Hemeroteca Lorem Ipsum - Materias Grises

El problema del fracaso escolar en Estados Unidos

7 Jul, 2009 - - @egocrata

No creo que sorprenda a nadie cuando diga que la educación pública en Estados Unidos podría funcionar mejor. Todos hemos visto alguna película estilo «Mentes Peligrosas», con institutos horribles llenos de estudiantes pasotas, violencia y detectores de metales en las puertas. Sitios horribles, las escuelas. Nadie puede aprender nada.

Lo que no se dice demasiado a menudo, sin embargo, es que de hecho los colegios en América de hecho funcionan relativamente bien, si uno mira los datos con más calma. Y que -como todo en Estados Unidos- no podemos generalizar nada, ya que la diversidad entre un distrito escolar y otro es descomunal.

Para empezar, un recordatorio: la educación en Estados Unidos es competencia municipal. No estatal, no federal, municipal. Los pueblos y ciudades tradicionalmente han controlado la educación obligatoria (hasta los dieciocho años, en teoría), como mucho decidiendo compartir recursos a nivel de condado o distrito escolar en bastantes estados. Los estados o el gobierno federal no tienen demasiado a decir sobre cómo se gestionan las escuelas; como mucho pueden dar incentivos en forma de financiación o establecer ciertas pruebas y exámenes, pero en general no contratan profesores, deciden currículums o hacen nada por el estilo.

Esto lleva que dentro de un mismo estado veamos diferencias enormes, gigantescas. Una ciudad pobre puede tener escuelas desvencijadas que sobreviven a base de dinero estatal, con estudiantes que sacan unos resultados atroces en exámenes estandarizados, mientras que un suburbio rico puede tener colegios extraordinariamente bien financiados con estudiantes dando resultados estilo finlandés en todas las pruebas. Comparad Bridgeport y New Canaan, si tenéis un rato.

Los datos de los exámenes no explican todo el problema, sin embargo. Malcolm Gladwell explica los resultados de un estudio de Karl Alexander sobre las diferencias académicas entre estudiantes en distritos ricos y pobres que descubrió un patrón muy curioso en los datos.

Alexander tiene datos de varios colegios de Baltimore, con resultados de dos exámenes anuales, uno en septiembre, a principio de curso, y otro en junio, a final de año. Si miramos las medias, el patrón es bastante claro; los niños de familias pobres en malos distritos escolares (y creedme, Baltimore tiene sitios chungos) sacan notas sólo un poco peores que los niños de clase media, pero la distancia entre unos y otros aumenta de forma sostenida según pasan los años. Peores colegios, peor situación familiar, la educación es peor, y la igualdad de oportunidades es ficticia.

Estos datos, sin embargo, ocultan un detalle importante. Al mirar las notas con detalle, Alexander se dió cuenta que la diferencia entre niveles socioeconómicos no era la misma entre los dos exámenes; en junio, de hecho, era menor que en septiembre. Repasando las cifras, el problema no era que los niños pobres no aprendieran nada en la escuela; sus notas mejoraban más entre septiembre y junio que en los otros dos grupos. El problema es que en los meses de verano, gran parte de esos conocimientos «desaparecían» – y la diferencia entre unos y otros era mucho más marcada a principios de curso. Los niños pobres empezaban muy por detrás en el colegio – aunque aprendían igual o más, eso no era suficiente.

¿Cuál es el problema? Básicamente, un niño de clase media o clase alta tiene una probabilidad mucho más alta de hacer algo productivo en verano que un niño de clase obrera. Mientras que unos estarán en cursillos, marchándose de colonias, en los boy scouts, en el esplai (si, algo muy catalán) o haciendo el patán en alguna actividad / almacen de niños semi-recreativa, cuasi-educativa que sus muy ocupados padres han descubierto en algún sitio, los otros estarán en casa perdiendo el tiempo, jugando a las canicas, matando orcos en un videojuego o persiguiendo al gran Cthulu (aunque la verdad, creo que el rol salvó mi cerebro esos veranos ociosos) y otras cosas de mal vivir. Poco útil para mantener su mente despierta, y totalmente atroz para la igualdad de oportunidades.

Esto lleva a un pequeño secreto: los países que sacan los mejores resultados en comparaciones internacionales son países que tienen muy pocas vacaciones. El año escolar en Japón tiene 243 días; en Estados Unidos, 180. Algunas escuelas piloto americanas (como las escuelas KIPP en Nueva York) han decidido hacer el «revolucionario» experimento de alargar el año escolar y dar más horas de clase (de 7.30 a 5 en vez de 9 a 3), y los resultados han sido sorprendentes; básicamente, gran parte de la estratificación por clase desaparece.

¿Hace falta que recuerde a alguien cuántos días de vacaciones teníamos de pequeños por España? A nivel internacional, un buen puñado – y desde luego, no damos tantas horas de clase como los japoneses, finlandeses o koreanos. El cerebro de un niño no parece reblandecerse o estropearse por exceso de uso; más bien lo contrario. Quizás es hora de pensar en soluciones totalmente obvias al fracaso escolar (más clases) y no andar regalando ordenadores y hablando de dospuntocerismo pidiendo Linux.

Y no, no es la solución a todos los males. Pero sería un excelente primer paso, y es algo que debe estar sobre la mesa.


11 comentarios

  1. Javi dice:

    Siempre que quieres intensificar la producción de algo puede hacerse por dos vías complementarias, hacer lo mismo más tiempo o hacer más en menos tiempo (educación en este caso). En España creo que sería mejor empezar por la calidad de lo que ya se dá que por extender el horror. Por piedad a nuestros niños principalmente (aunque no me parece mal de por sí tu propuesta).

    Me dan sudores de pensar que además de la educación horrible que recibí, me la hubieran proporcionado más horas aún. No necesitaba más y más horas de inglés horriblemente pronunciado y ultrabásico sino un puñetero profesor que lo supiera de verdad, un plan de estudios que le diera importancia y un método pedagógico correcto.

    Conozco niños que van a colegios carísimos y que tampoco saben inglés, ni física, ni gran cosa, pero que se les va apoyando con más y más clases hasta que llegan a empujones a una carrera. Merece la pena para ellos pero es un sistema muy poco eficiente y que necesita de familias ricas y decididas.

    Tengo en mente los niños y jóvenes suecos que he conocido. Entran más tarde al colegio (aunque tienen magníficas guarderías), están muy pocas horas, sus libros no pesan una tonelada, no les enseñan física hasta los 7 años pero están muy bien formados y hablan inglés desde los diez años o antes.

    Estoy de acuerdo en que la medida de los ordenadores tiene mucho de ocurrencia y parche pero creo que merece menos críticas que apoyos por la revolución que significará en las aulas. Una vez puesto en marcha confío en que sirva de acelerador de un cambio en enseñantes e instituciones. Puede ser uno de esos avances que marcarán un antes y un después. Los niños que reciban su educación con esas herramientas desde tan pequeños será la primera generación de verdaderos nativos digitales.

  2. Mario dice:

    O no, Javi. Aunque sólo tengo anécdotas y no datos, sé de buena tinta de niños que, con esas herramientas, en vez de atender en clase, se dedican a jugar con el ordenador.

    Esa es una de las maneras en que la medida de poner ordenadores a disposición de los alumnos puede suponer un auténtico fracaso.

  3. Carlos dice:

    A mí lo de los ordenadores me parece una soberana gilipollez.

    Por Dios, los niños hasta una cierta edad no necesitan informática para nada. Para aprender a sumar o restar, o los huesos del cuerpo humano valen los métodos de siempre. Exactamente, ¿qué ganamos por enseñarlos con bonitos colores y un caro ordenador?

    Los ordenadores se necesitan en la universidad, y como muy pronto en Bachillerato. Ahí se necesita coger unas destrezas usando determinados programas (Excel, Autocad, etc).

    Pero ¿antes? ¿Acaso no llevamos décadas formando a buenos profesionales (puede que en España no, vale, xD; pero en otros países sí) con métodos tradicionales? La informática es una herramienta para algunas cosas. No es la solución a todos nuestros problemas.

    Yo creo que se va a tratar de la inversión con menos rentabilidad en la formación de los niños de la historia. A lo largo de su educación, entre portátil de 400€ y licencias de Windows, Office y lo que usen; cuánto se van a gastar, ¿1000€ por niño?

    Pues me apuesto algo que esos 1000€ no redundan de ninguna forma en mejorar la formación de los chavales. Es que me juego un brazo, vaya.

    Cosas como la justicia y la administración necesitan muchísima informatización. La educación, no.

  4. Livia dice:

    El problema es sencillo, más horas supondría más profesorado y por lo tanto más pasta y ahí es donde nadie quiere aflojar.
    Las leyes hablan de atención a la diversidad pero luego la administración no dota de medios a los colegios para que puedan hacerle frente; vale que nosotros éramos 40 por clase pero las aulas, con 30 (y tantos) siguen estando masificadas, más aún si tenemos en cuenta que hay que acoger a niños de otros sistemas educativos y que necesitan tiempo y medios para adaptarse.
    No sé si más horas de clase serían un remedio pero desde luego hay que volver a la exigencia para el que puede y hacer que el que no llega tenga todos los medios a su disposición para ponerse al nivel (y no hablo precisamente de ordenadores)

  5. RATKO dice:

    Mas razón que un santo, el calendario escolar debe cambiar, yo lo sufrí en mi infancia de chico de clase cuasilumpen, y a base de mucho esfuerzo logré acabar la universidad, eso sí, sin hablar nada de ingles y no usando un ordenador por primera vez hasta que pude comprarme uno con 25 años.
    Porque en nuestro país, hoy día, una variable que casi nunca falla para valorrar la clase social a la que pertenecen los universitarios es su nivel de ingles, si con 12, 13 o 14 años no puedes ir de veranito a Irlanda o similar estás jodido para toda tu vida, salvo excepciones, y si puedes tener un mes de ingles adicional en tu colegio de toda la vida con un profesor decente, tu Irlanda particular puede estar en tu barrio.
    Pero quien le pone el cascabel al gato, es decir, a los sindicatos de funcionarios de educación más preocupados por defender sus privilegios que por mejorar este país aportando su granito de arena.

  6. Creu dice:

    ¿El gato son los sindicatos? Con dos cojones.

    Todos los gobiernos desde la transición hasta ahora se han dedicado a diseñar planes de educación estúpidos y sin financiación, poniendo de ministro al mas imbécil del partido, mientras padres y alumnos miraban alegremente al tendido, contemplando entusiasmados la faena. Y ahora resulta que la culpa es de los sindicatos…

    Que no digo yo que no tengan culpa, pero de parte de los problemas si se han quejado, a diferencia de las APPAS y el sindicato de estudiantes (este ultimo si que es un club de payasos sin cerebro, solo dispuesto a quejarse si se endurece la selectividad).

  7. RATKO dice:

    El sindicato de estudiantes es un club de payasos, eso lo sabe todo el que alguna vez ha tratado con ellos, no hay ni que decirlo, se da por sabido, los iluminados neotroskistas una panda de descerebrados.

  8. Alatriste dice:

    En este tema se están metiendo en la informática, que es mi campo, así que dejen que me extienda un poco.

    Un ordenador para cada niño en clase no es «aprender las cosas con colorines»; incluso si lo fuera merecería la pena, pero es que tener un ordenador en la mesa permite muchas, muchas cosas que no se pueden hacer sin él:

    – Para empezar, permite prescindir de 10 kilos de libros de texto ¿Para qué quiere uno un árbol muerto en cada mochila todos los años cuando puede tener los libros en formato pdf? Sin gasto anual, actualizados, con índices, anotables, con animaciones… en fin, infinitas posibilidades adicionales.

    – el niño se familiarizaría con el ordenador desde el principio. Eso no tiene importancia para los de clase media, pero para aquellos que no tienen ni tendrán ordenador en casa… es impagable.

    – el niño podría buscar en la red las personas, los conceptos, todo lo que el profesor mencione (y aprender a desconfiar de lo que encuentre, que también es vital)

    – Y sí, también es aprender con colorines. Y a cualquiera que le hayan enseñado física y química con una pizarra verde debería gustarle la idea de que sus hijos aprendan lo que es una órbita elíptica, los orbitales de los electrones, la estructura química de las proteínas o la ruta del viaje de Colón con un minuto de colorines, no con veinte de verborrea.

    En fin, no es ningún capricho. Es un concepto nuevo con dificultades obvias, el primero, la inercia del profesorado, pero hay otros y graves empezando por la pérdida y el robo. Sin embargo es potencialmente transformador de la enseñanza y hasta de la sociedad.

    * * *

    En cuanto a las horas lectivas… no sé, la verdad. No me convence nada la idea de llenar el día de los niños de clases, que sumando deberes y estudio, sin contar «actividades extraescolares», su jornada ya supera las ocho horas; si acaso deberíamos reducir su carga diaria. Otra cosa sería prolongar el año escolar, más días de clase darían probablemente mejores resultados que más horas lectivas al día.

    Y tal vez vaya a decir una tontería pero en mi opinión el peor de los problemas es que se nos intenta enseñar demasiadas cosas: si hubiera aprendido de verdad todo lo que se supone que me enseñaron, a los 18 años habría sido un verdadero fenómeno de la naturaleza , capaz de hacer integrales complejas, analizar sintáctica y semanticamente un poema de Góngora (¡y entenderlo!), hablar latín, recitar de memoria la lista de los aminoácidos y las formas cristalinas, diseñar circuitos eléctricos… en fin, la trigonometría y la teoría de grupos no tendrían secretos para mí, escribiría ensayos sobre ética kantiana y dialéctica hegeliana, y en mis ratos libres tocaría la flauta y leería con afición a Quevedo, Cervantes, Delibes, Espronceda y Alfonso X.

    Lo dicho. Un monstruo ¡Y eso se supone que deberían conseguirlo TODOS los muchachos de 18 años! Hay una cierta hipocresía en el sistema de enseñanza cuando establece un objetivo ideal que ni siquiera se intenta en serio alcanzar en la práctica; se enseña a los niños a pasar los exámenes, no a dominar las materias. Y ahora encima hay quien pretende añadir más idiomas, economía, algo de derecho…

  9. ratko dice:

    Alatriste tienes toda la razón, el apilamiento incontrolado de saberes no genera saber, de hecho a mí me pasa habitualmente que hoy, con casi 40 años, cada día comprendo cosas que aprendí con el sistema papagallo allá en el instituto, es deir, 20 años después, no crees que es un periodo de fermentación de conocimientos un poco excesivo?, pues eso, que según mi juicio tienes toda la razón.

  10. […] mayor de una infraestructura o servicio extra en regiones más pobres. Si Extremadura quiere alargar el año escolar, el estado puede acceder a pagar parte de los gastos; si la renta por cápita es un 60% de la media […]

  11. […] mayor de una infraestructura o servicio extra en regiones más pobres. Si Extremadura quiere alargar el año escolar, el estado puede acceder a pagar parte de los gastos; si la renta por cápita es un 60% de la media […]

Comments are closed.