Internacional

¿Dejamos que Batasuna juegue a la democracia?

7 Feb, 2011 - - @jorgegalindo

Batasuna ha rechazado la violencia, incluyendo explícitamente la violencia de ETA, y afirma que su nueva organización significará una ruptura y un nuevo camino totalmente distinto a las anteriores. Ahora, la pregunta que se hace media España es: ¿les dejamos jugar?

Y una buena parte del país responde: no. ¿Y por qué dicen que no? Más allá de las razones que explicitan, el motivo es bien claro, y Citoyen lo describió impecablemente en su momento: un proceso de normalización democrática significa integrar a outsiders en el sistema. Su estatus tras la integración será mejor o peor dependiendo del modelo de transición que los insiders elijan. Citando al propio Citoyen:

(…) la modalidad del proceso de paz que se elija (”rendición incondicional con escarnio público en la plaza del pueblo” vs “fin dialogado de la violencia y reconciliación con besitos”) afectará al status quo político en el País Vasco cuando se haya pacificado y eso no es solo por instituciones explícitas, sino también por “la cultura política”. En ese sentido, para los que no simpatizan, no solo con los medios, sino tampoco con los fines de la izquierda abertzale, es racional esa actitud.

No es casual que el mayor rechazo a que la nueva organización concurra a las elecciones venga desde instancias cercanas al nacionalismo español, claro está. Dicen que están simplemente cumpliendo la ley para poder concursar. Lo que equivale a decir que en realidad no hablan de corazón, vamos. Argumento un tanto absurdo en política, por otra parte. Eso, y que no han afirmado que «condenan», sino solo que «rechazan» la violencia, «incluida la de ETA» (donde algunos ven implícito un rechazo a la violencia estatal al mismo nivel). Y mientras, la «izquierda Público» y los entornos nacionalistas vascos (y gallegos, y catalanes, en menor medida) parecen valorar positivamente la acción, algunos hablando incluso de «paso histórico».

En medio, el Gobierno. Específicamente, Rubalcaba. Su estrategia hasta ahora ha sido bien clara: ahogar a ETA sin concesiones. Uno podría pensar, por tanto, que lo lógico es que sigan así, que «compren» los argumentos del nacionalismo español, y que Batasuna tampoco esté en estas elecciones. Sin embargo, la pregunta para el Gobierno ahora es: ¿qué es mejor para conseguir la normalización? ¿Qué puede pasar si no les dejamos entrar? A corto plazo, puede haber un rebote importante. Ahora bien, la posición de ETA es tan débil que no creo que se arriesguen a romper la tregua a causa de una negación a Batasuna. Si el Gobierno les deja entrar, será la derecha nacionalista quien se rebote. Pero los abertzales podrán comenzar ya a construir un discurso que, aunque comparte objetivos con ETA, se desmarcará cada vez más de las redes de la organización. Esto pasará si, como hasta ahora, la estrategia de Interior de acabar policialmente con ETA sigue adelante. Desligar Batasuna de ETA (entendida ésta como »
violencia fuera del Estado de derecho») debe ser el objetivo final del Gobierno, y la pregunta es si la legalización es mejor que la ilegalización para ello. Haciendo un símil algo burdo, si queremos que alguien deje de ir con malas compañías que le incitan a drogarse y a ir pegando palizas, primero censuraremos su conducta, pero llegará un momento en el que tendremos que volver a ir con ellos para que, definitivamente, se dejen de malos hábitos.

No estoy del todo seguro de lo que voy a decir porque la decisión (ética aparte) no es nada fácil, pero me inclino a creer que ha llegado el momento de dejarles jugar. Con una vigilancia constante que asegure su separación paulatina del entorno violento, sí. Sin anmistía de ningún tipo ante delitos de sangre y similares, también. Pero que jueguen como todos, y se conviertan en adultos respetando las reglas.


2 comentarios

  1. Yo estoy contigo. Habiendo vivido en Euskadi, tengo claro que nos guste más o menos la «izquierda abertzale» tiene el apoyo de una parte suficientemente importante de la población como para no poder dejarles por siempre fuera de la ecuación. En algún momento hay que dar el paso. ¿Corremos el riesgo de que, si lo damos ahora, vuelvan a las andadas (y con la financiación se «reanime» a ETA)? Supongo que eso siempre está ahí.

    Pero, como decía en el tuit de hace un rato, nos toca a los defensores del «Estado de Derecho» demostrar que lo somos. Si hacemos una ley no vale aplicarla «según a quién». No vale una penalización preventiva, no vale el juicio de «lo hacen de corazón» o no. ¿Cumplen los estatutos del nuevo partido la ley? ¿Sí o no? Pues el tan cacareado «Estado de Derecho» tiene que ser consecuente con lo que defiende. Si no, perdemos toda la legitimidad.

  2. Demócrito dice:

    Creo que Raúl lo ha dejado bien claro: no es una decisión política, es una decisión judicial. Lo demás son posturitas de cara a la galería.

    Lo que sí tendría que hacer el ministerio del interior es prepararse para conocer el destino de cada euro que reciba el partido resultante si fuera declarado legal. La financiación es el eje fundamental sobre el que gira todo el asunto, lo demás es bla, bla, bla.

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