La caída del gobierno portugués es la historia de una renuncia. Durante los últimos meses ha quedado cada vez más claro que Portugal tiene un sector público insolvente – el estado ha prometido ofrecer unos servicios y prestaciones, pero no es capaz de recaudar suficiente dinero para pagarlos. No es que el sector público sea demasiado grande (un 42-44% del PIB), por cierto – sencillamente, no han podido, querido o sabido crear un sistema fiscal que cubra esos gastos y que justifique esa recaudación dando unos servicios mínimamente decentes.

En vista que uno puede luchar contra todos en este mundo menos contra las leyes de contabilidad (si no hay dinero, no hay dinero), Portugal se veía forzado hoy a rehacer sus presupuestos – más concretamente, a tomar otro pequeño paso hacia una estructura de recaudación y de gasto mínimamente racional. El plan de Sócrates repartía sopapos para todos, con rebajas de pensiones, subidas de impuestos, tasas creativas y dolor generalizado – una lista de cambios impopulares, pero básicamente inevitables si querían hacer que las cuentas del país fueran mínimamente sostenibles. Era la decisión política de un Primer Ministro en una crisis económica, escogiendo qué salvar en medio de un desastre enorme, con el país al borde de la quiebra. Portugal lleva aplazando esto desde hace al menos una década. Nadie se los cree cuando prometen que las cosas van a cambiar.

¿Cuál ha sido la reacción de la oposición? Bueno, han decidido que el gobierno de Lisboa no es capaz de tomar estas decisiones. No ya Sócrates, que al fin y al cabo ganó las elecciones, sino la clase política portuguesa en general. Entre decidir qué salvar de una catástrofe entre todos o tirar el país de un acantilado, han preferido el acantilado, sin mover un dedo para salir de esta. Todo sea por la política a corto plazo, forzar una elecciones y ganar el poder en un par de meses.

El problema es que las leyes de la contabilidad no esperan hasta las elecciones. Los problemas de Portugal siguen ahí, como una bomba de relojería que puede llevarse por delante al resto de la eurozona. Si los políticos portugueses se comportan como niños pequeños y prefieren correrse a gorrazos entre ellos antes de arreglar su desastre contable, los mercados se encargarán de cerrar ese déficit fiscal a ostias, pura y simplemente . Se cuadrarán, cerraran el grifo, , y dejarán al estado portugués con un agujero fiscal gigantesco y nadie que les preste un céntimo. Una bancarrota quiere decir que todo lo que estabas pagando a crédito no lo puedes pagar en absoluto, y eso incluye pensiones, carreteras, sanidad, policías y demás que componen un estado moderno.

Como esto sería una catástrofe no ya en Portugal, sino para el resto de la eurozona, Merkel, el FMI y sus muchachos básicamente van a cerrar la puerta, ser ellos lo que dan los créditos, y pasar todo el estado portugués por la trituradora. Todas las reformas que Sócrates no pudo pasar, ahora las aprobaréis sí o sí, y pobre de vosotros si hacéis algo que no guste por Berlín y Bruselas. Un plan de ajuste estructural, con todas las letras. No os preocupéis, funcionan bien – a veces. Pero lo van a disfrutar.

¿Recordáis eso que hablaba el otro día que los estados a veces deben escoger entre prosperidad y soberanía? Bueno, Portugal le ha dado otra vuelta de tuerca al asunto. Los partidos de la oposición han escogido hoy, alegremente, sacrificar su soberanía por cuatro cochinos votos. Portugal, capital Berlín. Felicidades.

Quedan dos pequeños detalles. Primero, por qué Portugal ha acabado en este agujero, y por qué llevan tantos años estancados. La explicación es un poco complicada (y no es que sepa demasiado del tema), pero dicho a brocha gruesa, España esta hoy donde Portugal estaba hace diez años. Es decir, un país que se mete en una recesión con un modelo de crecimiento obsoleto y una economía llena de problemas estructurales bastante parecidos a los que tiene España, incluyendo un mercado laboral penoso heredado de una dictadura militar. Todo el mundo dicen que tienen que aprobar reformas, que el déficit se los comerá vivos si no generan crecimiento, pero entre el euro (que facilita su acceso a crédito) y la bonanza general, se salvan una temporada. O al menos hasta que la crisis de deuda recuerda a todo el mundo que las cuentas portuguesas son de chiste, y que siguen sin hacer nada.

Queda lo segundo, cómo afectará España. El rescate de Portugal nos coloca en primera linea de tiro; somos los siguientes. ¿Tendremos un problema parecido? Mi sensación es que (sí, lo voy a decir) es que España no es Portugal (argh), o al menos no lo es aún. En Madrid hay un gobierno con una mayoría manejable y un número suficiente de partidos nacionalistas sin tendencias suicidas en lo económico. Zapatero puede ser bastante denso, pero está pasando algo relativamente parecido a reformas estructurales aceptables en algunos campos (pensiones), y engendros no especialmente agraciados pero mejores que lo presente en otros. Quizás el PP no diga demasiado sobre su programa y Rajoy sea un tanto peculiar, pero de vez en cuando envían señales que les va la marcha. Sí, estamos dejando un montón de reformas patéticamente obvias en el tintero, pero no tenemos un sistema político que
tras diez años de no hacer nada ha decidido pusar el botón de autodestrucción.

Eso no quiere decir, por eso, que los mercados piensen lo mismo. Y a ver, el Presidente es Zapatero (que aunque tiene mejor imagen que antes, sigue siendo… bueno, Zapatero) y la alternativa es Rajoy, dos tipos que bastarían para hacer llorar al más optimista de los contables. ¿Ese cambio de gobierno que hablaba el otro día, por cierto? Quizás mejor aplazarlo un poco, por si acaso.

Tiempos interesante, me temo. Demasiado.


Sin comentarios

  1. ventomareiro dice:

    ¿No es esto lo que nos hubiera pasado si el PP llega a tumbar algunas de las primeras reformas serias del Gobierno, hace uno o dos años?

  2. andresrguez dice:

    Toda la oposición votó contra las medidas, al no las tomarlas en serio porque es cuarto plan económico desde 2005 y consideran que las presentaron antes en Bruselas que en Lisboa.

    El gobierno está muy quemado con subidas de impuestos, congelación de salarios, huelgas de profesores y de médicos… por no hablar de un déficit que siguen sin poder bajarlo y un paro en niveles históricos del 11% cuando lo normal para ellos era un 4-5%.

    Dicho esto, desde las elecciones en 2009, es el quinto debate de este tipo que hay en la Asamblea de República, con Portugal al borde de la intervención (y la deuda pública en niveles históricos) y siendo salvadas las votaciones de forma muy muy justa porque a última hora llegan a algún tipo de acuerdo o por la abstención de algún grupo «por el bien del país».

    La propia oposición es la que ha llevado a Portugal a esta situación.

    En la comparecencia que hizo, responsabilizó de la situación a la oposición por no proponer medidas y por preferir el interés propio a preferir el interés nacional.

    La salida de Sócrates estaba cantada desde el día que ganó las elecciones en 2009. Desde entonces lo han estado puteando por cada medida (muchas de ellas de recorte duro) que ha tomado.

    Ahora la oposición (desde liberales hasta marxitas) prefieren la intervención del FMI a la toma de medidas desde Lisboa.

    La oposición así lo ha querido negándose al PEC, que aunque son medidas muy duras no son nada en comparación con lo que puede pedir el FMI.

    Quién lo diría, Marxistas clamando por el FMI.

    Como de pronto, el nuevo gobierno no estará hasta verano.

    Lo de ayer ha sido un resumen en el sentido:

    Señores de la UE y del FMI vengan a rescatarnos porque Sócrates no tiene ni idea y nosotros no queremos meternos en el marrón.

  3. […] sobre cómo los políticos portugueses (y más concretamente, la oposición conservadora) estaban dejando el país a la estacada? Bueno, pues hoy es oficial: han pedido el rescate a la Unión Europea. A efectos prácticos, […]

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