Política

La irresoluble financiación de los partidos

21 Ene, 2013 - - @egocrata

La principal conclusión que deberíamos extraer de los escándalos de corrupción de estos días (especialmente Barcenas, pero también Millet, Pallerols, Bustos y demás parientes cercanos) es bastante simple: el sistema de financiación de los partidos no funciona. Un número no precisamente trivial de políticos ciertamente se han puesto las botas llenándose los bolsillos con estas tramas, pero el problema central es la necesidad de conseguir fondos para la organización. Las necesidades de los partidos acaban por dictar la búsqueda de fondos a cualquier precio, incluso vulnerando la ley. Hablar de eliminar la corrupción en el sistema, por tanto, debería incluir cómo reformamos el sistema de financiación de estas formaciones para que los políticos no tengan estas tentaciones.

Ahora, supongo, es cuando debería explicar qué arreglos institucionales limitan estos problemas, y cómo podemos solucionarlos. En este tema en particular, sin embargo, me temo que es muy, muy complicado dar con una solución sencilla y efectiva, especialmente cuando la alternativa más común tiende a crear casi tantos problemas como los que resuelve.

Empezaremos por el tema más sencillo, y más evidente: un sistema basado en aportaciones privadas sin límite ni control puede crear problemas graves a medio plazo. Aunque realmente no hay ningún país desarrollado que funcione con un sistema puramente abierto (Estados Unidos se acerca, pero incluso aquí las donaciones directas tienen límites legales), los donativos privados pueden generar conflictos de interés rápidamente. La posibilidad que un grupo de capitalistas acaudalados rieguen de millones a todos los candidatos para conseguir tratos de favor está ahí, latente; cualquier mega-corporación americana con dos dedos de frente sabe que financiar campañas y lobistas es parte del coste de hacer negocios.

Aunque hacer que todas las donaciones sean públicas y abiertas puede disuadir las conductas más abiertamente deshonestas, no hay nada que una falange de abogados bien equipada no pueda camuflar estos días. Incluso cuando el millonario de turno decide no disimular, no obstante, es difícil para los votantes castigar a los políticos que son demasiado dóciles ante sus donantes, en parte por problemas de información (demasiados temas, demasiados donantes, demasiado ruido) en parte por anteojeras ideológicas y lealtad de partido (a mí me gustan los trenes, y no me importa que el partido X acepte donaciones de Talgo, por ejemplo).

¿Podemos limitar el volumen de contribuciones para limitar el alcance de este problema? En teoría, si nadie puede dar demasiado dinero, los políticos buscarán atraer muchos donantes pequeños en vez de buscar contentar unos pocos millonarios con bolsillos bien cargados. A la práctica, sin embargo, estamos hablando de un problema de oferta y demanda, y es muy difícil controlar precios. Esencialmente, un político controla un recurso increíblemente valioso, el acceso a la mayor fuente de riqueza en una sociedad moderna: el estado y su infinita capacidad de generar rentas a base de crear monopolios, otorgar contratos y aprobar regulaciones que favorezcan determinados intereses. Un partido con expectativas de gobierno forma parte de un selecto oligopolio en el que sólo unos pocos candidatos pueden «vender» acceso a este bien. A su vez, en vista de los enormes beneficios que uno puede generar con él, la demanda por este acceso es gigantesca. Esto quiere decir que siempre habrá hordas de capitalistas dispuestos a dar cantidades completamente alocadas de dinero para poder comprar voluntades. Como siempre sucede cuando tenemos suficiente demanda y controles de precios, lo que acabaremos viendo es un mercado negro, y conductas ilegales – es decir, corrupción.

Para evitar que esto suceda podemos utilizar tres estrategias. La más antigua (y en parte accidental) es la que siguen en Estados Unidos, y consiste en inundar el mercado por el lado de la oferta, llenando el sistema con montones de políticos con ganas de juerga y agendas independientes. Uno puede en teoría «comprar» al Presidente, pero le serviría de bien poco; con 100 senadores y 435 representantes, el Congreso esta atestado de individuos con bien pocas ganas de seguir lo que dice el ejecutivo. El sistema resultante no es precisamente limpio y elegante (más bien lo contrario), pero al menos la tasa de basura agregada parece ser más o menos controlable, especialmente cuando toda batalla legislativa acaba teniendo gente repartiendo dinero a espuertas a ambos lados del debate hasta conseguir un cierto equilibrio.

El segundo método, y algo que hemos mencionado repetidamente por estas páginas, es hacer que los políticos tengan tan poco poder como sea humanamente posible. Esto no quiere decir tener un «estado mínimo», sino más bien lo contrario: queremos que la administración pública, la burocracia, sea tan independiente, profesional y aislada de presiones partidistas como sea humanamente posible, limitando la discrecionalidad de los políticos al máximo. Esto quiere decir que la decisiones de urbanismo de una ciudad no pueden estar en manos de los concejales, por ejemplo, sino de gestores profesionales bien pagados. También incluye agencias reguladoras sólidas y fuera de cualquier lucha partidista, oficinas presupuestarias de una honestidad intachable y una burocracia sin apenas cargos de libre designación. Con variantes, este es el modelo «tradicional» europeo (entre comillas, porque nunca ha existido del todo), con aburridos funcionarios weberianos haciendo su trabajo con eficiencia y discreción. En general funciona relativamente bien (la burocracia es uno de los inventos más revolucionarios del s.XIX por un buen motivo), a pesar de tener el riesgo de crear hordas de Sir Humpreys completamente impertérritos a cualquier decisión política.

El tercer método es la respuesta más habitual desde la izquierda, y en principio parece seductora: la financiación pública de los partidos. Si los políticos son objeto de deseo de todos aquellos que quieren capturar el estado, asegurémonos que los políticos no tengan la necesidad de pedir dinero a nadie mediante dinero público. Los guardianes de la puerta al estado serán protegidos de sus tentaciones usando recursos del estado. Muy bonito, ciertamente, hasta que uno se da cuenta que esto hace que quizás los políticos ya no necesitan tener donantes privados, pero tampoco tienen la más remota necesidad de prestar atención a los votantes más allá de las elecciones cada cuatro años. Y dado que esos mismos políticos son los que deciden las reglas sobre financiación de partidos y competición electoral probablemente no tardarán en darse cuenta que pueden legislar que el Estado es cosa suya y no van a compartirlo con nadie.

¿Recordáis el debate de hace unos meses sobre los políticos españoles como élites extractivas? Aquí tenéis uno de los motivos. Si un partido político puede utilizar las instituciones del estado como fuente de ingresos, cada vez que necesiten apoyo lo que harán será mirar a los presupuestos del estado, no a los ciudadano. Los partidos dejarán de actuar como correas de transmisión entre votantes y gobierno y pasaran a actuar como un cártel repartiéndose el acceso a las instituciones y sus ventajas. De ahí a empezar a utilizar las cajas de ahorros como un cortijo no hay demasiada distancia, mal que nos pese.

¿Qué quiero decir con todo esto? Muy sencillo: no hay soluciones mágicas. Limitar las donaciones privadas es increíblemente complicado, y no necesariamente práctico. La financiación pública parece una solución ideal, hasta que los políticos deciden que para gobernar no necesitan saber nada de esos apestosos votantes. Crear más competencia entre partidos y políticos ayuda, pero uno puede acabar por crear un sistema donde los corruptos no desaparecen, sino que tienen menos influencia. Profesionalizar la administración es una buena idea, pero puede acabar dejando la política en un segundo plano. La financiación de los partidos políticos es una cuestión que ningún país desarrollado ha conseguido arreglar de forma plenamente satisfactoria; creo que no hay país en la OCDE en el que no han pillado a alguien con las manos en la masa. El único país que parecía haber arreglado el problema era Suecia, y lo hacían por el expeditivo método de no tener legislación alguna sobre la materia*.

Por descontado, esto no quiere decir que España no sea un caso especialmente grave de regulación incompetente (donaciones privadas / comisiones ilegales a mansalva, administración politizada, poca competencia entre élites, cartelización extensiva de los partidos); necesitamos reformas estructurales urgentes y ambiciosas, y las necesitamos lo antes posible. Aún así, desconfiad de balas de plata y pociones curalotodo en esta materia especialmente.

*: eso no quita que Suecia tenga poquísima corrupción, por supuesto. Pero incluso los países nórdicos han tenido sus escándalos. No hay nadie completamente inmune.


39 comentarios

  1. Juan de Juan dice:

    No tengo tiempo de leer el artículo que enlazas de Nada es Gratis, pero no sé exactamente cómo definen ellos, o tú, ese concepto de «gestor independiente bien pagado». En primer lugar, porque dudo que en España haya nadie independiente. España es un país en el que los periódicos ya saben lo que va a votar una sala del Supremo, o el Constitucional, con sólo contar los jueces que hay dentro, porque votan como epsilones lo que les toca. No veo por qué vamos a pensar que los gestores de urbanismo de los ayuntamientos no van a tener ideología.

    En segundo lugar, mucho más importante, no sé qué entiendes por «bien pagado». Pero, en el caso de un gestor de urbanismo, tiene que ser MUY bien pagado; porque, tomando el estándar catalán (3%; yo creo que en otras zonas de España, y en la propia Cataluña, llega al 5% muchas veces, pero bueno…), no sé si te das cuenta que un proyectito de centro comercial de chichinabo, 5 o 6 millones de euros, ya hay 180.000 euros a ganar. Con una firma. Eso no hay salario que lo bata, la verdad. Ni siquiera el del alcalde del pueblo de Jesús Fernández Villaverde.

    Por último, hay que tener en cuenta que esa teoría presupone las más de las veces (en el caso de NeG, honradamente, no lo sé) que el gestor profesional no va a tener veleidades de poder. Y eso es muchísimo suponer. Como yo ya no me fío del nivel educativo de nadie, tampoco sé si en el país donde vives es cosa conocida los enfrentamientos entre Andrew Jackson y Martin van Buren con Nicholas Biddle, el presidente del Second US National Bank; pero ese ejemplo es, a mi modo de ver, un excelente ejemplo de cómo un, diríamos hoy, tecnócrata, se acaba creyendo que es la polla de Montoya, que sabe más que todos los Old Hickories de la puñetera Casa Blanca, y que a él un tipo, porque le hayan votado, no le va a decir cómo se tienen que hacer las cosas. Estos enfrentamientos, por cierto, no fueron cosita de cuatro señores dándose de leches en privado, sino que acabaron produciendo una crisis pavorosa (como todas, con muchos más elementos, evidentemente).

    • Roger Senserrich dice:

      «No tengo tiempo de leer el artículo que enlazas de Nada es Gratis»

      No sé por qué, pero creo que esto es un problema potencial para empezar un debate. Digo yo. 🙂

      Hombre, no digo que sea fácil. Pero no es algo imposible de hacer; lo hacen muchos países, y no creo que los españoles seamos más cretinos de media que ellos. Por supuesto, esta reforma en solitario no basta.

      • Juan de Juan dice:

        Por eso me limité a comentar la frase de tu artículo. Además, no pretendía debatir, sino apostillar, más bien.

        Me parecía, y me parece, que el planteamiento que tú describes, más que difícil, es imposible. O sea: siempre que alguien tenga el poder de, perdón por la aliteración, «regular la regulación», habrá corrupción. Para mí, no es un problema de que haya profesionales bien pagados o no sé qué. Es un problema de que no acabo de entender por qué un ayuntamiento puede decidir dónde se construye y dónde no.

        Las restricciones a la construcción son bien fáciles de plantear sin su concurso: ni un ladrillo a menos de 200 metros de la playa es un buen ejemplo. Más allá, no acabo de entender que un ayuntamiento diseñe por dónde van a crecer las ciudades y cuándo; su obligación es cerciorarse de que ese crecimiento se hace con viviendas en condiciones y no con chabolas (garantía que, vaya por Dios, hoy en día, con todos los poderes del mundo, no es capaz de dar…)

        Las personas deben ser libres de hacer lo que les de la gana, sálvese el caso de meter el cuezo en cosas que pertenecen al bien común, como la costa, o un parque natural. Y si se produce un conflicto, ahí deberían estar los jueces para resolverlo, en número y con sueldo suficiente para no tardar 35 años en hacerlo. Pero que la solución vaya a ser que vamos a coger a un arquitecto municipal y le vamos a pagar dos veces el salario del presidente del gobierno (sic) para que no se corrompa me parece, en verdad, wishful thinking. Insisto en que en la más meona y cagona de las operaciones inmobiliarias se puede ganar todo el sueldo de un año en una mañana, y todavía queda tiempo para ir a ver al oculista.

        Incluso el sistema de Lower Merion que describe FV en el artículo de NeG, y que ya había leído en su conferencia a los antiguos alumnos creo que de ESADE, no funcionaría en España. Vuelvo al gobierno de los jueces como ejemplo. Cualificadamente hablando, al frente de vocalías del CGPJ nunca se ha nombrado a personas que fuesen unos piernas. Todos los nombrados habían escrito libros doctrinales y/o habían sido catedráticos y/o tenían una larga carrera magistral. Pero, al fin y a la postre, están nombrados por partidos políticos.

        Lo que, que yo sepa, nunca nos ha contado FV de su pueblo es qué pasa cuando un pollo, o gallina, decide que tiene 550.000 dólares sobrantes y que se quiere hacer una casita en el bosque que hay según se sale hacia Betanzos a la derecha. Adelanto la hipótesis de que, tal vez, lo que pasa es que ni Cleland, ni los 14 concejales, tocan pito en ello.

        • Manuel H dice:

          El problema de que cada uno haga «lo que le dé la gana» en temas de urbanismo es que luego esa casa necesita alcantarillado, agua, suministro eléctrico y demás, por eso el Ayuntamiento fija qué y cómo se puede construir. Y de paso se aseguran unas mínimas condiciones de estética para que cada casa no sea de su padre y salga un barrio horroroso e infumable (cosa, por cierto, que devalúa las casas).

          El sistema es manifiestamente mejorable, sí. Pero el planeamiento urbanístico es imprescindible.

          • Juan de Juan dice:

            Todo eso se puede regular perfectamente sin necesidad de convertir la posición del supervisor en una posición binaria, cero o uno, o sea si yo quiero lo haces, si yo no quiero, no.

            Este tema está archiinventadísimo en la empresa privada. En la empresa privada tampoco puedes poner una sucursal donde te pete; tienes que demostrar que es rentable y, si por ejemplo es una franquicia, tienes que cumplir con determinadas condiciones de espacio, decoración, equipamiento (el equivalente a la urbanización de la parcela que citas). Pero el poder del supervisor está extremadamente limitado, de modo y forma que dicho supervisor no puede decir aquello de «no, si toda tu documentación está en regla y el proyecto en sí es la polla; pero si no me das el 5%, no te lo apruebo».

            Yo conozco el caso de una urbanización en un pueblo de la sierra de Madrid, todas de cuyas parcelas están construidas excepto una, que está EN EL CENTRO de la urbanización. Pues bien: el PGOU del ayuntamiento declara todo el monte donde están las casas suelo urbanizable… salvo la parcela, otra vez perdón por las mayúsculas, DEL CENTRO (que resulta que es de una persona que nunca ha querido construir y, consecuentemente, nunca ha soltado lana).

            Mientras la supuestamente tan virtuosa política de ordenacióin del territorio tenga la capacidad de cometer estos desafueros sin que, en semanas tres: a) un juzgado la anule sin más polladas; b) el arquitecto que diseñó ese PGOU, por muy funcionario que sea, sea despedido ipso flauto, como poco por inútil, como mucho por corrupto; mientras nada de esto pase, te digo, seguiré pensando que es mejor que la gente haga lo que le de la gana.

  2. Alnair dice:

    El problema es que para los partidos políticos toda financiación es siempre insuficiente. Siempre van a querer mas. Así que darles una asignación del Estado tampoco soluciona gran cosa.

    Para mí hay dos necesidades claves para combatir la corrupción: transparencia absoluta y castigos ejemplares.

    Transparencia absoluta significa que quiero saber hasta el último centimo en que se gasta el dinero del Estado (desde los grandes proyectos a la compra de lapiceros) y en los procesos de licitación. Toda accesible online y en formatos procesables por ordenador.

    Castigos ejemplares para aquellos que pillen. Ni indultos, ni presiones a los fiscales y jueces. Eso implica mayor independencia judicial.

    Y efectivamente no hay solución mágica y perfecta, pero en este país tenemos un gran margen de mejora.

    • Pescador dice:

      Para que hubiera castigos ejemplares – yo me conformaría con castigos, a secas- tendriamos que reformar primero la Justicia. Ahora son todas ramas del mismo arbol y perro no come perro.
      Los partidos no van a modificar leyes para verse más controlados ni van a cambiar el sistema de control ( el aparato judicial) para que deje de depender de ellos. Es más, si cambian algo, va em el sentido contrario: reducción del tiempo para la prescripción, amnistias fiscales ad-hoc, reducción de la inspección fiscal…quiza el cambio debería empezar por la elección de jueces y fiscales a muy bajo nivel – provincia, partido judicial- y dejar que, a partir de ahí, los jueces se gobernaran a su bola y ejercieran sus funciones. No sería peor que lo que hay ahora

  3. Adrián dice:

    Y por qué no complementar una de esas soluciones con unas leyes anticorrupión bestiales tanto para el político como para el corruptor.
    Yo qué se, a lo mejor las empresas deciden no correr el riesgo de pagar en B a nadie si saben que si se descubre (a pesar de los abogados siempre hay probabilidades de que eso ocurra) la multa a pagar será monstruosa y que ademas dejarán de tener acceso a las concesiones estatales durante lustros. Y para el político también una multa impagable, eones en la carcel, prohibición de ocupar cargos públicos… Se podría ser más bestia incluso. Claro que no tengo datos de países con leyes tan bestias (¿no los hay?). Habría que ver si un endurecimiento de las penas para los corruptos en diferentes países se correlaciona con bajas tasas de corrupción…
    Yo pienso que aplicar moderadadmente la propuesta «Europea» junto con leyes anticorrupción tremendamente disuasorias, podría ser un buen combo.

  4. Pablo Pérez dice:

    Los artículos de Politikon me parecen muy interesantes pero cada vez resultan más deprimentes porque las conclusiones suelen ser algo muy parecido a «no se puede hacer nada».

    ¿No se puede exigir una verdadera ley de transparencia? ¿Por qué no pedimos que los sistemas contables de las instituciones públicas (incluidos partidos políticos) se publiquen online y en tiempo real? Quiero acceder a los movimiento bancarios de mi ayuntamiento via web, descargarme los ficheros csb43 de mi diputación para poder analizarlos, revisar las facturas pendientes de pago de mi gobierno regional.

    Es cierto que la contablidad B queda fuera de todo esto pero con una mirada detallada y continua a la contabilidad A se podrían «ver venir» algunas de las trampas que se hacen.

    • Alatriste dice:

      A la economía no la llaman la ciencia deprimente, «the dismal science» en el inglés original, porque sí… pero vamos, tampoco dicen que no se pueda hacer nada, sino que no hay balas de plata ni soluciones BBB a los problemas.

      [Nota: BBB = Bueno, Bonito, Barato]

    • David Cabo dice:

      En efecto, la transparencia es en mi opinión un componente fundamental en cualquiera de los tres escenarios del artículo. No es una solución en sí misma, no reemplaza a las soluciones propuestas, pero las complementa.

      En Estados Unidos puedes ver la lista de donantes, el registro de lobbies o los libros de visitas a la Casa Blanca [1], mientras que aquí estamos completamente a ciegas. El pasado viernes la vicepresidenta esquivó todas las preguntas sobre el PP refiriéndose a la «Ley de Transparencia» como la solución automática a este tipo de problemas: lo que no dijo es que han dejado fuera del alcance de la ley a los partidos políticos (y al poder legislativo, y al judicial), muy intencionadamente. Hemos creado una petición en Change pidiendo (de nuevo) que se mejore el proyecto de ley para incluirlos.

      [1]: http://reporting.sunlightfoundation.com/resources/
      [2]: https://www.change.org/es/peticiones/a-la-vicepresidenta-del-gobierno-soraya-sáenz-de-santamar%C3%ADa-que-se-incluyan-a-los-partidos-pol%C3%ADticos-en-futura-ley-de-transparencia

  5. Creu dice:

    Aunque yo también pienso que el problema tiene muchos factores y que es difícil de solucionar; creo que la base para empezar a atajarlo es la transparencia. Cuanto mas publicas sean las cuentas (de todos, no solo de los políticos o los partidos), mas costoso será hacer chanchullos y, por tanto, menos rentable.

    • carlos dice:

      Ya, si las cuentas oficiales se pueden hacer todo lo transparentes que quieras. El escándalo de ahora está relacionado con dinero en B que nunca habrías visto comentado en las cuentas …

      • Aloe dice:

        El dinero B lo pagaron fuentes privadas a cambio de favores. Lo que se viene llamando soborno toda la vida, vamos.
        Las fuentes privadas consiguieron a cambio sus favores, lógicamente (o los están consiguiendo ahora mismo, o se los deben para el año que viene). Lo que se viene llamando prevaricación toda la vida, vamos.

        Los favores son contratos públicos principalmente, y también licencias, concesiones y otras fuentes de rentas.

        Ahí, por supuesto, es donde viene al caso la transparencia que se reclama.

        También en la propia contabilidad de los partidos, porque tampoco la «legal» es accesible públicamente. Si hay contabilizada una partida de X para actos electorales en tal ciudad, y a la vista está que allí se ha gastado por lo menos 10X, eso también es información que interesa ocultar.

  6. odfhsduioh dice:

    Creo que el texto refleja un análisis razonablemente objetivo, apoyado por las tres opciones de resolución al problema que se plantea, pero yo, que soy ‘cortico’, o al menos eso ha dicho siempre mi amada abuela, observo un problema de base, que no es que tire por tierra la visión del autor del artículo sino que en parte sí lo difumina; el género humano. El español, concretamente, si es que éste un género considerarse pudiera.

    A mí las palabras «agencias reguladoras sólidas» u «honestidad intachable», qué queréis que os diga… llamadme desconfiado, excesivamente indignado, desconocedor del funcionamiento de la administración, o llamadme como queráis, pero son una utopía. Y digo utopía, pero bien podría decir mierda, porque eso es lo que son, una auténtica mierda. El español medio quiere pegar el pelotazo; todos ‘somos’ sólidos en nuestro comportamiento e intachables en nuestra actitud hasta que podemos pegar el pelotazo. Qué no se me ofendan las personas íntegras que lean este comentario, por favor, que gente honesta haberla hayla. Es lo malo que tiene generalizar.

    No hay solución caballeros, desde mi indignada opinión, no la hay. Podríamos reflexionar largo y tendido sobre una gran democracia, sobre una nueva república, sobre la participación de la ciudadanía en la vida política, sobre organismo de control y sobre un millón de cosas más, y sin embargo, el género humano -repito, el español especialmente- tiraría por tierra nuestras intenciones. Como colectivo no valemos absolutamente nada. Somos unos chorizos. De hecho, a mí me ofrecen 6000€/mes en una diputación por desarrollar una actividad para la que no estoy cualificado y sobre la cual no tengo ni puta idea y cojo el trabajo sin dudarlo. Y no escribiría comentarios como este. Es más, lo borraría.

  7. Paco V dice:

    La solución de una burocracia gestora bien pagada y por encima del vaivén político siempre me ha parecido una opción razonable para poner coto a los desmanes de algunos políticos… Una elite de servidores públicos bien formados que se vean vinculados a la ley y no a una determinada persona o representante… Pero no sé si tal cosa sería posible aquí: conforme ves de cerca a los altos funcionarios españoles menos probable lo veo. Son dinastías familiares que se suceden y no menos proclives a la corrupción, aunque de esta se hable menos. En la administración local, que es la que mejor conozco, muchas decisiones de compra, licitaciones y concursos dependen de la «letra» que ellos ponen, «letra» que luego es recompensada de alguna manera. Pongo un ejemplo: una empresa se hace con unas determinadas obras de un ayuntamiento para las que se han puesto unas condiciones ad hoc, y en la final de Champion ves al arquitecto jefe de ese ayuntamiento situado en un palco, con su mujer e hijos… Para tener una burocracia prusiana hacen falta prusianos…

  8. «Los guardianes de la puerta al estado serán protegidos de sus tentaciones usando recursos del estado. Muy bonito, ciertamente, hasta que uno se da cuenta que esto hace que quizás los políticos ya no necesitan tener donantes privados, pero tampoco tienen la más remota necesidad de prestar atención a los votantes más allá de las elecciones cada cuatro años.»

    Un hombre, un voto. O mejor dicho: un hombre, una cuenta corriente.

  9. Efectivamente TRANSPARENCIA y reglas claras y publicas, de verdá! 😀

    Pero para ello debemos votar a otros partidos con otras mentalidades, orígenes y referencias en sus principios.

    EQUO apuesta por armar la organización con todo lo necesario para ELIMINAR estos problemas. Con Transparencia y reglas claras en los estatutos.

    Pues del 15M y progresistas ecosociales de facto que estamos y defendemos y buscamos esta mejora social común desde el inicio de las bases de la organización.

    Saludos, gran blog y muchas Gracias!! 😀

    David Gámiz Jiménez

  10. MuGaR dice:

    Creo que todos estamos de acuerdo en que siempre (pero siempre, siempre) va a existir una «tasa natural» de corrupción. No es descabellado pensar que la misma se incrementa a medida que los partidos perduran en los centros de poder, y parece claro que la tendencia se refuerza si, descubiertos no uno sino muchos casos de corrupción, los electores no pasan la factura correspondiente y mandan a esos partidos al ostracismo.

    Ocurre que los ciudadanos saben que la corrupción existe y ocurre también que suele preferirse que un gobernante sea eficaz antes que honrado, de tal manera que se está dispuesto a aceptar cierto grado de «pillaje» mientras los resultados estén ahí.

    Otra cosita sin importancia que ocurre es que muuuchas personas se benefician de un político corrupto (máxime cuando entre empresas del sector hay acuerdo para ir turnándose en el tema…).

    Probablemente no hay solución: mientras la corrupción no afecte demasiado a los resultados será tolerada, la clave es poder remover a los partidos cuando se convierten en parte del problema.
    Dicho en claro, es peor la negligencia que la corrupción (los sensibles que se persignen).

    Por supuesto las penas por delitos relacionados con dinero/servicios públicos deberían ser terribles (y sin posibilidad de indulto claro xd)

    Ah y la financiación pública es el peor método porque es el que más ayuda a los insiders xdd

  11. MuGaR dice:

    Lo de la transparencia si que me hace gracia. Por su propia naturaleza la financiación ilegal es oscura, se organiza para no ser detectada xD

  12. Marc dice:

    Y no se puede meter un techo al presupuesto que pueden tener los partidos políticos? Que el limite vaya subiendo o bajando en función de los resultados electorales.

    Lo de la transparencia me parece muy bien pero creo que tal y como demuestran los últimos escandalos, lo último que van a querer implementar los partidos es la transparencia.

  13. Paco V dice:

    Los expertos podríais comentar las dos medidas que proponía ayer Soledad en El País

    http://elpais.com/elpais/2013/01/18/opinion/1358532721_934061.html

    a mí m parecen muy oportunas y razonables.

  14. […] La irresoluble financiación de los partidos […]

  15. heathcliff dice:

    La corrupción no es cuestión de buenos o malos sueldos.

    Como dicen pro ahí arriba, ganar doscientos mil euros en una mañana es imbatible pro cualquier sueldo, a lo que hay que unir la cálida sensación de «aquí se hace lo que dicten mis cojones», para nada exclusiva de los políticos.

    De hecho, cada vez veo más jueces que se creen más allá de todo, y sólo por el hecho de que son intocables y pueden ejercer de jueces, de legisladores y hasta de verdugos, sólo con que no les guste tu cara.

    Los funcionarios independientes se convierten en sátrapas, y cambiar una democracia corrupta por un mandarinato corrupto no me parece una gran solución.

  16. juan dice:

    Yo creo que en la era de internet no es necesario tener tanta gente a sueldo «para transmitir mensajes», ni tanta estructura burocrática.

    Roger, tu argumento de «Las necesidades de los partidos acaban por dictar la búsqueda de fondos a cualquier precio, incluso vulnerando la ley» ¿sería aplicable a los individuos? Si yo no puedo tener un chaletón con piscina que yo mismo determino que es MI necesidad podría dictar que debo buscar fondos robando un banco?

    No tiene sentido hoy tanto aparato, «las juventudes», las fundaciones «para pensar a sueldo». Lo que tiene sentido es que los partidos sean más de gente que trabaja y que por tanto tiene los pies en la calle, que ofrece parte de su tiempo por aquello que cree, y que en un momento dado puede asumir un cargo tiempo completo si le eligen, pero de ida y vuelta.

  17. Lo de Bárcenas / PP: Si entiendo bien la postura oficial del PP, el asunto es que hay unos generosos señores / empresas que donan al PP algunos fondos a través de Bárcenas. Éste a) se queda una considerable porción de los fondos recibidos, que reparte (tal vez sólo parcialmente) entre miembros señeros del PP (que según Cospedal no merecen ser del honrado partido del PP) y b) entrega otra parte de los fondos recibidos al PP para sus gastos de campañas, mantenimiento de la organización, etc. que refleja su impoluta contabilidad. Habida cuenta que todos los fondos recibidos por Bárcenas les son entregados para el PP, la pregunta es: ¿Cómo el PP no está llevando a Bárcenas a los tribunales para recuperar el dinero y de paso ponerlo en la cárcel?…. claro que igual algo se me escapa.

  18. SergioA dice:

    Hay un par de aspecto sque apenas menciona el artículo (por lo demás muy bien planteado e interesante) El primero es referente el funcionamiento interno de los partidos. En un partido político por lo general hay una cúpula (que suelen coincidir aunque sea de manera intermitente y parcial con sus cargos electos), algunos cargos intermedios y luego algunos miles de afiliadxs.

    Digo yo que si internamente los partidos tienen una manera transparente, participativa, abierta y lo menos jerarquizada posible de organizarse y tomar decisiones, será más complicado que quienes tienen cargos puedan hacer y deshacer en función de intereses que se alejan del ideario del partido. No creo que todxs lxs afiliadxs de un partido acepten la aplicación sistemática de la pragmática del poder/del dinero por la cual la financiación y la consecución de cada vez mayores cotas de poder pasan de ser objetivos instrumentales para la transformación de la sociedad en función de un ideario pasan a ser los verdaderos objetivos últimos de la organización.

    Por otra parte está la cuestión de la necesidad de los partidos de financiación. ¿Para qué necesita un partido dinero? Creo que parte de la respuesta tiene mucho que ver con la poca implicación de la mayoría de las personas en el activismo político. Si fuera más habitual que cualquiera de nosotrxs fuera o bien afiliadx a un partido, activista de una plataforma ciudadana, de una asociación de vecinos, de una asamblea del 15M del barrio (o varias de estas cosas a la vez) otro gallo nos cantaría. La política se entendería como una necesidad que debemos compartir en la que todxs decidimos pero en donde también se exige un determinado nivel de compromiso. Y en el caso de los partidos ese compromiso se traduciría en horas de trabajo voluntario y en cuotas, siendo estos dos recursos que harían menos necesario que esos partidos tuvieran que captar recursos económicos por otras vías.

    En mi opinión un modelo de financiación pública pero sujeta a controles externos e internos de los partidos, con partidos más democráticos y mejor nutridos de activistas voluntarios, debe ser la solución. En ese modelo además la financiación pública que se da a cada partido podría estar sujeta un sistema de incentivos según el cumplimiento de diferentes aspectos tasados y relacionados con la democracia interna y transparencia de cada partido. Claro está que la dificultad está, entre otras cosas en quienes fijan ese baremo y quienes valoran su cumplimiento. Los dichosos prusianos, imagino.

  19. José dice:

    El sistema de city manager del que habla el artículo al que enlazas es similar al sistema electoral suizo, sólo que en Suiza no se usa sólo a nivel municipal sino también a nivel regional y federal.

    Los ciudadanos votan a un cierto número de diputados (en lista abierta, pudiendo votar a candidatos de diferentes partidos), que a continuación eligen a los 7 ministros (de varios partidos) que conforman el gobierno, lo que da una especie de consejo de sabios de por vida, sin estar expuestos a una constante campaña electoral.

    Así, los gobiernos no cambian radicalmente al haber elecciones y como las decisiones no son tomadas por un partido, sino por un consejo de 7 «sabios» de diferentes partidos, todo lo que ocurra para bien o para mal no se puede achacar a ningún partido. De esta manera, muchas políticas que requieren de más de 4 años para ser efectivas se pueden llevar a cabo en Suiza.

    La financiación de los partidos es algo complicado en Suiza también, aunque el nivel de corrupción es de los más bajos del mundo.

  20. Miguel dice:

    Yo creo que los partidos se tienen que financiar con las aportaciones de los militantes, tanto de dinero como de trabajo. De esta manera nos aseguramos de que los partidos se hagan atractivos a la gente.

    Además hace años los partidos se apañaban con poco y hacían campañas y la gente les votaba igual. ¿Por qué no pueden hacer lo mismo? Si todos se conforman con lo poco que tienen, nadie tiene ventaja sobre los otros.

    Por otra parte y el caso Bárcenas lo demuestra, los partidos se estaban dedicando a mantener a cargos y a tapar bocas con esos extra sueldos. Si quitamos todo eso, que no es necesario para la actividad política, no nos estaremos quitando muchos de los gastos de los partidos.

    El problema en si, es mas que nada moral, estamos gobernados por una gentuza que está podrida por dentro. No estamos hablando del típico chanchulleo, que aprovechando esto y lo otro hago un favor por aquí, acepto un regalo por aca, esto está planificado, es un acto criminal.

  21. Antonio J. dice:

    ¿Y si lo que ocurre es que los partidos como tales tienen fondos de sobras para financiarse (¿Alguien ha oído o conoce algún caso en que devuelvan un crédito por ejemplo?) y lo que de verdad les lleva a meter mano en la caja sea no tanto las necesidades de su organización como tal como las de los «profesionales» que pugnan en reverencias y loas al jefe supremo y cada uno de los demás vicejefes a fin de lograr su atención a la hora de obtener su puesto?

    Bien pudiera explicarse todo mejor si reparamos en que las necesidades de la organización como tal están más que cubiertas mientras que las demandas de fondos para comprar voluntades que satisfagan a todos los cuadros casi por definición tienden a infinito

    Supongo que es el coste por habernos dado un sistema para-administrativo de cooptación de líderes donde cada partido carece de cualquier elemento eficaz de control ciudadano y si goza en cambio de unos privilegios exorbitantes más que evidentes.

  22. MuGaR dice:

    http://elpais.com/elpais/2013/01/21/opinion/1358771424_511576.html

    «La ley española de partidos políticos está vacía de contenido y permite que, en la práctica, los partidos se autorregulen. Esto es una anomalía gravísima e insólita en las democracias avanzadas. Los partidos políticos no deben autorregularse porque son entidades especiales a las que se les reconoce el monopolio de la representatividad política y se financian con recursos públicos. Este reconocimiento no debe darse sin un riguroso control legal para evitar que los partidos acaben, como en España, convirtiéndose en élites extractivas.»

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