Existe una cantidad considerable de literatura en ciencia política –que se ha puesto especialmente de moda con el tema de la crisis económica- que suele afirmar que una serie de organizaciones (bancos centrales, cumbres intergubernamentales o la judicatura) donde se toman decisiones no son “democráticas”. La razón más o menos explícita que se suele aducir es que no son elegidas “democráticamente” o no tienen suficiente “accountability” y que esto es automáticamente algo “malo”. Personalmente, se trata de un conjunto de argumentos que me provocan cierta perplejidad, en la medida en que a menudo suelen estar sostenidos por gente a la que considero muy inteligente, pero en los que yo veo un conjunto de errores extremadamente básicos. En esta serie voy a intentar repasar algunos de estos aspectos.

Empecemos por la segunda parte: que la democracia es “mejor”. Cuando uno cava un poco en esta literatura, suele toparse con la teoría de la elección social y con las discusiones sobre cómo las reglas de votación permiten agregar preferencias. En algún momento se suele invocar el “Teorema de May”, que viene a establecer que las reglas de decisión democráticas (es decir, la mayoría simple) son la mejor regla para agregar preferencias. El problema –conocido- con esta literatura es que es generalmente “institution free” y sólo tiene sentido para hablar de sistemas de democracia directa. Generalmente, tiendo a pensar que la teoría de la elección social es a la ciencia política lo que la teoría del equilibrio general a la macro: una fuente de intuiciones interesantes, una aproximación razonable a nivel abstracto, pero en cualquier caso algo que uno debe ver cierta distancia crítica. En la práctica, tenemos sistemas con delegación, información imperfecta y elecciones competitivas, y las decisiones no resultan del voto directo de los ciudadanos, sino de un equilibrio complejo de instituciones y agentes que interactúan al que llamamos “democracia”. En este sentido, la relevancia del Teorema de May para entender porqué nuestra democracia funciona razonablemente bien (o por qué unas democracias funcionan mejor que otras) me parece personalmente dudosa y en ningún caso suficiente.

La idea anterior tendría visos de aceptabilidad si la noción de lo que es una democracia no fuera en sí misma controvertida. Ya hemos aceptado que no se trata de un sistema de democracia directa, ni siquiera de un sistema donde siempre se hace lo que desea la opinión pública (porque esto implicaría que ningún país del mundo sería realmente una democracia), sino un conjunto de instituciones en el que el voto es un input más, entre muchos otros. Mi sensación es que esto es bastante demoledor para todo el “democracy talk” que se suele manejar, porque implica que las soluciones democráticas no son únicas. Pensemos en los sistemas electorales. Uno puede argumentar largo y tendido sobre “qué sistema electoral es más democrático”, pero en última instancia hay una buena familia de sistemas que aceptamos como democráticos y, sin embargo, sus resultados no convergen. Esto no es lo único: otras muchas instituciones (como la regulación de la prensa) o factores (la distribución del “capital político”) son cruciales a la hora de entender el equilibrio político. Aparentemente, sin embargo, “la teoría de la democracia” es únicamente una teoría que sirve para estudiar instituciones políticas en un sentido demasiado estricto, dejando fuera del análisis muchos otros factores que impactan decisivamente sobre el proceso político.

Para sortear los obstáculos que planteaba esta idea, los politólogos empezaron a usar el término “democracia liberal” -un régimen caracterizado no solo porque la gente vota, sino por un conjunto de instituciones jurídicas y políticas que lo apoyan; idea que intenta capturar el tipo de democracias que observamos en el mundo real. Según esta idea se trata entonces de aceptar que existen muchos regímenes, con fronteras borrosas, pero que son todas más o menos igualmente democráticos. La idea de empezar a ver esto como un continuo y no como una categoría claramente definida tiene mucho sentido. Me parece una aproximación razonable, aunque como explican un par de politólogos  en un libro que estoy leyendo, la diferencia entre una democracia y una dictadura a la hora de estudiarlas es más una de grado: se trata de ver quién es relevante a la hora de tomar decisiones y con quién hay que contar. Esto es algo parecido a la terminología que usa Robert Dahl con el término de “Poliarquía” en función de si participan muchos o pocos agentes en el sistema y en qué medida. En un extremo tenemos a una autocracia unipersonal, en el otro una democracia idílica, y en medio un continuo de regímenes que son los únicos que existen en realidad. Es aceptable hacer un corte en algún punto de ese continuo y hablar de “democracia” y “dictadura, igual que uno hace un corte en las películas para distinguir la pornografía, el erotismo y el cine convencional; pero se trata de una diferencia de grado, no algo sobre lo que puedan asentarse conclusiones normativas fuertes. Esta visión, más pragmática, que ha adoptado la gente más motivada por hacer ciencia que por tener algo con lo que predicar desde el púlpito tiene, en mi opinión, mucho sentido.

Es cierto que luego existe una buena cantidad de literatura sobre “The quality of democracy”. Aquí, en mi opinión, empezamos a llegar al meollo del asunto. La principal razón por la que creo que la democracia es un sistema fantástico de gobierno es porque funciona relativamente bien: nos permite echar a los inútiles del gobierno sin que haya una guerra civil, y seleccionar líderes con incentivos razonablemente alineados con los de sus representados. Esto es así gracias a que la gente vota, pero también a muchos otros factores, como la existencia de instituciones que limiten el poder, contrapesos y una infraestructura económica que lo apoye. Vivir en Occidente es obviamente mejor para casi todo el mundo que hacerlo en una autocracia. Pienso que puede tener sentido evaluar la “calidad de la democracia”, si este es un factor con el que uno puede explicar otras cosas –como la paz, la gobernabilidad, la prosperidad económica, el respeto de los derechos individuales- y esas cosas son en última instancia deseables. En cambio, creo que es un ejercicio de sofistería considerar que “más democracia” es algo intrínsecamente deseable. ¿Existe algún argumento racional o intuitivo de lo que está bien o mal en un régimen? Mi sensación es que el “democratismo”, cuando es un juicio de valor puro (es decir, un juicio de valor donde no median juicios de hecho), es una filosofía política mala, muy mala, que no debería ser tomada en serio

Hay un último aspecto interesante: la idea de que la democracia es una fuente de legitimidad. El argumento es como sigue. A) La gente, de forma equivocada o acertada, da un valor intrínseco al hecho de votar, a la percepción de que algo es democrático. B.1) El apoyo de la gente hacia un determinado sistema depende de si lo percibe o no como legítimo. B.2) La gente percibe que su libertad se encuentra menos erosionada cuando las decisiones vienen de un gobierno que considera como democrático. C) Por tanto, la legitimidad y la democracia son algo deseable per se. Es una visión que tiene algo de sentido. Al fin y al cabo, un sistema que no sea percibido como legítimo tiene pocos visos de ser aceptado. Pero esto en cualquier caso relativiza sustancialmente la defensa de la democracia. Es más, si hemos aceptado la idea de que el “democratismo” es una mala filosofía política, entonces el recurso al sistema democrático sólo se puede justificar desde un punto de vista Realpolitik y, en cualquier caso, debería ponerse en la balanza contra otras variables. Armados con este background, en el siguiente post vamos a hablar del déficit democrático de la Unión Europea.


24 comentarios

  1. naiara dice:

    Esto es una duda técnica, nomás :)) Si quiero citar, por ejemplo, este post en un trabajo para la Universidad 1. ¿Puedo hacerlo? 2. ¿Cómo debería hacerlo? Por lo demás, enhorabuena.

  2. La Motta dice:

    Todo lo que subyace a tu opinión, al igual que todo lo subyacente a la promoción de instituciones u órganos alejados de la esfera de control democrático, es creer que la gente no está capacitada para entender razonamientos y decisiones que se han dado en llamar ‘técnicas’ o ‘tecnocráticas’.

    No sólo late que Mr. Cives es capaz de entender la complejidad de tales esferas (sin acritud), sino que además deja entrever que la democracia y sus efectos podrían ponerse en duda si se tuviera constancia empírica de que un modelo no democrático tuviera mejores resultados que aquéllos otorgados bajo techo democrático.

    Déjenme preguntar: ¿a qué se le tiene miedo si entra en juego una profundización de la ‘accountability’ horizontal? Pero sobre todo ¿cómo puede ser uno partícipe de un entroncamiento de poder tecnocrático, cuando el relato de la actual crisis está dejando constancia de que el control político podría haber corregido los desfases y negligencias de Mr. MAFO o los sabios de Frankfurt?

    Quizá la respuesta deje entrever que lo que se pone en jaque no es el miedo a que los representantes cambien más a menudo de silla, sino el miedo a que las relaciones y connivencias de élites puedan tener claras cortapisas. ¿No será que pretendemos perpetuar relaciones asimétricas de poder antes que hacer el esfuerzo pedagógico de explicar a los ciudadanos, aquéllos para los que gobernamos?

  3. Alatriste dice:

    «deja entrever que la democracia y sus efectos podrían ponerse en duda si se tuviera constancia empírica de que un modelo no democrático tuviera mejores resultados que aquéllos otorgados bajo techo democrático.»

    Cives no sé, pero yo sí. Si hubiera constancia empírica de que los superordenadores Multivac, los reptilianos, los invasores thorbod, la nomenclatura de Pekín o los gnomos de Zurich producen «mejores resultados» (entendiendo como tales «la paz, la gobernabilidad, la prosperidad económica, el respeto de los derechos individuales», en frase de Cives) ¿Con qué derecho nos negaríamos a aceptar la evidencia?

    Lo que dice Cives me parece de cajón. Por ejemplo, ahí está Rusia ¿Es una democracia? Ufff… ¿Es una dictadura? Otra vez uffff….

  4. El Burgués dice:

    Este post tiene MUUUCHO jugo. Intentaré escribir algo más tarde; pero siempre me gustó poco Dahl. Lo veo bastante anticuado y desfasado para los paradigmas actuales y lo que estamos viendo estos días.

    Como pregunta preliminar, ¿qué opinión tienes de Lijphart?

    • cives dice:

      Lo conozco de forma superficial. ¿Es el de las sociedades divididas, el consocionalismo y todo eso, no?

      En realidad, un título alternativo para este post es «Inconsistencias, perplejidad y preguntas sin responder: La teoría de la democracia vista por un consecuencialista»; no pretendo conocer a fondo todo lo que se ha escrito, tendré entre 2000 y 4500 páginas (dependiendo de si estimas que lo que sé sobre filosofía política cuenta o no) de lectura sobre el tema.

  5. MuGaR dice:

    La UE no puede ser clasificada en una tipología que atañe exclusivamente a Estados. No puede tener «deficits» democráticos (espero ansioso la explicación de esa expresión propia del fundamentalismo democrático que se critica en el post, prescisamente) porque no puede ser una democracia.

    • cives dice:

      Digamos que tienes razón y existiera una división taxonómica nítida, clara, entre los Estados y las entidades no Estatales; el adjetivo democrático es algo que se puede aplicar no solo a instituciones, sino (yo diría que sobre todo) a procesos de decisión. La UE toma decisiones.

      De todas formas, y esto es una advertencia general, es un poco exasperante que os salgáis del tema del post sistemáticamente y bases un comentario de cuatro líneas en una frase del final del post que anuncia un post que todavía no he publicado.

      • MuGaR dice:

        Si no comento el resto del post es porque, más o menos, estoy de acuerdo con las conclusiones (que no con la forma de llegar a ellas).

        Lo que no puedo aceptar es que hablemos de de la misma idea de democracia cuando nos referimos a la forma de elegir destino de un viaje de estudios, o de llegar a acuerdos en una comunidad de vecinos, o cuando hablamos del sistema político que rige en un Estado.

        Y en realidad habría tanto que discutir que tiene poco sentido desgranar todas las objeciones que tengo, por eso prefiero centrarme en una idea que implicitamente contiene una crítica muy potente a otros de tus argumentos (no sólo de este post, entiende que tomo tus posts como un continuo xD)

    • La Motta dice:

      El Parlamento Europeo representa a los ciudadanos y tiene la función colegisladora, junto con el Consejo y tras iniciativa de la Comisión. Sumémosle a ello que el Consejo representa el interés intergubernamental y que la Comisión, como órgano colegiado, recibe el necesario apoyo de Consejo y Parlamento Europeo para poder salir adelante. Existe democracia en la UE, tanto directa como indirecta, y la proyección ciudadana tiene un impacto (por lejano que sea) en la actuación legislativa y ejecutiva de la UE. Es decir, existe un reparto funcional/competencial de índole democrático, aunque no sea simbiótico con un reparto orgánico.

      Otro debate bien distinto es que, a tenor de la experiencia democrática de los Estados Miembros, todavía quede mucho camino por recorrer. Decir que no puede existir déficit democrático porque no se da democracia es un tanto arriesgado, bajo mi punto de vista.

      http://elpais.com/elpais/2012/02/09/opinion/1328789451_739817.html

      • MuGaR dice:

        Entonces la ONU es una democracia no? reglas, votaciones, y de lejos los ciudadanos que legitiman a sus gobiernos (siquiera sea porque no los derriban).

        Tb podrías explicar ese salto cuántico que es el «interés intergubernamental»

  6. Gorgias Marat dice:

    En mi opinión además de entender el concepto de democracia como un continuo, habría también que entenderlo de manera dinámica. La idea sería que un régimen democrático varía según el momento histórico. Pongo un ejemplo de lo que digo.

    Que en EE.UU no se asegurara el voto a los ciudadanos de color hasta pasada la primera mitad del siglo XX nunca fue óbice para que alguien (sensato) pensara que EEUU no era una democracia durante todo ese tiempo. Sin embargo, si ahora dieran marcha atrás y volvieran al status quo previo a la revolución de los derechos civiles de los negros de los años 60, no podríamos seguir considerando a EE.UU como democracia.

    Cada día menos absolutos y más dependes.

    • MuGaR dice:

      Lo que viene a decirnos que el rótulo importa un carajo o sea que dame pan y llámame tonto.

      Y además, si la idea que manejas no es capaz de dar cuenta de las variaciones históricas del fenómeno o revisas tu teoría o tiras a la basura la idea.

  7. Sílvia dice:

    ¿Cúando las decisiones políticas no son un juicio de valor? Creo que me he perdido el salto argumentativo entre que la democracia es fanatástica y «más democracia» no es deseable. A qué te refieres concretamente con más democrácia?

    • cives dice:

      Existen dos tipos de juicios de valor, los juicios de valor puros y los juicios de valor no puros.

      Un conjunto juicio de valor puro es lo que puedes encontrar en la Teoría de la Justicia de Rawls o en Game Theory and the Social Contract de Ken Binmore. También lo puedes encontrar en muchas religiones. Es por ejemplo si yo digo «La igualdad de oportunidades es algo deseable». Esto no significa que no se pueda argumentar sobre ello racionalmente, significa que se trata de un argumento estrictamente normativo: o te gusta la igualdad de oportunidades o no, pero no es una afirmación que pueda ser «falsa» en el sentido empírico del término.

      Si yo digo «El Estado de Bienestar es algo deseable», normalmente, estoy queriendo decir algo como «El estado de bienestar es deseable porque fomenta la igualdad de oportunidades que es algo a su vez deseable». Esto no es un juicio de valor puro, porque en medio hay un juicio de hecho -un mecanismo causal- que puede resultar ser verdad o mentira. Es decir, en la afirmación «El Estado de Bienestar es algo deseable» están implícitos un juicio de valor puro (la igualdad de oportunidades es deseable) y un juicio de hecho (el estado de bienestar fomenta la igualdad de oportunidades)

      La diferencia entre los dos tipos de juicios es (filosóficamente) importante porque usamos procedimientos distintos para validarlos. Para los juicios de hecho usamos la ciencia y la inducción y para los juicios de valor puros la intuición moral.

      La democracia es un buen sistema de gobierno si por democracia entendemos una concepción más o menos mínima del concepto. Esto incorpora un juicio de valor (lo que yo entiendo que es una sociedad justa) y un juicio de hecho (lo que creo que produce una sociedad donde la gente vota y hay un diseño institucional coherente). Lo que estoy sugiriendo es que usar lo democrático que es un sistema como un juicio de valor puro es una muy mala filosofía política y que si, por más democrático se entiende lo que se suele entender (que suele ser un sitio dónde se vota mucho y hay pocos checks and balances a las reglas mayoritarias) entonces suele ser una mala idea.

  8. Javier Yohn dice:

    No tengo ni de lejos la formación que tienes, Cives. Que tiene la mayoría de quienes os leen. Pero cuando leo un post como éste me da la misma impresión que a La Motta. Que pensáis que la gente es tonta y es mejor que no tenga un acceso más directo a las decisiones. Como la eterna discusión sobre las listas abiertas: sólo complica la decisión al pobre ciudadano. Creo que os saltáis el tema de la legitimidad con mucha facilidad en nombre de la «practicidad», de la realpolitik. Que no es cuestión de vivir en los mundos de Yupi pero ¿no sería mejor (en términos éticos) o más deseable educar a los ciudadanos, formarles para que sean capaces de de tomar esas decisiones complejas?

    • cives dice:

      Yo estoy totalmente a favor de sistemas de gobierno mejores practicables en sociedades alternativas, y creo que la educación ciudadana (no necesariamente institucionalizada, un tema sobre el que soy agnóstico-optimista) es muy importante. Pero es importante tener en cuenta que lo que buscamos es una sociedad mejor y que la relación entre «democracia» y «mejor» no es uno a uno, por todas las razones que explicito en el post (que la democracia es un concepto mal definido; que no puede ser un fin en sí mismo, etc)

      • La Motta dice:

        ¿Qué es una democracia mejor? Cualquier intento de empirizar el progreso racional y positivo de una democracia nos va a llevar consecuciones materialistas (desde tener más dinero a tener un médico mejor preparado en el hospital de al lado de mi casa). ¿Dónde queda la percepción cualitativa del progreso y la mejoría del sistema en el que vivimos?

        ¿Es la mejoría cuantificable empíricamente sinónimo de felicidad?

        A lo mejor yo soy feliz sintiendo que tengo un freno al BCE aunque esto tenga la consecuencia de medio punto más de inflación. Por poner un ejemplo absurdo y simplista.

  9. Javier Yohn dice:

    (y cuando digo «educar» que nadie piense que yo pienso en campos de reeducación chinos)

  10. Maese Alcofribas dice:

    ¿si el superordenador Multivac llegara a la conclusión de que hay que prohibir la venta y consumo de tabaco y alcohol, si hubiese evidencia empírica de que eso daría mejores resultados en salud y gasto sanitario… nos parecería bien? ¿si llegara a la conclusión de que hay que poner cámaras de vigilancia en los hogares para reducir el maltrato de género o infantil,? ¿puede haber conflicto entre distintos “mejores resultados” como estos que comento y, por ejemplo “el respeto a los derechos individuales”? ¿existe el derecho individual a la participación política? ¿si es así, en qué se fundamenta? ¿tal vez en que los seres humanos, como entes conscientes y (supuestamente) libres (supuesto irrenunciable, por muy falso que sea en la realidad nouménica), tienen derecho a participar en las decisiones que afectarán a sus vidas? Si esto entra en contradicción con demostrados “mejores resultados” en términos agregados, ¿qué debe prevalecer?

    creo que tiene sentido establecer que el “continuo democracia” comience con “democracia mínima” (algo parecido a lo que tenemos, votar cada cuatro años), y no con no-democracia. Este sentido se fundamenta en que en el caso de no-democracia, la población que no tiene ninguna posibilidad de participación está legitimada a la revolución violenta. Supongo que no hay duda con esto. Luego habría que discutir en qué punto (o si en ninguno) del “continuo democracia” queda deslegitimada la violencia

    Dentro del “continuo democracia” comparto con Cives que más democracia no es “intrínsecamente bueno”, si con esto nos referimos a esos “mejores resultados”. Creo que esto es bastante obvio. Pero creo que centrarse en el concepto “bueno” es desenfocar en cierta medida la cuestión. Como planteo en el primer párrafo, ¿más libertad (e.g., poder hacer con mi cuerpo lo que me da la gana) es intrínsecamente bueno?

    En el último párrafo, hablas de “idea interesante” y que “tiene algo de sentido”. Sin acritud, he quedado bastante perplejo. Yo creo que esa es la clave de bóveda de toda esta discusión. ¿Cómo puede ser “acertado o equivocado” dar un valor intrínseco al hecho de votar? Votar significa participar en una decisión que afectará a la vida de la persona que vota, o al menos a sus valores personales (como en el caso del aborto). ¿Qué sentido tiene calificar el deseo de participar en dichas decisiones como acertado o equivocado? ¿el convencimiento de que yo tengo derecho a hacer con mi cuerpo lo que me de la gana puede calificarse como correcto o erróneo? ¿cuál es el criterio de corrección, de acierto o error?

    En general, estos posicionamientos relativistas (cuando no veladamente despectivos) sobre el valor que la gente da a la democracia, ¿podrían suponer un convincente fundamento teórico para aquel que piensa que, dado que la democracia no es buena per se, y de que él dispone de una ciencia económica (ciertamente no comprensible para los legos) que nos dice con bastante certeza cuales son los mejores resultados, debe dar un golpe de estado e imponer una dictadura? ¿cabe la posibilidad de que, con la mejor de las intenciones, estéis jugando con fuego, pues ya sabemos que las buenas intenciones no son en absoluto incompatibles con los malos resultados?

    Espero que no te exasperes, no es mi intención, lo digo en serio

    • cives dice:

      La posición «filosófica» -la idea de que los juicios de valor son básicamente intuiciones y no un proceso racional- que estás defendiendo se llama «intuitivismo». Está muy bien, es algo con una larga tradición y con la que yo tengo cierta simpatía.

      El problema es que, normalmente, los juicios de valor tienen que estar sistematizados para ser coherentes y completos (es decir, que te permitan evaluar distintas alternativas) y eso se lleva muy mal con la inconmensurabilidad.

      Suponiendo que exista un derecho a estar equivocado, creo que estás en tu derecho de pensar que el derecho a participar en las decisiones políticas es un derecho inalienable, igual que otras variedades de anticonsecuencialismo consideran que el derecho a la propiedad es inalienable (Locke) o que el trabajo por cuenta ajena es inmoral (algunas variedades de marxismo). Yo creo que es algo que contradice el escrutinio racional de cualquier persona razonable, lleva a paradojas insuperables (como la que señala gorgias marat más arriba) y sobre todo es una herramienta muy mala para decidir porque no permite hacer comparaciones. Mira http://www.google.com/url?q=http://kantor-blog.blogspot.com/2008/02/economa-cuantitativa-y-extremismo.html&sa=U&ei=I2VfT9zXIpGV8gPDtoDcBw&ved=0CBMQFjAA&usg=AFQjCNEslr6gGxdrUBQYbSSbsRBGQzmjJw

  11. […] Dejadme únicamente hacer un addendum: estas políticas son el resultado de un procedimiento de decisión “democrático” o, al menos, todo lo democrático que hemos conocido. Esta es, digámoslo de paso, una de las […]

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