Competición electoral & Gobernabilidad & ingeniería institucional

Las ventajas de un sistema de partidos estable

23 Feb, 2012 - - @kanciller

Bajo el lema “Honradez, Tecnología y Trabajo” Cambio 90 entró con fuerza en la escena política peruana. Instituido apenas un año antes de las presidenciales de 1990, el Presidente Alberto Fujimori consiguió el 20% de los votos en primera vuelta y derrotó al candidato opositor (Vargas Llosa) en la segunda con el 60% de apoyos.

Muchísimos votantes cambiaron sus apoyos partidarios ¿La causa de este vuelco tan mayúsculo? Según el clima popular (…) fue el hartazgo de los peruanos con la ineficiencia y corrupción de su clase política.

El Comercio

<< Hoy Alberto Fujimori cumple una sentencia de 25 años de prisión en Perú por violaciones de los Derechos Humanos>>

Cuando el otro día discutíamos sobre la rendición de cuentas de los votantes nacionalistas – una entrada que matizaré algún día – mencioné que uno de los requisitos de la accountability es la elasticidad de los votantes. Es decir, que a éstos no les importe cambiar su voto entre partidos.

Sin embargo esta asunción puede tener implicaciones para el sistema de partidos que merece la pena subrayar. Imaginad que los votantes son muy inelásticos y que se resisten a cambiar el sentido de su voto entre elecciones. En esta situación los partidos obtienen siempre lo mismos apoyos, más o menos, y lo mismo da que lo haga bien o mal, que esté en el gobierno o en la oposición.

En esta situación la volatilidad electoral es cercana a cero y la rendición de cuentas es más bien escasa. El resultado que se deriva es un sistema de partidos con una estabilidad a prueba de bomba.

Imaginaos ahora un escenario de votantes totalmente elásticos. En cada elección los votantes – potencialmente – cambian de preferencias partidistas, con lo que hay tremendas variaciones en los resultados. Incluso aparecen y desaparecen partidos de la noche a la mañana. Sí, el voto se utiliza como arma de castigo electoral, pero el sistema de partidos es muchísimo más volátil.

Esta elasticidad total trae consigo un sistema de partidos muy inestable y puede implicar consecuencias muy negativas para el funcionamiento del sistema político.

De entrada sabemos que la heurística es importante a la hora de articular las preferencias políticas y que las etiquetas partidistas son un atajo informativo útil. En España, si soy de derechas sé que mi partido es el PP y si soy de izquierdas, IU o el PSOE. Las etiquetas me ayudan a orientarme en el escenario político y reducen los costes informativos.

Sin embargo en un escenario de gran volatilidad, donde continuamente emergen nuevos partidos, es más difícil orientarse. Mainwaring y Torcal han señalado que la representación programática es más complicada en estos entornos de gran volatilidad ya que los ciudadanos pierden un recurso político valioso para entender la política.

De aquí se deriva un segundo problema, y es que la debilidad del sistema de partidos abre la puerta a que outsiders políticos puedan llegar más fácilmente al poder. La figura del caudillo fuerte “salvador-de-la-patria” es bastante recurrente en países con sistemas de partidos poco institucionalizados.

Además, en un sistema completamente volátil es mucho más complicado – por definición – introducir previsibilidad en el sistema político. Imposible saber quien ganará y si no habrá nuevos partidos en el poder tras cada elección, con lo que los propios actores pueden tener menos certezas sobre los parámetros de juego democrático.

Por lo tanto, el resultado de un sistema de partidos poco institucionalizado es que los votantes tienen más complicado participar en política y conseguir elecciones representativas, se introduce incertidumbre sobre el proceso político y se abre la puerta a outsiders y partidos anti-sistema. Hablamos de entornos de poca estabilidad que pueden afectar incluso la continuidad del régimen democrático.

Con ánimo de no quedarnos sólo en la teoría, os invito a que echemos un vistazo comparado.

He calculado la volatilidad electoral media de las últimas tres elecciones de un puñado de países. La operación es relativamente sencilla: se suma el valor absoluto del cambio en el porcentaje de votos ganados o perdidos por cada partido entre elecciones y luego se divide entre dos.

Para hacerlo más visual, he situado en el eje de las abscisas el número de años que lleva el país con un régimen democrático. He marcado con colores los tres continentes de los que he tomado los países.

Nada excesivamente sorprende para lo que se podría esperar sin hacer los cálculos. Los países de Europa Occidental – con la excepción de Italia – tienen las tasas de volatilidad electoral más baja y relativamente concentrada. Por el contrario, la distancia es mucho mayor entre países de Europa Oriental y América Latina, oscilando entre extremos más de un 30%, siendo todas democracias jóvenes.

¿No es curioso que los países que presentan mayores tasas de volatilidad electoral sean los mismos con retrocesos más significativos en libertades civiles y políticas? Allí arriba hay algunos comensales con los que no me querría sentar en ninguna mesa y, si repasamos los datos del Polity IV o Tranparency Internacional, ni yo ni mucha gente.

Por lo tanto, endogeneidad al margen, yo no desdeñaría las ventajas de tener un sistema de partidos bien institucionalizado.

Ahora bien, desde mi punto de vista, lo óptimo es cierto equilibrio. Que haya volatilidad  significa que tenemos rendición de cuentas y eso es positivo. Pero cuidado porque si hay mucha a lo mejor se nos hunde el sistema de partidos y se introducen disfuncionalidades democráticas. Y en el otro extremo, si no hay ninguna, tampoco sé que tipo de democracia es esa. Bueno, a lo mejor sí.

Por lo tanto, está bien que tengamos volatilidad electoral, que los votos vayan y vengan entre partidos. De eso se trata. Ahora bien, yo veo algunas ventajas sistémicas en el votante “zombie”, aquel que vota al mismo partido incluso aunque presente de candidato a un palo de escoba o lo haga terriblemente mal en el gobierno. Ciertas dosis de estabilidad son convenientes en una democracia electoral si, en palabras de Przeworski, deben servirnos para institucionalizar la incertidumbre.


21 comentarios

  1. OllantaHumalaTasso dice:

    Muy bueno. Yo que he vivido en Perú puedo atestiguar que el hecho de la inexistencia de partidos políticos institucionalizados, más allá de plataformas electorales personalistas genera muchísima inestabilidad y corrupción. Y eso unido al voto preferencial y a la financiación privada de partidos hace casi imposible la gobernabilidad.

  2. alter_ego dice:

    Como suelen decir por ahí, existen las pequeñas mentiras, las grandes mentiras y las estadísticas. Presentar a Latinoamérica como ejemplo de lo que puede traer un sistema de partidos «volátil» (usando la terminología del autor del post) sin hacer mención o otros muchos factores cruciales en el devenir político de cada uno de esos países invita, de entrada, a no tomar muy en serio este artículo.

    Sí, ya, democracia, pero bien acotadita por aquello del «interés general», ¿no? Anda, que sí…

  3. Maknovista dice:

    Eslovenia, ese infierno orwelliano.

  4. Maknovista dice:

    Grecia, ese paraíso de estabilidad.

  5. kanciller dice:

    #3 y #4 La referencia se hace a la volatilidad electoral media de los partidos políticos. Eso no significa que sea el único elemento, por supuesto, que pueda desestabilizar un país.

    Es más, podría haber cierta volatilidad que supusiera un realineamiento del sistema de partidos (como en España en 1982) pero, a mi juicio, lo problemático es que este realineamiento sea algo periódico. Eso sí creo que es malo para la gobernabilidad y para la propia estabilidad democrática de un país.

  6. Sergi Díaz dice:

    No me has convencido ;).

    Eslovenia, Polonia, Francia y Holanda están bastante arriba. Grecia y España muy abajo. Hay tanta variabilidad que me pregunto si realmente hay alguna correlación entre las dos variables (estabilidad del sistema de partidos y calidad de la democracia, sea lo que sea eso).

    Lo que más me aterra es cuando hablas de heurísticas, sobre todo de «etiquetas partidistas». Soy de la opinión de que hay que huir de simplificaciones y etiquetas como de la peste, que son uno de los mayores problemas de una democracia. Aborrezco el dogmatismo, ya sea religioso o ideológico, me niego a votar un candidato o partido por ser «de izquierdas» o «de derechas».
    Los atajos son muy útiles cuando tienes que tomar una decisión rápida lo cual no es el caso.

  7. jcsanzprat dice:

    Me parece bueno, me hace pensar y eso es saludable. Pero me surgen preguntas:

    1. ¿Suiza no tiene de votación directa mediante referendum sobre bastantes leyes?. esto desarma un poco tu teoría pues aunque los partidos sean estables los votantes deciden en muchos otros casos. (ojo que no es una defensa de la democracia directa)
    2. UK, democracia antigua y con mucha estabilidad. El bipartidismo parace que favorece dicha estabilidad. Al tener tanta estabilidad, el sistema da para tener un «gobierno en la sombra/oposición» en el que hay representantes definidos para cada área y ello genera debates encendidos sobre los temas, de los que se saca mucha información para votantes elásticos. A los hooligans no les interesaría solo verían la etiqueta y tan contentos. Parece que hay estabilidad pero al la vez se rinden cuentas.
    3. USA no sale en la foto, y me parece un ejemplo curioso. Siempre decís que más que partidos institucionalizados hay «plataformas» sobre las que lanzar «candidaturas». ¿Es esto una mejora? me parece que sí, pues dota al sistema de estabilidad. Parece que hay partidos institucionalizados para los votantes integristas que rechazan la información, pero a la vez genera accountability al tener que luchar los candidatos por la representación del partido y tener que proponer, debatir, vender ideas (o desarmar las del contrario) al tener que individualizarlas en su candidatura y mostrar cierta diferenciación.

  8. kanciller dice:

    #6 Tampoco estoy intentando persuadir xD. Simplemente apunto a la estabilidad del sistema de partidos a través de la volatilidad electoral. Yo no estoy ni siquiera considerando la calidad de la democracia (¡son algunos países no una teoría!) sino el propio hecho de que sea democrático o no. Un sistema de partidos que no esté institucionalizado corre serios riesgos de un retroceso autoritario, es el punto que señalo. Lo de las etiquetas partidistas como heurística es algo probado y demostrado en la literatura. Hay que asumir que para la mayoría de la gente la política es costosa y difícil de entender y las etiquetas le pueden ser útiles para articular su comportamiento político. Yo no digo que esto opere para votantes con más sofisticación y/o información política, pero hay que asumir que la mayoría (en países jóvenes democracias) no lo son.

  9. kanciller dice:

    #7 Sobre los puntos.

    1) No creo que desarme mi teoría. Tienen un sistema de partidos relativamente estables y la participación directa es un complemento decisivo. Yo no digo que lo tengan que hacer todo los partidos, sólo que un sistema de partidos es condición NECESARIA pero NO SUFICIENTE para tener una democracia estable.

    2) Sobre el punto 2 no tengo una idea clara. Supongo que la tradición del país pesa aquí tambien.

    3) EEUU no sale en la foto, es cierto, básicamente porque he seleccionado algunos casos variados pero esto no es un paper ni un capítulo de libro. Lo que tu planteas, en términos de accountability pero ojo porque allí pesa más la identidad partidista que la identificación ideológica, y no tiene un peso deseñable. Pero luego, como heurístico, ahí juega más el componente del candidato. Diferentes atajos en diferentes sistemas.

  10. Sergi Díaz dice:

    1) Tampoco he dicho que las etiquetas como heurística no existan, sería absurdo hacerlo. Es sólo que me parece que es algo que deberíamos a empezar a superar de una vez.
    Me he ido un poco por la tangente ahí, lo sé, es una obsesión personal.

    2) Se puede ver de otra forma. Cuando se introduce inestabilidad en un país, por la razón que sea, ésta se contagia. No es difícil imaginar que también acaba significando mayor volatilidad electoral. Un partido como PxC se alimenta de una crisis económica, por ejemplo. Causa y efecto no están nada claros.

  11. kanciller dice:

    “Endogeneidad al margen” Pues eso, que el proximo dia encasqueto unas cuantas regresiones xD. Pero si, lo que apuntas tiene perfecta logica.

  12. T_Memeli dice:

    Desde Eslovenia. Maknovista, me podrías explicar cuál es el problema de Eslovenia?

  13. Sergi Díaz dice:

    Diría que Maknovista estaba siendo sarcástico, así que la respuesta sería «ninguno».

  14. T_Memeli dice:

    Ups, gracias. No había leído su comentario sobre Grecia. Sorry

  15. T_Memeli dice:

    Por cierto, un apunte sobre Eslovenia. La volatilidad de los partidos es grande, pero entre las «ideologías» no. Es decir: la gente está poco atada a los partidos y castiga (un poco) la corrupción. Pero al final votan a partidos ideológicamente cercanos, que suelen estar apoyados en las sombras por los mismos grupos de poder. Con lo cual votan a los mismos perros con distintos collares. Algunos de estos perros siguen manejando el cotarro desde la época comunista. A esto lo llamo yo estabilidad.

  16. J.E dice:

    Ya se que no es un trabajo académico, sino un articulo para hacer debate, pero en la volatibilidad de los resultados tendrá que ver también los sistemas electorales.

  17. Realice dice:

    Me apunto a las recomendaciones para cuando escribas el paper, como J.E. 😀

    Y mi recomendación fundamental es: cambia la operacionalización de la variable del eje de abcisas. Mejor ‘años con gobierno democrático en los últimos cien’ que ‘años desde la última dictadura’. No tengo duda de que reforzaría tu hipótesis.
    Dos casos o argumentos:
    1. Uruguay versus Argentina: dos países casi gemelos, radicalmente diferentes en cuanto a la estabilidad del sistema de partidos… y en cuanto a los años de gobierno dictatorial en el siglo XX. Sin embargo, con tu variable X estarían en el mismo punto de ‘continuidad democrática’, porque la única dictadura que ha sufrido Uruguay coincide cronológicamente con la última que ha sufrido Argentina.
    2. Resulta un poco ‘injusto’ considerar la ocupación nazi durante la segunda guerra mundial como punto cero para evaluar la tradición democrática de la mayoría de los países de Europa Occidental (y, tal como yo lo veo, distorsiona seriamente el análisis). Lo que le pasó a Dinamarca o a Noruega no se parece nada a lo que le pasó a España o a Italia.

    Otra cosa (siempre pensando en el paper :D). Si mantienes la operacionalización de la variable X, no me valen los países de Europa Oriental, porque sus democracias son demasiado recientes. Creo que introducen distorsión. Me parece que es esperable que, después de muchos años de dictadura, un sistema democrático emergente tarde unas cuantas elecciones en estabilizar un determinado mapa de partidos (ya sabes, UCDs y FNs que desaparecen, y PCEs que se reconvierten en IU). Eso, que es lo que puede estar pasando aún en varios de los países de Europa Oriental, no se parece nada a la refundación constante de formaciones políticas que es medio típica de algunos países latinoamericanos.

    Por lo demás, gracias. Instructivo y entretenido 🙂

  18. J.E dice:

    De aquí a fundar un «Por un paper real YA» nos queda un paso…

  19. Alatriste dice:

    A mí si me ha convencido. Como se suele decir, hay pilotos viejos y pilotos temerarios, pero no hay viejos pilotos temerarios… pues en esa tabla se ve lo mismo. Hay democracias duraderas y democracias volátiles, pero no hay democracias volátiles duraderas.

    Y yo reduciría el número de años de democracia de Francia. Ese pequeño asunto de De Gaulle y el establecimiento de la 5º República…

  20. amalricnem dice:

    cuando lo he leido solo he pensado una cosa. Regulacion automatica.

    En regulacion automatica/ ingenieria de control, se modelan este tipo de sistemas. Si es un sistema muy reactivo cualquier cambio en la retroalimentacion (accountability en tu caso) provoca grandes oscilaciones en los resultados, si es un sistema muy estable hacen falta resultados constantes en el tiempo pars variar significativamente las salidas.

    Cuando diseñas un sistema de regulacion (electoral en tu caso) lo haces de forma que lleve el sistema a un punto intermedio ni demasiado reactivo ni demasiado estable.

    Es curioso como hay principios cientificos fundamentales de aplicacion en ambitos muy diversos

  21. Maknovista dice:

    @T_Memeli Estaba siendo sarcástico. De Eslovenia sólo puedo decir que la birra está muy buena, que si hablara el idioma me plantearía ir allí a vivir seriamente y que sus mujeres son las más bellas de centroeuropa.

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