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El discreto encanto de la ideología

2 Mar, 2011 - - @egocrata

Un partido conservador español de cuyo nombre no quiero acordarme me ha pasado su propuesta de reforma de la sanidad en España. En unas pocas líneas, el nuevo sistema quedaría como sigue:

  • 1. La inmensa mayoría de hospitales y centros de salud serán privatizados.
  • 2. El estado dará un seguro que cubrirá a todo el mundo por una serie de servicios básicos.
  • 3. Todo el mundo podrá escoger su médico, sin limitaciones.
  • 4. El seguro público incuirá copagos para casi todos los medicamentos y visitas a médicos, excepto para ancianos y personas de renta baja.
  • 5. Quien quiera puede contratar un seguro privado complementario para que cubra esos copagos.

¿Qué os parece este esquema? Si vuestra reacción es que es parte de la ola contrareformista neoliberal conservadora y que Rajoy debería avergonzarse de presentar esta clase de cosas, no seréis los primeros en mencionarlo. Elimina lo público, privatiza, exige copagos, favorece a mutuas privadas. Un horror. La cuestión es,  no hablo del programa de sanidad de Rajoy: si creéis este sistema es malo, estáis criticando el modelo de salud que la OMS ha señalado como el mejor del mundo, la sanidad pública francesa.

Es algo que sucede a menudo. Por aquí Estados Unidos el año pasado me divertía describiendo a conocidos republicanos la «alternativa» conservadora a Obamacare. Lo que hacía era detallar la reforma de la sanidad de Obama, sólo diciendo que Mitt Romney y Bob Dole habían preparado la propuesta. Todo el mundo me decía que ese era un plan mucho mejor, más sólido y totalmente constitucional, hasta que les explicaba que el plan en cuestión era el de los demócratas y Obama – plan que, por cierto, es muy parecido a propuestas anteriores de Dole y Romney.

Lo que está actuando entre la descripción de cada serie de medidas y el veredicto sobre ellas es la ideología. Todo el mundo, servidor incluído, tienden a prejuzgar cualquier idea o propuesta política a partir de una serie de atajos mentales más o menos sofisticados – preconcepciones sobre qué creemos es importante, qué medidas son casi siempre buenas y (crucial) qué partido político o individuo es más creíble en su defensa. Este es el motivo detrás del hecho que sólo un 10-15% de votantes se mueven entre los dos grandes partidos, con el 85-90% restante sólo escogiendo entre apoyar a los suyos y la abstención.

Este filtro ideológico genera situaciones bastante surrealistas. Hay un montón de experimentos sobre opinión pública que muestran que el apoyo de una medida entre simpatizantes de un partido depende sobre todo de si el partido en cuestión apoya la medida o no, sin ir más lejos. Mariano Rajoy podría copiar integramente el programa electoral del PSOE y sus propuestas seguirían siendo tomadas como cláramente superiores por una amplia mayoría de los votantes de su partido.

El procesar la información mediante ideología política también explica como propuestas que son objetivamente inofensivas y totalmente razonables pueden acabar siendo vistas como terribles ataques a la libertad por los miembros de otro partido. Si Federico Jiménez Losantos, Glenn Beck, Sarah Palin o Cospedal dicen que la ley para la protección de adorables gatititos es una malvada conspiración comunista, un número no precisamente trivial de votantes acabará realmente cabreada ante el contubernio felino-masónico en cuestión. La extraña reacción del electorado del PP ante los casos de corrupción, de hecho, no es tan inusual; entre las rebuscadas explicaciones de Trillo y lo que dice el fiscal, los votantes simplemente se fiarán más del primero.

¿Es la ideología algo malvado y espantoso que debemos intentar desterrar? ¿Deben los medios de comunicación explicar las propuestas políticas primero sin etiquetas y sólo señalar quién las propone al final de la noticia? Aunque estoy seguro que el resultado sería bastante divertido (todo el mundo acabaría apoyando propuestas de Batasuna un poco demasiado a menudo), la ideología realmente no es algo tan horrible. El votante medio tiene muchas cosas que hacer en su vida diaria aparte de leer oscuras medidas sobre horarios comerciales en la prensa, así que no es totalmente irracional recurrir a ciertos atajos cognitivos. Puede que eso lleve a algunos a estar a favor o en contra de cosas que no lo estarían normalmente, pero en la inmensa mayoría de los casos el «truco» ideológico te colocará más rápido en el partido donde hubieras acabado igual.

Aparte de vagancia intelectual, el sesgo ideológico también tiene ciertas ventajas a la hora de juzgar las palabras de los políticos. Mariano Rajoy puede escribirme una larga carta de su puño y letra contándome como la principal prioridad del PP es la igualdad de oportunidades (mi principal prioridad, si fuera el líder del mundo libre o algo parecido), pero mi propio filtro cognitivo sobre lo que creo es la derecha haría que me tomara sus palabras con mucha cautela. La ideología hace que los partidos políticos no puedan de hecho comportarse como puras máquinas electorales que buscan el votante mediano de forma incansable – su reputación les precede, y nadie se toma sus palabras totalmente en serio. Por extraño que parezca, esto hace que los políticos de hecho mientan menos, ya que todo el mundo sabe de qué pie calzan.

Este es uno de los motivos por los que el PSOE está en problemas graves, de hecho. Durante décadas los socialistas han defendido una serie de medidas no precisamente demasiado útiles o progresistas como elementos que definen el partido: costes de despido, copagos, ayudas para la compra de vivienda, etcétera. Hacer lo contrario era cosa de malvados neoliberales, o algo peor. Ahora cuando el partido finalmente ha decidido dejarse de historias y cambiar de postura, un número no precisamente trivial de votantes tiene marcado en fuego en su esquema ideológico que esto no es «de izquierdas». No me refiero a la gente politizada (si estás leyendo esto, no va por tí), me refiero a votantes que prestan poca atención a la política, ven que el gobierno hace lo contrario de lo que decía hace unos años, y llega a la conclusión que todos son iguales, quedándose en casa. Cambiar lo que define un partido y sobrevivir electoralmente a ello es muy difícil, y es algo que los socialistas deberían empezar a tomarse más
en serio, en vez de improvisarlo alegremente.

Pero eso es otro artículo  para otro día, me temo.


Sin comentarios

  1. cives dice:

    Si piensas en esto, puedes montarte un modelo de autismo organizativo con salida y voz iterando la formación del discurso en cada periodo bastante elegante. Mis mates no alcanzan para el tema, pero la intuición es bastante sencilla.

    Si tengo tiempo luego, posteo algo sobre el tema.

  2. Jorge Galindo dice:

    Hostia, qué guay el modelo: matematizando el discurso.

    Por lo demás, nota al pie: la OMS también tiene sesgo ideológico. Menos (se le presupone), pero lo tiene.

  3. Lamidaeff dice:

    Sesgo ideológico tendréis vosotros, panda de fachas. Esa nueva y posmoderna forma de desacreditar a los que tienen opiniones incómodas. Respeta mis sentimientos.

  4. Raúl dice:

    ¿Hasta qué punto aceptar las palabras de Rajoy o Zapatero es cuestión de ideología? Creo que cada vez prima más el perfil del político y la costumbre a la hora de votar o aceptar propuestas.

    Es la gran victoria de la derecha. Ha eliminado la ideología. Y los pocos que todavía tienen una son unos «trasnochados»

  5. Jimmy Page dice:

    Para «filtro ideoligico» te puedes fijar estos dias en foros de intenet en gente que se dedica a defender a los satrapas de Iran y Libia porque son amiguitos de Chavez.

  6. mcalerom dice:

    Yo mantengo un continuo debate interno:

    Lo contrario de votar con ideología sería votar con datos en la mano, con conocimiento, racionalmente. Conocer qué aportan los programas electorales a corto, medio o largo plazo. Analizar de qué manera te impactan, a ti o a tu entorno, qué leyes aplican, qué hay que cambiar, qué se puede cambiar…

    Si toda la sociedad tuviese suficiente conocimiento para conocer las opciones más racionales no existirían ideologías.

    Ahora bien, esto choca frontalmente con la sociedad que tenemos: hablando en plata, el borreguismo es la regla.

    Como dice Raúl, otra forma de votar es por perfiles: Fulanito me inspira más confianza que menganito… pero lo cierto es que esta forma de votar es tan (in)correcta como la de votar al mismo partido político o abstenerte.

    Para mi sí que es un triunfo desnudar la política de ideología y reducirlo a un debate de idoneidad de acciones legislativas. Ojalá.

  7. Javier dice:

    Gran post, muy acertado.

    Más que ideología yo lo llamaría votar por borreguismo, por seguidismo, partidismo (partisanship), «esquemiabueloenlaguerracivilismo» o hooliganismo.

    Porque ya me diréis qué tiene de ideológico no conocer la ideología más allá de tener un pálpito intuitivo por tu líder o tus siglas.

    Luego están los que sí conocen la ideología que dicen defender, pero son unos dogmáticos. El dogmatismo lleva a defender lo indefendible por exceso de fidelidad a un modelo mental de la realidad. Y también lleva a la disonancia cognitiva cuando la realidad no cumple tu modelo (¡Que me traigan otra realidad!).

  8. Josei dice:

    Oye, ¿Qué partido conservador español te ha pasado esa propuesta? Lo digo para saber que partido les copia a los franceses.

  9. Roger Senserrich dice:

    Ninguno, corcho. Es un experimento mental.

    (aunque si preguntas por CiU, no me extrañaría que dieran a Francia como su modelo a seguir en este aspecto)

  10. Mario dice:

    ¿Qué coño es una «opinión incómoda»? En serio, ¿de dónde ha salido este idiota?

  11. Josei dice:

    Entonces, como experimento es una farsa. Si tienes que hacer una prueba de «buena moral» y tal, almenos no mientas, dí la verdad. Así solo quedas como un mentiroso, y ya no sé si fiarme de cualquier otra cosa que vuelvas a decir.

  12. Roger Senserrich dice:

    ¿Qué parte de » La cuestión es, no hablo del programa de sanidad de Rajoy» te has perdido? Me parece que queda bastante claro que no era una propuesta real.

  13. Josei dice:

    «Un partido conservador español de cuyo nombre no quiero acordarme me ha pasado su propuesta de reforma de la sanidad en España»

    La primera frase es una mentira, por lo que el resto ya no tiene validez alguna como método para «cazar» gente con sesgos ideológicos.

    Luego está la parte de explicación de los sesgos y si convienen o no, que es una cosa diferente.

    No puedes empezar un juego de ingenio y lógica haciendo trampas, puesto que la gracia de esos «juegos» es que la gente caiga en que no se ha leído o no ha analizado bién el texto, pero que tu quedes bién al decir: «Leelo bién, yo no he dicho tal cosa, eres tu el que ha hecho un juicio demasiado prematuro».

    P.D.: Hay más de un partido conservador español, no tenía porque ser el PP el cabeza de turco.

  14. Roger Senserrich dice:

    Si empiezo el artículo con un «AVISO – ESTO ES UNA PRUEBA MENTAL Y EL PARTIDO QUE MENCIONO NO EXISTE» el asunto no tiene puñetera gracia.

    Aparte, uno se tiene que leer el artículo entero.

    Aparte, esto es un blog informal, no una declaración jurada ante el Tribunal Supremo de la Verdad Perfecta y la Ausencia de Sentido del Humor Completa (TSVPASHC). 😛

  15. Pescador dice:

    Roger , te ha entrado un Arcadi…
    Ha estado bien. Solo te reprocharia no habernos indicado que son «servicios básicos», porque me temo que no significan lo mismo aqui que en Paris. Más ó menos como lo de «salario mínimo»…

  16. Diego Calleja dice:

    Off-topic: Me sorprende que no hayas escrito algo (más) sobre lo de Wisconsin. ¿Acaso no es un movimiento popular que podría sentar precedentes entre las bases progresistas? ¿Conviene a los demócratas hacer mucho ruido con el tema?

  17. Josei dice:

    Veo que no entiendes nada de lo que te digo, o no quieres entenderlo por que no quieres pensar que te has equivocado. Pues hasta la vista.

  18. Torvic dice:

    «¿Qué es una ideología? Es una triple dispensa: dispensa intelectual, dispensa práctica y dispensa moral. La primera consiste en retener sólo los hechos favorables a la tesis que se sostiene […] . La dispensa práctica suprime el criterio de la eficacia, quita todo valor de refutación a los fracasos. Una de las funciones de la ideología es, además, fabricar explicaciones que los excusan. […] La dispensa moral abole toda noción de bien y de mal para los actores ideológicos; o más bien, el servicio de la ideología es el que ocupa el lugar de la moral. Lo que es crimen o vicio para el hombre común no lo es para ellos. La absolución ideológica del asesinato y del genocidio ha sido ampliamente tratada por los historiadores. […]
    Como exime a la vez de la verdad, de la honradez y de la eficacia, se concibe que ofreciendo tan grandes comodidades, la ideología, aunque fuera con otros nombres, haya gozado del favor de los hombres desde el origen del tiempo. Es duro vivir sin ideología, ya que entonces uno se encuentra ante una existencia que no conlleva más que casos particulares, cada uno de los cuales exige un conocimiento de los hechos único en su género y apropiado, con riesgos de error y de fracaso en la acción, con eventuales consecuencias graves para uno mismo, con peligros de sufrimiento y de injusticia para otros seres humanos, y con una probabilidad de remordimiento para el que decide. Nada de esto le puede suceder al ideólogo, que se sitúa por encima del bien y de la verdad, que es él mismo la fuente de la verdad y del bien. […]
    En sus comienzos, una ideología es una hoguera de creencias que, aunque devastadora, puede inflamar noblemente los espíritus. A su término, se degrada en un sindicato de intereses.
    Aunque la ideología no posea eficacia, en el sentido de que no resuelve ningún problema real, ya que no proviene de un análisis de los hechos, sin embargo está concebida con vistas a la acción; transforma la realidad e incluso mucho más poderosamente de lo que lo hace el conocimiento exacto.»

  19. Juro que al ver el modelo sanitario pensé, «anda, Rajoy ha hecho un copia/pega a Alemania» 😛

  20. […] eso que comentamos a menudo que la ideología es una forma de filtrar la realidad? Bueno, aquí tenéis un ejemplo de libro. Y esto no es cosa de americanos; sucede en todas partes. […]

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