Ahora & Política

Cuestión social, cuestión nacional: ideas para el debate

12 Sep, 2012 -

Alberto Garzón publicaba esta mañana una serie de twitts en los que mostraba cierto optimismo matizado respecto a la posibilidad de que el proyecto de la izquierda integre sensibilidades nacionalistas/soberanistas (1). En este post me gustaría hacer algunos apuntes a vuelapluma sobre esta cuestión que están mucho más influidos por la necesidad de poner en orden mis prejuicios que por (superficial) conocimiento del tema.

De cara a este post y con fines estrictamente operativos, partiré de que la idea básica que creo consigue agrupar a todos los socialistas si la definimos de forma suficiente laxa es la idea de que lo que realmente importa, tanto para entender la evolución de la sociedad como sobre todo a la hora de juzgarla, son las desigualdades y que las desigualdades que más importan en el capitalismo son las que están mediadas por factores materiales como la renta o la clase social. La principal línea de confrontación, la que debe ser acentuada y subrayada, es el conflicto que opone a ricos y pobres estableciendo con estos alguna forma de correspondencia con el concepto de clase social.

Aunque la cuestión nacional y la social se sitúan sobre ejes distintos y definen líneas de conflicto diferentes, entiendo que la relación entre ambos es ambigua en teoría y la actitud que cada uno pueda tener hacia el problema en la práctica dependerá de cuál de los dos efectos prevalezca.

La línea de reconciliación es el punto antiguo que uno puede encontrar en socialistas de todos los partidos, desde Jaurés y la unión sagrada hasta Lenin o Stalin: avanzar hacia el socialismo puede estar unido a gestionar alianzas alrededor de un eje nacional. SE trata precisamente de encontrar un colectivo o una sociedad dónde se den las condiciones necesarias para construir una sociedad con unas características determinadas.

En primer lugar, el nacionalismo puede servir para crear solidaridades entre personas desiguales y reforzar las preferencias por la redistribución. Igualmente, el discurso nacionalista puede ir unido a un discurso de tipo socialista. Ando ahora mismo leyendo sobre el socialismo francés y cuando uno lee a Blum o Jaurés, es fácil darse cuenta que un maridaje de ese tipo es posible si la narrativa nacional está basada en un imaginario nacional como el francés.

Una segunda línea de reconciliación tiene carácter puramente estratégico. El conflicto nacional puede afectar al balance de fuerzas en el conflicto de clases. Es posible que los socialistas, manteniendo su identidad, consigan aliarse con las fuerzas nacionalistas de forma coyuntural contra un enemigo común aplicando una suerte de táctica del salami.

Dicho en pocas palabras, si el nacionalismo, al estructurar el conflicto alrededor de otras líneas crea divisiones entre los ricos y cohesión entre los pobres, entonces es posible considerar que ambas ideas serán conciliables.

Sin embargo, los mismos ejes de análisis anteriores permiten entender bajo qué condiciones el efecto puede ser el contrario. Si el efecto del nacionalismo es crear división entre los socialistas y cohesión entre los no socialistas, entonces la cuestión social y la cuestión nacional no serán complementarias sino sustitutivas. 

Cuando el conflicto político se estructura alrededor del eje nacional, un efecto natural es sacar de la agenda problemas relacionados con los conflictos redistributivos. En países dónde la dimensión nacional del conflicto es fuerte, se hablará más de cuestiones lingüisticas que de problemas redistributivos (comparar España y Francia es un ejemplo claro). En la alianza que se produzca entre nacionalistas y socialistas, es posible que los nacionalistas predominen sobre los socialistas marcando ellos la agenda y ellos marquen la agenda y el peso de las prioridades; o es posible que el sentimiento nacionalista predomine sobre el socialista: todo depende de como se distribuyan las preferencias.

Se trata por tanto de un algo dónde el balance es ambiguo. Pero un aspecto relevante del «socialismo en un solo país» tiene que ver con el tradeoff que existe entre la viabilidad política de la redistribución y el alcance de la misma. La intensidad del conflicto redistributivo dentro de un grupo es tanto más fuerte como más desigual sea el grupo. Hacer un grupo más «amplio» tiende a aumentar la polarización (hacer menos viable la distribución) pero también a mejorar el alcance de la misma (se puede distribuir de más ricos a más pobres). En otras palabras, la redistribución dentro de los países es siempre mucho más fuerte que la redistribución entre países.

La suma de mis prejuicios sobre el efecto del nacionalismo sobre la estrategia socialista -algo sobre lo que imagino que habrá muchas cosas escritas que yo no he leído- es que el efecto global en el caso de España es negativo y pequeño. El efecto de la cuestión nacional ha sido mucho más cohesionador sobre la derecha que sobre la izquierda, llevando a partidos conservadores al poder y haciendo viables alianzas coyunturales entre ellos. Cuando las alianzas de la izquierda con los nacionalistas conservadores han sido posibles, se han hecho a costa de reivindicaciones de partidos de izquierdas y no al revés. Creo que el efecto es pequeño porque no creo que el margen de maniobra para implantar políticas redistributivas haya sido nunca muy grande -y no creo que otros países dónde la cuestión social está mucho más presente en la agenda política hayan aplicado políticas muy distintas-, las concesiones han sido siempre relativamente pequeñas porque los nacionalistas, por su oposición al PP, han estado siempre relativamente centrados y, finalmente, el nivel de redistribución territorial es relativamente pequeño porque las desigualdades entre territorios no son tan grandes.

(1) Sin perjuicio de que en la identidad de cada cuál «nacionalismo» «independentismo» «catalanismo» puedan significar cosas muy distintas, en este post usaré todos estos términos de forma intercambiable para referirme al uso político de la identidad político-cultural.


13 comentarios

  1. Jorge dice:

    Si atendemos a los valores fundamentales de cada ideología…

    Socialismo -> Basado en la igualdad
    Nacionalismo -> Basado en la diferencia

    Más claro: agua.

    • bat dice:

      O…

      Socialismo -> Basado en la diferencia de clase
      Nacionalismo -> Basado en la igualdad cultural

      Yo no lo tengo nada claro.

      • Jorge dice:

        Quíta los apellidos a los valores «igualdad» y «diferencia» para hacerlos universales, y ya verás como queda todo mucho más claro otra vez 😉

        De todas formas, decir que el nacionalismo independentista se basa en la igualdad cultural… es un malabarismo dialéctico de los guapos.
        A ver a quien convences de que lo que motiva la ruptura de un estado es la «igualdad cultural».

    • manu dice:

      yo creo que ambos valores se complementan en dimesiones distintas.

      Básicamente, yo creo que en la búsqueda del poder (en genérico), una estrategia es jugar con los dos valores en distintos planos.

      primero identifico un rasgo común dentro del grupo sobre el que quiero tener poder

      después cojo ese rasgo común (que puede ser el lugar de nacimiento, el equipo de futbol del que eres forofo, tu clase social, tu hobby favorito, tu raza, tus gustos musicales …) y me pongo a trabajar con él, todo el trabajo tienen que ir encaminado a hacerlo grande, glorioso, deseable, a despertar sentimientos de orgullo entre los que lo poseen, y a hacer que ese rasgo común escale todas las posiciones posibles en la lista de rasgos que cada individuo considera que lo identifican

      paralelamente a mi trabajo sobre rasgo el rasgo común, me tengo que poner a trabajar sobre «los otros». Todos aquellos que no tienen ese rasgo, y trabajar en contar lo que hacen, como conspiran contra nosotros, como nos envidian, como nos maltratan, buscando generar ese sentimiento de protección que genera la pertenencia a grupo, definido en este caso por compartir ese rasgo común.

      Trabajando duro en las dos líneas, igualdad dentro del grupo y diferencia fuera, puede ser una buena receta para llegar a ser:
      jefe de los Ultra Sur, líder de Izquierda Unida, jefe de una banda motera, president/ledakari/presidente de comunidad histórica, alcalde irreductible, jefe de banda callejera, Hitler, lider del Tea Party … en fin muchas cosas, pero todas mandando que es de lo que se trata.

      Poder y Gloria, lo que todo ser humano busca …

  2. manu dice:

    se me quedó en el tintero,

    la igualdad dentro del grupo se trabaja en serio, gran parte de los grupos que pongo como ejemplo más adelante tienen unas diferencias sociológicas en su seno bastante grandes que son suavizadas por compartir el rasgo común.

    por ejemplo en IU conviven mineros, profesores de secundaria y magistrados de lo social
    en el nacionalismo se dan emparejamientos de todo pelaje por extraño que parezca

    etc, etc

  3. heathcliff dice:

    Juro que lo que voy a escribir no es un intento de troleo, así que os ruego un poco de apertura mental.

    El mayor debate conocido hasta este momento sobre la cuestión de si debe primar el nacionalismo sobre el socialismo o viceversa se produjo en el congreso del NSDAP alemán, en 1926, en el que resultó elegido Hitler (nacionalista) contra la facción de Gregor Strasser, socialista.

    El eje de la discusión estaba, y veo que aún está, en el alcance de un movimiento político. Las intenciones pueden ser cualesquiera, pero un partido que se somete al régimen democrático no puede esperar el apoyo de sus bases para un movimiento supranacional en el que sus votantes sean los pagadores y los no votantes sean receptores de renta, por ejemplo.

    En tato en cuanto los votos se puedan obtener sólo del censo nacional, es utópico fijar objetivos supranacionales, pro lo que fianalmente este debate se decanta siempre hacia las tesis nacionalistas por encima y por delante de las socialistas, y ello por simple operatividad electoral.

    Goebbels, que pertenecía a la rama socialista del NSDAP, acabó reconociéndolo al hablar del socialismo centrado en el ámbito nacional y lo razonó de un modo semejante al que explico: mientras las leyes antitrust y las leyes contra el monopolio y la especulación (legislación fiscal de plusvalías) no puedan trascender las fronteras del que las promulga, es inútil intentar ir más allá.

    En general, y esto es de mi cosecha, el nacionalismo conduce a la exclusión pro razones de origen, y el socialismo a la lucha de clases. Por supuesto, al unirlos obtenemos exclusión más lucha. O sea, un puñetero explosivo.

    Por ello, el nacionalsocialismo no es que sea un recuerdo del nazismo y otras chorradas que te exigen autocensurar. Es que es, creo yo, intrínsecamente malo, en cualquier tiempo y lugar.

  4. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Los socialistas y la cuestión nacionaol politikon.es/2012/09/12/los-socialistas-y-la-cuestion-nac…  por Feindesland hace […]

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