte, a una herencia recibida, pero también se debe a que los españoles desconfiamos de nosotros mismos (en otra encuesta similar a la que se cita en el artículo hay una pregunta referente a que si la gente se aprovecharía de nosotros si pudiese o si sería honrada y los datos para España indican que menos de un 35% opina que sería honrada) y así es difícil articular movimientos sociales que estén pensados con idea de permanencia.

    • Theodore dice:

      Mmm esto se podrá medir?

      • Capital social dice:

        ¿Medir qué? En principio soy de la opinión que todo se puede medir.

        • Uno que pasa dice:

          Cuánto daño ha hecho Putnam.

          • Capital social dice:

            Ese es su punto de vista.

            • Uno que pasa dice:

              Yo es que como aspirante a hacer ciencia política (ciencia, no conjeturas) no me gustan las cajas negras, las explicaciones culturales y la autoflagelación.

              Quizá por eso debería haber estudiado economía. Además seguro que ganaba más dinero fuera de España.

              Buenas tardes.

              • Capital Social dice:

                Si usted cree que son cajas negras, explicaciones culturales y autoflagelación está claro que no ha profundizado demasiado.
                Además, la cultura no es inmutable, se pueden cambiar los hábitos de forma, más o menos, rápida (un ejemplo en España es la introducción del carnet por puntos o la ley antitabaco).

                • Uno que pasa dice:

                  Soy el primero que ha hecho investigaciones desde esa perspectiva. Son útiles para desvelar ciertas actitudes, pero ni de lejos sirven para llegar a conclusiones fiables.

                  • Capital Social dice:

                    De nuevo es su opinión. Todo depende del enfoque que se adopte para analizarlo y sacar conclusiones. Nada es relevante por sí solo.

        • Theodore dice:

          La causalidad desconfianza-tejido asociativo

  7. Alvaro dice:

    Añado una consideración sobre los escraches: es un método que garantiza el fracaso de lo que se pide. Cuando uno coacciona, si el gobierno aceptase plantearía el problema de crear un precedente para cualquier otra reclamación. El hecho de plantear así las reivindicaciones asegura que el gobierno hará algo distinto.

    Tampoco comparto el fondo.

    • Aloe dice:

      Por eso las huelgas nunca tuvieron éxito en ninguna parte, ni las protestas tampoco. ¿No?

      La demostración contrafactual de lo que dice sería que el gobierno sí hace caso cuando se piden las cosas por favor en educadas peticiones, por escrito o de alguna forma que no sea visible.
      Ah, pues resulta que tampoco.

      PS.- Me encanta ese reflejo autoritario condicionado de que los que mandan no pueden hacer caso a una protesta porque eso sentaria precedentes.

      • Saulo dice:

        No sea ignorante.

        Por supuesto que el Gobierno hace caso «cuando se piden las cosas por favor en educadas peticiones, por escrito o de alguna forma que no sea visible».

        Si lo que usted pide se ajusta a derecho, claro:

        http://noticias.juridicas.com/base_datos/Admin/l30-1992.html

        Menos demagogia y más cultura cívica.

        • Aloe dice:

          Conozco bastante bien la ley que usted enlaza.
          Que me parece que dice que los expedientes iniciados de oficio o a instancia de parte se resolverán en tres meses máximo si no hay otro plazo específico. ¿No? Y que todo acuerdo se notifica, todo procedimiento que no sea de trámite incluye audiencia o alegaciones y muchas otras cosas asi. No suficientes, pero algunas bastante bien puestas.

          Por regla general esa ley se incumple más o menos igual en casi todos sus artículos. Incluso yo me he encontrado Secretarías de centros docentes y ventanillas de Ayuntamiento donde no han oído hablar de ella y se dan por insultados cuando se les menciona…

          Pero en realidad tampoco me refería a ese tipo de cosas. El gobierno no es la Administración pública, y no tiene legalmente ninguna obligación de escuchar ni a su padre. Sus obligaciones al respecto son morales o políticas, como se quieran llamar, pero no se puede invocar ningún incumplimiento legal al respecto ni hay un modo (en esa ley ni en ninguna) en que la potestad discrecional del gobierno se obligue a nada con nadie, excepto (y más como farsa que como realidad) a contestar en el Parlamento.

          Por eso en esta entrada se habla de activismo cívico o político, de participación, de asociacionismo… no de presentar una instancia para que te den una licencia de obras en el Ayuntamiento (que luego tampoco cumplen y tardan un año probablemente, pero al menos puedes recurrir).

          Si usted no puede diferenciar entre ambos tipos de asunto, mejor no empiece con el insulto preventivo a modo de refutación.

  8. Tineo dice:

    Siento discrepar y niego la mayor, claro que el asociacionismo es muy bajo en España y no porque viniéramos de una dictadura, eso lo dice alguien que nació después de la dictadura y se ha creído esa milonga.
    Durante la etapa final del franquismo en España el asociacionismo fue en aumento, apareciendo más de 30.000 entre los años 1976 al 1980. Pero, un astuto vicepresidente compro las asociaciones (vía subvenciones) para que se sumaran al proyecto y ya se sabe que el que paga manda.
    Un estudio interesante (es un clásico ya) está aquí:
    http://www.injuve.es/sites/default/files/2012/32/publicaciones/Revista-76-capitulo-4.pdf
    Por cierto que Mondragón se creó durante el franquismo, hoy no creo que fuera posible.
    Así pues la poca actividad asociativa, el escaso tejido social hay que ponerlo en el debe de la transición, no antes. Y, por eso, tenemos lo que tenemos.

    • » Pero, un astuto vicepresidente compro las asociaciones (vía subvenciones) para que se sumaran al proyecto y ya se sabe que el que paga manda» No entiendo el argumento, ¿en qué impide eso que se siguieran creando asociaciones?

      Mondragón es una cooperativa muy ligada a los Jesuitas (José María Arizmendiarrieta Madariaga) y que, por tanto, estaba muy bien vista por el régimen.

      PD.: Gracias por el PDF, ¡muy interesante!

      • Tineo dice:

        La financiación, claro, hasta ese momento las asociaciones se financiaban con sus propios recursos
        En el año 1984 el Ateneo de Madrid tenía 6.605 socios un presupuesto de más o menos 150Millde pts con una subvención de 50 Mill de pts, para ser socio había una lista de espera impresionante. Hoy solo tienen 2.500 socios y las subvenciones representan más de las dos terceras partes del presupuesto. Como ya no hay, pues tienen que vender fondos artísticos para sobrevivir. Eso sí los socios no vieron incrementadas sus cuotas desde 1984 de manera significativa.
        Las nuevas asociaciones, si se creaban estaban ya viciadas de origen, mas de las dos terceras partes de su presupuesto (en el mejor de los casos) eran a cargo de subvenciones. Incluso se creaban asociaciones ex profeso para recaudar subvenciones, pero bueno eso es para otro debate.

        • Quevedin dice:

          Hay un ejemplo de libro exactamente igual «insiders vs outsiders» con las subvenciones a «asociaciones de amigos de…» que luego se llevan entradas tiradas de precio, mientras que el común pagábamos la entrada a precio normal. Le pagábamos la entrada al del Club de Tenis.

        • Aitor Calero García dice:

          El tema de las cuotas es una batalla perdida. Cualquier mínima subida garantiza que te hagas enemigos. En parte, lo entiendo y ahora capto el punto, pero eso no explica que haya cada vez menos asociaciones creo

          • Tineo dice:

            Cuando las asociaciones pasan de depender de las aportaciones voluntarias a depender de las subvenciones, estas profesionalizan su estructura. La gestión, para ser más eficaz, pasa a depender profesionales, (a tiempo parcial pero profesionales). Eso disuade la creación de nuevas asociaciones, como no sean escisiones de otras ya formadas. Incluso la asociación de grafiteros de Leganés necesita alguien que rellene los formularios, los presente en forma y manera, encuentre un local, mande las convocatorias y muchas cosas más. Seguro que muchos de vosotros entendéis que para llevar la contabilidad y la gestión de la comunidad de vecinos se le encargue a una gestoría. Claro hay que estar al día y en nuestro tiempo libre no da para eso. Pues ya veis. Las asociaciones hoy son profesionales o no son. Por eso la PAH tiene a profesionales. Ada Colau no ha vivido de otra cosa. Hay gente profesional de esto y van migrando de sitio. Son gente con “contactos” y saben lo que hay que hacer.

  9. Iracundo dice:

    Tal vez el bajo asocianismo tenga algo que ver con el desempleo estructural, la elevada pobreza (también en épocas de bonanza) y que, en general, la llamada clase media en España la constituyan los funcionarios y cierta burguesía profesional que se empobrece tremendamente a la primera brisa de viento. Puede que el autor se refiera a este conjunto con eso de «minoría de edad»…

  10. naiara dice:

    Ayer comentaba con alguien por Twitter que me parece un fenómeno curioso (puede que no relevante, pero curioso), que los líderes de toda clase de organizaciones sociales no se correspondan casi en nada con el perfil de las causas que defienden o de los afectados por los fenómenos/legislaciones contra las que protestan (líderes del Sindicato de Estudiantes o la misma Ada Colau). Pareciera que el asociacionismo, o mejor dicho, la movilización, españolas necesitaran ser sometidas a una suerte de ‘caudillaje’ (no me gusta nada este término, pero no encuentro nada mejor) para resultar efectivas, o que la gente considere por un momento sus causas o que tengan alguna suerte de repercusión.

    A lo que voy: algo tiene que estar pasando (la poca vertebración de la sociedad civil fruto de la dictadura no me parece que lo explique por sí solo el fenómeno, es más, la dictadura tuvo mucho mecanismo aglutinador de los suyos que no se supo ‘reciclar’ a la democracia después) para que siga prefiriéndose en este ámbito cierto modelo de liderazgos un poco sui géneris, si se quiere, mientras 15M y demás llevan a gala no tener líderes. Y no creo que esto sea cuestión exclusivamente de que el activismo se esté organizando mal o tenga una visión muy naïf, o que sean unos vagos que no piensen en medio plazo (que en cierto modo también), sino que realmente no hay muchos más cauces para ello. En verdad, organizaciones modestas, por decirlo en plata, que no «acojonan» (en el sentido literal o metafórico), no logran ninguna repercusión. Ni a corto ni a largo plazo. Y para eso, en vez de servirse de un montón de precarios directamente afectados por la situación, prefieren poner como líder a un activista ‘profesional’. El activista ‘profesional’ elige la causa que en ese momento le parezca mejor, y al lío.

  11. […] artículos muy recientes, de Jorge Galindo uno, y de Jorge San Miguel otro abordan muy bien el asunto desde la óptica política -la más […]

  12. Enhorabuena por el artículo. Resume y sintetiza perfectamente dos cuestiones. La escasa participación ciudadana y la estrategias de participación más habituales que existen en nuestro país.

    Yo soy directivo de una asociación relacionada con la salud y es alarmante la falta de compromiso y cultura asociacionista que tenemos. Es una de las primeras barreras que hay que trabajar dentro de cualquier asociación.

    Coincido 100% en la falta de estrategias y objetivos de trabajo, que además, son varios órdenes de magnitud más complicadas e incómodas que ir a protestar sobre algo. Ejecutar un plan de acción, requiere un esfuerzo mental, y de planificación que pocos tienen el compromiso de adoptar.

    En general, esta falta de cultura de asociaciones creo que tiene mucho que ver con nuestro pasado en la dictadura y es un lastre que costará mucho solventar.

    Respecto a los escraches, sigo sin entender qué se puede conseguir yendo a la casa personal de alguien a tratar de que ¿cambie de opinión? ¿cuál es la siguiente acción que ese persona va a tomar? ¿irá a una comisión diciendo, «oigan que como me están acosando en casa, voy a cambiar mi postura y voy a promover lo que me piden»? ¿Qué actitud tomaríamos cada uno de nosotros si nos ocurriera esto mismo?

    Y la pregunta del millón, ¿nos parecerían bien los escraches contra diputados y senadores que hubieran votado a favor del matrimonio homsexual o el aborto y que las llevaran a cabo organizaciones fundamentalistas católicas? Y estoy hablando de ir a los domicilios particulares a hacerlo, no a clínicas (que por desgracia ya ha ocurrido, y que no sé como no disolvió la policía o permitieron las autoridades, puesto que es, de momento, una actividad legal y regulada).

    • JCAbal dice:

      Tal vez una de las razones sea lo mal que está planteada la jornada laboral en España. Para compromoterse a largo plazo en una asociación se necesitan ganas, paciencia y mucho tiempo. No es lo mismo realizar ese trabajo asociativo (si existe esta palabra) cuando sales de trabajar a las cinco de la tarde que cuando llegas a tu casa entre las ocho y las nueve de la noche.
      No creo que sea la razon principal, pero si un motivo a tener en cuenta.
      Vivo en un barrio con un importante movimiento vecinal y la mayoría de los llevan el peso del trabajo son jubilados o amas de casa (sin menospreciar a estas últimas).

  13. […] – Jorge San Miguel: “Escraches y participación ciudadana“. […]

  14. […] Esta semana, mi compañero Jorge Galindo ha publicado un artículo sobre los famosos escraches cuyas líneas generales comparto. No obstante, creo que Jorge se deja algunos ángulos del asunto sobre los que me gustaría incidir. No se trata de volver a la enésima discusión sobre su legitimidad u oportunidad (aclaro en todo caso que a mí tampoco me gustan nada), sino de situarlos en un contexto más amplio, sugerir implicaciones desde el punto de vista de la propia movilización ciudadana y proponer puntos para el debate. […]

  15. viernes dice:

    ¿Con plantear debates en términos morales se refiere a falsos debates morales?

    Hay varios, uno es el de los lamentables escraches de Ada Colau y la PAH. Otro es el que impulsa el pope Rouco y su miope organización. Y otro aún más lamentable es la parafernalia policial conque se defiende de peculiares «asedios» a nuestros privilegiados «legisladores».
    El hecho cierto es que en Europa se han dado cuenta de la abusiva normativa hipotecaria, y a veces suelen diferenciar entre la particular moral bankaria-religiosa de nuestros representantes y la ética ciudadana.

    http://hayderecho.com/2013/04/10/la-exoneracion-de-deudas-es-mejor-que-la-dacion-en-pago-pero-no-asi/

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