Economía

Soluciones en busca de líderes

15 May, 2012 - - @egocrata

Berta Bartet, por CGM, se queja amargamente que diga que salvar el euro requiera ignorar sistemáticamente los deseos de la opinión pública europea. No voy a negarlo, tiene razón; a estas alturas de partido casi todas las medidas económicas que pueden evitar que la moneda única deje de existir necesitan que buena parte de los políticos del continente pasen olímpicamente de lo que piden sus votantes.

La zona euro, como mencionaba Ramón ayer, nace con una montón de horribles problemas estructurales;  el sistema entero se basa en la extraña convicción que todo el mundo se va a portar bien, y al diablo con los incentivos. Los países de la periferia se pasaron una década viviendo de préstamos al centro, disfrutando de una política monetaria increíblemente expansiva. Los países del centro, mientras tanto, construyeron su competitividad a base de aprovechar la inflación en la periferia, con unas economías recalentadas por un BCE al que por aquel entonces parecía no importarle la inflación. El sistema entero nació roto,  sin ningún mecanismo para compensar los inevitables desequilibrios.

La cuestión es, arreglar los problemas de la eurozona no es un problema demasiado complicado desde el punto de vista técnico. He perdido la cuenta cuántas posibles soluciones a la crisis han aparecido en propuestas de la Comisión Europea, FMI, Banco Mundial, OCDE, premios Nóbel de economía variados, políticos franceses, británicos, suecos o italianos, blogueros con exceso de tiempo libre y profetas de la catástrofe profesionales. Hemos hablado de crear un seguro de depósitos europeo, un impuesto sobre transacciones financieras, eurocupones, que el BCE genere inflación, eurobonos, sistema de jubilación y desempleo europeos, usar el fondo de rescate para sanear bancos, anexionar Grecia y crear un cefalópodo gigante con poderes psíquicos que destruya Berlín. Hemos leído un número casi infinito de planes económicamente viables, o al menos lo suficiente competentes como para dar tiempo a los países en problemas a que acaben sus reformas. Hay una docena larga de posibles soluciones técnicamente factibles sobre la mesa, listas para ser implementadas por una de las administraciones públicas más eficaces y mejor preparadas del mundo, la Comisión Europea. Todo ello, por supuesto, en un continente lleno de burócratas decentes, administradores capaces de gestionar cantidades absurdas de dinero, seguridad jurídica bien establecida y sistemas políticos sin apenas actores con capacidad de veto.

¿El problema? Los políticos europeos no quieren llevar ninguna de estas propuestas a la práctica, y no lo hacen porque los votantes no quieren. Como dice Berta, los ciudadanos quieren soluciones que puedan percibir como justas, y si los políticos no pueden ofrecérselas, se opondrán a ellas (hablaba precisamente de esto aquí, hace unos años). La eurozona, sin embargo, no es algo que tenga demasiado que ver con la moral, la justicia o nada por el estilo. La macroeconomía, de hecho, raramente tiene mucho que ver con estas cosas (la economía política es otra historia). La moneda única es un sistema que nace roto, genera desequilibrios y se vuelve insostenible; no hay «culpables» o «gente malvada», o al menos no los hay más allá de todos aquellos ingenuos que dejaron todo a medio construir.

Arreglar los desequilibrios del sistema exige que los que más se beneficiaron ayuden a los que se han pegado la torta, y también nos obliga a cuadrar cuentas («esto hay que pagarlo«) a los que perdimos, incluyendo evitar que todo nuestro sistema financiero se vaya a tomar por saco. Los ciudadanos del centro de la Unión no tienen las más mínimas ganas de rescatar a nadie, ya que recuerdan perfectamente lo caro que sale la broma. Los ciudadanos de la periferia están hartos que los traten como haraganes irresponsables y les exijan un sacrificio tras otro. Ambos llevan tres años largos de soluciones torpes, medias tintas, apaños chapuceros y patadas a seguir, sin que nadie se atreva a mentar la bicha, hablar claro y escoger una de las soluciones factibles pero impopulares que pueden salvar la Unión.  Los políticos se han pasado cuatro años evitando impulsar medidas impopulares a corto pero sin arreglar nada a largo. No me extraña que los gobiernos caigan como moscas.

Lo que me preocupa de la Unión Europea no es que sea un problema imposible de resolver. No lo es. Lo que me da un miedo atroz es que nadie en Europa parece tener ganas de arreglarlo; ni los políticos, incapaces de aceptar que hay días que es mejor salvar el mundo que ganar elecciones, ni los votantes, que son los que se están llevando todas las tortas sin que nadie se la juegue para solucionar nada. A estas alturas, y con la de políticos que han caído en acto de servicio echando pelotas fuera durante estos últimos años, lo que me extraña es que la clase política europea no haya abrazado el Bushido y aceptado que ya que se la van a pegar, al menos lo hacen de forma honorable.

Empiezo a temer, sin embargo, que es demasiado tarde incluso para eso. Los votantes europeos no quieren ya salvar el euro, hartos de ajustes inacabables, rescates que no salvan a nadie y crisis permanente. Los políticos del continente, en su infinita cobardía, parece que van camino de hacer lo que les piden.


13 comentarios

  1. Kereck dice:

    Lo que hace falta es que traduzcas esto al alemán y lo difundas por el país germánico, a ver si los votantes de allí son más cuerdos que los de aquí.

  2. Johnny Molotovo dice:

    El otro día le comentaba a un amigo que esto me recuerda al principio de la guerra civil. España se va al garete, y lo único que hace el resto del mundo es aprovecharse de la situación para recoger los trozos que le interesen.

    Dentro de nada, ya veréis, a Grecia, por montarla un rato y porque total, qué más da, le dará por invadir Macedonia o algo así y ya veréis qué diversión.

  3. Johnny Molotovo dice:

    Y digo yo si no sería más fácil suprimir todos los gobiernos nacionales (por no hablar de los regionales, salvo casos especiales), implantar el inglés obligatorio como lengua oficial dejando el resto como locales y hacer Europa, capital Berlín. Unos Estados Unidos de Europa de verdad.

    Y lo que nos íbamos a reir viendo a funcionarios alemanes haciendo currar a los sevillanos, o quitando puentes y festivos. O descendiendo a clubes de fútbol por no pagar. O teniendo que construir cárceles por doquier para meter a todos los ladrones que andan por aquí.

    • Frost dice:

      La idea es buena, pero los franceses no están de acuerdo.

      Yo por mi parte diré que aunque el artículo es soberbio, me apena un poco pensar que básicamente la elección está entre elegir salvar la democracia ahora e irnos al garete, o cargarse la democracia para salvar Europa.

      Por lo demás, estoy de acuerdo con Roger. Necesitamos nuevos políticos en Europa. De hecho, necesitamos líderes, no solo políticos.

  4. […] el fondo, el problema de Europa (del que amargamente se queja Roger hoy) es tan profundamente político que se resume en el asunto más antiguo de la Ciencia Política: el […]

  5. MuGaR dice:

    «Lo que me preocupa de la Unión Europea no es que sea un problema imposible de resolver. No lo es. Lo que me da un miedo atroz es que nadie en Europa parece tener ganas de arreglarlo» —> a esto en mi casa lo llaman voluntarismo, y del chungo.

  6. Ike dice:

    «La moneda única es un sistema que nace roto, genera desequilibrios y se vuelve insostenible; no hay “culpables” o “gente malvada”, o al menos no los hay más allá de todos aquellos ingenuos que dejaron todo a medio construir.»

    Los que crearon la moneda única (políticos, intelectuales, empresarios varios) sólo son fuerzas de la Naturaleza, a las que es ridículo criticar, como no podemos criticar al bello jabalí corriendo por la pradera.

    Los responsables políticos del pelotazo urbanístico o todos los banqueros, intelectuales, periodistas o demás que repitieron hasta el fin que no teníamos burbuja o que en el fondo nos venía bien no tienen ninguna culpabilidad, ni son malos. Son parte de ese conglomerado de Fuerzas de la Naturaleza injuzgables. Más de uno se ha forrado vivo vía dinero público y ha contribuido decisivamente a que estemos nadando en mierda, pero no hay maldad ni culpa en nada de esto.

    Rodrigo Rato o los genios que gestionan o han gestionado cajas de ahorro (llevándoselo fino al irse aunque hayan hundido todo) tampoco son malos ni culpables. También están más allá de toda crítica. Criticarles o decir que son unos «•$%&% es de perroflautas, claro, aunque nos toque a cada uno poner más de 200 euros rescatar a Bankia…hundimiento y rescate del que nadie es culpable, y en el que nadie es responsable. Es más, habría que darles un premio de los buenos, dado que esos señores sólo iban a Bankia a ser buenas personas y hacer cosas sin ninguna responsabilidad, cosa que parece que iba a ser sí o sí.

    Ah, pero claro, los únicos responsables y culpables son los ciudadanos de los países europeos. Son los únicos para los que eso que se repite tanto en esta página (“la gente funciona por incentivos”) no funciona del todo bien, y son los únicos que sí pueden ser malos o culpables. Bueno, puede que los partidos políticos también, pero sólo cuando no son “kamikazes” (debe ser que en Grecia o España no lo han sido). También los sindicatos de vez en cuando. Y ya. Para todos los demás, falta de responsabilidad, ausencia de culpa y merecidos premios, más allá de los resultados.

    Un mundo loco y perroflauta éste, sí. Rarísimo que los políticos europeos no sean “kamikazes”.

    • PaulJBis dice:

      +100000.

      O, por decirlo en otras palabras: a mí me gusta tanto reírme de los perroflautas del 15M como a cualquier otro, y algunas de sus ocurrencias son francamente risibles, pero… ¿me equivoco, o la comisión de biodanzas de Sol no fue la que diseñó la moneda única?

  7. […] estado siguiendo el debate entre Berta y Roger sobre los roles de la política y la economía en la crisis europea, y al final no me he podido […]

  8. […] monetaria común, es probable que la recuperación económica hubiese comenzado mucho antes. Ahora nos enfrentamos a retos similares. Entre otras cosas, Alemania y el resto de países del norte de Europa deben ser conscientes de que […]

  9. […] tècniques tenen conseqüències polítiques, i que aquest fet s’estava passant per alt. A Politikon i a A little improbable també feien al respecte reflexions interessants, i el Cercle […]

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