amo al líder & sovietología 2.0

El síndrome de la batalla perdida

17 Ene, 2011 - - @egocrata

Los partidos políticos son, ante todo, máquinas de ganar elecciones. La competición en las urnas es la base del sistema; es lo que hace que los cargos electos se partan los cuernos para intentar complacer el personal, los gobiernos trabajen duro para aprobar medidas para que la economía funcione y lo que hace que la oposición se desgañite intentando demostrar que con ellos todo funcionaría muchísimo  mejor.

Cuando esto esto funciona (y lo hace a menudo) la democracia es un sistema de gobierno feo, ruidoso y bastante desagradable, pero sorprendentemente efectivo. Los políticos malos tienden a desaparecer tarde o temprano, los políticos buenos ganan elecciones. La cosa no es demasiado rápida ni particularmente elegante, pero a medio plazo da buenos resultados.

Hay veces, sin embargo, que el sistema se rompe. En ocasiones uno de los partidos políticos que debería aspirar a gobernar de vez en cuando decide (consciente o inconscientemente) que esto de intentar ganar elecciones no va con ellos, y que a ellos ya les va bien perdiendo. La democracia, en estas ocasiones, deja de ser esa máquina chirriante pero básicamente efectiva que vemos en sitios normales, yse convierte en un sistema incapaz de sacarse de encima a los políticos inútiles de turno.

Este fin de semana en Madrid hemos visto un partido que ha decidido dejar de competir. El PSM, en una decisión básicamente incomprensible, ha apostado por mantener como número dos de partido a una persona condenada por prevaricación, tirando por la borda cualquier pretensión de credibilidad o ganas de atraer votos que uno podía imaginarse. No sé si pretenden concurrir a las elecciones diciendo que esto de tener gente condenada por corrupción es una demostración que tienen experiencia de gobierno, o sí dirán que esto señala que al menos son sinceros. A saber. Lo que está claro es que no quieren ganar las elecciones.

Lo más preocupante, sin embargo, es que el PSM no es el único partido en España que anda metido en esta clase de espiral autodestructiva. Los socialistas valencianos llevan años y años apostando con fuerza por esta clase de «estrategias». Sus colegas murcianos lo han hecho tan bien que prácticamente se han extinguido; el PSC parece tener parecidos instintos suicidas liándose a tortas entre ellos meses antes de las elecciones. Son organizaciones que se han rendido. Lo han dejado. Han dado la batalla por perdida.

¿Por qué sucede esto? Un partido político, como toda institución, puede meterse en callejones sin salida. Los partidos que caen en el síndrome de la batalla perdida son victimas a menudo de una variación del problema de la espiral institucional aplicado a la política. La idea básica es muy simple: cuando un partido pierde las elecciones, siempre hay un porcentaje de militantes que lo deja. Están asqueados, hartos de perder y no tienen ganas de partirse la cabeza más. Esto en un principio no es un problema demasiado serio: lo último que quieres tener en tu partido es un grupo de tipos que no tienen ganas de trabajar. Más vale irse renovando, trayendo savia nueva con hambre de gobierno, que tener un montón de fósiles desmovilizados.

El problema, sin embargo, es cuando pasan elecciones y el partido sigue sin ganar nada. Los líderes del partido, tras empotrarse electoralmente una y otra vez, no prestan atención a todos esos militantes que se van hartos de perder. Dentro de la cúpula los dirigentes están relativamente cómodos, con su escaño y sueldo del partido; los tipos más entusiastas y con ganas de dar guerra no tardan en darse cuenta que si quieren hacer oposición en serio, nadie les va a ayudar. Las derrotas constantes hacen que la organización empiece a tener un serio problema de credibilidad, ya que nadie se cree que tengan ninguna opción de llegar al poder. Según pasa el tiempo, la formación tendrá cada vez más problemas en retener a gente que tenga algo parecido a talento o remotas ganas de trabajar duro ganando elecciones, debilitando la organización cada vez más.

Al cabo de una década, esta tendencia se convierte de hecho en una trampa, un equilibrio pernicioso: una organización donde sus dirigentes sólo se preocupan de mantener su cargo, la mayoría de militantes que sobreviven o viven del patronazgo o han perdido la cabeza tras atender a demasiadas reuniones absurdas, y todo el mundo, sin excepción, da la batalla por perdida. No hay líderes alternativos, no hay candidatos decentes en el plantel; todo el mundo que tenía ganas de hacer algo ha sido aburrido hasta la saciedad en cientos de comisiones sectoriales o saboteado por un liderazgo y militancia que no quieren que le levanten de su siesta. La organización es un zombie político vaciado de talento, sin que nadie tenga las más remotas ganas de trabajar. Dicho en otras palabras, el PSM.

¿Cómo se puede sacar un partido zombie de este fatalismo crónico? No estoy demasiado seguro; los equilibrios institucionales tienen el problema que son círculos viciosos que se refuerzan a ellos mismos. Reclutar nuevos militantes de forma agresiva y organizar primarias sería lo primero que me vendría a la cabeza, pero ya hemos visto lo espectacularmente bien que ha funcionado en el PSM. Estoy bastante seguro que con Trinidad Jiménez como candidata estarían encontrando formas creativas de suicidio electoral sin despeinarse.

A riesgo de caer en eso de la «teoría de los grandes hombres», a veces es realmente cuestión de liderazgo. Que salga un tipo (o mejor, un grupo de gente) que tomen el partido de forma más o menos maquiavélica y encima tengan suerte de encontrar al partido gobernante en posición de debilidad. Alguien que sea local (o este dispuesto a tirarse años y derrotas en el puesto), que piense a largo plazo y que quiera cambiar esta dinámica como sea. David Cameron es un ejemplo bastante claro, rompiendo una larga tradición de disfuncionalidad en los tories; Zapatero, a su manera, fue algo parecido. Alguien que salga a la calle, apele a los votantes directamente ignorando o enfrentándose al partido cuando hacen cosas estúpidas (y el PSM hará cosas estúpidas. Constantemente.) y movilizando gente nueva para renovar las bases.

El pequeño problema es que esto es mucho más fácil de hacer cuando tu partido es algo visible y eres candidato a elecciones de primer orden (nacionales) que cuando eres el nuevo jefe de una formación en decadencia que es constatemente ignorada por los medios. Un potencial relevo del PSM se enfrenta a la tarea titánica de convencer a los medios para que cuenten a los votantes que algo ha cambiado – en un entorno entre hostil y depresivo para los políticos de izquierda en la región.

De todos modos, lo primero que debe hacer el PSOE al intentar arreglar estos agujeros negros es identificar que el principal problema no es externo, sino dentro del mismo partido. Hasta que los barones regionales no superen el síndrome de la batalla perdida, sus candidatos no va a llegar nunca a ningún sitio.


Sin comentarios

  1. […] momento, aquí tenéis el enlace al primer post: el síndrome de la batalla perdida, sobre nuestros amigos del […]

  2. […] las tuercas a los visitantes para que la unidad no se rompa o abofetear a todos esos potenciales derrotistas dentro del partido para que la catástrofe no se salga de […]

  3. El caso del PSC es distinto: sin duda, tiene magníficos impulsos suicidas, pero tiene vocación de poder. Con todo, pasará de ostentar la mayor cota de poder de su historia a la mínima en seis meses. Yo diría que su problema es de inconsistencia ideológica, pero CIU es casi tan inconsistente…

  4. […] This post was mentioned on Twitter by Egocrata. Egocrata said: RT @politikon_es: En el blog: El síndrome de la batalla perdida http://bit.ly/dLPJ1H […]

  5. Castilla y León: Uno de esos feudos peperos inquebrantables. El PSOE decide que hay que buscar a un sustituto para el anterior secretario regional, caras nuevas. ¡Ya está! Pongamos a este chico tan majo, Oscar López. Sólo tiene una pequeña pega: Es de Madrid. No, no me refiero nacido (aunque también), me refiero a que literalmente vive y tiene su casa, su mujer y sus hijos en Madrid, y va y viene a CyL cuando tiene algo que hacer. Bueno, seamos generosos: tiene lazos con el pueblo segoviano de sus abuelos y es diputado de esa provincia. Pero puedes imaginar los argumentos que se oyen al gobierno local «A Oscar López le preocupa tan poco CyL que ni tan siquiera vive aquí». Y tienen razón, claro.

  6. Josei dice:

    Offtopic:
    Buuu, faltan los tags molones estilo «onanismo bitacoril» y demás.

  7. […] El síndrome de la batalla perdida politikon.es/materiasgrises/2011/01/17/el-sindrome-de-la-…  por Javert hace 3 segundos […]

  8. Hola y buena andadura ante todo.
    Y mordiendo en hueso: creo que el fallo de este análisis (para mí hay un fallo detrás del fallo, pero no quiero aquí hacer sino poner algo en evidencia y no «concluir») es que se cree que el «concepto» (platónico) es «lo real» siendo lo que se ve «su corporización»… Yo creo que las conductas de los partidos (de unos más que otros, y sobre todo de «sus camarillas» dominantes) es la conducta típica del Tirano. Y el Tirano no sigue (no puede seguir) los consejos de Simónides de hacer «una tiranía lo más buena posible». Hace rato que no es el «seguidismo a las masas» del que habla John Stuart Mill sino la certeza del control exclusivo e «incuestionable» del aparato y de su enraizamiento en el plano dominante lo que marca la conducta de los políticos de hoy.
    Invito a mirar las cosas desde este ángulo al menos a título de hipótesis, a ver cómo se ve. Lo mismo se produce la ansiada (para mí) revolución copernicana en el enfoque político de los «críticos» como nos definimos… ¿eh?
    Un saludo cordial.

  9. El caso de los socialistas murcianos, que conozco bien, además pasa por una recreación en los viejos tiempos en los que se gobernaba y en una nostalgia por las viejas glorias, que se traduce en un salto al futuro pasando por los candidatos del pasado, que acaba con esa savia nueva y esos militantes, rendidos, porque hace tiempo que dejaron de entender las decisiones de la «cúpula».

  10. […] 24 enero 2011 por Geógrafo Subjetivo En los últimos días he leído dos buenas entradas sobre qué sucede cuando un partido político ha renunciado a ganar las elecciones y se ha centrado […]

  11. […] Ya sé, ya sé. La crisis, Telemadrid, la prensa ama a Twitter, etcétera, etcétera, etcétera. Todo afecta. Lo que sé es que el 2007 el PSM decía que ese año habían tocado fondo, y que peor no podía ir. Bueno, parece que se han superado. El problema del PSOE en Madrid no es Aguirre, los medios o la crisis. El problema, como dice Fernando Garea, es que están atrapados en un bucle.  Lo decía hace unos meses: son adictos a perder. […]

Comments are closed.