Política

¿Es la democracia un fin o un medio?

28 Mar, 2012 - - @jorgesmiguel

Escribo esta entrada por el revuelo que han provocado en Twitter unas palabras de Alberto Garzón, el joven diputado de Izquierda Unida. No tengo que decir que mis convicciones, mi visión de la ciencia y  mi idea de sociedad, y probablemente los medios para llegar a ella, están en las antípodas de los de Garzón, pero creo que en esta ocasión se ha limitado a verbalizar algo en lo que casi todo el mundo coincide, aunque no lo reconozca así o no repare en ello siquiera. Y que el escándalo con que se ha recibido su tuit está de más. Aclaro, por si hace falta, que este es un tema complejísimo y que este post sólo intenta plantear el problema y sentar las bases para el debate y una especulación informada.

Para empezar, necesitaríamos una definición operativa de democracia, algo que no está claro que consigamos. ¿Hablamos de las democracias liberales realmente existentes, de democracia directa, de las extintas «democracias populares», de «democracia orgánica», de asambleísmo…? Bien, con objeto de acotar la discusión y llegar a alguna parte, demos por hecho que hablamos de sistemas donde el ciudadano vota regularmente la composición de ejecutivo y/o legislativo, con una aceptable separación de poderes y una serie de garantías jurídicas, y donde se reconocen libertades fundamentales como las de expresión y reunión. Con estas premisas, no debería sernos difícil distinguir tipos generales de regímenes más y menos democráticos. Por ejemplo, sería complicado decir si es más democrática una república presidencialista como EEUU o Francia o un régimen parlamentario como el español, o elegir entre éste y el alemán; pero sin duda todos estaríamos de acuerdo en que cualquiera de ellos es más democrático que la España de Franco, la China actual o una monarquía del Golfo Pérsico.

Bien, armados con esta definición provisional y utilitaria, hagamos un sencillo experimento mental: ¿preferiría ud. ser un ciudadano medio en Singapur o en Argentina? ¿En Qatar o en Ghana? Es más, si queremos un medida estandarizada y convencional, tomemos el Democracy Index que produce cada año el Economist. Animo al lector a que juegue con él y haga sus propios experimentos. Un dato curioso para la reflexión: en los años 70 y 80, pese a tener un régimen de apartheid, Sudáfrica era un receptor neto de inmigración, y algo similar podríamos decir de las monarquías petroleras hoy. En realidad, podríamos hablar de la inmigración en general: marcharse a otro país implica en la mayoría de los casos perder todos o gran parte de los derechos políticos en el nuevo lugar de residencia durante años o el resto de la vida. Sin embargo, cada año millones de personas sacrifican su capacidad de participar políticamente a la perspectiva de llevar una vida mejor. Y creo que ahí esta la clave.

Bien es cierto que nuestra idea corriente de democracia mezcla tanto aspectos puramente políticos como otros más personales, pero tendemos a sobreestimar un tanto el valor que la participación política tiene para nuestra felicidad y nuestra realización como individuos. La percepción del control que ejercemos sobre la política influye en nuestra felicidad, pero también queremos, en términos generales, autonomía personal, la realización a través del trabajo remunerado, la percepción de que controlamos nuestra vida y de que esta es segura y previsible (en el sentido de estar a salvo de la arbitrariedad), y libertad positiva o capacidad -las capabilities de las que habla Amartya Sen- de hacer cosas con ella. Y cosas más pedestres, como trabajar cerca de donde vivimos. Allí donde el control sobre la política y la realización y el confort personales parecen entrar en conflicto, no es raro que prevalezcan los segundos.

La confusión entre la capacidad de participar en decisiones políticas y la capacidad de decidir sobre nuestra propia vida, dos cosas que no son en absoluto equivalentes, es uno de los motivos por los que ante crisis fundamentalmente económicas o de expectativas se escuchan demandas democratizadoras; lo que puede tener sentido en regímenes donde el poder y los recursos están en manos de oligarquías y las libertades civiles brillan por su ausencia, y bastante menos en democracias liberales donde la mayor parte de las nuevas esferas de decisión que se reclaman son de carácter burocrático-técnico.

Pensemos en un ejemplo extremo. En una democracia liberal moderna, como sabemos, la capacidad real de cada ciudadano de influir políticamente mediante el voto -es decir, el mínimo común a todos- es ínfima. Por supuesto, existen otros cauces de participación dentro de la sociedad civil, libertades de asociación, reunión, expresión, etc, pero la cuota que corresponde a fin de cuentas al ciudadano medio en las decisiones y el control políticos es infinitesimal. Ahora tomemos una sociedad tribal sin Estado, una «sociedad contra el Estado» de las que hablaba Pierre Clastres: una comunidad pequeña y fuertemente igualitaria cuyas costumbres y tradiciones se enfocan a evitar la acumulación de poder por los líderes. Es evidente que cualquier miembro de pleno derecho de una de estas sociedades tiene más voz en los asuntos de su comunidad que cualquiera de nosotros no ya en el Estado, sino en un pequeño ayuntamiento. Sin embargo, creo no arriesgarme mucho si aventuro que muy pocos de nosotros se cambiarían por un guerrero guayaki.

Y persiste el hecho histórico y antropológico fundamental de que en algún momento las sociedad tribales igualitarias dieron lugar a Estados, lo que no pudo suceder sin algún grado de connivencia por parte de quienes aceptaron la dominación. Otro tanto para el proceso de feudalización sucedido en la Antigüedad Tardía, cuando centenares de miles o millones de hombres libres se pusieron bajo la protección de señores para terminar adscritos a la tierra. Y si el experimento con la tribu le parece al lector demasiado alejado de su realidad, hagamos la comparación entre un ciudadano de pleno derecho en la Atenas de Pericles -la real e histórica, no la mítica- y uno de la España de hoy, o incluso de la de los años 60. Creo que el ateniense sigue perdiendo para la mayoría de nosotros.

Ya el fundador de la política moderna -con permiso de Maquiavelo-, Hobbes, supo ver la naturaleza de la sociedad política o el estado como esa ficción necesaria, esa mekhané, en la que cada súbdito sacrifica su libertad para protegerse de la arbitrariedad y la pobreza. En cualquier caso, y valga esta advertencia para cerrar el post, es saludable tomar tanto las aspiraciones de control político como de autonomía y realización personales cum grano salis en términos históricos y culturales porque, hasta donde sabemos, no son universales ni inmutables.


29 comentarios

  1. polkillas dice:

    No veo que los dos conceptos sean antitéticos. La democracia es un medio de organizar la sociedad -o cambiarla- y un fin cuando no existe o está corrompida.
    «Y persiste el hecho histórico y antropológico fundamental de que en algún momento las sociedad tribales igualitarias dieron lugar a Estados, lo que no pudo suceder sin algún grado de connivencia por parte de quienes aceptaron la dominación.»
    A lo mejor estoy simplificando, pero seguro que a golpe de garrote/lanza/’gladius’ es más fácil aceptar la dominación. La misma palabra lo dice, ¿no?
    Pero quizás el problema es que hay dos niveles en el debate: el técnico (yo creo que la democracia garantiza la mayor cantidad de bienestar para los ciudadanos, pero soy filólogo) y el ético (a mí no me cabe la menor duda de que la democracia es el mejor sistema posible).
    Como decía Roger en un tuit, hay que perfeccionarla y actualizarla. No ahora, constantemente.

    • Jorge San Miguel dice:

      «seguro que a golpe de garrote/lanza/’gladius’ es más fácil aceptar la dominación»

      Eso explica muchas cosas, sin duda, pero no el paso originario de lo que Harris llama el «umbral del estado». El momento en que un sociedad tribal igualitaria se convierte en una jefatura y la jefatura se transforma en un Estado. Ese paso no es posible sin una aceptación generalizada.

  2. Carlos dice:

    Yo creo que te metes en un jardín: primero, porque la ciencia política actual no ha conseguido dar con una única definición satisfactoria de la democracia. Y nuestra democracia actual tal vez deba más a la interpretación de los federalistas de EEUU de la República romana que a las teorías de Hobbes o al modelo ateniense. Desde mi punto de vista (y no soy el único) Maquiavelo fue más un inteligente observador de las políticas de su tiempo que un teórico.
    Una democracia moderna está basada en tantos pilares (que todas no comparten), que es muy difícil siquiera hacer un sistema de puntos para clasificarlas.
    Una democracia ha de contar con elecciones competitivas, seguridad jurídica, igualdad ante la ley, libertad de información, distintos derechos y libertades individuales considerados como fundamentales… tantas y diferentes cosas, que es más fácil ponerse de acuerdo en lo que NO es una democracia, que en lo que sí que es.
    Además, la democracia como medio no es una idea especialmente democrática. Entre otras cosas, porque todo régimen democrático aspira a parecerse a un ideal, más o menos consensuado, e incluye en sus mecanismos diferentes vías de perfeccionamiento y cambio de sí mismo. Es posible aspirar a más democracia o a mejor democracia, pero me resulta complicado pensar en la democracia como paso intermedio para… ¿qué?
    Obviamente, parece que Garzón liga democracia con «régimen burgués» y capitalismo, de ahí que la vea como un ideal intermedio a otra cosa, tal y como hacía el PCE en los últimos años de la II República.
    Y, por último, en las crisis económicas, no todas las decisiones son técnicas. Como no me canso de repetir: la política exige posiciones éticas ante decisiones técnicamente equivalentes. Puede salirse de la crisis de manera más o menos redistributiva. Y eso es una decisión política, por ejemplo.

    • cives dice:

      Las discusiones tipológicas solo son fértiles en derecho y en contabilidad.

      • Carlos dice:

        Tienes toda la razón. A lo mejor se está confundiendo política con derecho y economía con contabilidad

    • Jorge San Miguel dice:

      Creo una de las primeras cosas que digo en el post es precisamente que es muy complicado acordar una definición de democracia. A partir de ahí, ya se hace cuesta arriba pensar que sea un fin en sí mismo algo que ni siquiera sabemos bien qué es y que, en todo caso, tiene tantas facetas.

      Cuando hablo de la democracia como medio, yo -y creo que Garzón también- no me refiero a un medio para llegar a otro sistema político más perfecto o distinto, sino un medio para producir ciertos bienes que son los que en realidad se valoran por sí mismos: seguridad, prosperidad, autonomía personal y también, claro, participación y control sobre los asuntos políticos. Y que también se producen, en distinta proporción, en otros regímenes políticos.

      • Carlos dice:

        Según tu propio comentario no es un medio, sino un régimen, dado que se trata de entorno un estable que «produce» derechos y no de un paso intermedio hacia otras cosas.
        Y con respecto al comentario de Garzón, los marxistas y comunistas modernos llevan ya unos cien años hablando de participar en la democracia como paso intermedio a los diferentes pasos evolutivos a los que aspiran, ya sean éstos la dictadura del proletariado o el «auténtico régimen socialista» (TM).
        Con respecto a las facetas de la democracia y que ésta sea un fin en sí mismo, hay dos vertientes de ello:
        La de la Ciencia Política, que trata de definir lo que es una democracia existente de manera formal.
        Y la de la Filosfía Política, que enuncia diferentes tipos de democracia ideal.
        Obviamente, nuestras democracias tienen una parte formal muy importante, pero se constituyeron con una parte material aún más importante, que es el ideal al que aspira cada una de ellas. Desde la «felicidad» de la Constitución de EEUU al «perfeccionamiento de la libertades» de la nuestra.

        • Jorge San Miguel dice:

          «no es un medio, sino un régimen»

          No entiendo la distinción. Sí, claro: es un régimen, y en tanto régimen, un medio para producir ciertos bienes, que son los fines.

          Y cosa distinta es que la Filosofía o la Teoría política formulen modelos ideales, heurísticos, etc, a que esos modelos sean fines reales en sí mismos. Siguen siendo medios para producir otro fin. Por ejemplo, en el caso de Rawls, la justicia. O en el de Hobbes, la seguridad.

          • Carlos dice:

            Y dale con Hobbes. Hobbes era más un teórico del absolutismo que de los regímenes democráticos. Otra cosa es que dentro de su obra haya elementos que puedan aprovecharse para otras teorías. De la misma manera que el marxismo no es teoría de Hegel, sino otra cosa.
            Y en Política y Ciencia Política los términos no son inocentes. Si la democracia es un régimen, implica la permanencia de ese sistema político. Si es un «medio», es un estado temporal que se instrumentaliza para lograr otra cosa.
            Los ideales políticos democráticos tienen a la democracia y a su perfeccionamiento como centro de todas las cosas. Por eso hay una socialdemocracia (frente al comunismo), una democracia cristiana (frente a las teocracias) y una democracia liberal (frente a las dictaduras corporativistas)

          • Ignatius dice:

            Jorge, Rawls ha cambiado de opinión sobre este tema. En Justice as Fairness (que a pesar de publicarse en 2001 son sus notas de clase de los 80) aún decía que los derechos políticos tenían un valor meramente instrumental. Pero a partir de LP y el debate con Habermas en el J. of Phil ya dice que de eso nada, que tienen valor intrínseco y no mayor que los otros derechos incluídos en el 1º ppio de la teoría.

  3. Zhurrer dice:

    En verdad yo no creo que hubiese tanto revuelo en Twitter. Garzón dijo algo muy lógico y muy sensato, que la democracia es un medio para conseguir ciertas cosas. Para él pueden ser bienestar social, redistribución de la riqueza, etc, y para JR Rallo pues otras distintas. Nada sorprendente ni idignante.

    El problema fue que Senserrich sobrereaccionó de forma un tanto estúpida, intentó ridiculizar a Garzón (muy marca de la casa eso por cierto) y después, cuando se dio cuenta de que estaba derrapando, no supo como arreglarlo. Le pudieron los prejuicios.

    • Ian Hazlitt dice:

      Vamos a ver. Dijo que la democracia era un medio, frase que yo suscribiría, tomándola en el sentido de Jorge San Miguel, pero él no la dijo en ese sentido. Al rato (creo que un poco antes, en realidad) puso literalmente:

      «Lo repito. El propósito de IU es superar el sistema económico capitalista. El juego parlamentario es un instrumento al servicio de ese fin.»

      https://twitter.com/#!/agarzon/status/184693574397472769

      Quien quiera entender que entienda, y quien no, que hable de Pericles.

      • Zhurrer dice:

        Garzón dijo literalmente:

        «La democracia no es un fin sino un medio».

        A lo que Senserrich respondió con #facepalms y algunas otras desconsideraciones más.

        A continuación, Garzón continuó:

        «La democracia es un mecanismo para tomar decisiones con las que lograr fines: riqueza, igualdad, etc. Es un medio obvio.»

        La pregunta es, qué problema tienes tu con esas frases, o con que un comunista diga que quiere superar el sistema capitalista.

        Las frases de Garzón son lógicas y sensatas, y su posición respecto al capitalismo coherente con su militancia política.

  4. Jorge San Miguel dice:

    Carlos:

    Hobbes es el teórico más importante del Estado moderno, y el primero que parte de unos presupuestos asimilables al individualismo metodológico de las cc sociales modernas. Si cambias «Soberano» por «Nación» o «Pueblo soberano» verás que no hay muchas diferencias. Pero nos estamos apartando del tema. Que algo sea un medio no significa necesariamente que sea temporal o desechable; significa ni más ni menos que no es un fin en sí mismo, sino algo instrumental que utilizamos para producir, insisto, una serie de bienes que sí son los fines verdaderos.

    • Carlos dice:

      Y yo vuelvo a lo de antes: al igual que Roger creo que Garzón hablaba de una eventual «superación» del régimen actual.
      Y sí, Hobbes tenía pánico a las democracias. Igual que Platón, creía que eran regímenes desordenados que se especializaban en ejecutar a sus mejores hombres

      • Jorge San Miguel dice:

        Hombre, me hace gracia lo del «pánico a las democracias» y que me hables de los Federalists. Pánico a la democracia y al gobierno de la mayoría tenía Madison. O hasta Sieyes, y en general casi todos los teóricos del S. XVIII que tuvieron algún papel en el establecimiento de las repúblicas modernas. Y con buenos motivos.

        • Carlos dice:

          Cierto. Porque faltaban por añadirse los matices republicanos de los federalistas. Aún deberíamos estar dando gracias a lo que hicieron los revolucionarios yanquis

        • Dudoso dice:

          Corrígeme si me equivoco, pero es que ellos no sabían lo que estaban haciendo, es decir, no estaban teorizando sobre el estado, sencillamente hacen el suyo propio y le llaman república porque no quieren la única democracia que se conoce hasta el momento: la directa, la griega…por lo que yo se, solo Hamilton acierta al nombrar a la nueva república como democracia representativa.

      • Francisco dice:

        Estoy contigo,

        Garzon habla de superar el regimen actual (por otro) y de cambiar el modelo económico «capitalista» por otro.

        Luego para no tener que decir cual es su propuesta, y como sus fans ya saben cual es y no lo necesita recula.

        Desde su atalaya de coherencia.

  5. guition dice:

    Con respecto a la democracia como medio, creo que habría que diferenciar:
    1. La democracia como medio funcional para conseguir unos objetivos unánimes.
    2. La democracia como medio para pasar a otro régimen.

    En el primer caso la democracia es la invariante (aunque en proceso de mejora) que posibilita la consecución de fines como el bienestar, etc. En el segundo caso, sin embargo, es un estado de transición hacia otras condiciones de organización política.

    Conociendo la historia de las diferentes ideologías marxistas, lo de Garzón sonaba un poco a lo segundo, o al menos podía ser interpretado de esa manera. Lo de «juego parlamentario» le daba cierto tono de desprecio. Esa era al menos, la impresión que me causaba.

  6. asmodeus dice:

    Al respecto, una vez escuché de un conocido una frase que me gustó bastante, era algo así como:
    «¿Cómo puede ser bueno un sistema en el que la opinión de Judas vale lo mismo que la de Jesús?»
    (Quien la dijo, por cierto, era un demócrata convencido, y ateo para más señas).

  7. Vellana dice:

    No, la democracia no es un medio para un fin, sino un fin en sí mismo. Y por una razón muy sencilla. Si una sociedad decide democráticamente un fin que excluya la democracia, en el momento en que se consiga no se puede saber si esa sociedad sigue queriendo o no ese fin, es decir, deja de haber fin conocido. Si los islamistas consiguen cargarse la «democracia» en, pongamos, Túnez, no sabemos si dentro de 4 años y vistos los resultados del gobierno de esos islamistas, los tunecinos siguen teniendo por objetivos vivir bajo la sharia; es decir, ya no sabemos el objetivo de esa sociedad. Y tampoco es válido decir que hay una serie de objetivos universales, como determinado nivel de vida, seguridad, etc. porque es falso.
    Es decir, que sólo es un medio para un fin que incluya la democracia, es decir, es un medio para algo y para mantenerse, o sea un fin en sí misma.

    El que haya regírmenes dictatoriales que tengan cierto predicamento entre sectores de una democracia tiene una sencilla solución: la lucha de los demócratas contra esos filodictadores, en este caso los garzones de turno.

    Un saludo.

  8. […] La perspectiva de Jorge San Miguel es útil y fructífera: la democracia es un medio para obtener ciertos bienes que, estos últimos, son los fines reales.  La democracia como sistema de producción de bienes sociales. La trampa de San Miguel es abstraer fines y medios dando a entender que hay múltiples medios para alcanzar cualquier fin. Y la democracia sólo es uno, quizá el más eficaz, de entre esos medios. Pero eso no tiene porque ser así. […]

  9. Ignatius dice:

    Muy interesante Jorge, aunque no termino de ver dónde está el problema…

    La cuestión no es si la democracia es un medio o no. Claro que es un medio, y los ciudadanos obviamente valoran las instituciones políticas en base a sus resultados, p.e. http://blogs.elpais.com/.a/6a00d8341bfb1653ef0162fc132132970d-800wi

    La cuestión es si SÓLO es un medio, o TAMBIÉN un fin en sí mismo. La mayoría de la gente cree que es ambas cosas, y no sólo en democracias consolidadas, p.e. http://bit.ly/GYKLkX ó http://www.socsci.uci.edu/~rdalton/archive/jod07.pdf

    Y eso es lo que dices tú tmabién, no? Ahora, la cuestión es el peso que atribuyen los ciudadanos a una y otra dimensión cuando surgen trade-offs como los que presentas en el 2º párrafo (para ti, mucho a los resultados, poco al valor intrínseco). Yo diría que la atribución de valor intrínseco es en gran medida una función del grado de desacuerdo, de manera que sobre aquellos objetivos sobre las que hay acuerdo y/o se ven como técnicos, la gente valora las instituciones políticas por su capacidad para alcanzarlos de manera eficiente. Mientra que, sobre aquellas cuestiones más controvertidas sobre las que la gente está a tortas y/o no son tan técnicas, la gente lo que quiere es un procedimiento imparcial que incluya todas las opiniones en pie de igualdad (democrático, vaya).

    Esto es importante a la hora de decidir qué cuestiones pueden ser diferidas a instituciones contramayoritarias (consejos fiscales o TCs) y cómo han de ser formuladas (mandatos claros, constituciones de detalle) sin menoscabo de su legitimidad percibida.

    • Jorge San Miguel dice:

      Estando de acuerdo en parte con tu comentario, creo que deberíamos dejar bien clara la distinción entre declaraciones emic y preferencias reveladas mediante comportamientos; en el post me he centrado en lo segundo.

  10. claudio dice:

    Un par de frases, citadas (y por ello, probablemnete distorsionadas) de memoria.

    Pierre Manent: A la democracia hay que amarla, pero no demasiado.

    John K. Galbraith: En una democracia, una persona inteligente vive en un estado permamente de pavor.

  11. Aurora dice:

    Pensaba dejar un comentario, pero se me ha ido de las manos y me ha salido un post. La democracia como medio: http://elblogdemilitera.blogspot.com.es/2012/03/la-democracia-como-fin.html

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