Economía

Mozart, pensiones y tasas de retorno

23 Ene, 2013 - - @octavio_medina

Hace unos días Chris Dillow mencionaba el desasosiego que parece despertar el hecho de que muchos jóvenes no están ahorrando lo suficiente para garantizarse una buena pensión cuando se jubilen. En una población de edad creciente y con cada vez menos hijos para mantenernos, es un tema que suscita bastante alarma.

Sin embargo, el argumento principal de Dillow es que este exceso de consumo y falta de ahorro por parte de los jóvenes puede seguir un patrón más o menos racional. El tema surge de la idea del capital de consumo, que analizaron en su día Stigler y Becker en este paper clásico. Gastos como tomar clases de guitarra se consideran técnicamente consumo, pero al mismo tiempo mejoran nuestras habilidades musicales, lo cual nos permitirá disfrutar más de cada hora que toquemos la guitarra en un futuro. O, en términos económicos, esta acumulación de stock de clases aumentará la felicidad marginal de cada hora adicional que pasemos tocando el instrumento. El concepto es aplicable a otras cosas, como aquellas de las que se dice que son un «acquired taste», como la música clásica o la cerveza.

Dillow también menciona de refilón que actividades como los viajes, las citas románticas u otros acontecimientos importantes de nuestras vidas también se podrían considerar una inversión, ya que nos proporcionan un retorno en el futuro en forma de recuerdos. No obstante, me parece que estos recuerdos difieren un poco del resto de ejemplos. Del mundo de la psicología nos llega evidencia de que las personas mayores tienden a valorar más positivamente su stock de recuerdos pasado. Es decir, cuando nos hacemos mayores desarrollamos un sesgo positivo hacia aquello que hemos vivido, sea cual sea la versión real de lo acontecido.

Se podría argumentar que las personas mayores obtienen una felicidad marginal mayor por cada recuerdo. En cambio, no me consta que el valor de los hobbies se vea afectado por la edad (aunque si os consta que es así, os pido que me paséis el enlace). O, llevado a un extremo, aprender piano es como sacarte un máster (nos proporciona mayor productividad/felicidad por hora) e invertir en recuerdos es como comprar un bono, que nos paga un poco en interés en el periodo de nuestra juventud y mediana edad, pero nos devuelve el valor del cupón en el último periodo, al llegar a la madurez.

Pero volvamos al punto principal de la entrada de Chris Dillow. ¿Es el invertir menos en un fondo de pensiones una respuesta racional por parte de los jóvenes? Bien, lo sería si los jóvenes esperan que la felicidad marginal que obtendrán con el dinero que acumulen en su fondo de pensiones o ahorros fuera mayor que la que obtendrían de invertirlo en capital de consumo, como aprender un hobby o viajar para acumular recuerdos.

El caso es que en un ámbito de tipos de interés muy bajos (por ejemplo en EEUU), y ante el debate sobre si nuestra capacidad de innovar, y crecer, está disminuyendo (con la cual no simpatizo en absoluto), se podría especular que para los jóvenes es más rentable invertir ese último dólar o euro en bienes o actividades de consumo, ya que las tasas de retorno de estas (en teoría) no se han visto afectadas por la situación de la economía.

Pero no es solo el retorno lo que importa, sino también su varianza o cuán impredecible es. Además de que los retornos de una inversión tradicional sean más bajos ahora, el hecho de que estemos viviendo una crisis que ha destruido los ahorros de muchas personas quizá nos haya vuelto más miedosos a las inversiones con retornos variables, mientras que los retornos al capital de consumo son, a priori, más predecibles y menos volátiles. A menos que perdamos nuestra capacidad auditiva (lo cual no es descartable), Mozart va a seguir siendo Mozart.


12 comentarios

  1. Antonio J. dice:

    «A menos que perdamos nuestra capacidad auditiva (lo cual no es descartable), Mozart va a seguir siendo Mozart.»

    Y lo seguirá siendo aunque la perdamos.

    Mozart es Mozart incluso para Beethoven.

    Y me temo que ninguno de ambos tomaba clases de piano por hobby ni para estimular los recuerdos en su vejez.

    Aparte de esto, me temo que el transcurrir del tiempo, y por ende su valor no se aprecia igual a los 20, cuándo casi nos creemos infinitos y percibimos los acontecimientos vitales con una lentitud a veces exasperante, que a los 40, cuándo curiosamente nos percatamos de que se acelera el ritmo de paso de cada nuevo año y con él, para nuestra desesperación se nos empieza a representar la certeza de un más cercano final

    Y bien pudiera ser que esa idea de finitud alcanzada a través de la vivencia personal a partir de los 40 pueda resultar incompatible con el inicio de todo plan de ahorro mínimamente rentable

    De ahí quizá que las máximas de experiencia popular hayan incidido siempre machaconamente en la necesidad de ahorrar para el incierto futuro desde jóvenes.

    Que tales máximas hoy están condenadas al ostracismo no mueve tampoco a la extrañeza, pues este modelo financiero preconiza la deuda y para mantenernos endeudados gasta cantidades ingentes en publicitar y poner en el mercado diversos instrumentos que hace pasar como de ahorro mientras el banco central se encarga de penalizar los simples depósitos remunerados a fin de evitar toda tentación …

  2. Basilio dice:

    El primer enlace está roto.

  3. Osoario dice:

    Perdona, Roger: me imagino que es una influencia del inglés y que estás traduciendo ‘memories’ como ‘memorias’, pero que me aspen si no te refieres a ‘recuerdos’.

    • Realice dice:

      Qué manía de llamar Roger a todo aquel que escribe en Politikon, aunque se llame Octavio… si además Roger tiene muchos más catalanismos que anglicismos 😀

  4. Marc dice:

    Hablo como un total desconocido en la materia pero puesto que me considero «un joven» (sisi, de mentalidad pero también de edad). Quizás pueda dar una opinión:

    Cada vez que paso por un banco, veo las ofertas como cosas «de padres», es decir, cosas que no son de mi tiempo. Los planes de pensiones son algo que veo muy muy lejano porque tengo la impresión que era digital cambia la percepción que tenemos de la velocidad y el tiempo.

    Además, vemos, al menos en España la pandilla de irresponsables que nos dirige y la verdad, no me entran ganas de depositar dinero si no es bajo mi colchón.

    Otra cosa son los gastos anuales que supongo que en una sociedad de consumo más desarrollada, se nos incita más a consumir: «Si no pagas un viaje a tu novia te dejará, pringao!». Cuando hablo con mis padres, a ellos no les hacia falta hacer un viaje cada año fuera de España (incluso fuera de Catalunya en su caso). A veces, cuando entro en un Starbucks pienso que somos simplemente una sociedad hedonista.

    Si soy sincero, cuando gasto en clases de bajo o en algun que otro viaje o en ir a un restaurante, no pienso en lo feliz que seré en 40 años.

  5. Joshua dice:

    Espero que sean muy felices tocando la guitarra o recordando sus correrías por la Riviera Maya… debajo de un puente. Solo si tienes una base muy sólida (heredada o garantizada por algún tipo de monopolio) puedes pensar en las infinitas posibilidades del efecto sustitución. A lo mejor lo que ocurre es que hay gente que puede disfrutar en el presente y en el futuro gracias a que otros, aunque produzcan, lo pasan mal en ambos periodos. Hay algunas «racionalidades» que escuecen por inconsistentes. Y desde luego, Nerón tocaba la lira de maravilla desde su palacio de piedra mientras la Roma de madera ardía por los cuatro costados.

    • Marc dice:

      Creo que el fallo es pensar que son las personas quienes se tienen que adaptar al mundo que les han dado las generaciones anteriores. Las pensiones tales y como las vemos tienen que cambiar y adaptarse a las necesidades de las nuevas generaciones por un simple hecho. Si los jovenes no hacen sus pensiones privadas en los bancos, estos últimos salen perjudicados.

      Creo que los bancos en particular y las empresas en general se tienen que adaptar al nuevo consumidor, les guste o no.

      No creo que la felicidad de ahora tenga que implicar escasez en el futuro.

  6. Folks dice:

    Cada vez que alguien traduce recuerdos como memorias, Dios mata a un gatito haciéndole sufrir mucho.

  7. max dice:

    Nunca me había parado a pensar en el concepto de «felicidad marginal», y la verdad es que es una gran cosa!

  8. Hander dice:

    Viva la ciencia empírica ¡eh!

    Este tipo de explicaciones me parecen charlatanería.

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