Comentaba ayer que la gran tragedia de Portugal no es el brutal ajuste fiscal y el paquete de reformas draconianas que acompañaran el rescate, sino el hecho que todo este desastre podría haberse evitado. La economía portuguesa lleva una década sin ser capaz de generar riqueza de forma mínimamente potable (los 2000 han sido una década perdida – el crecimiento media anual no llega al 1%), sin que los políticos locales hicieran lo más mínimo para sacar al país del agujero. Cuando la recesión mundial empeoró el problema, el ineficiente, horriblemente endeudado, mal regulado e inflexible sistema productivo portugués condenó las ya maltrechas finanzas públicas a una crisis fiscal imposible de evitar.

Es un patrón que debería sonarnos familiar en España. No hace demasiado, de hecho, temía sinceramente que nos íbamos a meter en pozo sin salida similar – lo único que nos ha salvado es que empezamos la crisis con una situación fiscal menos desastrosa y la reacción (tardía y chapucera, pero reacción) del gobierno socialista aprobando reformas.

Algunos observadores de izquierda se están tomando esta crisis como una muestra que los mercados son capaces de dictar qué hacen los gobiernos. Los políticos sólo pueden hacer cierta clase de cosas, pero no otras, so pena de ser castigados con ataques de malvado especulador. Joaquín Estefanía tenía un artículo singularmente estúpido en esta línea hace unos días proclamando que aquí mandan los Gnomos de Zurich, sin ir más lejos. Lo que esta clase de diatribas ignoran, sin embargo, es que Portugal, Irlanda, Grecia y España podían haber evitado toda esta crisis muy fácilmente, pero los cuatro países escogieron correr este riesgo con una decisión política.

El dilema que define esta crisis en Europa proviene de un proyecto político específico: el euro. Tras las turbulencias monetarias de principios de los noventa y los efectos de la unificación alemana, los países de la Unión Europea deciden cambiar de forma concertada el funcionamiento del mercado de divisas en el continente. Nadie obligó a los gobiernos a renunciar a un sistema de tipos de cambio flotantes, ciertamente; nada les prohibía recurrir a controles de capitales directos o nada semejante. Los políticos europeos, sin embargo, decidieron apostar por un proyecto político, renunciar a tener moneda propia y aceptar reducir su capacidad de maniobra buscando una mayor estabilidad.

Cuando renuncias a tu moneda, no hace falta decirlo, estás aceptando que no podrás hacer ciertas cosas. Primero, no puedes devaluar. Si tu economía se la pega, no puedes bajar los salarios a golpe de destrozar tu divisa, así que tu primera responsabilidad es trabajar muy duro para evitar que tu economía deje de ser competitiva. Aprueba reformas, sé flexible, crea un estado de bienestar que proteja a personas y no a empresas ineficientes. Segundo, el BCE odia la inflación por encima de todas las cosas, así que más vale que te prepares para operar en un contexto en que los tipos de interés siempre serán más altos de lo que te gustaría. Tercero, no puedes escapar de tu deuda pública (de nuevo, no puedes devaluar), y tus socios no te van a dejar que te vayas del bar sin pagar tu cuenta. Ellos están haciendo su trabajo, así que más vale que no destroces su moneda.

Estas limitaciones no tienen nada que ver con lo que quieren «los mercados». El sistema financiero trabaja con las instituciones que se encuentra. Si los políticos quieren montar una moneda única de forma chapucera, los inversores intentarán hacer negocio con esa moneda. Si quieren hacer que el sistema de pagos se ajuste en base al intercambio de melones, cambiarán melones. Si prefieren el patrón oro, vivirán bajo ese plan. Los políticos europeos escogieron libremente meterse en una camisa de fuerza monetaria porque creyeron sinceramente que eso crearía más riqueza que ir cada uno por su lado, y eso fue lo que hicieron. Algunos países entendieron qué representaba el cambio y actuaron en consecuencia, otros decidieron que era mejor falsear sus cuentas (Grecia), desregular su sistema financiero salvajemente (Irlanda) o pretender que nada había cambiado (Portugal, España) y a ver qué pasaba.

Bueno, pues resulta que gastar lo que no tienes es poco viable, dejar que tus bancos hipotequen el país es absurdo y pretender que una recesión monstruosa te hará el mismo daño que al resto aún manteniendo un mercado laboral kafkiano era un imposible. Nadie te prestará dinero en el primero, los banqueros te robarán la cartera en el segundo y la crisis te creará un boquete fiscal gigante en el tercero, y te tocará cambiar. Pero los cambios no son para seguir las reglas que imponen «los mercados», sino toda esa serie de limitaciones que te pusiste sobre tu cabeza cuando creaste la moneda única.

La dicotomía entre «soberanía» y «mercados» es, en gran medida, un conflicto ficticio. Un estado, un gobierno no es un agente pasivo ante los mercados; al contrario, tiene un papel central en decidir su configuración. Corea del Norte decide prohibirlos. Venezuela limita su radio de acción. China impone reglas para limitar cómo se mueve su moneda. Los países de la eurozona prefieren darle el control de parte del sistema a tecnócratas en Frankfurt. En todos los casos, los gobiernos deciden exponerse más o menos, ceder su soberanía o mantenerla, crear reglas o aceptarlas. Hay soluciones que crean más riqueza que otras, y hay soluciones que dan más control sobre la economía a los políticos que otras. A menudo, un estado debe aceptar reducir su soberanía a cambio de aumentar su prosperidad.

La crisis de la eurozona es, en gran medida, la historia de políticos que no entendieron esta clase de dilemas, y pretendieron que las reglas y restricciones que ellos mismos habían creado no tenían por qué ser respetadas.  Así les va.


Sin comentarios

  1. […] Ignorando tus propias reglas politikon.es/materiasgrises/2011/04/08/politicos-desafian…  por kirov hace 3 segundos […]

  2. […] nota adicional muy breve sobre los rescates en la eurozona. En el artículo de ayer mencionaba que muchos políticos no entendieron que el euro obligaba a los estados a portarse bien si no […]

  3. Javier dice:

    Muy de acuerdo, dos puntualizaciones.

    Primero, como ya se ha escrito en politikon, el no poder devaluar te quita el atajo, obligándote a hacer cosas más difíciles pero a la larga «mejores». Como reformar el sistema judicial (pleitos menos eternos y aleatorios), afinar la regulación (que no es desregular a lo loco, sino quitar y poner atendiendo a las consecuencias reales), bajar la carga administrativa… Por poner algunos ejemplos.

    Segundo, que la entrada en la UE tuvo alguna consecuencia que otra muy negativa. La peor probablemente sea la Política Agraria Comunitaria. Si Europa no ha traído riqueza a España es porque industrialmente no hemos sabido transformarnos en Alemania. Pero también porque los alemanes se han dedicado a destruirnos el campo.

    Perdonadme el rollo, no tiene mucho que ver con el artículo. Pero el artículo va de cómo entramos en Europa y aceptamos las reglas para conseguir ser más ricos. Y la verdad es que seguir las reglas nos ha hecho más pobres.

    Cuando entramos en la UE, de lo poco que teníamos potente en España era el sector primario. A este se le hicieron varias faenas.

    Una, la imposición de cuotas. Daba igual que el año anterior se hubiesen podido vender bien, no se podía tolerar que p.ej. la producción de naranjas fuese mayor que el consumo europeo de naranjas. Añádase que en muchos casos la cuota impuesta se basaba en lo que antes se había declarado como producido. Que por culpa de la listeza endémica de este país solía ser mucho menos de lo real. Añádase que cuando el funcionario está en Bruselas una vaca holandesa o belga tiene mucha más prioridad que una asturiana.

    Añádase que se impusieron cuotas a la vez que se abría la mano a las importaciones desde fuera de la UE. Justo cuando se necesitaba ser competitivos, nos disparaban en el pie.

    Dos, la diversificación a la fuerza. Los expertísimos eurócratas que arrancaban naranjos para que plantaran otros en países europeos donde nunca se había hecho decretaron que había que diversificar. No tuvieron en cuenta que los propios agricultores ya sabían qué era lo que crecía bien y daba dinero. Así que decretaron p.ej. plantar hortalizas en sitios sin suficiente agua. ¿Por qué tiene Valencia de repente tanta necesidad de agua como para necesitar un trasvase? Los campos de golf tienen parte de culpa, pero más aún la tiene la PAC. Y no hablemos de la salinización o la degeneración el suelo.

    Y tres, las subvenciones para la modernización. No me entendáis mal, las subvenciones pueden ser buenas.

    Pero lo que no puedes es pretender que la gente invierta en medios de producción cuando le obligas a reducir la producción a la mitad. Porque con tanto recorte tienes una serie de recursos sin utilizar (mano de obra, campo, maquinaria…). Invertir en más maquinaria o fertilizantes o pesticidas no tiene ningún sentido en esas circunstancias. ¿Para qué quieres producir más intensivamente si no te dejan producir?

    ¿Qué sucedió? Que la gente se comió las subvenciones. Eran para invertir, pero las usaron para sobrevivir. Porque no podían sobrevivir y no tenía sentido invertir. Eso no es ser atrasado, es ser un actor económico racional.

    Ahora vienen los reproches de que si no se ha invertido el dinero recibido, de que se es dependiente de las subvenciones, que si no son competitivos… Eso es puro cinismo o pura estupidez de los chupatintas de bruselas. Porque si recién entrados en la UE el sector primario hubiera tenido las mismas cuotas y restricciones que p.ej. los coches alemanes (es decir, ninguna) casi ningún país europeo hubiera podido competir con nosotros.

    Entrar en la UE fue aceptar sus coches (donde ellos son buenos) sin restricciones y que ellos se cargaran nuestro agro, donde teníamos ventaja competitiva. Gran negocio.

    De la UE hay que salirse. Mejor antes que después.

  4. Pablo dice:

    «¿Renunciar a su soberanía a cambio de properidad?»
    ¿Qué es prosperidad?
    ¿Los que no renuncian a la soberanía son Venezuela, Corea del Norte y China?
    ¿Estamos diciendo que menos soberanía es más mercado?
    Porque después decímos que los demócratas somos nosotros, y los comunistas no. Pero según tu argumentación… a mi me parece que más soberanía es – per se- más democracia.
    Y más mercado nunca podrá ser -per se- más democracia.

  5. Ian Marteens dice:

    Muy interesante el artículo. Y el comentario de Javier. Gracias a los dos.

  6. MªROSA dice:

    Me ha gustado mucho el artículo ,bien explicado para los que no somos catedros en política.

  7. Jose R. dice:

    Pablo:

    Todos sabemos la gran democracia que se vive en Korea y China…. o la grandes libertades que se tiene en Venezuela. Compañeros a la lucha!!

  8. Hipócritos dice:

    Claro que sí, Javier. Nuestro sector primario era extraordinariamente competitivo en el 86 (importábamos prácticamente lo mismo que exportábamos. En cambio en 2006, por culpa de la terible UE, exportábamos mil y pico millones de euros más más de lo que importábamos). Y no necesitaba protección arancelaria ni subvenciones para ofrecer márgenes de beneficios estelares al productor (tan tremendos que un 17% de la población activa producía cerca del 5% del PIB, hoy día un 5% produce un 2,5%). Y suponía una parte principal de nuestra riqueza (nada menos que un 5,8 %, guau) Visto lo visto, es fundamental que nos especialicemos y seamos competitivos en un sector de futuro, como el agropecuario, al igual que países tan envidiables como Argentina o Costa de Marfil.

    Nada, volvamos a los felices años anteriores a la UE. Qué coño, volvamos a la edad de piedra, que entonces sí que se comía bien y todo era campo.

  9. Hipócritos dice:

    «…a mi me parece que más soberanía es – per se- más democracia.
    Y más mercado nunca podrá ser -per se- más democracia.»

    Qué claridad de confusión

  10. Alatriste dice:

    Javier, que Europa no ha traído riqueza a España solo puede decirlo alguien demasiado joven para recordar como era España antes de la entrada en la CEE…

  11. […] portugueses los que han renunciado a su soberanía de forma voluntaria (llevan una década sin querer hacer su trabajo), Portugal, en el euro, sin rescate, estaría en una situación infinitamente peor de la que están […]

  12. […] recesiones, adaptando el estado del bienestar en muchos casos para hacerlo más adepto al cambio. Otros… bueno, otros decidieron que el acceso a cantidades ilimitadas de crédito era dinero gratis […]

  13. […] cambiar las cosas, y eso significaba reformas. La moneda única requería cambios profundos, seguir nuevas reglas adaptándose a la pérdida de políticas monetarias independientes, y los jefes de gobierno […]

  14. […] ¡Diego Capel!). Como España, tienen un serio problema económico, pero con un agravante: no han hecho reformas económicas en años. Fruto de ese esfuerzo, hoy se están comiendo una prima de riesgo por encima de los 1.000 puntos […]

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