Acemoglu & desarrollo económico & juguetes matemáticos

Participación y redistribución en una Democracia

23 Ene, 2012 -

Suponed que tenemos a un político que se enfrenta a un electorado segmentado en dos grupos. Al primer grupo lo llamaremos “pasivos” y se caracteriza por que su comportamiento electoral varía muy poco en función de lo que haga el político. Puede tratarse de gente que vota a un partido solo por razones ideológicas, que no vota de todas formas, o que no tiene realmente opciones alternativas dentro del sistema: lo importante es que su voto sea poco sensible a lo que haga el político . Al segundo grupo lo llamaremos “activos” y se caracteriza por tener un comportamiento muy sensible a lo que haga el político; se comportan como “verdaderos demócratas”, vigilando escrupulosamente lo que hace el político y decidiendo su voto en función de la gestión. Algunos, dentro de este grupo, son lo que suele llamarse “issue voters”, electores que deciden votar o no en función de la posición del político sobre un tema muy concreto (un ejemplo son los grupos antiabortistas). A diferencia de los
anteriores, estos pueden amenazar al político creíblemente con dejar de votarle

En un primer momento supongamos que el político no puede distinguir entre estos dos grupos. Puede ver los parámetros medios de su electorado, pero no sabe cuántos pertenecen al grupo de activos y al de pasivos ni cuáles son los intereses de cada uno. ¿Qué tipo de políticas llevará a cabo el político si quiere ser reelegido? Presumiblemente, buscará complacer a ese votante mediano del modelito de Downs. La política en este país se caracterizará por ser “general interest politics”, es decir, por tener en cuenta el interés general, proveyendo bienes públicos (de los que se beneficia todo el mundo). En algún sentido, el modelo es lo más parecido que tenemos en mente cuando hablamos de un sistema democrático que funciona bien. En economía de la información llamamos a esto un “equilibrio agrupador” porque todos los agentes reciben el mismo tipo de oferta.

Sin embargo a todos los grupos dentro del electorado les gustaría poder amenazar creíblemente al político con la posibilidad de dejar de votarle si no les sirve a ellos eficazmente. El problema es que amenazar creíblemente no significa simplemente proclamarlo en voz alta; en el ejemplo anterior hemos asumido precisamente que no es posible distinguir qué amenazas son creíbles y cuáles no. Por eso, introducimos lo que vamos a llamar una “tecnología de opinión pública” que permite a cada votante expresarse y diferenciarse de los demás. Este tipo de tecnologías pueden ser desde las encuestas sociológicas hasta las “nuevos medios” como twitter o el “ciberactivismo” pasando por la prensa y otros medios tradicionales. ¿Qué efecto tendrá?

El efecto que suele tener todo el mundo en mente es que esto hará el sistema más democrático: para los votantes, será más sencillo protestar, vigilar al político, evitar que éste se corrompa o haga trapicheos. El sistema se volverá “más democrático” y los políticos más “responsables”. Sin embargo es probable que, desde el momento en que la capacidad de participar no es idéntica para todos –como hemos asumido por hipótesis- exista un segundo efecto. Ahora, es posible que los “activos” sea capaz de señalizar creíblemente sus intereses y su intención de dejar de votar. Esto nos llevará a lo que en economía se llama un “equilibrio separador”: a los dos grupos se les va a ofrecer un contrato distinto. No es necesario recurrir a los sesgos cognitivos del político en el sentido de sentirse asediado y sobre estimar el peso de los grupos que tienen más visibilidad, que obviamente juegan un papel; basta con asumir que los activos tienen una ventaja comparativa a la hora de participar con una tecnología de opinión
pública y que los políticos lo saben. El efecto es entonces doble: por un lado, en el conflicto de intereses entre electorado y político, sale ganando el primero; pero dentro del propio electorado, habrá un cambio en el poder relativo de los distintos grupos.

Para ilustrar el “problema”, asumimos que con la introducción de la tecnología de opinión pública los “activos” participan al cien por cien y los pasivos no lo hacen en absoluto. No es un supuesto realista (por ejemplo, los votantes ideológicos tienden a participar mucho), pero hace la imagen más nítida. En este supuesto extremo el político tiene perfectamente identificado al grupo de activos y sabe que ese es el único electorado al que tiene que cortejar. Es posible y probable que se fije exclusivamente en ellos transformando la “general interest politics” en “special interest politics” y su agenda pase a estar marcada por cosas que le interesan solo a ese grupo. Pensad en los artistas y en la propiedad intelectual. A la hora de medir la eficiencia de este gobierno, en economía se suele considerar que las políticas dirigidas a beneficiar a grupos concretos suelen ser malas ideas: el estado debe construir carreteras y dar un seguro de desempleo, no dar subvenciones al cine y a la agricultura. Típicamente,
cuanto más pequeño sea este grupo en relación con el de pasivos, “menos democrático” será el sistema. Tenemos entonces una paradoja: al aumentar la “transparencia” del sistema con una tecnología de opinión pública, bajo ciertos supuestos, el sistema puede hacerse “menos democrático”.

Pensé en escribir este post a raíz de un intercambio de comentarios con JFV en NeG. JFV hablaba de que allí los senadores son más “accountable” que en España y sugería que tal vez por eso EUA es distinto de Europa. Una pregunta clásica en economía política es la relación entre la democracia y la distribución de la renta: si vivimos en una democracia ¿qué frena que una mayoría de pobres expropie a una minoría de ricos? En otras palabras, si EUA es “más democrático” que Europa, ¿no debería tener instituciones más igualitarias? Es probable que la respuesta por la que esto no es así depende de muchas cosas, pero hay un aspecto interesante en relación con esto.

La hipótesis de Acemoglu y Robinson –y de más gente- sobre la democratización es que esta es una forma de darle una forma institucional (“poder político de iure”) a un determinado equilibrio político que ocurre en un determinado momento de tiempo (“poder político de facto”). Cuando los pobres logran coordinarse para hacer la revolución, los ricos prometen redistribuirles renta, pero como esa coordinación es solo temporal, esa promesa no es creíble; la única forma creíble es dejarles participar en el sistema democrático. Por tanto, en este tipo de literatura más democracia (más facilidad de participación) significa más redistribución y si uno compara las democracias con las dictaduras comprueba que, efectivamente, ese es el caso.

Pero hete aquí que tenemos EUA, paraíso para la clase petit bourgeois a la que pertenezco pero singularmente horrible para ser pobre que es, se supone, una democracia ejemplar (digamos que lo es). ¿Cómo es posible? Vamos a suponer que precisamente la gente más “activa” dentro del electorado es la que tiene una renta más alta. Esto no es necesariamente el caso, pero hay razones para pensarlo: la participación tiene costes y que estos costes son menores para la gente con un determinado perfil: seguir el proceso legislativo, informarse y formarse una opinión sobre cada tema no está al alcance de gente sin la suficiente formación. Alguien con una jornada laboral de siete a diez de la noche no tiene tiempo de twitear y llegar a su casa para ciberparticipar. En cambio, como me apunta JFV en el post, la gente de clase media alta, informada, con una renta media o alta, sí que está en condiciones de hacerlo y de forma muy efectiva.

En mi opinión, la hipótesis que estoy aventurando en este post –no hay una relación lineal entre el coste de participar y redistribución- está bastante respaldada por la historia y nos recuerda eso que está tan poco de moda ahora: la importancia de los cuerpos intermedios. La gente que se dedica de forma profesional a la política –en partidos y sindicatos- han sido los grandes artífices detrás del Estado de Bienestar. Han servido, históricamente, para aglutinar información, coordinar intereses, servir de intermediarios y mantener cierta “ética de las responsabilidades” que ha hecho posible los compromisos entre clases y han servido, ideología mediante, a sectores muy amplios de la sociedad de forma más o menos homogénea. En muchos aspectos mi sensación es que la cantidad creciente de populismo que estamos viendo, y seguiremos viendo, es una consecuencia de que estos cuerpos intermedios se diluyan a través de la “participación directa” que permiten las tecnologías de la información.


10 comentarios

  1. […] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Participación y redistribución en una Democracia politikon.es/materiasgrises/2012/01/23/participacion-y-re…  por aldelgadog hace […]

  2. Amalric dice:

    Felicidades Cives.

    Cada post es mejor que el anterior.

  3. Epicureo dice:

    Así que cuanto menos posibilidad tengan los votantes de manifestar sus deseos, más democracia habrá. No deja de ser una idea interesante que hace pensar.

    Sin embargo sólo has comparado dos casos extremos, y yo diría que la peor situación es el caso intermedio, cuando sólo una pequeña parte de los «activos», y con intereses diferenciados, tiene ocasión de participar. Como los artistas y la propiedad intelectual, precisamente. Partiendo de esta situación, que es la real (reducir al silencio a todos no es factible), ampliar el acceso a la «tecnología de opinión publica» (buena frase) puede servir para contrapesar los distintos intereses.

    Pasando al otro ejemplo, si bien el que sólo la gente de clase media para arriba tenga posibilidades de ciberparticipar supone un sesgo, siempre será mejor que una situación en la que sólo la gente de clase alta o muy alta puede pagarse un lobby. Que es lo que tradicionalmente ha ocurrido en USA, por cierto.

    También tienes razón en que la invisibilidad de los políticos de rango intermedio es una desgracia, aunque yo no echaría tanto la culpa al aumento de la «participación directa» (que apenas existía hasta el año pasado) sino a la propia dinámica organizativa de los partidos.

  4. Artículo muy interesante con inquietudes que comparto plenamente. A la perspectiva del «poder participar» habría que añadir la del «querer participar», referida a veces como la «hipótesis del knowledge gap».

    Hace un tiempo escribí algo sobre esta cuestión, sobre cómo solucionar el que los que quieran participar puedan y que los que no quieren o pueden participar no vean disminuida su representación en las decisiones que se tomen.

    Propuse un modelo – con la ayuda de esas «tecnologías de opinión pública – aquí:
    http://ictlogy.net/20110831-a-hybrid-model-of-direct-representative-democracy/

    Un saludo,

    i.

  5. Jorge San Miguel dice:

    Precisamente el otro día estaba pensando que determinados temas o memes se han podido reciclar en los últimos años porque los nuevos medios han reducido los costes del activismo. Así, hemos visto el renacer de causas como el aborto, a las que nadie prestaba mucha atención -ahí están las cifras de las dos legislaturas de Aznar, cuando casi se dobló el número. Pero también muchas otras frikadas de la derecha -también sin duda por influencia directa o indirecta de movimientos americanos- o determinados discursos de Izquierda Auténtica que hasta hace poco parecían circunscribirse a antisistemas, okupas y demás purrela. Si estas causas consiguen visibilidad y hacer ruido pueden llegar a entrar en la agenda e incluso condicionar el debate político como describes.

    En realidad esto del activismo en la red a veces es un proceso puramente leninista: si no tengo representación suficiente en un cuerpo, voy a otro menor -lo creo, si hace falta- donde pueda al menos dominar la agenda y trato de deslegitimar el primero 🙂

  6. […] publicaba, hace unos días, un artículo excelente sobre participación política y redistribución en las democracias modernas. Es casi obligado […]

  7. Vicente dice:

    Pero, ¿eso es bueno o malo?

    Yo hace tiempo que digo a mis amigos que no creo en el sufragio universal, yo creo que el voto ponderado seria mucho mas justo.

    Desde mi punto de vista se podria hacer asi:
    1 – 2 dias de vacaciones antes de las elecciones.
    2 – Al mismo tiempo que se emite el voto, se responde a un test con preguntas aleatorias de una bateria confeccionada por una comision en la que entrarian los programas politicos de cada partido, las actuaciones del gobierno de los años anteriores.
    3 – El peso del voto depende del numero de respuestas acertadas.

    Con esto se conseguiría que los votos «informados» sean mas valiosos que los votos «viscerales», con lo que el respeto de los partidos por sus programas, por explicar las decisiones y dejar de hacer demagogia barata, aumentarian, pues sabrian que esos votos «baratos» no valen tanto.

    Es como si entre 4 amigos vamos a alquilar un piso y 1 se ha mirado todas las ofertas precios, distancias etc… y propone 3 alternativas y los otros 3 han estado de farra pero en lugar de escuchar su opinion, reclaman su derecho a elegir otras 3 alternativas completamente al azar.

    No es justo.

  8. Epicureo dice:

    Sobre las diferencias entre USA y Europa, quizá falte decir que la participación política no consiste sólo en mandar una carta a tu congressperson, sino también y sobre todo en hacer una donación para la campaña electoral. Y como esto último depende de tu capacidad económica, ahí tenemos la explicación de por qué en Estados Unidos hay mucha menos redistribución. Fácil.

  9. Epicureo dice:

    Vicente, tu sistema funciona únicamente si los votantes «informados» tienen (en conjunto) los mismos intereses que el total de la población. Si esta selección produce un sesgo hacia determinados intereses (p.e. rentas más altas) lo que tienes ya no es una democracia.

    No estoy seguro de que tus 2 días de vacaciones sean suficientes para que todas las personas tengan las mismas probabilidades de aprobar el test, dependiendo sólo del interés que pongan.

  10. […] gobierno. Esto no es necesariamente deseable por varios motivos muy bien expuestos en el artículo Participación y redistribución en una democracia de Cives. Uno de los peligros más evidentes es que un grupo minoritario pero muy bien organizado […]

Comments are closed.