Ciencia recreativa

Política fiscal e ideología II: El ciclo económico y la desigualdad

13 Sep, 2011 -

En el post anterior decíamos que la política fiscal tiene que diferenciar entre dos funciones: la microeconómica, dónde los efectos distributivos son importantes, y la macroeconómica, dónde solo vemos que esta sirve para estabilizar el ciclo. En este post voy a intentar matizar esta idea con dos tipos de argumentos: como afecta el ciclo económico a distintos sectores de la sociedad y como afecta a la posición de fuerza de los sindicatos.

No todos perdemos lo mismo con el ciclo

 Robert Lucas se preguntó en un artículo más o menos conocido por cuanto estaría dispuesto a pagar el americano medio para hacer que el ciclo económico desapareciera. Su respuesta fue algo así como “muy poco”.

El problema es que el americano medio no existe, sino que el ciclo económico tiene un efecto muy asimétrico, en términos de bienestar sobre distintos grupos. Aunque es cierto que cuantitativamente los “ricos” son los que pagan la crisis, esto no quita para que para ellos esa pérdida de renta no afecte prácticamente a su bienestar, mientras que una pérdida de renta mucho menor afecte considerablemente a alguien pobre: es posible que Botín vea su sueldo reducido en 2000 euros al mes y mi portero solo en 700 al irse al paro, pero para mi portero irse al paro es una tragedia y para Botín una pérdida menor. Además el desempleo es algo a lo que determinados colectivos (mujeres, jóvenes, rentas bajas trabajadores temporales, etc) están relativamente más expuestos que otros y que tiene un efecto duradero sobre la renta de un individuo, especialmente cuando dura tiempo –el desempleo estigmatiza, impide encontrar trabajo, etc…

Este tipo de razonamiento basado en un agente representativo obvia además el hecho de que las fluctuaciones económicas no tienen solamente efectos estrictamente económicos. Los psicólogos y economistas behaviouristas han identificado que estar desempleado tiene efectos duraderos sobre cosas como la personalidad, la familia de la gente o simplemente la autoestima.

Todo lo anterior sugiere que, aunque el español medio no vaya a querer suavizar su renta, esto solo refleja que mientras que hay grupos a los que le gustaría mucho poder tener algo que les aporte estabilidad económica a otros esa estabilidad les viene dada. Tenemos por tanto ya un primer argumento a favor de una política fiscal estabilizadora: el gasto público en estímulo fiscal redistribuye de los que están más expuestos al ciclo económico a los que lo están menos.

El desempleo, los sindicatos y la distribución de la renta

La gente que simpatiza algo con los sindicatos tiende a simpatizar también con el uso de la política fiscal. Mi sensación es que este sentimiento está guiado primariamente por supersticiones más o menos infundadas, como que las “políticas keynesianas son de izquierdas” (guess what, bajar los impuestos es muy keynesiano) o ideas similares. Existe, sin embargo una idea que potencialmente puede justificar esta creencia.

En ausencia de una política fiscal contracíclica, el desempleo durante las recesiones, especialmente en situaciones donde la política fiscal no termina de funcionar, tenderá a ser mayor. Eso significa que el poder de negociación de los sindicatos tenderá a debilitarse: uno no puede hacer demandas salariales altas con un 20% de paro en la calle (oh wait…). Se le podría objetar a esta idea que presupone una asimetría: en las expansiones el poder de negociación será, al contrario, mayor. Fair enough, pero hay razones para pensar que el desempleo, especialmente cuando es duradero, tiende a perpetuarse (los llamados efectos de histeresis) porque la gente tiende a desclasarse. Con base en esto, esta idea tendría algo de sentido.

La pregunta que uno tendría que hacerse es ¿tienen algún impacto los sindicatos sobre la redistribución de la renta? Si uno echa un vistazo a la evidencia empírica, tiende a ver que los países con sindicatos fuertes son países con una distribución de la renta más igualitaria y un estado de bienestar más generoso. Naturalmente, esto podría ser fortuito: tal vez los sindicatos tiendan a tener más éxito en países más homogéneos en términos de renta. Por tanto, necesitamos una hipótesis explicativa.

La primera idea que le viene a uno a la cabeza, especialmente si tiene prejuicios marxistas como es mi caso, es que los sindicatos afectan a los salarios y, con ello, a la distribución del PIB entre capital y trabajo. El problema de esta hipótesis es que si uno mira los datos, uno ve que es históricamente falso que la distribución de la renta entre capital y trabajo dependa de los salarios. Cuando mira un siglo tan heterogéneo como el XX, uno observa que la parte de los salarios en todos los países desarrollados nunca ha estado (grosso modo) fuera del intervalo 60%-70%. [Imagino que al lector le gustaría que le documentara este «sorprendente» hallazgo con un enlace, pero lo cierto es que me falta tiempo para ponerme a hacer una tablita y buscar los datos; os remito por tanto al libro de Piketty en que está basado este párrafo o a cualquier libro básico de Macro dónde suelen exponer estas cosas.]Esto es así por
razones que tienen que ver con la tecnología: cuando el trabajo se hace caro, la reacción es a sustituirlo por capital, de forma que cada trabajador recibe más, pero hay menos trabajadores empleados. Por tanto, en esta situación los sindicatos solo crearían distorsiones sin mejorar la distribución de la renta.

Si los sindicatos no pueden afectar decisivamente a la repartición entre capital y trabajo del PIB ¿a qué pueden afectar? Una forma alternativa de entenderlo es concebir los sindicatos como actores políticos. Una forma de entender la puesta en marcha del Estado de bienestar en la segunda mitad del siglo XX es como un proceso de intercambio político dónde los sindicatos aseguraban moderación salarial y el gobierno mejoraba el Estado de bienestar. Dado que la redistribución fiscal (via ingresos y gastos) sí que afecta y mucho a la distribución de la renta, esto explicaría el hecho de que los países con sindicatos más desarrollados tengan una distribución de la renta más igualitaria y un estado de bienestar más generoso.

La relación de esto con la política fiscal es por tanto que tener un ciclo relativamente más suave permite reducir el paro, lo que hace que los sindicatos conserven cierto poder de negociación y el Estado de Bienestar no se vea amenazado.


Un comentario

  1. Ramon dice:

    Me gusta el análisis.
    Aunque se sobrevalora el poder de los sindicatos hoy en dia. Ademas son sobretedo clientelares (y los afiliados no son, normalmente, parados).

    Darle tanto peso a los sindicatos en los modelos de ciclo, es un poco como seguir metiendo la agricultura en los de comercio internacional. Un cliché.

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