Política

Partidos y selección de élites en una democracia parlamentaria

20 Jul, 2012 - - @jorgegalindo

Desde hace unas semanas, en Politikon andamos bastante obsesionados con el sistema de selección de élites que tenemos en España. La actualidad nos está dando demasiados ejemplos de que ningún partido parece capaz de poner en sus primeros o segundos puestos a los más brillantes del país, particularmente aquellos que han estado o están gobernando ahora a cualquier nivel administrativo. Hoy, Pablo Simón ha sacado un valiente e informado artículo en contra de quienes piden que los salarios de los políticos en España bajen. Me gustaría tomarlo como punto de partida, sumado a una breve discusión que hemos tenido por Twitter con Alberto Garzón, para mostrar mi opinión sobre un asunto que me parece crucial en nuestro problema de selección de élites: el tipo de democracia parlamentaria que es España.

Antes que nada, cabe destacar que un salario alto es necesario para incentivar a los mejores a entrar en la política, siempre que las condiciones institucionales favorezcan esta incorporación. Si no, de hecho pueden darse situaciones en las cuales la élite (pongamos, los miembros del Parlamento) se suben el sueldo precisamente porque son una élite cerrada y controlan el acceso a este recurso. O simplemente, aunque no se llegue a este extremo, el salario se mantiene alto sin ser exorbitado pero existen filtros previos que desincentivan la llegada de los más preparados a lo más alto de la política.

Cojamos el caso de España. Pongamos que subimos los salarios de los cargos electos, particularmente de los Diputados y sobre todo de aquellos entre ellos que son Ministros o Presidente del Gobierno. Asumamos que en un primer momento eso hace que muchos jóvenes comprometidos con su gente, pero también talentosos y ambiciosos respecto a su futuro, se planteen una carrera política. Entonces, se apuntan a los partidos políticos para llegar a lo más alto en un tiempo razonable.

Lo que se encuentran dentro de un partido español es una organización extremadamente jerárquica y cerrada. La ascensión en esta jerarquía no se basa en la meritocracia sino en las afinidades y grupos que se crean en torno a quienes ya se encuentran en las capas superiores. Los incentivos no están, pues, en el lado de la creatividad o de la osadía, tampoco del trabajo duro y del estudio de la realidad, sino en el seguimiento de las premisas ya establecidas. Existe un sesgo conservador que tiende a eliminar a aquellos que se salen de la disciplina de partido.

A modo de hipótesis, me gustaría plantear que este sesgo está en gran parte causado por el hecho de que España es un sistema parlamentario donde la rendición de cuentas de los miembros del Parlamento hacia sus votantes es entre escasa y nula. Cuando uno vota una lista al Congreso o al Senado por su provincia, no tiene ni la más remota idea de qué nombres hay en ella, salvo quizás quién la encabeza. La configuración de dicha lista es un proceso opaco, interno. Y una vez en el Congreso, los elegidos votan en bloque bajo amenaza de sanción (particularmente en forma de ostracismo dentro del partido) en caso de ser demasiado díscolo. Lo mismo puede decirse de los Parlamentos autonómicos. En resumen: los políticos en España deben en exceso su carrera entera a los partidos. Un miembro de un partido político español me dijo una vez que «los partidos en España son máquinas de dilapidar talento». Se refería precisamente a esta situación: por mucho que consigas meter a gente válida en la primera fase, o bien los conviertes en cabezas cuadradas en el proceso, o bien se te van porque no quieren serlo.

El problema de fondo, por tanto, es que los partidos funcionan como bloques monolíticos sin espacio para la iniciativa personal. Al final, lo que necesitamos es agrietar un poco la disciplina de partido e incrementar la rendición de cuentas de los políticos. Para ello, como apunta Pablo, es una buena idea limitar los cargos de libre designación (auténticas cajas negras de toma de decisiones) y hacer desaparecer el solapamiento de funciones. Al mismo tiempo, cualquier reforma en el sistema electoral debería contemplar necesariamente la necesidad de que los candidatos sean más visibles para quienes les han votado en la toma de cada decisión parlamentaria. Esto no depende tanto del tipo de listas como de la relevancia que se le da a las circunscripciones como «agregadores de preferencias», particularmente en  el caso del Senado, que debería pasar a ser una cámara con más funciones reales. La inclusión paulatina de elecciones primarias puede ser una buena idea, así como la transparencia en la financiación de los partidos.

Aunque hay que tener en cuenta que cualquier intento de mejorar nuestras élites políticas a base de accountability puede llevar a resultados perversos. Mirando a Estados Unidos y a sus distintos políticos, sería posible argumentar que el resultado no ha de ser necesariamente una mejora de la media de calidad de los candidatos, sino un mantenimiento con cambio en la mayor dispersión de la distribución que muestra estrellas (Obama, Rubio) y desastres (Palin).

Todo esto, en todo caso, no solo no invalida lo expuesto por Pablo, sino que lo complementa y quizás incluso lo refuerza: paradójicamente, se necesitan mentes valientes, creativas, analíticas y prudentes a partes iguales para poder llevarlas adelante. Las mismas que no abundan hoy en día en nuestros partidos. Así que subir el sueldo hasta el punto de que se atraiga a los partidos a la suficiente gente como para que dinamiten el sistema desde dentro no sea una locura, después de todo.

Ay.


21 comentarios

  1. MuGaR dice:

    Hay que valorar tb el tema de la financiación. La campaña la paga el partido.

  2. Pablo_MA dice:

    Ahora consigue que cambiemos la mentalidad de la gente fuera de los partidos y dejen de votar siglas. Eso si que puede costar…

  3. PaulJBis dice:

    ¡¡LISTAS ABIERTAS YA!!!

  4. Propongo que los políticos, antes de entrar en política, hayan trabajado 5 años antes. Ya sea en el Estado o en la empresa privada. Sin importar el puesto. A ver qué pasaba.

    • Pescador dice:

      ¿Vale como la hija de D. Fabrone, enchufada desde acabar la carrera? ¿Se ha dado el caso de algún vastago de clase alta, que no hya tirado por el camino de Pocholo, que hay conocido las mieles del paro, del contrato temporal ó del becario sirve cafés por 300 euros?
      Un poquico de sesgo si que iba a haber, si…si nos ponemos a ser arbitrarios, cambia el sistema de elección de candidatos

  5. carmen sanchez dice:

    Lo que plantea Jorge Galindo es fundamental. No insistimos lo suficiente en la importancia de cómo se seleccionan (y cómo se forman) nuestras élites políticas. El problema de la endogamia de los partidos es que acaban proponiéndonos a candidatos a Presidentes de Gobierno, en las CCAA o para todo el país, al mejor visto dentro del partido, no al más capacitado. Esto, además, se traslada a las estructuras de Gobierno cuando han de nombrar a los cientos de responsables del sector público, donde se elige no a los mejores si no a los más fieles o próximos. (Recomiendo: http://www.otraspoliticas.com/politica/%c2%bfgobierno-de-los-mejores-o-solo-de-los-afines).

    El problema es cómo abrir las estructuras partidarias. Quizás, una opción sea la de condicionar la financiación pública que reciben los partidos, no solo al número de votos, sino también al número de afiliados (ver http://www.otraspoliticas.com/politica/los-partidos-y-el-pecado-de-la-fidelidad). Eso les obligaría a los partidos a orientarse hacia sus «clientes», los ciudadanos, para atraer y retener al mayor número posible.
    También sería importante introducir mecanismos que forzasen a los candidatos a exponer y debatir públicamente sus programas antes de las elecciones. Cierto que eso ya sucede en Estados Unidos y no por eso tienen mejores élites políticas, pero la tendencia no puede ser la contraria, como en España.

    • Epicureo dice:

      Eso de que las subvenciones a los partidos dependan del número de afiliados me parece una idea magnífica. Si encima lo acompañamos de una ley que obligue a cumplir el artículo 36 de la Constitución, mejor aún.

      Y ya puestos, lo mismo para los sindicatos.

    • Fran dice:

      ¿Condicionar financiación a número de afiliados? Supondría volver a los partidos de masas… y ganaría quien consiguiese un elemento de identidad mejor. No creo que mejorase nada la situación.

  6. Diego Arroyo dice:

    Alguno se ha leido «twilight the elites: America after Meritocracy»? Porque parece que que el problema con las elites no lo tenemos solo en Espana, sino que el debate parece estar en casi todas democracias occidentales.
     
    El punto del libro es que la meritocracia tambien es perversa, porque una vez los mejores llegan, se encierran en si mismos: se casan entre ellos, son amigos etc. Lo que les hace perder la distancia con el resto de la sociedad. Asi explica el autor parte de la desigualdad y problemas de USA. Y el autor reconoce que las elites americanas suelen ser bastante meritocraticas, desde Obama hasta el CEO de Goldman (ninez pobre).
     
    Aunque puestos a elegir, ojala entrara algo de meritocracia en nuestra democracia.
     
    PD: perdonar los acentos.

  7. _Sebastián dice:

    «Soy rico y no necesito robar como los otros» Berlusconi dixit. Buenas noches.

  8. Someone dice:

    Creo que todo el post tropieza en un supuesto garrafal, el decir que «un salario alto es necesario para incentivar a los mejores a entrar en la política».

    En mi opinión, que creo que por background está más acorde con lo que la clase baja y media de España piensa y espera, la retribución de los políticos no tiene la función de «atraer a los mejores» a base de sueldo. La función es garantizar que el abandono de la actividad profesional se vea compensada con otros ingresos para aquellos ciudadanos que dependen de su actividad profesional para su manutención. El sueldo es un sustituto, no un incentivo, y debiera ser un sustituto sólo cuando fuese imprescindible.

    De hecho, aquellos que obtuviesen rentas no derivadas del trabajo en una cuantía suficiente no deberían de percibir ningún salario, o solamente liquidez en caso de un patrimonio muy por encima de la media.

    Y sí, pagar por representar, pero no es nada nuevo ni ningún disparate. ¿Acaso no estás perdiendo dinero dedicándote a la politica cuando podrías ganar más dinero en otro sector? En términos económicos ya estás en pérdidas y a algunos políticos con varios millones de patrimonio no les haría gran diferencia 70.000 euros arriba o abajo.

    La retribución de los políticos no tiene en mente atraer via sueldos sino hacer de la política una actividad a la que cualquiera puede dedicarse al margen de su status económico. Esto es, costearte el abandono de tu actividad profesional durante un período de tiempo largo en términos profesionales (4,8 o no digamos más años).

    La mayoría de los políticos preparados y con vocación de servicio público (que son muchos y probablemente mayoría!) no buscan grandes ingresos. Hacer buena política, o intentarlo, es una mayor recompensa si uno ya tiene un mínimo material asegurado.

    Y para terminar, y perdón por la extensión, aún hay otro error en atraer políticos con salarios. Al fin y al cabo, si el dinero es fundamental para tomar la decisión de dedicarse a la política, desde luego que de político podrá hacer su agosto.

  9. Raúl dice:

    Coincido con Galindo y con Kanciller. Necesitamos sueldos más altos y necesitamos mejores políticos.

    No es de recibo que los presidentes de empresas públicas de Aragón (algunas arruinadas, por cierto) cobren más que la presidenta de la comunidad: http://goo.gl/jp568

    Tampoco es serio el nivel de muchos políticos. Como señala Galindo, hay demasiadas personas que sólo han trabajado en política, que no tienen experiencia en el «mundo real» y cuyo único mérito es saber ascender en la jerarquía del partido.

    En efecto, lo ideal sería que una generación de JASP se afiliara a partidos políticos y reventara el sistema desde dentro. Pero aquí me surgen 2 dudas: a) ¿les dejarían ascender hasta posiciones de poder? b) ¿acabarían por acomodarse y renunciar a sus objetivos iniciales?

    Un saludo

  10. Pescador dice:

    a) No
    b) Depende de lo que hubieran tenido que hacer para mandar, 90% SI

  11. José Luis dice:

    Hola. Para mí los cambios que necesitamos para otra estructura parlamentaria se resumirían en:
    – cargos electos por circunscripciones
    – posibilidad permanente de revocar los cargos en su circunscripción con algún sistema de recogida de firmas
    – obligación de referéndums para cambios importantes en los programas electorales de cada circunscripción cuando se ejerce el poder
    – listas abiertas
    – eliminación del Senado
    – elección de nuestra presidenta o presidente del país de forma directa, no por propuesta del Rey ni de los partidos

    Y con eso pienso que la ciudadanía tendríamos un mayor control de nuestros representantes y ellos y ellas actuarían con más responsabilidad hacia la población que los ha elegido y no hacia partidos o bloques de poder.

    Mientras eso no ocurra seguiremos dando palos de ciego sobre las piñatas que el poder nos pone delante y cambiando entre una y otra, pero palos de ciego que no nos permiten ni gestionar mejor el país y nuestro dinero público, ni avanzar en un estado del bienestar, sino tan sólo estar a expensas de las grandes estructuras socioeconómicas jerarquizadas que se han instalado en nuestra sociedad como auténticos dictadores y sanguijuelas: partidos políticos, bancos, especuladores,…

    Un saludo

  12. […] de incrementar el sistema de rendición de cuentas de los candidatos en los partidos políticos, aumentando su visibilidad. Jorge también señalaba que esto puede llevar a situaciones curiosas, como la enorme dispersión […]

Comments are closed.