Economía

Propiedad intelectual, monopolios y el laberinto de la innovación

2 Jun, 2012 -

Por motivos que no vienen a cuento ando recordando aquella época no tan lejana en la que quería dedicarme de forma profesional a hundir a base de multas a empresas con comportamientos anticompetitivos y me he topado con el primer modelo económico que descubrí por mi cuenta, seguido de la decepción cuando me enteré poco después que el descubrimiento no era tal sino que tenía algo más de veinte años.

Hay dos hechos que cualquier estudiante de organización industrial mantiene constantemente en su cabeza. En primer lugar, todos los modelos de oligopolio que conocemos muestran que la suma de los beneficios de todas las empresas de un sector es siempre menor que los de una empresa en situación de monopolio y, típicamente (por ejemplo, si compiten à la “Cournot”) decrecen con el número de empresas. Esto significa que los beneficios de un duopolista son menos de la mitad que los beneficios que obtendría un monopolista.

En segundo lugar, el (mal) llamado teorema de Coase nos dice que si los costes de transacción son bajos y dejamos a dos agentes ponerse de acuerdo, los recursos terminarán en manos de quién más los valora. Es algo muy fácil de entender: si uno de nosotros dos tiene, por ejemplo, una máquina, y tú eres capaz de sacarle más partido que yo, yo te la puedo alquilar o vender de forma que me compenses por lo que yo pierdo y aún te quedes con un excedente; si yo soy capaz de sacarle más partido, me la quedaré yo y tu puja nunca estará a la altura de lo que yo soy capaz de ganar con ella. La conclusión inevitable es que da igual en manos de quién estén los recursos inicialmente; el intercambio los va a llevar a manos de quien sea capaz de gestionarlos mejor.

Con las piezas anteriores llegamos a una situación interesante. Por un lado, sabemos que la posición de monopolio que tiene una empresa es más valiosa para una empresa de lo que, en agregado, son las posiciones de duopolistas para dos empresas. Por otro, pensamos que si dejamos a la gente negociar, llegarán a un acuerdo ventajoso para los dos. En este escenario, podemos pensar que la empresa que se plantea entrar en el mercado puede ir a ver al monopolista y decirle que si está dispuesto a compensarle, no entrará en el mercado y el monopolista encontrará ventajoso hacerlo.

So far so good. Pero la historia se pone más interesante cuando metemos las patentes. La justificación de las patentes es que el regulador le ofrece a la empresa el trato siguiente: tú, empresa, tienes incentivos para invertir en desarrollo de nuevas tecnologías y revelar como están desarrolladas para que otros puedan usarlas y, a cambio después yo, regulador, te garantizo que vas a poder explotar esa tecnología como un monopolio durante un periodo de tiempo determinado. De esta forma, todos salimos ganando: tú eres capaz de financiar la innovación con las rentas del monopolio y a cambio al cabo de un tiempo esa innovación pasa al dominio público y todo el mundo puede usarla. Finalmente, mientras tienes las rentas del monopolio, puedes dar licencias para que tus competidores la usen en buena lid.

En la práctica, hay muchas industrias que se caracterizan por ser más o menos intensivas en tecnología protegida por derechos de autor de forma que para una empresa que quiera entrar en el sector y competir, es necesario recurrir a la tecnología de las empresas que hay ya instaladas que tienen que aceptar darle acceso a la tecnología. Estos son los famosos “patent thickets”.

El interés en relación con lo que planteaba antes es que una patente es precisamente una forma de restringir la entrada en el mercado a todos los entrantes potenciales. En este sentido, es posible que una empresa establecida encuentre ventajoso invertir en investigación y desarrollo, no ya para poder usar esas tecnologías, sino única y exclusivamente para restringir la entrada en el mercado. Es más fácil verlo con un ejemplo (que me voy a inventar sobre la marcha).

Imaginad que vivimos en un época en la que se acaba de inventar una tecnología suficientemente general como para que afecte al conjunto de una empresa. Pensad por ejemplo en el sector de las empresas de paquetería y del impacto que pueden tener las nuevas tecnologías, algo como un sistema de control de la situación de un pedido a través de GPS que permita localizar dónde se encuentra un pedido en cualquier momento y aumente mucho la eficiencia. En un momento dado, la frontera tecnológica hace que este sistema sea viable, pero para ponerlo a punto, una empresa necesitaría invertir para ponerlo a punto: desarrollar etiquetas digitalizadas, cacharros que permitan llevar el seguimiento, un software adecuado para controlarlo de forma centralizada, etc. Esta tecnología «puesta a punto» sería patentable.

Una empresa que quisiera entrar en el mercado, podría quitarle una parte de su cuota al monopolista invirtiendo primero en el desarrollo de este sistema de gestión de los pedidos. Pero para el monopolista y para el entrante esta tecnología tiene distintos valores. Para el entrante vale exactamente el partido que sería capaz de sacarle como rival del monopolista pero para el monopolista le permitiría mantener su posición de monopolio. Sin embargo, si recordáis, hemos dicho que los beneficios agregados de la industria son mayores cuando hay un monopolio que cuando hay más de una empresa (es decir, la suma de los beneficios de las dos empresas es menor que los del monopolio). Por tanto, la tecnología es más valiosa para el monopolista que para el entrante y es razonable esperar que sea este el que termine adquiriéndola, tanto si la desarrolla él mismo como si se la compra a una tercera empresa.

La clave del modelito es que la patente es estrictamente preventiva y solo es valiosa por su efecto estratégico. Es más, es razonable pensar que si incorporar la tecnología tiene algún tipo de coste, esta ni siquiera llegue a aplicarse. Esto no es algo descabellado. Pensad en una empresa de red, como Renfe, Correos o Telefónica, con sindicatos relativamente bien asentados o que tienen problemas de gobierno corporativo. Intentar incorporar una tecnología nueva es algo que típicamente puede generar un conflicto interno dentro de la empresa (haría prescindibles a muchos trabajadores, llevaría a una reestructuración, cambiará las cuotas de poder de los gestores). Desde el punto de vista del presidente de la empresa, puede ser perfectamente racional encargarle a su departamento de I+D que desarrolle el nuevo proyecto con la idea de patentarlo, pero sin la intención de aplicarlo nunca. En esta situación llevada al extremo se llega al hecho paradójico de que las patentes sirven para que se investiguen tecnologías que nunca llegarán a usarse (!).

No hace falta señalar que esto es algo desastroso desde el punto de vista económico y obviamente debe ser perseguido. Es algo complicado, dado que meterse con ello supone ser más o menos intrusivo con la política de I+D de una empresa (una empresa puede obtener una patente y luego no aplicarla simplemente por un error de cálculo), pero hay varios principios que hay que seguir. En primer lugar, hay que definir lo mejor posible qué es y que no es patentable y concretamente el criterio de que una patente debe ser una innovación tiene que ser aplicado de forma escrupulosa. En segundo lugar, es importante controlar el ejercicio de estos derechos con la política de competencia para que no se produzcan abusos. Por último, merece la pena replantearse de si los sectores muy intensivos en tecnología dónde la innovación tiene lugar de forma continua y acumulativa deberían estar gestionados por algún régimen especial.


12 comentarios

  1. jose l. dice:

    Muy didáctico el artículo.
    La pregunta: ¿no habría que acortar drásticamente los plazos en los campos de innovación tecnológica que usted cita?. No tiene sentido la cantidad de esfuerzo y dinero que están invirtiendo las compañías de telefonía (por poner un ejemplo) en la compra de patentes y demandas a sus competidores, detrayendo recursos de sus departamentos de investigación. Y si hablamos de biotectnología ya podríamos hablar de un delito contra la humanidad por impedir el desarrollo de soluciones relacionadas con la salud.

  2. geralt dice:

    que libros de economia/organizacion industrial me recomiendas? teniendo en cuenta que ya tengo una cierta base de teoria economica. gracias de antemano 😉

    • cives dice:

      El mejor que he leído es el Tirole (y el Tirole Laffont para regulación), a pesar de ser antiguo. No solo es un libro extraordinario, además está muy bien escrito y explica muy bien lo que hay detrás de los modelos.

      El libro de Oz Shy me gusta bastante, aunque es más básico. Tiene dos, uno de organización industrial (el que te digo) y otro más específico sobre industrias de red. El de industrias de red es más una colección de papers, lo encontré un poco petardo cuando me metí con él. Sé que hay uno, en esta línea, de Cabral, pero no lo he usado nunca.

      Julio Segura tiene un libro de organización industrial que ahora está descatalogado pero que puedes encontrar en cualquier librería que he usado para un par de cosas. Es menos legible que el Tirole, pero es muy bueno. Tal vez te interese si buscas algo sintético y técnico.

      Luego hay libros sobre política de competencia. Yo he usado el de Massimo Motta. Tiene la virtud de estar graduado según cuál sea tu nivel de matemáticas.

  3. Marc dice:

    No se si es una buena idea, pero, porque no forzar a usar la tecnología?

    Se deja patentar mientras se use la tecnología, si en….1 año digamos, no se usa, pues se convierte en una patente de dominio publico.

    • M. Alonso Sierra dice:

      Hola, Marc.

      Lo cierto es que eso ya existe:

      _________________________________________________

      Ley 11/1986, de 20 de marzo, de Patentes de Invención y Modelos de utilidad.

      Artículo 83.

      El titular de la patente está obligado a explotar la invención patentada, bien por sí o por persona autorizada por él, mediante su ejecución en España o en el territorio de un miembro de la Organización Mundial del Comercio de forma que dicha explotación resulte suficiente para satisfacer la demanda del mercado nacional.

      La explotación deberá realizarse dentro del plazo de cuatro años desde la fecha de presentación de la solicitud de patente, o de tres años desde la fecha en que se publique la concesión de ésta en el Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, con aplicación automática del plazo que expire más tarde.

      • Marc dice:

        No soy un gran experto en propiedad intelectual, pero creo que una ley de 1986 debería actualizarse urgentemente.

        La investigación y la competitividad actual no tienen nada que ver con hace ya…26 años!!

        Actualmente, en ciertos sectores industriales, 4 años es toda una eternidad. El que viene a la cabeza más rápidamente es la industrial del móvil.

  4. Eu dice:

    Este modelo no funciona si realmente la innovación fuese de gran trascendencia tecnologica, es decir, si el entrante al adoptar la nueva tecnología expulsase al incumbente. Si esto fuese así, y las empresas fuesen simetricas, en cualquiera de los dos casos, ambos tendrían el mismo beneficio, el beneficio monopolista con la nueva tecnología.
    Si las emrpesas no fuesen simétricas, la empresa con más incentivos sería la más eficiente.

  5. txarlie dice:

    Felicidades por el artículo. Explica perfectamente porque muchas personas nos oponemos a las patentes de software, ya que patentes como la compra con un solo click (patentado por Amazon), o el patentado de la caja donde uno inicia sesión se utlilizan exclusivamente para evitar la entrada de otros posibles competidores.

  6. Deus ex Machina dice:

    Artículo interesante pero que falla en dos puntos importantes. Primero, es prácticamente imposible encontrar algo tan general, algo que afecte a muchos campos y muchas empresas y que sea patentable. Si bien las innovaciones patentables pueden tener múltiples usos y son aplicadas en múltiples campos es imposible que esa innovación haga prácticamente imposible la competencia o cree una desventaja brutal entre la empresa que posee la patente y las demás.

    Segundo, sobre el abuso de las patentes. Sin duda es cierto que muchas empresas investigarán y crearán patentes sobre cosas que jamás pondrán en práctica. Pero para eso ya se contempla que si el «inventor» no lleva a cabo una actividad económica con la misma o no cede los derechos de explotación durante los primeros años de la patente, ésta deja de tener validez.

  7. DoctorZ dice:

    Muy interesante. Al principio, esto me ha hecho pensar en la historia de que las compañías petroleras tienen patentes sobre tecnologías relacionadas con las energías renovables y cosas así. De todas las teorías conspiranoicas, esta era una a la que le encontraba cierto sentido. Pero supongo que si caducan por no usarlas, entonces vuelven a la categoría de leyendas urbanas.

  8. Manu dice:

    Muchas gracias, Cives.

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