Hemeroteca Politikon - Pedradas Sueltas

Todo empezó en un bar de Coimbra

26 May, 2011 -

La verdad es que es una historia estupenda. A principios de 1961 un abogado londinense estaba en un vagón de metro leyendo el periódico y, según su propia versión, leyó un artículo que le llamó poderosamente la atención. Al parecer, dos estudiantes universitarios habían sido detenidos en Coimbra (Portugal). Por lo que decía el artículo, los dos muchachos habían tenido la temeridad de brindar por la libertad; delatados por un agente de la tenebrosa PIDE, la policía política portuguesa, habían sido condenados a siete años de cárcel. Insisto, es una historia estupenda, pero por más que se han peinado una y cien veces todas las ediciones de la prensa londinense de ese año, no se ha encontrado tal historia por ninguna parte.

Pero lo que sí es indudablemente verdad es que ese abogado, Peter Benenson, escribió una carta al director de The Observer, el dominical progresista londinense por excelencia, que dio espacio para que Benenson publicase un artículo, «Los prisioneros olvidados» (Una versión resumida aquí) que empieza con las hoy famosas frases: «Abra su periódico cualquier día de la semana y leerá alguna historia de alguien encarcelado, torturado o ejecutado porque sus opiniones o su religión son inaceptables para su gobierno.» Empezaba así el Llamamiento por la Amnistía de 1961, que al cabo de un año se convertiría en lo que hoy conocemos como Amnistía Internacional.

La iniciativa tomó cuerpo en el poderoso caldo de cultivo de ONG’s que es el movimiento religioso heterodoxo británico (generalmente cuáqueros con jersey de lana y casa pareada en un suburbio de Surrey que se revelan testarudos y eficientísimos activistas) y pronto se había montado una organización destinada a la investigación y a la denuncia de represión de las libertades en todo el mundo. Con el fin de poner las cosas en perspectiva y evitar la siempre presente acusación de partidismo, los equipos de investigación debían siempre tratar de tres prisioneros a la vez (uno en un país capitalista, otro en un país comunista y otro en un país subdesarrollado)

Indudablemente el trabajo de Amnistía Internacional se ha desarrollado no sin críticas. El gobierno español rechaza sistemáticamente las denuncias de abusos que AI realiza año tras año y que acusan a nuestras Fuerzas de Seguridad del Estado de forma brusca y hasta brutal. La acusación que se le hace desde el Gobierno (sea cual sea) es que no son capaces de ver que somos un país intachablemente democrático (en comparación con los otros) y que, en consecuencia, las acusaciones son infundadas. No estoy de acuerdo. AI únicamente hace su trabajo recopilando denuncias, y es imprescindible para cualquier Estado democrático el descubrir estructuras de represión aun dentro de un sistema democrático y extirparlas de raíz, antes de que vicien inexorablemente el sistema mismo.

En todo caso, a día de hoy, la lista de personas para los que la acción de AI ha supuesto la diferencia entre la vida y la muerte es un monumento a la capacidad del ser humano de ir más allá del interés individual y defender la libertad sin distinción de religión y de opiniones. Y, aunque aún quede muchísimo más por hacer, sugiero que, el día 28, los que así puedan vayan a Coimbra y celebren los progresos realizados brindando por la libertad.

Seguiremos informando.


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