Economía

Las empresas como mal menor

21 Ago, 2012 - - @egocrata

Carmelo Jordá se preguntaba ayer en un artículo por qué en España odiamos las empresas.  Nos pasamos la vida quejándonos de lo terrible que es volar en Ryanair y lo malvada que es Mercadona, pero somos los primeros en viajar con los primeros y aprovechar los precios de los segundos. Carmelo atribuye esta tirria a dos ideas típicas de la mentalidad de española: creemos que ganar dinero es cosa de gente sin clase y la mentalidad marxistoide que en una relación económica hay gente que gana y gente que pierde.

Como de costumbre cuando se trata de argumentos culturalistas, esta clase de explicaciones no me acaban de convencer. Primero, la desconfianza hacia la gran empresa no es algo únicamente español. Incluso en Estados Unidos, centro del capitalismo mundial, las encuestan señalan que los americanos detestan cordialmente las corporaciones y creen que estas tienen demasiado poder. Wall Street es básicamente detestado por todo el mundo, por supuesto, pero un 63% de la población cree que las empresas tienen demasiados beneficios. Un 44% cree que uno no puede esperar que hagan lo correcto.  Es cierto que los americanos confían aún menos en el gobierno federal que en sus capitalistas, pero basta ver la opinión de los españoles sobre sus partidos políticos en cualquier encuesta del CIS para darse cuenta que eso no es demasiado inusual. Los medios americanos ciertamente son más proclives a hacer la pelota al Steve Jobs de turno (nadie nos gana en esto de pegar puñaladas traperas a quien saca demasiado la cabeza), pero las aerolíneas y Wal Mart generan un odio similar.

No empecemos tampoco a hablar sobre el presunto aprecio que tienen los españoles a la empresa pública. Dejando nuestras breves e inevitables interacciones con el transporte público (no nos engañemos: nadie «ama» el metro de Madrid, aparte de cuatro frikis), que pregunte a cualquiera su opinión sobre la web de Renfe, a ver qué le dicen. Quienes aprecian la empresa pública normalmente están hablando de empresas que no existen, cosa que tiene su mérito.

¿Por qué vemos esta clase de reacciones? Mi primera reacción fue recordar algo que un amigo menciona a menudo: las empresas son, en el fondo, islas de comunismo dentro del mercado capitalista. La idea original, muy vieja, parte de un artículo de Ronald Coase de 1937 sobre la naturaleza de la empresa. La idea central (el teorema de Coase, le llaman) es que en un mercado perfecto sin costes de transacción la forma más eficiente de conseguir un producto es mediante contratos bilaterales entre individuos. En ese mundo perfecto, si quiero un iPhone, especificaría un diseño, lo sacaría a subasta y contrataría toda la cadena de proveedores, comprando exactamente el producto que quiero al menor precio posible. En el mundo real, sin embargo, esto es obviamente imposible; nadie tiene tiempo, ni dinero, ni ganas de montar todo este tinglado, y desde luego ningún productor de LCD, baterías o cajas de embalar sería capaz de vivir renegociando todos sus contratos cada mañana.

La solución a estos problemas de coordinación es, obviamente, crear una burocracia que genere cierta estabilidad y orden en las transacciones, y reduzca los costes de transacción. Es decir, el monstruo centralizado, burocrático y basado en planificación central de nuestro tiempo, la gran empresa, con todos sus problemas de coordinación interna, torpezas, papeleo e ineficiencias asociadas. Una empresa como Ryanair o Mercadona compite con otras empresas, ciertamente, pero de puertas adentro son la versión capitalista del Gosplan. Son criaturas monolíticas, arrogantes y basadas en procedimientos, y por lo tanto tan simpáticas, agradables y acogedoras como un ministerio soviético. Lo único que impide que los apparatchicks  de Iberia o el Corte Inglés te pegan dos bofetadas cuando protestas demasiado es que uno puede irse a otro monstruo burocrático ligeramente menos repelente si se ponen un poco bordes.

Sí, las relaciones económicas están basadas en la voluntariedad, y sí, uno compra cosas en Mercadona porque quiere. Aún así, esto no quiere decir que lo que compramos sea exactamente lo que queremos, ni que los trabajadores de la empresa tengan ganas de hacernos la pelota. Las empresas son soluciones imperfectas a un problema esencialmente irresoluble, y como tal acostumbran a generar resultados no siempre ideales. Es una arreglo increíblemente ingenioso y a veces maravillosamente eficiente, todo hay que decirlo, pero nunca nos acabará de dejar satisfechos.


22 comentarios

  1. Jorge dice:

    Yo creo que el gran problema de la empresa, es precisamente su razón de ser. Una empresa es para ganar dinero y por tanto para la empresa todo vale. Todo medio queda justificado con este fin, de forma que el comportamiento «psicópata» de la empresa queda socialmente aceptado (aunque con resentimiento).

    El ser humano en cambio tiene que lidiar con la empatía, la ética, dilemas morales, búsqueda de la felicidad, amor… muchas veces tomar simples decisiones personales de escasa repercusión cuesta mucho más que grandes decisiones en el ámbito de los negocios que mueven millones y afectan cientos de personas.

    Me da la impresión de que los individuos nos hemos «empresadizado» para simplificarnos la vida siguiendo un solo objetivo: ganar dinero, pero si el objetivo más allá del dinero es la felicidad, puede que nos fuese mejor haciendo lo contrario: humanizando la empresa. Dotándola de sentido y de personalidad (no puede ser tan difícil, al fin y al cabo las empresas están hechas de personas)

  2. Javi dice:

    Leyendo el artículo citado veo lo siguiente:

    «La cosa ha llegado a tal punto que se han tenido que inventar, y publicitar, mamarrachadas como la Responsabilidad Social Corporativa (RSC), algo así como una serie de bulas que las grandes compañías van comprando para pedir perdón por el hecho de ser empresas y ganar dinero.»

    Creo que a lo mejor parte de la clave está justo aquí. Resulta que la «responsabilidad social» es algo que se nos pide a todos los demás… ¿No vale para las empresas? ¿Una empresa no tiene responsabilidad para con su entorno, para con sus trabajadores, para con sus clientes?

    Por mi parte si hay algo que en general odio de CIERTAS empresas es justamente esto. Por suerte no todo el mundo piensa así.

  3. Israelem dice:

    Creo que el problema es que idealizáis este mundo. El mundo no es ideal si no real. Por tanto, las empresas no son un mal menor, son la forma más eficiente de funcionar.

    Además, no todas las empresas son islas de planificación central, ya que las decisiones se pueden tomar de forma descentralizada. Además, en un ministerio soviético todo es por la fuerza y si no, campo de concentración. En una empresa firmas un contrato cuando trabajas y sabes a lo que vas, y si no, como mucho te echan, pero ni te multan, ni te encarcelan, ni te matan.

    Además, tampoco estoy de acuerdo con que si no existieran empresas, bajarían los costes de transacción, más bien al contrario, tanto costes como, y sobre todo, la información necesaria para obtener cualquier bien es altísima si lo hiciéramos de forma individual. Nada más que recordar la historia de Yo, el lápiz.

    No me quiero enrollar más, pero hay que dejar de demonizar la empresa como institución y precisamente facilitar su creación (o destrucción) según lo requiera el mercado, es decir, los consumidores.

    Un saludo.

    • Navarta dice:

      En el artículo de Roger queda claro que laúnica justificación de la existencia de las empresas es la reducción de los costes de trasacción, no se de donde sacas lo contrario.
      En cuanto a lo de los campos de concentración, bueno, hay formas sutiles de represaliar que sin duda alguién en este moemento está poniendo en práctica el algún lugar de este Mundo 🙂

  4. José Carlos dice:

    No entiendo que se ponga como ejemplo de empresa competidora a Ryanair cuando realmente es una empresa que opera, al menos en España, allí donde se le subvenciona con dinero público de ayuntamientos y Comunidades. Si se termina la subvención, recogen los bártulos y se van a otro lado. Ryanair es la antiempresa. Sería interesante saber también por qué hay tanto interés desde nuestros administradores públicos en subvencionar a Ryanair y por qué es esta la que siempre convence a aquellos. ¿Les gratificará de alguna manera? ¿En qué compañías hacen sus vacaciones los alcaldes, presidentes, hijos de alcaldes o de presidentes que conceden estas jugosas subvenciones a Ryanair, Easyjet y otras?

    • Epicureo dice:

      En efecto, Ryanair es cualquier cosa menos «capitalismo puro». Las administraciones la subvencionan porque electoralmente es rentable tener un aeropuerto con 50 movimientos al día en vez de los 6 que tendría sin Ryan. A la gente le encanta saber que puede ir unos días de vacaciones por ahí sin gastarse mucho.

  5. Iván Rivera dice:

    Organización, organización, que decía el de la orgía:

    1) “Las empresas son malas porque son por dentro como ministerios soviéticos”. Vaya perla. Te propongo una hipótesis alternativa: las empresas, los ministerios soviéticos y demás organizaciones piramidales desarrollan patrones de comportamiento similares. Las organizaciones de estructura más “plana“ suelen sufrir menos problemas de este tipo. Las empresas “a la española” —pista: piensa en una pirámide de población de un país muy envejecido— sufren estos comportamientos en grado sumo. Otra pista: el chiste de la trainera de la empresa de consultoría.

    1bis) Sabes tan bien como yo cómo eran por dentro los ministerios soviéticos. Por lo que sé, las cosas empeoraron después de la idolatrada caída del “imperio”. Por lo que me han dicho, lo de la burocracia soviética era, en parte, mito: el método estándar de resolución de problemas implicaba hacerse con “contactos”. ¿Mejor, o peor? A saber. Según eso, hay empresas mucho más burocratizadas hoy en día.

    2) “Teorema” de Coase. Cómo les pone a los economistas disfrazarse de matemáticos. “En un mercado perfecto” es mi equivalente favorito a “sea una vaca esférica”. Siguiente pregunta.

    3) Criticar la empresa pública basándose en la web de Renfe. Oh, maravilla. Verás, aunque no trabajé *en* la web de Renfe, sí lo hice *cerca*. Muy cerca. La web de Renfe es un accidente histórico mantenido en el tiempo por una burocracia muy efectiva. La de IBM, para ser más concreto. La última vez que miré, IBM no era una empresa pública.

    4) Amamos lo que no tenemos, claro. Argumentar eso contra la empresa pública es más alambicado de lo que mi mente puede abarcar de vacaciones.

    5) Los apparatchiks de Iberia, Ryanair, El Corte Inglés o Mercadona no necesitan dar bofetadas a sus mindundis. Hay medios más refinados de control. La individualización forzada de la relación laboral es uno de ellos. El famoso “mobbing” es otro. El “si no te gusta te vas” es moneda común: lo he oído personalmente en más de un sitio. Curiosamente, no en la empresa pública… Vaya. Lamentablemente, lo de irse no es tan fácil en el 97% de los casos (estadística inventada™). La gente no va por ahí poniendo en riesgo su estabilidad económica y la comida de sus hijos —menos en un contexto de crisis— con tanta alegría.

    6) El problema de la empresa no es, tal y como yo lo veo, la burocracia. Parece que ciertas dosis de burocracias son inevitables y necesarias en toda organización. El problema es doble:

    6a) Por un lado, de las tres patas de una empresa (empleados, clientes, accionistas) hoy solo importa una. La empresa ideal no tiene empleados y se f*lla a los clientes como quiere, que para eso son suyos. O al revés. Mientras reparta dividendos.

    6b) Por otro lado, la empresa es una “persona jurídica”. En la mayor parte de jurisdicciones “civilizadas” la balanza semántica se está alejando de “jurídica” para decantarse claramente por “persona”, confiriendo a las empresas un estatus asombrosamente similar al de las “personas físicas”. Solo que con recursos y tiempo para defender sus derechos y suficiente masa económica para distorsionar a su alrededor el tejido del espaciotiempo de forma palpable.

    Y porque me has pillado de vacaciones.

  6. Joshua dice:

    El Teorema de Coase es como la virgen de Fátima: mucha gente dice que lo ha visto (o se le ha aparecido en alguna lectura) pero nadie puede confirmar el lugar y el contexto en el que se apareció. También tiene en común que ambos se usan como remedio para cualquier tipo de mal, sea del cuerpo o de la ontología. La diferencia es que si Coase levantase la cabeza alucinaría con las cosas que se dicen de su teorema. Sobre la virgen de Fátima no me puedo hacer una idea de qué podría pensar, pero sobre Coase sí, principalmente porque lo dejó escrito.

    • Joshua dice:

      Vaya, había dado por fallecido a Coase y parece que sigue adelante con sus 102 años. Ya no hace falta que se aparezca, sigue ahí. Enhorabuena.

  7. […] contenidos para mantenerse fresco en esto de la bloguería.El artículo al que estoy contestando es Las empresas como mal menor, magnífico muestrario de falsas dicotomías con el objeto de demostrar —dialécticamente, al […]

  8. spartan dice:

    Mercadona no tiene tan mala fama, ¿no? Ahora con el tema del gordillismo y eso si que estoy viendo cosillas (fotomontajes, etc) en FB, pero en general creo que la empresa de Roig tiene una fama muy buena entre -al menos- los consumidores.

    Por cierto, hablando de las grandes corporaciones, siempre he pensado que los liberales siempre hemos hecho una cosa mal para quitarnos el sambenito de adoradores de la plutocracia. Me refiero a que somos capaces de defender a cualquier empresa incluso cuando son empresas que en buena medida viven del estado. Ryanair sería un buen ejemplo de eso. No se como es en otros países, pero en España está claro que en buena parte vive de las subvenciones de ayuntamientos con miniaeropuertos a su cargo.

  9. Zhurrer dice:

    Este artículo parte de unas premisas falsas.

    Nadie en Espanna odia a Mercadona, odia a su presidente que es un bocachancla, algo bastante distinto. A Mercadona en Espanna no solo no se la odia sino que se la adora. De hecho las mayoría de empresas patrias ya desearían tener la imagen de marca que tiene Mercadona.

    Tampoco nadie odia a Ryanair per se. La gente se queja cuando hay motivos para quejarse, como en cualquier empresa y en cualquier situación. Si ha hábido tres aviones que casi se estrellan por ir sin combustible, pues se denuncia y punto. Pero esto es así en Espanna, en Alemania y en la China popular.

    Tampoco odian los espannoles a El Corte Inglés, ni a Inditex, ni a Sacyr. Odian a Telefónica o a Vodafone por un customer service espantoso y por unas políticas de precios demenciales.

    Vamos, que cuando las empresas no hacen cafradas, se las quiere, cuando las hacen, se les reprocha, como en todo el mundo vaya.

    • mictter dice:

      A Telefónica la queremos mucho más desde que renovó el contrato al señor Urdangarín. Y si se nos olvida, una llamadita al 1004 sirve para renovar los votos de amol etelno.

  10. Maese Alcofribas dice:

    Juan Cuesta (presidente de la comunidad): ¿pero usted no estaba muerto?
    Supuesto muerto: pues no
    JC: ¡Hombre, por dios, qué falta de rigor!

    He quedado impresionado por la calidad y cantidad de datos empíricos que ofrece el Sr. Jordá para sustentar la afirmación de que los españoles odiamos a las empresas. Roger, por su parte, afirma que los americanos “detestan cordialmente las corporaciones y creen que tienen demasiado poder”, y cuando uno va al enlace ve que lo segundo es cierto y lo primero lo ha añadido él gratuitamente. Los datos de EEUU hablan de “confianza”, “ganar demasiados beneficios”, “visión positiva o negativa”, “esperar que hagan lo correcto”, pero no de “detestar” u “odiar”.

    Ay, el lenguaje y el maniqueísmo. Dice Jordá: “la consideración, en lo más profundo de nuestro corazón, de que ganar dinero es algo malo propio de gente de baja estofa y sin ideales”. Aparte de la epatante capacidad de este señor para acceder a lo más profundo de nuestros corazones mediante métodos no precisados, pero que sin duda le harían millonario si los patentara, me llama la atención que no considere la implicación directa de dicho aserto, realmente extraordinaria: los españoles odiamos a todos los españoles excepto a aquellos que no ganan dinero (entiendo que se refiere a mendigos, discapacitados y demás personas que no ganan dinero por su actividad productiva)

    Roger, cuando volváis con el tema de las élites y Ortega y la masa ignorante y toda esa historia, POR FAVOR, no olvidéis incluir a este Sr. Jordá como ejemplo paradigmático de hombre-masa indócil ante el pensamiento ecuánime y objetivo, gustoso constructor de hombres de paja, maniqueo e ignorante, al cual la “democratización tecnológica” le ofrece una ventana al mundo gracias a la cual estamos aquí perdiendo el tiempo hablando sobre él.

  11. Navarta dice:

    http://blogs.elpais.com/idearium/2012/08/cada-a%C3%B1o-s%C3%B3lo-sobreviven-el-80-de-las-empresas-espa%C3%B1olas-seg%C3%BAn-un-estudio-de-esade.html

    La empresas en general no se…… Pero las pymes son un rato malvadas, a juzgar por este artículo de El Pais 🙂

  12. Shine dice:

    ¿Los españoles odian a las empresas? Será porque trabajan en ellas.

  13. Utopía Binaria dice:

    Jajaja, cuando el consumidor ejerce su derecho a voto en la economía de mercado (critica el servicio o producto de una empresa), Dios mata a un gatito y en Politikon lloran desconsolados. Roger went to Connecticut and all he brought me was this lousy «win-win» vision of bussiness.

  14. […] Las empresas como mal menor Las empresas como mal menor (En Politikon) […]

  15. Alexandro dice:

    ¿Me podríais explicar por qué las grandes empresas privadas están vistas como el gran mal y, sin embargo, estamos deseosos de darles nuestros datos privados (es decir, Facebook)? Gracias de ANTEBRAZO.

  16. heathcliff dice:

    Yo creo que el odio a las empresas viene del simple hecho de que ganan dinero.

    También se odia a los particulares que ganan dinero, ¿no?

  17. Alberto dice:

    Las grandes empresas no son el mal por si mismas, el estado las convierte en mal quitandole responsabilidades sobre sus acciones a los gestores, dandoles vida propia y forma juridica en si mismas en vez de meter en la carcel a sus responsables cada vez que la fastidian. Si no fuera por la cobertura que les dan los estados estos monstruos no existirian de la forma en que existen ahora mismo, al igual que wall street que se privilegia sobre una legislación que les da privilegios o las patentes como indicas en tu articulo anterior que les da poder de comprar ideas y abandonarlas en un cajon mientras que sigan siendo los reyes del mambo. Lo más gracioso es que las megacorporaciones que menos aportan son directamente creadas por el estado y luego privatizadas. (Teléfonica, Iberia, Iberdrola, etc, )

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