Ahora

Reaccionar es reaccionario

27 Abr, 2011 - - @jorgesmiguel

Me envía Manel Gozalbo un enlace al encuentro digital de Rosa María Artal en EP para hablar de Reacciona. Parece que mientras Roger y otros reivindican una izquierda que mire de frente a la realidad y no se avergüence de sus verdaderos logros, la versión easy listening de la Izquierda Auténtica (TM) sigue empeñada en propalar discursos confusos y en apelar al mito de la acción/movilización, que no es sino la modalidad postmoderna y low cost de lo que Kundera llamaba «el kitsch de la Larga Marcha».

En el fondo, uno puede contemplar hasta con cierta simpatía psicoanalítica o sociológica el narcisismo y la mauvaise foi que hay detrás de tanto integrado con pose de apocalíptico -algunos, como Mayor Zaragoza, llevan más de cuarenta años destruyendo el sistema desde dentro. Y tomar lo que va de Adorno, Debord o Foucault a Hessel y Artal como involuntaria demostración de que, en efecto, en algún lugar hemos perdido el rumbo culturalmente, aunque sea por motivos contrarios a los que ellos aducen. O, en palabras de Espada, «las razones por las que este libro vende millones de ejemplares son las mismas por las que triunfa una Belén Esteban».

Lo que hace menos gracia es comprobar la indiferencia de este autodenominado «pensamiento crítico» hacia los hechos; como cuando Artal habla alegremente de nacionalizar bancos franceses sin recordar ni recordarnos lo que pasó la última vez que alguien tuvo tal ocurrencia ni pensar por un momento en nuestra querida banca social, las cajas de ahorros. O que los que se quejan de la desinformación desinformen sin pudor y que «pensamiento crítico» no sea sino otra marca comercial, otro producto en los estantes. Y que, bajo las llamadas a la movilización, reacción, indignación, etc, etc, muestren tan olímpica ignorancia y desinterés sobre lo mucho o poco que las ciencias sociales nos dicen sobre los mecanismos de participación política y acción colectiva. Que son los
verdaderos problemas de diseño a los que nos enfrentamos como sociedad democrática.


Sin comentarios

  1. Carlos Jerez dice:

    Me gustaría apuntaros una idea, muchas veces habláis de la verdadera izquierda (IU) para referiros a todos aquellos que entran en los temas económicos de forma muy populista, proponiendo la intervención del estado en todo y sin un mínimo análisis. Por mi experiencia y según veo muchas veces en las encuestas, esa forma de pensar no solo es de los votantes de izquierda «pura» sino también de los conservadores o del PSOE. Casi todos ellos creen que rebajar el coste del despido indefinido es injusto y perjudicial para el trabajador y reformar las pensiones (aumentando los años para su cálculo y subiendo la edad de jubilación) más de lo mismo.

    Por supuesto yo no estoy de acuerdo con ellos, pero ¿no sería más justo o democrático (o aleccionador) dejar que los votantes decidan en referéndum unas reformas que el gobierno no prometió cuando fue elegido? ¿se trata de que los ciudadanos elijan los objetivos finales (bienestar) o también las políticas que nos tienen que intentar llevar a ellos?.

    Cuando oiga a la mayoría hablar de temas económicos me entran ganas de que los ciudadanos elijan directamente las políticas y se estrellen sin poder echarle la culpa a la clase política (aunque seguro que se las apañan para desligarse de su responsabilidad).

  2. Jorge San Miguel dice:

    No es sólo que, como dices, no sea nada seguro que la gente se vaya a responsabilizar de sus decisiones directas. Es que entrar en un régimen plebiscitario plantea muchos problemas procedimentales y tiene riesgos evidentes. Por encima de todo, hay que repetir las veces que sean precisas que no existen ni la «voluntad popular» ni la «democracia real», sino diversos procedimientos concretos de decisión que privilegian unas cosas a costa de otras y entre los que hay que elegir. Y ese tipo de consideraciones son las que echo en falta -entre otras muchas cosas- en los discursos de la indignación y la reacción.

  3. cives dice:

    «¿no sería más justo o democrático (o aleccionador) dejar que los votantes decidan en referéndum unas reformas que el gobierno no prometió cuando fue elegido?»

    También sería más justo o más democrático -sea lo que sea lo que signifique eso- elegir en referendum el número de raciones de pan a las que debemos tocar cada uno, como deben producirse los coches o cuáles deben ser las leyes de la física. Lo que seguro que no sería es más eficiente

  4. Hlupus dice:

    Creo que conviene considerar los programas políticos como compromisos entre los partidos y sus votantes, pero no como leyes a las que un gobierno deba someterse más allá de dicho compromiso moral o de las circunstancias que pueden hacer prudente saltarse el programa.

    En todo caso, si un gobierno incumple su propio programa y el resultado de su mandato no se ajusta a las expectativas, ya lo castigarán los votantes. O no, dado que a los gobiernos no sólo se les juzga por la fidelidad a los programas sino por los resultados que obtienen, pero el programa no debe ser una fuente de normatividad que obligue a consultar al pueblo cada vez que un gobierno se aparta de él.

    Con esto no me opongo a la celebración de plebiscitos. Simplemente trato de desmitificar cierto clamor creciente (o así lo percibo yo cada vez que arrimo la oreja a la vía) por una democracia más asamblearia.

    Desde luego no parece que consultar al pueblo las decisiones altamente técnicas, en las que más opaco es el cálculo de consecuencias.

  5. Carlos Jerez dice:

    Cives, me encanta lo que escribes muchas veces, pero la comparación que haces es mala en mi opinión. Las leyes de la física no están entre lo que un gobierno puede decidir y el como consumimos o producimos los dos bienes que mencionas no está en el debate político, como si lo están las medidas políticas que yo mencionaba antes, que se han llevado a cabo en contra de la opinión mayoritaria de la ciudadania sin que estuviera presente en el programa de campaña por el que nuestros gobernantes fueron eligidos.

    Sin duda apoyo las reformas, o mejor dicho, las hubiera preferido más profundas. Pero el debate que quiero establecer es sobre la legitimación de las políticas gubernamentales por parte la ciudadanía o su falta.

    Cuando me enfrento a ciudadanos que creen en políticas económicas «lunnis» (perdóname que te lo robe) siempre me quedo con las ganas de que las prueben y vean sus grandes «beneficios». La falta de responsabilidad que sienten los votantes sobre sus elecciones es enorme y me resulta bastante molesta cuando hasta hace poco a la mayoría les encantaba nuestra política del ladrillazo.

  6. Jorge San Miguel dice:

    Cives, es que ni siquiera sería más «justo y democrático» así en abstracto, porque hasta ese hipotético referéndum sobre el pan debería hacerse de una manera y no de otras, un día y no otro, con una pregunta formulada de una manera y no de otras. No existen los procedimientos neutros, como asumen los de la «democracia real». Eso sin entrar en qué concepto de justicia manejamos.

    Hlupus: los programas políticos como contratos vinculantes son una mala idea por varias razones. Sobre todo, porque no permitirían reaccionar cuando las circunstancias cambiasen -pensemos en 2007 y 2009, por ejemplo. Bastantes problemas de acción colectiva, bastantes rigideces y bastante miedo a tocar el statu quo tenemos ya con el sistema vigente. Además, iríamos previsiblemente a una judicialización de la política que podría paralizar el país. Pasa lo mismo con cosas como prohibir el déficit por ley, por ejemplo. Creo recordar que Roger tiene algún post al respecto.

    Por otra parte, el «clamor» asambleario siempre está presente, y se hace más sonoro en circunstancias como las actuales, con una fuerte crisis económica y un descrédito notable de la política y los políticos. Ayudado además por la ilusión dospuntocerista, que permite renovar todos los mitos a los que me refería antes: la «voluntad popular», la «democracia real», los procesos neutros, los ciudadanos informados y responsables, etc.

    Curiosamente, la crisis actual también nos da un ejemplo de lo contrario, una especie de despotismo ilustrado al revés: en Islandia, la gente ha dicho básicamente que fueron unos irresponsables durante años y que ahora no hay que hacer caso de lo que eligieron entonces -lo cual creo que, de alguna manera, también responde a Carlos. Me resulta bastante estupefaciente que los de la «democracia real» de aquí se hayan roto las manos a aplaudirles.

  7. […] El debate político en España no es que sea especialmente inspirado, pero el auge de la cancamusa ha vuelto a poner unas cuantas chorradas en circulación que deber ser purgadas por el bien de mi […]

  8. Carlos Jerez dice:

    Jorge, entiendo que ni atarse al programa electoral ni un sistema de plebiscitos tienen porque hacer más democrático el sistema (ni de lejos más eficaz). Simplemente hablo de legitimación en el pensamiento general de los ciudadanos, subrayando lo de pensamiento.

    No quiero defender las posturas populistas tan en boga sino intentar comprender en que se basan, porque están tan generalizadas y si hay alguna forma de desactivarlas (algo que parece imposible).

  9. Mario dice:

    Para los interesados en el tema de la democracia directa y de sus consecuencias indeseables, seguramente les interesará leer el «Special Report» que ha publicado esta semana el Economist sobre el sistema de iniciativas populares y referendos en California.

    En este enlace aparecen los diferentes artículos del «Special Report».

    http://www.economist.com/search/search.cfm?google_rv=2&cx=001087441947416295956%3Al-gk8r9zm4i&cof=FORID%3A9&qr=Special+report+Democracy+california&area=1&keywords=1&frommonth=04&fromyear=2011&tomonth=04&toyear=2011&rv=2

  10. El tema no es fácil. No creo en la democracia directa (salvo para cuestiones poco complejas o que impliquen decisiones muy graves y que afecten a todo el colectivo).
    Tampoco en la democracia representativa (los representantes tienden a independizarse y perseguir sus propios fines).
    Por supuesto que no creo en cualquier gobierno totalitario o de simple dictadura (al fin de cuentas siempre se apoyan en un grupo social para mantenerse en el poder).
    Cómo Churchill ya dijo, con gracejo e ironía, ningún sistema es bueno, y por ahora la democracia representativa no resulta ni tan costosa ni tan irresponsable como las demás formas de gobierno.
    Pero hay muchas clases de democracia, como ya escribió Popper en su momento. La peor es la «partitocracia» porque se parece sospechosamente al gobierno de una «aristocracia» profesional. La mejor, dentro de lo peor, es el sistema sajón con partidos débiles y grupos de toda clase disputándose el poder de cada uno.
    Lo que sí tengo claro: que si el pueblo es de bajo nivel cultural… no habrá mucha democracia por ahí (lo cual no garantiza que si lo tiene, exista una buena democracia. Veamos el caso de Hitler, sin ir muy atrás en la historia).
    De todos modos, dentro de mi pesimismo que me atrevo a denominarlo «anarquista» (sin ánimo de soliviantar al personal), creo que poco a poco estamos mejor que antes.
    Y si queremos estar aún más, un poquito algo mejor, lo más útil que podemos hacer es aumentar el grado de comunicación y discusión en todos los niveles que alcancemos.
    A pesar del ruido emergente, una cierta reflexión, control y racionalidad en los fines, termina imponiéndose si hay suficiente tiempo para debatir los problemas, analizar sus causas y establecer los riesgos de las soluciones que se proponen.

  11. cives dice:

    «Las leyes de la física no están entre lo que un gobierno puede decidir»

    ¿Debo entender que te adhieres a un paradigma filosófico que es capaz de demostrar que existe una realidad externa al sujeto de carácter objetivo y que la física es una ciencia sin connotaciones políticas? Eso en los ambientes en los que se mueve Jorge es una posición próxima al fascismo.

    «y el como consumimos o producimos los dos bienes que mencionas no está en el debate político,»

    En primer lugar esto es falso: hay regulaciones que limitan como se puede o no se pueden producir determinados productos (requisitos de seguridad, higiene, etc…) y respecto a lo del pan, es un problema que no está en el debate político hoy, en España, sí lo estaba en españa en los años 40 o lo está hoy en bastantes partes del mundo. Para los coches pasa lo mismo; en la URSS el procemiento para producir ropa interior era un asunto político ( coda maliciosa: esto me recuerda el eslogan feminista de «todo lo personal debe ser político»)

    Quiero decir con esto que lo que entra o no entra en el debate político es algo bastante flexible, que cambia según el sitio y las circunstancias y que en mi opinión no debe ser un criterio de como deben decidirse las cosas. Las cosas deben decidirse según un procedimiento que, con más probabilidad, lleve a un resultado que según algún estándar lleve a un resultado mejor.

  12. Jorge San Miguel dice:

    «Eso en los ambientes en los que se mueve Jorge es una posición próxima al fascismo.»

    No lo entiendes: yo estoy destruyendo la hermenéutica desde dentro, como Mayor Zaragoza.

  13. Carlos Jerez dice:

    Cives,¿ en serio te apetece aburrirme con filosofía?. O lo que es peor, ¿cerrar los oídos a lo que te intentan explicar, comparándome el apoyo o no de la ciudadanía a una medida política con su aceptación de la ley de la gravedad?. ¿Distingues en que en nuestra realidad política un gobierno puede decidir entre reformar las pensiones o no (con las consecuencias que ellos tiene) y no «elegir en referendum el número de raciones de pan a las que debemos tocar cada uno, como deben producirse los coches o cuáles deben ser las leyes de la física» aunque para otros productos si se fijen algunas reglas sobre su producción y consumo? ¿de veras no lo distingues ni quieres ver como un problema que la gente disocie las medidas tomadas por el gobierno con su responsabilidad a la hora de eligirlo?.

  14. cives dice:

    «¿Distingues en que en nuestra realidad política un gobierno puede decidir entre reformar las pensiones o no (con las consecuencias que ellos tiene) y no “elegir en referendum el número de raciones de pan a las que debemos tocar cada uno, como deben producirse los coches o cuáles deben ser las leyes de la física” aunque para otros productos si se fijen algunas reglas sobre su producción y consumo?»

    Define «puede». El gobierno puede regular la asignación de raciones de pan y también puede no reformar las pensiones. Lo que no puede hacer (en ninguno de los dos casos) es hacerlo a un coste razonable.

    «¿de veras no lo distingues ni quieres ver como un problema que la gente disocie las medidas tomadas por el gobierno con su responsabilidad a la hora de eligirlo?.»

    Esto si lo entiendo perfectamente: estamos hablando de una percepción de la gente y, es posible, que si determinadas cosas se deciden por procedimientos que la gente considera ilegítimos, la gente pierda confianza en el sistema. Es un coste a poner en la balanza, pero no es el final de la discusión: hay un tradeoff entre el impacto sobre la legitimidad del sistema de toma de decisiones a medio plazo y la popularidad del gobierno y la urgencia de una serie de reformas que son ineludibles y que todo el mundo aceptaría si estuviera a) bien informado y b) guiado por principios altruistas.

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