Estamos más o menos acostumbrados a que bastante gente del mundillo 2.0 (disclaimer: mundillo en el que desarrollo buena parte de mi actividad profesional) coja cualquier movimiento político en el que la Red y las redes hayan jugado un papel y magnifiquen este rol hasta el infinito y más allá, haciendo parecer que es internet el principal factor o catalizador de dicho movimiento. No recuerdo ya con qué empezó, pero sí con qué explotó: Obama. Después vino Irán en 2009, la Ley Sinde en España, el consabido y consecuente nolesvotes.com, y claro, Egipto, Túnez y lo que se ponga por delante en Oriente.

Lo curioso es que muchas veces lo ponen todo a la misma altura. Les da exactamente igual de qué se trate, al parecer, aunque sea una protesta por un cambio de impuestos (más o menos injusto) en la que se envía pizza por internet a los manifestantes les parece un signo más del logro y el avance de la ciudadanía 2.0.

Flaco favor le hacen así a la democracia y a los movimientos políticos, que si siguiesen por el camino de «la Red lo puede y lo cataliza todo» (cosa que afortunadamente no va a pasar) se convertirían en puro clicktivism en el peor de los casos, y de iniciativas loables en su espíritu pero poco efectivas en la práctica como Actuable. Pero aún más flaco se lo hacen a su medio natural, internet, aunque parezca lo contrario. Magnificar sus efectos solo hace que las decepciones por parte de activistas sean más grandes por la eterna expectativa, y los efectos que podría tener, menores.

La Red ya está instalada en nuestras vidas. Hablar de ella como herramienta, como instrumento, sería casi lo mismo que hacerlo del teléfono, la televisión o el periódico, por supuesto con sus particularidades, pero sin olvidar de que hablamos de un medio. Al final, ¿qué nos importa? Nos importan los objetivos. Eso es lo relevante. Si queremos cumplirlos, hemos de ser conscientes de los límites del 2.0 antes que cualquier otra cosa. Realismo. Y también tenemos que comprenderlos y saber priorizar. Esto significa dejar de adorar al medio como si cualquier protesta relacionada o canalizada por internet fuese un signo inequívoco de liberación ciudadana.

Acabemos con la deificación del 2.0, y pongámonos manos a la obra.


11 comentarios

  1. […] This post was mentioned on Twitter by Jorge Galindo and Arturo Castelló, griverordz. griverordz said: RT @JorgeGalindo: Hartándome de la deificación del 2.0 en política: http://bit.ly/gfB9Cj […]

  2. Viriato dice:

    ¿Un artículo en contra de la deificación del 2.0 no contribuye a darle más importancia de la que merece al debate vacío en torno a la web 2.0? ¿O son cosas mías? Creo que el ombliguismo del 2.0 es una fiebre en remisión, y que no habría que tocar demasiado el tema. A trabajar, como dices y suscribo. (Enhorabuena, por cierto: estupendo blog de la estupenda Politikon. Geniales, en serio. Firma un seguidor.)

  3. maknovista dice:

    Además yo diría que se resta valor al 2.0 en aspectos que funciona realmente bien (como canal de comunicación directa con fuentes sobre el terreno, por ejemplo) mientras se le adjudican logros conseguidos por cosas tan ‘antiguas’ y pasadas de moda como los sindicatos, las unidades descontentas dentro del ejercito y las asociaciones de vecinos cabreados.

  4. Como todo medio de comunicación, el mundo 2.0 está condicionado por el valor y la significancia del mensaje. Por eso resulta cada vez mas alarmante que se haga del medio, el fin, y del mensaje, el absurdo.
    También la televisión es un medio con unas posibilidades fabulosas reconvertido a máquina de fango

  5. Hola Jorge,

    Sobre el _clicktivism_, eso por desgracia ya tiene un nombre: slacktivism.

    Un saludo,

    i.

  6. […] La deificacion del 2.0 politikon.es/deloposible/2011/02/23/la-deificacion-del-2-0/  por eolosbcn hace 3 segundos […]

  7. Hola Jorge,

    Antes que nada, quiero poner de manifiesto que es siempre una buena noticia el debatir acerca de la efectividad de las herramientas online en el cambio social.

    Sin embargo, como podrás comprender, no estoy de acuerdo con tu análisis.

    El activismo a través de Internet no es homogéneo. Hay buenas campañas que realmente logran cambios y otras que no sirven más que para acumular «me gusta» en una página de Facebook o enviar pizzas a manifestantes.

    Quienes sabemos que las decisiones políticas sí pueden verse influidas por la presión de los ciudadanos a través de Internet (o de cualquier otro medio) y, particularmente en Actuable, somos conscientes de que esa presión no se ejerce en el vacío. Siempre hay otros actores, otras acciones y otros contextos que empujan en el mismo sentido que puede hacerlo, por ejemplo, una petición online.

    Pero no por ello debe disminuirse el valor del activismo bien ejercido. Este tipo de activismo no se limita a crear una acción sino a estudiar el contexto, analizar el «momentum» y, sobre todo, a aprovechar las ventanas de oportunidad que se generan para empujar esos cambios. Es en esos momentos, con una acción bien diseñada, dirigida a la persona adecuada, en el momento preciso, cuando la movilización (online o no online) sí puede tener un carácter decisivo.

    Actuable nace con ese espíritu, se desarrolla en ese sentido y es efectivo. Cierto es que puede haber quien no sepa utilizarlo convenientemente pero por cada persona que no entiende el medio, hay otra que sí y que logra grandes o pequeñas victorias.

    Precisamente para reforzar ese espíritu, desde hace unas semanas en Actuable ya no son las personas y las organizaciones las únicas que crean las peticiones sino que ahora también las creamos nosotros como Actuable. Con el doble objetivo de ser, por una parte, capaces afinar mejor y lograr cambios concretos sobre temas que no se abordan y, por otra, mostrar a nuestra comunidad ejemplos de como utilizar bien la plataforma.

    No debería extenderme mucho más ya que esto es solo un comentario que empieza a parecerse un post, así que cuando quieras estaré encantado de invitarte a un café y contarte los casos de éxito que hemos compartido en Actuable en los escasos cinco meses que llevamos online.

    Un abrazo,

    Francisco Polo
    Director de Actuable

  8. Kiko dice:

    Sin ir más lejos, hoy decía el director de El País que la revolución de Túnez (y el resto) tenía su origen en las redes sociales.

    En fin, son casos típico de «Focusing Illusion», sobrevaloramos lo que tenemos en la cabeza.

  9. Jorge Galindo dice:

    Hola Francisco,

    Encantado de que te pases por aquí y dejes un comentario de esos que valen su peso en oro, y no solo por la longitud, sino por el placer que supone responderlos. A ello voy.

    Como a buen seguro habrás captado, mi artículo no pretendía ser un alegato en contra del entorno 2.0 como instrumento para la movilización política. Ni siquiera en contra de aquellos movimientos que se producen mayormente a través de la red.

    ¿Por qué he mencionado Actuable, pues? Porque, tal y como se planteó en un principio (luego hablaré de la modificación a la que haces referencia), me parecía y me parece simplemente una ventana a través de la cual catalizar descontento y protesta a un coste considerablemente bajo para el «activista», quien puede moverlo todo en un entorno online y esperar «a ver si funciona porque la red es poderosa». No digo que esa fuese la intención de la herramienta, pero sí de muchos usuarios. Es decir: no es eficiente, pese a que puede ser efectivo en algunos casos (y los que he venido viendo casi siempre se quedan en el ámbito del discurso, el lenguaje y las formas, y no del fondo, de las policies; corrígeme si me equivoco).

    Precisamente (utilizando tu misma línea de razonamiento) por eso habríais decidido dejar de ser una herramienta más o menos neutral para, en parte, incorporar vuestra propia agenda de temas a tratar y acciones a desarrollar. Porque pensáis que así podéis ser más eficientes.

    Pero, quitando unos casos escasos y concretos, casi siempre relacionados con, como digo, declaraciones y adyacentes, la mayoría de cosas requieren de trabajo offline. Especialmente aquellas que buscan cambiar una ley de forma dura y fehaciente, o que se desarrolle una política pública concreta: un trabajo de pasillos, de modelación de una alternativa coherente, etcétera. En resumen, iniciativas como Actuable me parecen un complemento muy interesante, incluso pueden lograr algún éxito solo online, pero hacer de ellas un canal para cualquier tipo de reclamación de calado político o social me parece un error. Y a vosotros también, en cierta medida, si no, no habríais empezado a plantear cuestiones propias.

    Por lo demás, insisto: un placer verte por aquí. Y no dudes en que te tomo la palabra con lo del café 😉

  10. Hola Jorge,

    Es imposible no estar de acuerdo con la premisa de no deificar el activismo 2 0. Sin embargo, creo que, tanto en tu interesante artículo como en los de Egocrata sobre el tema, falta un poco de visión sobre el «doscerismo» como un proceso emergente que solo está en su infancia técnica y social.

    Ya está aquí, como dices, instalado como el teléfono o la televisión, pero dista mucho de ser una tecnología tan congelada como las anteriores. Algunas herramientas están infrautilizadas, otras pueden mejorarse y hay un amplio margen para la innovación de aplicaciones web que permitan pensar, organizar y actuar en común. Se tiende a analizar el potencial de la parte menos importante (facebook en vez de los programas que permiten hacer redes sociales digitales, Actuable en vez de los programas que permiten coordinar acciones masivas…) Un poco como si se hubiera evaluado la Revolución Industrial a través de criticar el entusiasmo generado por una desmotadora de algodón concreta en vez de analizar las posibilidades de la tecnología de automatización.

    Por otro lado, pedirle a los activistas que sean moderados en sus expectativas es como pedirle a un niño que juegue sin esperar divertirse mucho e igual de castrador. Los movimientos sociales siempre han tendido a ser visionarios, exigentes, desobedientes, arriesgados, altaneros y, en resumen, a parecer más poderosos de lo que realmente son.

    ¿Que el doscerismo puede generar muchos fracasos y decepciones? Como cualquier forma de activismo. Cada levantamiento popular o cada triunfo judicial de los ciudadanos tiene a sus espaldas una ristra interminable de manifestaciones que ocupaban 10 metros cuadrados y de reuniones para reorganizar el cosmos que no llegaron a ninguna parte.

    No deifiquemos el activismo digital pero tampoco las otras formas de activismo. los límites del 2.0 no los va a marcar el fracaso o la decepción que puedan causar algunas campañas desmedidas o enajenadas, sino sus verdaderos límites técnicos para permitir la acción coordinada y el resultado de la lucha entre gobiernos, empresas y ciudadanos por controlar esa tecnología.

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