Cada cierto tiempo alguien se queja de que Twitter ha bloqueado esta u otra cuenta, o sospecha de que está censurando tal o cual trending topic, y critica la falta hacia la libertad de expresión que esto implica. La última es ahora mismo: al parecer, Coca Cola España ha sacado un hashtag publicitario llamado #razonesparacreer, y un buen grupo de gente ha empezado a trollearlo por aquello de que es una multinacional hablando del futuro y tal y cual. El hashtag estaba en la lista de trending topics y de repente ha desaparecido. Las sospechas han saltado en seguida. Independientemente de que Twitter haya censurado intencionadamente o no, lo que me llama la atención es el tono de las mismas.

Me explico. Twitter es una empresa. Vive de la publicidad (malvive, de momento) y depende de que la gente lo use. En cada decisión que toma se puede encontrar con este dilema. Por ejemplo: un buen cliente (digamos, Coca Cola) le dice que por favor sumerja la relevancia de una campaña que le ha salido mal. Twitter sopesa hasta qué punto esto puede afectarle en términos de pérdida de usuarios, y decide hacer caso al cliente. ¿Por qué? Porque sabe que en la práctica tienen el monopolio del mercado. ¿De qué mercado? Del de la gente que quiere compartir información de manera inmediata sobre lo que está sucediendo en ese momento. Ninguna otra red social está siquiera cerca de amenazar esto, hoy por hoy.

Como empresa, Twitter está en su perfecto derecho de decidir los contenidos que aparecen o no en su plataforma. Si a los usuarios no nos gusta, lo que nos queda es dejar de serlo, porque cualquier queja no es demasiado creíble ante la falta de una amenaza plausible de irnos. Porque claro: ¿a dónde vamos a ir? Y, lo más importante: ¿nos vamos a ir todos juntitos, para poder seguir compartiendo información alegremente?

Nota: me da lo mismo que Twitter efectivamente haya censurado o no, o cuál es el funcionamiento específico del algoritmo de los TTs. Mi argumento es que en caso de que Twitter haya actuado deliberadamente, está en su derecho y, si no nos gusta, debemos estar dispuestos a ejercitar una amenaza creíble de dejar de ser usuarios. Cosa que no podemos hacer.