Ciencia recreativa & mardito especulador

La Historia, las Expectativas y «l’Air du temps»

7 Ene, 2012 -

(…)it was not just Algeria’s history that militated against it being an inseparable part of the French nation, but also the context of contemporary geopolitics. The tide of anti-colonialism after the second world war was forcing Europe’s imperial powers to grant independence almost everywhere. France had already been defeated in Vietnam; Britain’s prime minister Harold Macmillan talked of the “wind of change” sweeping across Africa; and America’s President Eisenhower swiftly compelled France (which accused Egypt’s Gamal Abdel Nasser of aiding the FLN), Britain and Israel to pull back from their 1956 seizure of the Suez Canal. The implications were recognised by de Gaulle: if France were to be a power to be reckoned with in a world now defined by the cold war, it had to rid itself of the Algerian millstone—whatever the objections of the settlers who would then have to seek refuge in France.

El párrafo anterior es un extracto de la reseña de la revista The Economist del libro de Martin Evans «Algeria: France’s Undeclared war».  Me ha gustado porque ilustra bastante bien el papel que juega «l’air du temps» o el «zeitgeist» en la realidad histórica. Por regla general, tengo el (sano) reflejo de desconfiar de las narrativas holistas a las que son tan aficionados muchos historiadores. Siempre he pensado que la historia -al igual que todas las demás ciencias sociales- debe escribirse como dinámicas «bottom-up», es decir, partiendo de la realidad microsocial y a partir de ahí explicar desarrollos más generales. Algo particularmente enervante cuando uno lee historia con este esquema mental en la cabeza, es leer explicaciones basadas en el contexto histórico (el «air du temps») que pecan de funcionalismo (explicar algo por sus consecuencias en vez de por sus causas) y de holismo y por tanto de no producir la menor convicción.

En ocasiones, sin embargo, es posible reconstruir estos argumentos de forma convincente.  Pensemos en el párrafo de Evans. Mantener Argelia como una colonia francesa era algo que violaba una «norma no escrita» que venía imponiéndose cada vez más en el entorno geopolítico internacional: la regla de la descolonización. Esta norma era en parte favorecida por los dos hegemones emergentes (la URSS y EUA)  y en parte era simplemente el resultado de un cambio en la relación de fuerzas internacionales. Las dos grandes potencias imperiales eran cada vez menos capaces de mantener sus posesiones y la implantación del sufragio universal hacía difícil que un país mantuviera coherentemente esas posesiones de modo que la «nueva doctrina» que se utilizó para justificar el nuevo status quo planteaba el principio de soberanía nacional y el derecho de autodeterminación como bases.

La pregunta que le viene a uno a la cabeza es: ¿no sería posible mantener exenciones a esta norma? El problema es que esta norma tiene un poder de atracción muy fuerte. Es posible que existan muchos equilibrios factibles, como existía antes de la guerra mundial, dónde las metrópoli desplegaban una cantidad suficiente de tropas como para reprimir las insurrecciones coloniales.  Pero las normas sirven precisamente para funcionar como «focal points» que permiten a los jugadores de una interacción estratégica seleccionar un equilibrio. Pensad en los dos bandos: para la potencia colonial, reprimir la insurrección tiene sentido si cree que va a ganar. Al mismo tiempo, el coste de la represión es menor si cree que puede ganar (la opinión pública será más
favorable, los militares aceptarán la guerra con más facilidad, será más fácil conseguir apoyos, etc). Para los insurrectos, el coste de la rebelión es menor cuando creen que pueden ganar. He hablado ya del problema de acción colectiva inherente a la rebelión: una revolución es el tipo de acción en la que uno no quiere quedarse solo, pero dónde el coste de participar es menor si participa más gente, por tanto, esto tiene mucho de profecía autocumplida. Aquí es dónde entran las «normas»: éstas sirven para coordinar las acciones y las expectativas de los agentes.

Esto explica también que los ejemplos de otros países ejerzan un «efecto contagio». Cuando el país de al lado ha organizado una rebelión con éxito, eso cambia las expectativas de los agentes sobre la probabilidad éxito de la rebelión y puede hacer que el número de personas dispuestas a unirse alcance una masa crítica; al alcanzar esa masa crítica, el coste individual de participar cae. Curiosamente, el mecanismo es muy parecido al que opera en el contagio de una crisis financiera. Cuando se produce un ataque especulativo (que es el arquetipo de equilibrio múltiple) contra un activo (los depósitos de un banco, la moneda o la deuda de un país), lo que los poseedores de ese activo no quieren en ningún caso es ser los últimos en el ataque, así que todo el mundo tiene incentivos para participar en el ataque si creen que los demás van a hacerlo.

Pero volviendo al problema histórico. Tiendo a pensar que los historiadores abusan de las dinámicas holísticas. Sin embargo, si uno quiere resumir la dinámica que ocurre por imitación, contagio y cambio de las normas en un equema multiequilibrio hablando del «zeitgeist», «l’air du temps» o el contexto histórico, esto es perfectamente legítimo siempre que uno entienda lo que hay detrás.


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