historia

El progreso y la expansión de la vida

8 Mar, 2013 - - @kikollan

Artículo escrito por Kiko Llaneras en colaboración con Jorge San Miguel.

El progreso material de las sociedades occidentales es algo que nadie cuestiona. Sí existe, sin embargo, cierto debate cuando se plantea la discusión en términos más generales: ¿es el mundo hoy mejor de lo que nunca fue? ¿Somos unos privilegiados, o deberíamos mirar a algún antepasado con envidia? Así planteada, la cuestión se vuelve difusa y tiende a empantanarse. No es sencillo dirimir si las sociedades modernas son más igualitarias, si las personas gozamos de más libertad o, llevado al extremo, si disfrutamos de vidas más felices.

Pero, aun aceptando que el debate quizás no tiene una respuesta absoluta, creemos que no hace falta caer en un total relativismo y que puede afirmarse que el mundo ha progresado en un sentido amplio.

Pensemos en el último siglo. Sabemos que nuestra capacidad de producir riqueza se ha multiplicado (ver, por ejemplo, el PIB español desde 1850). No solo eso, también tenemos indicios poderosos de que en los últimos cien años el progreso no fue solo material y tecnológico. El progreso se produjo en casi cualquier ámbito de la vida de las personas: la educación se convirtió en universal, aumentó el respeto por las minorías, se extendieron los círculos de inclusión social, la violencia se volvió más infrecuente y disfrutamos una revolución de la salud. Este último dato es el menos contestable y más elocuente.

La transición de la salud

En los últimos dos siglos la esperanza de vida en Occidente aumentó de forma asombrosa. Esta «transición saludable», como ha venido en llamarse, empezó en varios países occidentales, pero ha tenido su reflejo en todo el mundo. Para dar datos, podemos tomar el caso de Francia: hoy el 96% de las francesas vive hasta los 40 años, cuando en 1740 solo un 33% alcanzaba esa edad. En realidad, apenas la mitad de las niñas vivía para cumplir los 5 años.

Superv 1

Lo que la gráfica refleja es una expansión asombrosa de la vida. Para visualizarlo, basta pensar que el área verde representa años-persona que no existirían de no ser por la revolución de la salud. Todo el área del gráfico representa 85.000 años-persona de vida en potencia, de los que en 1740 apenas se disfrutaba una cuarta parte, el área roja. Hoy, en cambio, se vive tres veces más y apenas renunciamos al pequeño triángulo blanco que queda arriba a la derecha.

Además, esta expansión de la vida no ha consistido en una ancianidad más larga, sino que ha venido en años de juventud: muchachos que llegan a la madurez y niños que sobreviven a la infancia y disfrutan de vidas completas. La transición de la salud ha sido básicamente un doble proceso, por un lado se redujo la mortalidad en todas las edades, a la vez que se redujo muy drásticamente la mortalidad infantil. Este segundo fenómeno se ve mejor sobre datos esperanza de vida.

Esperanza 2

Hoy la esperanza de vida es una curva decreciente. Uno nace y cada día que pasa debe esperar vivir un poco menos. Esta dinámica es algo que tenemos interiorizado. Pero no fue siempre así. En realidad no fue así durante millones de años y hasta hace apenas un siglo. Todavía en 1740 la esperanza de vida tenía forma de “U” invertida. Si un niño era capaz de sobrevivir a sus primeros años, esos años no “descontaban”, sino que de hecho su esperanza de vida aumentaba. Un recién nacido tenía unas expectativas peores que las de un niño algo mayor, un adolescente, o incluso un adulto de 20 o 30 años. Básicamente, la infancia era un peligro: un tercio de los bebes moría en su primer año.

Conclusión

Para los más escépticos cabe destacar que la transición saludable no es un fenómeno particular a ciertas sociedades, sino una tendencia global. Desde 1960 a 2010 la esperanza de vida en el mundo aumentó pasó de 52 a 70 años. Aumentó en 18 años en América Latina, en Asia y en el Pacífico, aumentó en 13 años en el África Subsahariana, la región más desfavorecida, y hasta en 26 años en Oriente Próximo y el Norte de África.

En definitiva, durante el siglo XX el mundo vivió una transformación sin precedentes: por primera vez en la historia de nuestra especie la edad más probable para morir dejó de ser la infancia y pasó a ser la ancianidad. Esto, que hoy tenemos asumido, es un característica absolutamente novedosa para una especie que tiene millones de años. Esta «transición saludable», la asombrosa reducción de la mortalidad infantil y la extensión de la vida humana, es quizás el fenómeno más trascendente de los últimos siglos. Además, como veremos en una próxima entrada, se ha producido en un contexto también inédito: en conjunción con un crecimiento económico sostenido e igualmente extraordinario que ha permitido a la humanidad escapar de la «trampa malthusiana».

A nuestro juicio, ambos son síntomas evidentes de progreso.


33 comentarios

  1. Pedro dice:

    No acabo de entender el objetivo de esta entrada. Yo creo que lo que aquí se dice no lo niega nadie.
    Puesto a intentar intuir cosas quizá lo que podría pretenderse es decirle a la gente que el mundo está yendo a mejor y que el progreso es una cuestión continua siempre, pero eso no es así. En los últimos 20 años se está viviendo un proceso de ampliación de la desigualdad en las sociedades occidentales, que es innecesario y absolutamente arbitrario. ¿Qué el progreso científico/tecnológico puede compensar este aumento de la desigualdad? Puede ser, pero eso no nos puede llevar a aceptarlo pasivamente. Y que sea así todavía no implica que siempre tenga que ser así, puede revertirse en cualquier momento y no compensar en absoluto. Podriamos incluso estar ya en ese escenario, pero como no tenemos datos del presente no nos damos cuenta.

    Respecto a la «trampa manthusiana» cuidado. Que se haya «escapado» de ella no implica que esta no pueda llegar. Simplemente no llega porque el aumento de la productividad (de alimentos prioritariamente) y de la extracción de recursos ha sido más rápida que el aumento de la población. Si esto cambia y pasa a ser al revés (que puede pasar por varias razones), la trampa malthusiana volverá a situarse en el horizonte de un tiempo futuro.

    Saludos,

    • Uno que pasa dice:

      A mí la desigualdad me da igual, lo que quiero es una igualdad de oportunidades fuerte y que yo pueda desarrollar mi vida como mejor me plazca.

      Mientras yo pueda sobrevivir sin pedirle nada a nadie, con mi trabajo o con mis decisiones, me es absolutamente igual que Carlos Slim pueda limpiarse sus posaderas con billetes grandes.

      • Epicureo dice:

        Uno que pasa, con una gran desigualdad no es posible que haya «igualdad de oportunidades fuerte».

        El problema no es con qué se limpie el trasero Carlos Slim. El problema es que, cuando hay mucha desigualdad, se produce una segregación social. Los puestos directivos y la política quedan, en el 99 % de los casos, sólo al alcance de los que viven en ciertos barrios y van a ciertos colegios y universidades.

        Naturalmente, si lo único que te interesa es «sobrevivir», puedes tolerar más desigualdad que si tienes otras inquietudes.

        • Shine dice:

          Cierto, además por mucha igualdad de oportunidad que exista, si el resultado final es unos pocos viven mansiones y el resto está pasando hambre es una situación igualmente intolerable. La igualdad de oportunidades sin resolver los problemas de los «losers»… pues eso.

    • Kiko Llaneras dice:

      Sobre la desigualdad durante el XX, y el aumento desde 1980, ya escribimos hace unos meses. De hecho me gustaría volver a escribir sobre eso con alguna lectura nueva. Es un tema interesante y bien abierto.

      Desigualdad de ingresos durante el XX: http://politikon.es/2012/05/15/desigualdad-de-ingresos-su-evolucion-en-100-anos-de-historia/

      En cuanto al objetivo de la entrada… nuestra idea era comunicar unos datos que creo fascinantes y no suficientemente conocidos. También afirmar que el progreso ha ocurrido en el pasado —hay quien lo niega—, lo que no significa que tengamos que darlo por inevitable ni garantizado. Para mi es un motivo para la acción más que lo contrario (pero eso se puede debatir).

      • heathcliff dice:

        No veo que la desigualdad sea mala en sí misma. De hecho, al proceder del mundo rural, donde las relaciones son más estrechas y con «mayor memoria», puedo afirmar que se debe en muchísimas ocasiones más cuestiones de «path dependence» que a a verdaderas segregaciones sociales.

        Trato de explicarlo:

        En un pueblo de 500 habitantes, donde dos tercios se dedican a la agricultura y un tercio a la ganadería, las lluvias y los pedriscos son iguales para todos, y lo mismo las enfermedades del ganado.

        La razón de las desigualdades es que un bisabuelo holgazán, o un tatarabuelo innovador, marca la senda de sus descendientes para cinco generaciones.

        El primero que se arriesgó a subir las ovejas a un tren para venderlas se hizo rico. Decir que se trata de un caso de injusticia social es incorrecto, estúpido e interesado.

        Creo yo, vaya.

        • Epicureo dice:

          Probablemente lo primero que haría tu agricultor innovador, con su recién adquirida fortuna, es firmar un contrato en exclusiva con la compañía ferroviaria y comprar sus ovejas a los demás pastores, convirtiéndolos en empleados suyos y asegurándose de que las cosas no cambien en unas cuantas generaciones.

          La «path dependence» no es una cuestión de capricho o de holgazanería. Las ventanas de innovación se cierran pronto, en cuanto se acumula capital. La segregación social perdura.

          Por supuesto, si la riqueza no fuera hereditaria y la competencia fuera perfecta, no habría injusticia social… ni tampoco desigualdad duradera. Pero no es ese el mundo en el que vivimos.

          • heathcliff dice:

            No, Epicúreo, en mi tierra no funcionan así las cosas, de veras. No hay contratos en exclusiva, ni ferrocarriles siquiera. Ni siquiera hay empleados que trabajen para otros.

            Lo que yo he visto es gente que ara las tierras y gente que no.

            Gente que sale con las ovejas los domingos y gente que las deja en casa, alimentándolas con pienso.

            No veo el motivo de tanta hostilidad hacia la idea de que hay gente que se esfuerza más, y le va mejor, y gente que prefiere esforzarse menos, y vive con menos. Parece como si esa idea os resultara odiosa.

        • Verlaine dice:

          «La razón de las desigualdades es que un bisabuelo holgazán, o un tatarabuelo innovador, marca la senda de sus descendientes para cinco generaciones».

          Claro, las desigualdades históricamente han tenido su raíz en la vagancia de unos y en el espíritu emprendedor de otros. Esos nobles de espíritu innovador y esos campesinos tirados a la sopa boba durante todo el día.

          Es el clásico argumento liberal para no hacer nada frente a la desigualdad, y es obscenamente falso. Reducir la desigualdad es positivo: basta ver el nivel de vida y clima de paz social que reina en algunas de las sociedades más igualitarias del planeta (países nórdicos, por ejemplo), y el conjunto de problemas sociales y económicos a los que deben hacer frente los países más desiguales (Brasil, India). O basta mirar al pasado para observar las tensiones políticas y sociales que generaron, en lo que terminaron derivando, las desigualdades entre unos sectores de población adinerados (y minoritarios) y otros sectores empobrecidos (y mayoritarios).

          • heathcliff dice:

            En lo de las tensiones te doy la razón: todo el mundo quiere tener lo mismo que su vecino. Y si puede ser trabajando menos que él, aún mejor…

            Pero decir que todo el mundo se esfuerza por igual es una tontería, y ambos lo sabemos.

            Y los efectos de esa diferencia de esfuerzo tienen que notarse de alguna manera, ¿no?

            Yo no sé lo que pasa en un país, pero en un pueblo de quinientos habitantes sí lo sé. Por eso el medio rural en Castilla siempre ha sido reacio al marxismo: porque en lugar de escuchar las cosas, las vemos.

            • arrierito dice:

              Decir que todo el mundo se esfuerza por igual es una tontería, sí. Pero insinuar que los que más se esfuerzan más consiguen es también una tontería, porque hay otros muchos factores además del esfuerzo (físico o intelectual) que determinan la capacidad de generar riqueza. Yo también vivo en un pueblo, y aquí los que más curran no son los más ricos. El rico propietario de tierras puede trabajar poco y perderlo todo, o puede trabajr mucho y ganar más, pero no trabaja más que la mayoría de pequeños agricultores o ganaderos que se desloman de sol a sol, ni trabaja más que la camarera del restaurante o el minero. Normalmente, cuando alguien hace fortuna, mucha fortuna, basta poco esfuerzo de sus descendientes para mantenerla. En cambio, el resto de los mortales requieren muchísimo trabajo simplemente para sobrevivir. Ahí está la desigualdad de oportunidades: en el tiempo y esfuerzo extra que cada uno necesita para conseguir algo más que sobrevivir. Y esa desigualdad desaparecería eliminando por ley las herencias, de manera que todos, desde el hijo de un carpintero hasta el hijo de un marqués, tuvieran que empezar desde cero para lograr sus objetivos vitales. Entonces sí, por regla general los que más se esforzaran más conseguirían.

              Amancio Ortega es un ejemplo de alguien que con muchísimo esfuerzo y buena suerte ha podido amasar una fortuna casi desde cero. Emilio Botín es un ejemplo de alguien que seguro trabaja mucho, pero que nunca lo ha necesitado para vivir cómodamente (su familia ya tenía miles de millones en Suiza antes de que el pequeño Emilio supiera caminar). ¿Cuánta gente consigue desde cero lo que ha conseguido Amancio Ortega? ¿1 de cada 100 millones? ¿Y cuánta gente de alta cuna consigue morir ricachona? ¿1 de cada 2? ¿1 de cada 10? Si eso no evidencia la desigualdad de oportunidades…

  2. Tortilla von Patata dice:

    Es esperable que el camino es hacia tratamientos más eficientes y no menos, y que la mayor productividad se refleje en una disponibilidad de recursos mayor. No creo que eso lo niegue ninguno de los nostálgicos del pasado.
    Las críticas al desarrollo no vienen por ahí nunca. Vienen por un aspecto más psicológico, de si nos hemos vuelto peores personas o menos capaces del disfrute de las condiciones que tenemos a pesar de que éstas sean ventajosas.
    Claro que entonces el problema es la manera de medir esto. De qué manera el desarraigo cultural, la irrupción de determinadas ideologías, corrientes religiosas y el individualismo nos han hecho más o menos infelices. Si los modelos de producción y las clases sociales han creado miseria que antes no había.

    Por ejemplo, el machismo se acentuó en el siglo XIX. Aparecieron numerosas guerrillas y mafias en el XX. La colonización y descolonización de África ha sembrado el continente de conflictos nuevos. A finales del XVIII el Islam se radicalizó en muchos lugares. Las guerras y dictaduras han matado más y afectado más directamente a las vidas civiles en el último siglo que nunca antes.
    Tampoco a nivel de felicidad personal se evalúan igual las circunstancias en las que no hay un culpable identificado (no es igual que un hijo muera de neumonía a que lo maten en un campo de concentración)

    No sé, yo lo veo un tema mucho más complejo.

    • admin dice:

      Conste que también lo vemos complejo, es lo que intentamos señalar al principio. «[A]un aceptando que el debate quizás no tiene una respuesta absoluta, creemos que no hace falta caer en un total relativismo y que puede afirmarse que el mundo ha progresado en un sentido amplio.»

      Es complejo, no hay quizás respuesta absoluta, pero si parciales. Por ejemplo, que disfrutamos de vidas mucho más largas, lo que parece una forma de progreso.

    • Josei dice:

      Nunca había leído tantas aberraciones juntas, y encima sin datos para compararlas:

      ¿El machismo acentuado en el XIX? Claro, y antes las mujeres eran tratadas con algodones.

      ¿Guerrillas y mafias en el siglo XX? Y todos los asaltacaminos, robaperas, matones, organizaciones paramilitares, bandoleros, asesinos a sueldo… son producto de la immaginación de Hollywood. Antes se podía ir por senderos y calles que no pasaba nada…

      Colonización y desconolización de África. Otra vez con el mito del buen salvaje.

      Guerras y dictaduras que matan más. Bueno, teniendo en cuenta que el concepto de dictadura no se entiende sin el de Estado-Nación actual, también podías pensar que estadísticamente es más probable que haya mas cantidad de muertes en las guerras de ahora que las de antes, porque hay más población que antes, no porque seamos más «malos». Y la tecnología ha contribuido a hacer más accesible el conquistar territorios más lejanos. Pero que en los últimos 60 años sólo haya habido una guerra en Europa, dice algo a su favor.

      • Verlaine dice:

        Hombre, ha habido una guerra en Europa en los últimos sesenta años, pero atribuir este hecho únicamente al progreso es cuanto menos aventurado.

        Precisamente cuando no pocos autores han buscado las razones del horror que vivió Europa en los primeros 45 años del siglo XX precisamente en la modernidad.

      • Tortilla von Patata dice:

        No pretendía sonar tan tajante, por supuesto que el mundo premoderno tenía grandes problemas.
        Lo opuesto al machismo decimonónico no es sólo «tratar con algodones», sino un machismo más suave. La era moderna tiende a regular más las relaciones personales que antes a los estados les daban igual a efectos legislativos, y ahí tienes la Inglaterra victoriana donde el papel de la mujer se fija de una determinada manera, más doméstica y «pudorosa». La aparición de radicalismos tradicionalistas y religiosos también trajo limitaciones nuevas al comportamiento de la mujer. En Indonesia era tradicional etiqueta que las mujeres fuesen con los pechos al aire, y eso se censuró. Apareció el burka. En China se prohibió la vestimenta occidentalizada.

        África tenía mucha violencia, conflictos y división, pero los grandes imperios también comenzaban a afianzarse dejando al «buen salvaje» atrás. La visión utilitaria más allá de la pose civilizadora también acarreó un estancamiento de las poblaciones locales. Cuando Bélgica entró en bancarrota, se impusieron al Congo unas cuotas de caucho para aliviar la crisis que causaron unos diez millones de muertes. El estancamiento institucional nativo conllevó que no hubiera nada ni nadie realmente preparado para asumir una tarea seria de estructuración de los nuevos estados poscoloniales. Que algunos líderes fuesen educados en la metrópoli no bastó.

        Y lo de sólo una guerra en Europa… Pues porque te ha dado por atrasar 60 y no 70 años, porque hace 70 estábamos en plena Guerra Mundial, la guerra más terrible que ha ocurrido nunca en Europa. Y 20 años antes, otra gordísima. Y la represión interna de los totalitarismos, comunismo y fascismo, también se cobró varios millones de muertes, sin punto de comparación siquiera con limpiezas religiosas anteriores. No era ua guerra, pero como si lo fuera.

        Vamos, podemos matizar cosas, pero de ahí a soltar que lo que digo es una «aberración»… lo veo injusto.

  3. Basilio dice:

    Enhorabuena por el artículo. Me ha sorprendido mucho ver que la curva de esperanza de vida no siempre ha sido decreciente con la edad, como asumimos ahora, sino más bien al contrario.
    ¿Por qué usáis datos de mujeres exclusivamente? No lo explicáis en el texto pero me creo que usar datos de un solo sexo en vez de de ambos debe tener alguna explicación. ¿Son las mujeres mejor proxy para medir condiciones de salud por tener menos muertes por guerras? ¿Es la forma de celebrar el 8 de marzo en Politikon? 😉

    • Kiko Llaneras dice:

      Tomé los datos de un libro que usaba cifras de mujeres sin explicar por qué.
      Entiendo que es por el tema proxy, las mujeres tienen menores tasas de muertes violentas y externas —guerras, suicidios, etc— y que eso puede ser la razón.

      Lo del 8 de marzo ha sido una bonita curiosidad.

      • heathcliff dice:

        Las mujeres tienen menos muertes violentas pero varios millones de veces más muertes por parto…

        😉

        Me parece un proxy sesgado…

        • Epicureo dice:

          Las muertes por parto serían más o menos constantes, pero las guerras son episódicas, y afectan a franjas de edad concretas. Aunque la esperanza de vida era similar, la curva de los hombres sería mucho menos suave y más variable.

          Por eso pienso que tomar los datos de mujeres es un buen proxy.

          • heathcliff dice:

            Cierto que las guerras son episódicas, pero las muertes por parto afectan también a un rango determinado de edades.

            Acaso la principal característica de la curva fuese la variabilidad, pero vale.

            Puede ser un buen proxy, sí.

  4. Jose dice:

    No hace mucho, leí en reddit que cuando se dice que la esperanza de vida por ejemplo, en Roma en el s.II era de 33 años, no es que la mayoría de la gente viviera hasta esa edad, o que los de 40 fueran el equivalente a los centenarios de hoy día, sino que al hacer la media se incluían todas las muertes infantiles, que eran muchísimo más altas, y de ahí la baja media de esperanza de vida. Vaya por delante que tengo muy escasa idea de estadística.

    Pero algo de razón debe tener, porque siempre me he preguntado cómo es posible que la esperanza de vida fuera de 33 años si después uno al estudiarse las vidas de filósofos, escritores, emperadores, incluso soldados de la Roma y Grecia clásicas, o de la edad media, la práctica totalidad ha vivido sus 50 y largos o 60-70 años.

  5. alvaro dice:

    Quizás lo que caracteriza al mundo de hoy es precisamente no poder afirmar en qué consiste ser bueno o mejor.

  6. Epicureo dice:

    Me ha gustado mucho el artículo. El progreso de la humanidad es un hecho innegable. Pero tiene sus límites.

    La esperanza de vida ha aumentado una barbaridad al eliminarse la mortalidad infantil y la infecciosa. Eso sólo puede hacerse una vez. Puede que se aumente aún unos años, reduciendo un poco el triángulo de arriba a la derecha, pero no se volverá a duplicar. Tenemos «fecha de caducidad» por naturaleza, como todos los animales.

    Asimismo, no es posible escapar de la «trampa malthusiana». Lo único que se puede es hacerla más grande, durante un tiempo, a base de innovaciones técnicas y de sobreexplotar todos los recursos naturales accesibles. Pero la progresión exponencial es imposible de batir, y acabaremos cayendo en la trampa si no limitamos en serio la población.

  7. Chupacabras dice:

    Esto es lo que lleva diciendo el profesor Navarro desde hace años con el tema de las pensiones. La esperanza de vida no ha subido porque la gente viva más años y por lo tanto haya que cotizar más para mantener el balance, la esperanza de vida ha subido al reducirse la mortandad en edades tempranas.

    • Basilio dice:

      Lo siento pero no creo que ese sea el caso.
      Los datos que se comparan en esta entrada son de 1740 y 1996. La parte del aumento en la esperanza de vida debido a la reducción de la mortalidad infantil para los últimos treinta años serán muchísimo menores. No hace falta más que mirar una pirámide de población.

      • Chupacabras dice:

        Mira los datos de la OMS en España desde 1950 hasta ahora en mortalidad infantil por ejemplo.

        • Basilio dice:

          Echaré un vistazo. Ayer cuando escribía se me ocurrió mirar el INE y sólo tenían datos desde 1985. El cambio en la tasa de mortalidad neonatal (en el primer mes de vida) pasaba de 5 por mil a 2 y pico en 2006.

      • Aloe dice:

        Cómo afecta la estructura de la pirámide de población a las pensiones no es un tema nada sencillo, me parece.
        Por ejemplo, antes (no hace tanto) garantizar el reemplazo generacional, y (con mucha más incertidumbre) garantizar con cierta probabilidad llegar a tener hijos adultos que sostuvieran la unidad económica familiar, implicaba criar alrededor de seis hijos de media, la mitad de los cuales al menos no iba a vivir. Eso sujetaba a casi todas las mujeres a la labor de criar hijos durante gran parte de sus vidas.
        Ahora no, y eso significa que potencialmente la población activa que puede cotizar es mucho más alta.

        El desempleo tiene mucho más que ver con la sostenibilidad del sistema de pensiones que otras cosas como la pirámide poblacional. La proporción de población adulta potencialmente activa y cotizante era antes mucho más baja que ahora, aunque plantear como normal que todos los adultos cotizasen una vida laboral larga implicaría, lógicamente, un cambio importante en las condiciones de pensiones de viudedad (que tendrían que ser excepcionales).

  8. Luís Pérez dice:

    El artículo abre un debate eterno pero muy oportuno en nuestro momento histórico. En definitiva, ¿qué clase de desarrollo nos interesa/conviene? Un debate que, por supuesto, no acaba con la constatación de que la salud y la esperanza de vida han evolucionado muy bien.
    Es evidente que, al hablar del desarrollo, lo estamos llevando casi todo a términos macroeconómicos, tipo PIB, y esto nos puede estar cegando. Desde luego, la cuestión de la desigualdad está ahí, como también lo está el tema del agotamiento (o no) de los recursos naturales o su hipotética sustitución por nuevas tecnologías. Pero, además de eso, habría que plantearse hasta qué punto el consumo desmedido en que nos hemos metido, que es una opción personal y también inducida por una política económica que depende de ello, no nos estará metiendo en un modelo de vida agobiante. A este respecto recomiendo este artículo: http://www.otraspoliticas.com/politica/%c2%bfcuantas-camisas-necesitamos-tener-en-el-armario
    Lo que quiero decir es que, en todo caso, este debate tiene muchas más connotaciones que las que aquí se han mencionado, y que, por supuesto, merecería la pena abordarlas.

  9. No está de más reflexionar sobre nuestra sociedad y su futuro, sobre la ideología que la soporta, que no ve más allá del aumento de comodidades y seguridades, la acumulación de cosas y la preservación y prolongación de la vida. Una sociedad cuya cosmología carece de trascendencia y de poesía, que concibe al ser humano como un accidente afortunado en una evolución ciega, en una batalla perdida contra el triunfo final de la entropía. Una sociedad que sacia pero que no alimenta, que entretiene pero no satisface, que alegra pero que no proporciona la felicidad.

    Todo esto se refleja en nuestras leyes educativas, en las que sistemáticamente se ignoran, se descartan o se minimizan aquellas enseñanzas y experiencias que podrían aproximarnos a eso que podríamos llamar el mundo de los sentimientos y el mundo del espíritu. Y para ello no basta con incorporar una asignatura que se llama Educación Plástica y otra que se llama Religión; no basta, y es contraproducente, con aprender mecánicamente a modelar, bailar o tocar la flauta, ni con asimilar y repetir una doctrina y su catecismo. Me estoy refiriendo a ir mucho más allá.

    Estoy hablando de revisar nuestros valores. Porque es posible que algunas de las sociedades que nos han precedido, a pesar de su inferioridad en el campo de los conocimientos científicos y de los logros materiales, hayan estado más adelantadas en el arte de la vida, hayan perseguido ideales más elevados o se hayan dedicado con más fervor a la búsqueda de la perfección humana.

    http://www.otraspoliticas.com/educacion/ni-celeste-ni-terrestre

  10. Javier dice:

    Yo compararía no sólo la cantidad de vida sino también la calidad: estadísticas de salud mental, trastornos, ansiedad, stress, miedo, depresión… etc.

  11. Quevedin dice:

    Como siempre, una entrada muy interesante.

    No sé si mandé ya este comentario y se perdió en SPAM, pero en todo caso, un par de enlaces que pueden interesar
    http://elimperiodedes.wordpress.com/2013/03/18/la-esperanza-de-vida-a-lo-largo-de-la-historia-humana/#comment-28 (Esperanza de vida en el Imperio Romano)
    El fenómeno que contáis con gran detalle en la España del s. XX (p.11)
    http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/goerlich-esperanza-01.pdf

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