Ciencia recreativa & ingeniería institucional

Estado de Bienestar y gasto de inversión

4 Jul, 2011 -

Cuando uno estudia política fiscal, una de las cosas más interesantes es ver como se deben tratar distintos gastos en función de cuál sea su función. Para que la política en concreto sea sostenible, se suele plantear que debe cumplirse una cosa que llamamos «restricciones intertemporal del gobierno», es decir, que los los ingresos presentes y futuros deben ser suficientes para cubrir los gastos presentes y futuros. Un aspecto muy interesante en esto es que el gasto debe tratarse de forma distinta en función de si se trata de gasto corriente (cuyos efectos, como el consumo, solo duran un periodo) o gasto de inversión.

La inversión pública es típicamente el gasto en bienes como carreteras, vias de tren o cacharros similares que se caracterizan por durar muchos periodos de tiempo. En este caso, lo que nos sugiere la economía pública es que el pago por ese bien que dura varios periodo no debe hacerse de una sola vez, sino que debe repartirse a lo largo de varios periodos, esto es, debe financiarse con déficit/deuda. La razón para ello es la distorsión que produce un impuesto es tanto más alta como mayor es el tipo impositivo, por eso, es mejor cobrar 7 veces 100 en 7 años que cobrar 700 un año y cero los seis siguientes. Además, a la hora de valorar si el proyecto merece la pena, uno tiene que poner en la balanza si la rentabilidad social -evaluada según los criterios normativos que uno crea necesarios- supera los costes, lo que incluirá los costes de financiación. En otras palabras, con algunos ajustes, el tratamiento financiero-contable del gasto de inversión es similar al que se usa para valorar inversiones privadas.

Estos criterios totalmente razonables, sin embargo, están ausentes a la hora de pensar en las políticas sociales y concretamente en el Estado de bienestar. Lo que está en el fondo de esta filosofía no son solo problemas a la hora de valorar la eficacia de estas políticas, sino esencialmente una visión estática de la justicia social y la redistribución. Sin embargo, la justicia social, para que tenga sentido, es esencialmente algo dinámico, algo que ocurre a lo largo del ciclo vital de una persona. Una forma que se ve con cierta frecuencia de torcer las estadísticas para mostrar que EUA tiene una movilidad social enorme es mostrar que, de hecho, la gente tiene poca renta al principio de su vida y termina teniendo mucho. Sin embargo, esto es irrelevante, lo fundamental es lo que podemos llamar la «elasticidad intergeneracional», es decir, cuanto dependa el status socioeconómico de un individuo del de sus padres.

Con esto quiero señalar que la movilidad social es esencialmente algo que se establece a lo largo de la vida del individuo, y cuando uno gasta para aumentar la movilidad social, uno debe evaluar la eficacia de ese gasto teniendo en cuenta que los efectos se proyectan a lo largo de muchos periodos. Es decir, es un gasto que merece ser tratado según los principios del gasto de inversión: uno debe evaluar dónde merece la pena invertir más y cuál es el periodo que se debe establecer para que lso efectos se noten y la inversión se amortice.

Basta de jerga. De lo que estoy hablando es de algo muy sencillo. Se trata, por ejemplo, de plantear como hacemos gasto social, debamos tener una perspectiva más a largo plazo. Por ejemplo, se sabe que el retorno que existe en gastar en la primera infancia es mucho mayor que cuando se gasta más adelante. Si suponemos que nuestros recursos son limitados, tal vez valga la pena plantearse si merece la pena gastar más en universidades o en guarderías, más en cheques bebé o en sanidad para mayores, etc… sabiendo que el elemento redistributivo del gasto en sanidad para mayores solo se hace notar hoy, mientras que el del gasto en guarderías se hace notar a lo largo de todo el ciclo vital (es decir, puede ser menor en cada periodo, pero mayor en total). Otra idea; cuando uno ve el gasto social como gasto de inversión desde esta perspectiva, uno puede argumentar que una política que aumente la natalidad puede, de hecho, pagarse por sí misma si aumenta la sostenibilidad demográfica del Estado de bienestar -puedes
endeudarte hoy para educar a los niños que mañana pagarán por eso que te estás gastando. Esto mismo puede aplicarse al caso de las políticas de empleo. ¿Es más ventajoso invertir en educación o en seguro de desempleo? Si sabemos que estar educado reduce considerablemente la probabilidad de estar desempleado de forma prolongada, es posible que de hecho invertir en educación sea una mejor idea de lo que parece aparentemente.

No quiero dejaros con la impresión de que estoy abogando por una política concreta -aunque sí, admito que invertir en guarderías me parece una idea fantástica- lo que estoy planteando es un principio a la hora de elegir la cuantía a destinar a distintas partidas de gasto: la idea de que cuando uno redistribuye renta debe pensar que las políticas deben evaluarse con un horizonte temporal amplio y que aunque algunas políticas puedan parecer más urgentes, otras pueden ser de hechoe más importantes.


Sin comentarios

  1. Yomismo dice:

    Invertir en guarderías puede no estar mal, si se toma como última opción para los padres. El modelo a largo plazo debe optar por prolongar el que los niños estén con los padres tanto tiempo como sea posible durante los primeros años (mejor en casa con ellos), facilitando a los padres esto tanto como se pueda. Porque esa es la mejor inversión para esos niños.

  2. Javier dice:

    Artículo perfecto: 100/100. Solo responder (con tranquilidad y de forma amena) a Yomismo: aparentemente tiene mucho sentido lo que has comentado, pero creo que el relativismo cultural (concepto antropológico importantísimo que se debe incorporar a la vida política especialmente) nos enseña que no hay un solo tipo de familia (occidental, de padre y madre más la parejita de niños/as, con el pisito o chalet y el coche y con valores democráticos). Existen familias monoparentales, de padres y madres homosexuales, huérfanos, adoptados y lo más importante: familias que son un completo desastre en términos de atención y educación para los niños por diversas circunstancias (de jerarquía marcadamente machista, no tolerantes, xenófobas, y un largo etc.) Por consiguiente, ¿no es mejor que la escuela pública pueda darle un soplo de aíre fresco al crío/a desde prontito?. Centrándome más en el tema del artículo, a título personal considero que lo fundamental es la garantización de unos
    mecanismos comunes y universales que sirvan de catapulta para la realización del sujeto: la educación. (Nada de políticas de demanda agregada a corto plazo, ni regalos vía impuestos; solo servicios universales que permitan el desarrollo en pos de la máxima aspiración del sujeto)

  3. Yomismo dice:

    Javier, yo no he dicho otra cosa. Por supuesto que hay casos y casos, pero en condiciones normales los niños están mejor en casa con sus padres. Una política que piense de verdad a largo plazo incentivará esto, no es ninguna tontería:

    http://videos.familialibre.com/36/video-de-carlos-gonzalez-acerca-de-la-escolarizacion-temprana/

    Un saludo.

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